De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

Historias con código abierto

«El enfrentamiento se produce entre narraciones abiertas y narraciones cerradas. Historias que muestran el funcionamiento de la máquina mitológica e historias que lo esconden. Programas narrrativos open source y propietarios; narradores que se dirigen a otros potenciales narradores y vendedores de historias que buscan sólo compradores». Este texto pertenece al libro Código Fuente, la remezcla (descarga gratuita), publicado por el colectivo Zemos 98. Historias cerradas frente a historias abiertas. Vendedores de productos frente a ofertantes de servicios.

En un capítulo El desenlace, Wu Ming 2 – uno de los escritores italianos del colectivo Wu Ming que publica obras colectivamente con licencia copyleft – sostiene que en nuestros tiempos la distancia entre expertos y aficionados se ha reducido. Al igual que en la Ilustración, cuando científicos y pensadores amateurs recodificaron el mundo,  la relación entre expertos y aficionados, entre escritores y lectores, es más informal. «Hoy cuando contamos una historia – afirma Wu Ming 2 – nos dirigimos a lectores mucho más “meditativos”, menos consumidores y más multiplicadores de contenidos culturales. El mundo de mañana será el resultado de un conflicto/negociación entre los grandes medios de comunicación intentando montar su negocio “a costa de” los usuarios, y la demanda de estos de contenidos siempre más abiertos y maleables: dónde, cuándo y cómo los quieren».

De un lado, el modelo de medios de contenidos pagos de Rupert Murdoch y la industria de entretenimiento que sueña con la obsoleta Ley Sinde; del otro lado medios abiertos como The Guardian o 20 Minutos y el movimiento de la cultura libre. De un lado los medios que segregan al lector-periodista en una sección llamada «Tú reportero» ; del otro, los que construyen la historia con la ayuda de los lectores. «Las empresas – continúa Wu Ming 2 – desean meter en un recinto la inteligencia colectiva en lugar de permitirle existir como forma independiente de creatividad. A su vez, la inteligencia colectiva rompe las empalizadas y se escapa gracias a la acción de los consumidores/multiplicadores que la convierten en algo  imprevisible».

Una pregunta al aire. ¿Qué es el contenido en la era del click, de la sociedad en red?  Jeff Jarvis, autor del influyente blog Buzzmachine,  redefinió intuitivamente el contenido así: «Cuando añadimos tweets, mejoramos el contenido. Cuando hacemos una foto y la subimos a Flickr es contenido. Cuando decimos algo sobre esas fotos — etiquetándolas — es contenido. Cuando hacemos esas cosas en Facebook, que pueden ver nuestra gráfica social, crea un meta capa que añade más contenido”. De acuerdo en parte. Pero yo haría un matiz: eso es contenido con valor añadido. Contenido que está siempre en beta, que no es definitivo. Que muta. Que crece. Que se corrige. El valor añadido, las nuevas capas, llegan a ser tan importantes como contenido original. El pie de página – como en la novela Pálido fuego de Vladimir Nabokov – acaba sustituyendo a la página, aunque de una manera más dulce.

Y llegamos a donde quería: creo que no es suficiente con dejar que el usuario opine, comente, comparta, genere valor añadido. Necesario-pero-no-suficiente. Para ello, usaré un argumento del medievo de la era digital, de Tim O´Reilly, escrito en el año 2006. En Qué es Web 2.0, Tim asegura que en Internet 1.0 existía un modelo de compra / venta de productos cerrados, definitivos, en alfa. Y que en la Web 2.0 apenas existen servicios. La clave está en entender los productos – un programa informático, un periódico, un edificio, un libro – como un servicio. El contenido como un servicio permanente, abierto, prolongable en el tiempo. Y los medios de comunicación lo deberían tener fácil, pues ser un servicio para los ciudadanos siempre fue uno de sus objetivos a alcanzar. Los medios, para reinventarse, deberían pensar en cómo seguir siendo relevantes recuperando su papel de servicio. Pero tienen que entender aquello del 2.0: abrir el contenido desde el pitido inicial, construir plataformas sociales alrededor del contenido, crear narraciones abiertas que involucren la creatividad del individuo, intentar que las redes sociales sean apenas parte de algo mayor, de una comunidad. Mejorar los servicios con la ayuda de los que los disfrutan, de los lectores / ciudadanos.

 

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