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El miedo, las emociones fuertes y los instintos más primarios. Las relaciones entre el terror y el sexo han sido siempre muy estrechas en el cine, incluso cuando no se permitía mostrar escenas demasiado gráficas en lo relativo al sexo en la pantalla.

A finales de los años 60 y en la década de los 70, los sexploitation y el cine de horror se liberaron de corsés y tapujos. Para unos era una forma de rebelarse contra las moralidades e imposiciones, de ser transgresor; otros sabían que era una manera inmejorable de hacer caja y con producciones de bajo presupuesto. Las más que evidentes connotaciones sexuales del mito vampírico, bellas en manos de bestias sanguinarias o el ver cuerpos desnudos antes de convertirse en carnaza para todo tipo de monstruos o asesinos en serie ofrecían numerosas posibilidades.

Sin llegar a ser extremos, la siguiente es una de las también posibles listas de películas que más han destacado en el asunto, en el de meter miedo en el cuerpo y, de paso, meter a cuerpos sin ropa en sus imágenes.

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