Encuadres
Fatalista, desgarradora, sucia, crepuscular, desmitificadora, deprimente. Hace 50 años pocos espectadores, o críticos, estaban preparados para afrontar una obra como Grupo Salvaje de Sam Peckinpah. Una bala directa al estómago, perforando los ropajes y la carne humana, haciendo fluir la sangre a borbotones, disparando balas no demasiada certeras que podían alcanzar tanto a implicados como a inocentes. Y una hueste de personajes no especialmente agradables.
Nunca antes en una superproducción de Hollywood se había representado la violencia de semejante forma en la pantalla. Nadie o casi nadie estaba preparado para esto, así que no fueron pocos los que la detestaran ni tampoco precisamente pocos los que la encumbraron porque ante todo, Grupo salvaje era cine, y muy bien hecho.