Cápsulas de cine
( ©Lucasfilm / Disney )
Llevarnos de nuevo a esa galaxia muy lejana ha sido una decisión tan complaciente y esperada como… delicada. Teníamos la trilogía original de George Lucas, el inicio de todo, su posterior y discutida precuela centrada en Darth Vader y un universo expandido en forma de decenas y decenas de novelas, cómics y videojuegos. El despertar de la fuerza era un remake, una puesta al día con los más avanzados efectos visuales y sonoros, para contentarnos a nosotros, los fans, y para atraer a su lado a una ingente cantidad de nuevos espectadores. Y estábamos muy pendientes de lo que pudiera depararnos el episodio VIII, Los últimos Jedi en la que Rian Johnson ha tomado las riendas, en la dirección y el control creativo.
Pero algo ha sucedido. No es habitual que en una saga o superproducción de este tipo tenga la respuesta inversa a la acostumbrada, que la crítica haya dicho y escrito maravillas y, en cambio, una parte significativa de los espectadores, especialmente los warsies, se hayan sentido decepcionados. Esto no suele ocurrir en las superproducciones y blockbusters.
En páginas de referencia como Rotten Tomatoes, los usuarios la puntúan con un no especialmente entusiasta 3,3 sobre 5 puntos (por parte de la crítica obtiene un 8,2 de media sobre 10), en Metacritic está ¡suspendida! con un 4,8 sobre 10 (y un 86 sobre 100 de media entre la prensa especializada). En Filmaffinity se amontonan también las opiniones negativas, aunque la contiende queda de momento más equilibrada con un 6,6 de media entre el total de usuarios. Y la más reciente novedad, en la plataforma Change.org (en la que aparecen peticiones contra prácticamente todo) es ilustrativo que un fan, Henry Walsh, haya iniciado una campaña para que se elimine este episodio VIII de la saga, borrarla del universo Star Wars por considerarla totalmente inapropiada con el legado de Luke Skywalker y los héroes que creó George Lucas.