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‘Ámame esta noche’ (1932), y dos secuencias musicales clásicas que no deberías perderte

Amame esta noche 1932

Como ya saben, en 1927 a Al Jolson se le oyó hablar y cantar en El cantor de jazz (The Jazz Singer), el largometraje que revolucionó el cine por ser el primero destinado al gran público, en plan masivo, con sonido. A partir de ese momento las estrellas del cine mudo tuvieron que adaptarse o desaparecer si su voz o ademanes interpretativos (ya no era necesario que gesticularan tanto) no resultaban del todo gratos a los espectadores.

El público en su gran mayoría, y sobre todo en Estados Unidos, empezó a asociar cine con musical. En los años siguientes prácticamente toda película que deseara ser comercial debía de contener tanto una subtrama romántica como escenas musicales.

Pero si El cantor de jazz, dirigida por Alan Crosland, era una película plana,  más bien mediocre, otros como Rouben Mamoulian innovaron en el lenguaje cinematográfico. Ámame esta noche (Love Me Tonight, 1932) vista hoy también puede parecer obsoleta, aburrida o previsible;  y lo es… pero en su momento experimentó con la variedad de planos y travellings, con bellísimos montajes visuales, con el ralentí o acelerando las imágenes.

En Ámame esta noche el pueblo llano se retrataba de manera viva y trabajadora, mientras que la nobleza recibía un tratamiento de decadencia, representando por viejos y muertos. Y dispuestos a romper barreras, sus protagonistas eran un pícaro sastre (Maurice Chevalier) y una princesa joven y bonita, la viuda de un hombre de ¡75 años! la muy… astuta (Jeannette MacDonald).

Un hombre de la clase baja y una mujer de la alta alcurnia destinados a conocerse y enamorarse entre canción y canción en esta especie de cuento de hadas. Para aumentar las dosis de picardía en ese Hollywood precode (antes de la aplicación de la censura del Código Hays, a partir de 1934), ella tiene varias escenas en camisón, y él le canta más de una canción con doble sentido sexual.

La secuencia inicial es magistral. El despertar de un barrio de París progresivamente y al compás de los sonidos característicos del lugar creando una singular melodía. Un prodigio de imaginación, y de como relacionar imágenes con música. Todo un descubrimiento para los que no la conozcan. Una oportunidad más de rememorarla para los que hayan visto la película.

Son poco más de 3 minutos extraordinarios.

 

 

El segundo video corresponde a otra de las secuencias inolvidables. Ilustra como una canción pegadiza, en este caso Isn’t romantic?, o séase ¿No es romántico? (con música original de Richard Rodgers y letra de Lorenz Hart), podría convertirse también en esa época en un éxito viral. A partir de su «espontánea» gestación en un local de un rincón anodino  trascendía fronteras y se convertía en todo un hit reversionado de varias formas (además conectaba por primera vez, y sin ellos saberlo, románticamente a los personajes de la MacDonald y Chevalier).

La secuencia, única en su momento por la novedad que suponía también el montaje de canción e imágenes, dura un poco más, casi 6 minutos, pero es impagable ¡y además lleva subtitulos en español!