En primer plano
( ©Disney )
La quinta entrega de Piratas del Caribe se presenta como el final de la saga que encumbró al capitán Jack Sparrow encarnado por Johnny Depp. ¿El final? Disney no se caracteriza precisamente por dejar escapar las franquicias que aún generan importantes beneficios. Tampoco se espera innovación o riesgo. A Sparrow le acompañan en esta ocasión la joven pareja compuesta por Carina (Kaya Scodelario) y Henry Turner (Brenton Thwaites), siguiendo las pautas de la pareja Elizabeth Swann (Keira Knightley) y Will Turner (Orlando Bloom), que ya no aparecieron en la cuarta. Por cierto, el que el nuevo personaje de Henry comparta apellido con el que interpretó Bloom no es para nada una coincidencia. Henry es el hijo de Will Turner… y Elizabeth.
Las primeras crónicas nos aseguran algo, y es que Piratas del Caribe: La venganza de Salazar (Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales) es bastante mejor que la (bastante olvidable) cuarta entrega, la de En mareas misteriosas. En la anterior el principal rol femenino recayó en Penélope Cruz, y en esta tenemos a Javier Bardem interpretando al fantasmagórico capitán español que persigue y martiriza a Sparrow. No faltará a su cita otro habitual, el memorable villano de La maldición de la perla negra capitán Barbossa (Geoffrey Rush).
Después de la locura de presupuesto de En mareas misteriosas, nada menos que 416 millones de dólares (y una inversión que acabó dando sus beneficios pese al mal sabor de boca generalizado que dejó), aquí han sido algo más moderados, «solo ha costado 230 millones» más gastos de promoción. Mucho más que suficiente para crear espectaculares escenas de acción, y en La venganza de Salazar los críticos que han podido verla dicen que no defraudarán (no era para menos), unido a la elegante dirección de Joachim Rønning y Espen Sandberg (realizadores noruegos que destacaron con otra de aventuras marinas, en 2012, Kon-Tiki). Pese a ello, la prensa especializada no se está mostrando especialmente entusiasta o contenta.
