En pantalla
La secuela del clásico de hace casi 55 años que ha emprendido Disney es ante todo muy respetuosa, una consideración que la hace recrearse en los aspectos más añejos o pasados de moda para lo que es el cine y los gustos de los espectadores jóvenes actuales.
Un capricho a contra corriente que podrá gustar más o menos, hecho con mimo y con otros adjetivos similares que podrían sonar a cursis, pero es la esencia de esa historia de Mary Poppins, una oda a la magia y a la alegría en nuestra cotidianidad que tuvo en Julie Andrews a su actriz perfecta y que ha encontrado en Emily Blunt a la sucesora perfecta.