En pantalla
¿Propuestas como las de Bright serán las que moldearán el futuro de las superproducciones? Los datos de a mediados de noviembre anunciaban que la plataforma Netflix superaba el millón de usuarios, concretamente 1.163.000 según el estudio de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC). En seis meses había duplicado el número de suscriptores. ¡Una barbaridad! Hace menos de una semana las cifras seguían poniendo de manifiesto el auge (o moda) imparable de Netflix en Estados Unidos: llegaba a más de 50 millones de hogares. Un espectacular crecimiento que constata la normalización de un nuevo modelo para consumir cine, desde el televisor de casa o cualquier dispositivo móvil sincronizado. Y es aquí donde tienen mucho que decir superproducciones tipo Bright, dirigida por David Ayer contando con un presupuesto de más de 90 millones de dólares.
En un momento en el que magníficas o buenas películas pasan prácticamente desapercibidas por las salas de cine o en el que incluso superproducciones diseñadas para arrasar en taquilla acaban pinchando en las grandes salas, para bien o para mal son títulos del calibre de Bright los que, sean mejores o peores, pueden acabar marcando a una nueva generación de espectadores que ya ni siquiera deben salir de su hogar para disfrutar de la más reciente superproducción hollywoodiense el mismo día o semana de su estreno. La película protagonizada por Will Smith y Joel Edgerton, disponible en Netflix desde el 22 de diciembre, no solo es pionera sino que también puede ser sintomática de los nuevos tiempos. Un híbrido, en este caso de Dos policías rebeldes (o Día de entrenamiento) con el universo de Tolkien, el de El señor de los anillos (y algo de Harry Potter). Similar a lo que presentaba Alien nación, con humanos y extraterrestres.