
( ©eOne )
“Nigger”. Un sustantivo inglés que aquí se puede escribir, y sobre todo, decir sin que pase nada. Hágalo en Estados Unidos o el Reino Unido y provocará un conflicto racial. Es una palabra tan fea allí que incluso se utiliza un eufemismo para eludirla. Se refieren a ella como la “N-Word”.
¿Qué significa? Sería como “negro”, pero lo más despectivo posible. Algo así como “negrata de m****a”). Como ven, muy políticamente incorrecto. Tarantino en sus películas acostumbra a utilizarla, y mucho. En Los odiosos ocho (The Hateful Eight), se oye, o pronuncia, según se mire, exactamente 65 veces. Sí. También hay quienes se dedican a contabilizar estas cosas. Sin embargo, el récord lo posee su anterior wéstern, Django desencadenado, con una cifra que supera, de largo, el centenar.
Para que se hagan una idea, la denominada “N-Word” hiere tantas sensibilidades (y no se rían, aquí también tendríamos nuestras “N-Word”) que, por ejemplo, el clásico de la literatura Las aventuras de Huckeberry Finn, en la que aparecía escrita 213 veces, ha sido una novela prohibida en algunas escuelas (una edición posterior corrigió el problema, cambiando convenientemente “nigger” por “slave”).
Volviendo a Tarantino, el deslenguado, el pendenciero, sus pelis van directamente al grano, poniendo sal en las heridas que más duelen. Hay quienes todavía le acusan de ser un mero reciclador o plagiador de películas, pero es un género en sí mismo.