‘Kuso’ y otras películas de lo más repugnantes vistas jamás en Sitges

Sitges 2017

Kuso 2017

( ‘Kuso’ ©Brainfeeder Films )

El Festival de Sitges no ha tenido problema a lo largo de sus ya 50 años de historia en proyectar largometrajes «fuertes», de los que pueden herir fácilmente la sensibilidad del espectador sea por su contenido de violencia, sexo o… imágenes explícitas altamente desagradables. Así que cuando en enero llegó la noticia de que en el Festival de Sundance una película había provocado deserciones masivas en los pases, además de varios vómitos y que más de un crítico la calificara como «la película más asquerosa de la historia», no había duda que, si no se estrenaba antes en salas, directamente en Blu-ray o DVD o streaming por aquí, (cosa poco probable), estaría en la programación del certamen.

La película en cuestión se llama Kuso y es el debut como director del músico y artista Steven Ellison, más conocido como Flying Lotus. Está formada por una serie de historias cortas ligeramente entrelazadas en la que habitan humanos, monstruos y más de una cucaracha enorme e infecta. La acción sucede en un futuro cercano, con la ciudad de Los Angeles devastada por un terremoto y en la que los supervivientes se han convertido en una especie de mutantes con enormes granos, purulencias y llagas en la cara y el cuerpo.

La surrealista y realmente repulsiva propuesta de Flying Lotus se recrea constante y explícitamente en momentos en los que abundan los vómitos, el semen, los culos y penes. Cada historia está ideada como un nuevo «desafío» a la capacidad de aguante, o de tolerancia, del espectador y la traca final es ya su última escena, una «de amor y sexo» (definitivamente también el momento más orgiástico de Kuso).

¿Hay para tanto? ¿Es realmente la película más asquerosa de la historia? Pues sí… y si no lo es merece compartir con todos los honores el primer puesto del podio con, como mucho, una o dos más. Y es que Kuso no se basa en solo una, dos o tres escenas de impacto sino que realmente no da tregua al espectador.

Y a lo largo de estos 50 años de historia de Sitges, ¿cuáles han las películas que también han puesto a prueba la sensibilidad, el estómago o capacidad de aguante del espectador? ¡Bon appétit!

Contiene imágenes explícitas

 

Bite (2015) de Chad Archibald

Bite

( ©Breakthrough Entertainment )

No todas las despedidas de soltero inspiran comedias alocadas. Al canadiense Chad Archibald se le ocurrió que podía ser un punto de partida inmejorable para romper los clásicos esquemas de las propuestas románticas y de paso seguir a uno de sus maestros, el también canadiense David Cronenberg. De hecho su Bite es una versión aún más gamberra, viscosa y repelente de La mosca (The Fly) que Cronenberg dirigió en 1986, aquí a partir de la (desgraciada) historia de una muchacha que en esas alegres horas previas a su boda experimentará la picadura de un extraño mosquito. A partir de entonces, su vida, y su relación, no volverá a ser la misma, deparándonos más de un momento más bien poco agradable de ver.

 

Crudo (Grave, 2016) de Julia Ducournau

Crudo

( ©Sony )

Se presentó como una de las «películas-sensación» en el pasado Festival de Sitges precedida de esa aureola (y marketing) de «nauseabunda» porque había llegado a provocar vómitos en su pase en Toronto. No era para menos. Trataba el tema del canibalismo y no escatimaba alguna escena explícita sobre el asunto. Aunque su directora, la francesa Julia Ducournau, es además muy inteligente y culta y aunque recurrió a un tema tabú, como es el canibalismo, también dotó su propuesta de un barniz crítico y reflexivo más allá de sus escenas de impacto más comentadas: el despertar de la sexualidad, el sentirnos que no tenemos porque ser iguales a los demás o las crueldades que somos capaces de infligirnos los unos a los otros.

 

Deadgirl (2008) de Marcel Sarmiento, Gadi Harel

Deadgirl

( ©Hollywoodmade )

Cuando un par de jóvenes descubren en una oscura, olvidada y escondida estancia de un hospital psiquiátrico el cuerpo de una muchacha, desnudo e incorrupto, atado a una camilla y cubierto con un plástico, a uno de ellos no se le ocurre nada mejor que, comprobando que aún está viva, convertirla en su juguete sexual personal. Mientras, el otro sentirá remordimientos y más cuando a esas morbosas sesiones de violaciones se añada otro compañero más. Naturalmente, el que la chica haya seguido viva durante tanto tiempo tiene su explicación… es una zombi.

 

Martyrs (2008) de Pascal Laugier

Martyrs-2008

( ©Wild Bunch )

Otra de esas «películas-sensación» a las que tanto gusta recibir en Sitges. Una producción francesa que también venía «avalada» por haber provocado náuseas, en esta ocasión en Cannes. Los espectadores ya iban pues advertidos, aunque en sus pases en Sitges se saldaron al menos con una persona que también echó la papilla y unos cuantos mareos, además de unas (pocas) decenas de espectadores que llegaron a abandonar las proyecciones. La historia iba de unas muchachas, jóvenes y vírgenes, que eran «utilizadas» por una rarísima secta para lograr que alcanzaran el nirvana y la santidad más pura en su suspiro final. Para ello las sometían a un meticuloso proceso de tortura y martirio que incluía despellejarlas vivas.

 

Taxidermia (2006) de György Pálfi

Taxidermia

( ©Eurocine Films )

Una radiografía de Hungría a través de tres generaciones (abuelo, padre e hijo), pero eso sí, muy, muy peculiar y sobre todo plagada de imágenes repulsivas. Entre el cine de  autor de calidad, con imágenes y supuestas reflexiones muy elaboradas, el surrealismo y el cine pornográfico o más bestia de serie B. Masturbaciones y eyaculaciones ante la cámara, unos tipos vomitando en primer plano después de haberse comido vaya a saber qué, una escena que nos muestra casi con pelos y señales cómo se embalsama un cuerpo, planos detalle con todo tipo de fluidos corporales… Ni que decir que en su momento dividió y muchísimo a espectadores y crítica entre los que la detestaron (la mayoría) y los que la aplaudieron (pocos).

 

Tenemos la carne (2016) de Emiliano Rocha Minter

Tenemos-la-carne

( ©Sedna Films )

Mucho de lo citado en la anterior Taxidermia podría aplicarse también aquí, solo que si en la anterior aún era posible encontrar algo parecido a un argumento, en el caso de esta película del mexicano Emiliano Rocha Minter se hace imposible. Dos jóvenes hermanos, chico y chica, llegan al extraño escondrijo-mansión donde habita un tipo, con pinta de indigente, aún más extraño que la propia casa y al que le encanta pasearse desnudo y entonar cánticos. El tipo en cuestión está preparando su refugio para lo que podría ser un apocalipsis (o tal vez para aislarse del resto de la humanidad).  Hay planos detalle de penes y vaginas, relaciones consentidas y violaciones, bacanales, onanismo, necrofilia y… sangre (incluye una escena de la degollamiento de un hombre, sin saber muy bien a que viene) y más sangre. Uno de los momentos cruciales es cuando la muchacha derrama alegremente su sangre menstrual encima de los labios de su amante (y que es también su hermano). En definitiva, una historia «sin historia», inconexa y pura provocación para explorar, o algo así, los límites soportables de cada espectador.

 

The Human Centipede (2009) de Tom Six

El-ciempies-humano

( ©Tom Six )

De sobra conocida por los especialistas en el género, y pequeña obra de culto, es esta historia en torno al clásico científico loco. Aquí el susodicho personaje ha decidido que la misión de su vida es crear a un ciempiés humano. Ni corto ni perezoso, utilizará a unos incautos jóvenes que hanido a parar a su aislada mansión (dos chicas norteamericanas y un japonés) para coserlos, por la boca y el ano, hasta formar un estupendo espécimen de quilópodo humano y vivo. El muchacho, en cabeza, aún se alimentará bien, pero sus evacuaciones irán a parar a una de las chicas, en medio, que quizá algún aproveche algo de alimento, pero es que a la otra, en la cola del ciempiés, lo que le queda ya es pura mierd*… Ver para creer. Pues al holandés Tom Six aún se le ocurrió que podía hacer un más difícil todavía en dos secuelas más, una en blanco y negro, y la siguiente otra vez en color y con la proeza de crear un ciempiés con ¡500 personas!

 

Wetlands (2013) de David Wnendt

Wetlands

( ©Rommel Film )

Una historia de amor entre una dulce muchacha y el enfermero que la cuida o… más o menos. A Helen (Carla Juri), que padece de almorranas (detalle significativo sobre todo al principio de la película) no solo le va el sexo y las masturbaciones, aunque sea recurriendo a vegetales, sino que piensa que lo de la higiene, sobre todo íntima, es una bobada. Su ingreso en el hospital se producirá al intentar depilarse el ano con demasiada rapidez y poco cuidado (!). Allí conocerá a su amor. Con una fotografía luminosa y llena de colores vivos, el alemán David Wnendt nos exhibe un buen catálogo de escenas y diálogos de los más morbosos (Helen limpiando una sucia taza del váter con… sus partes más íntimas, ella y su mejor amiga jugando a restregarse por la cara la sangre de sus respectivos tampax y… bueno, bastante más).

 

Zombie Ass: Toilet of the Dead (2012) de Noboru Iguchi

Zombie-Ass-Toilet-of-Dead

( ©Noboru Iguchi )

Un claro ejemplo de «cine-fusión», la del género zombi con la escatología fisiológica y del que el título ya lo dice todo: «Zombis del culo: el váter de los muertos». Una variante impensable en esto de los muertos vivientes pasada de vueltas, grotesca y en clave de comedia gore muy cutre. Aunque al japonés Noboru Iguchi ya le se le habían ocurrido otras locuras como Sushi Dead o el cortometraje Bad Butt. Todas un auténtico zurullo.

 

1 comentario

  1. Dice ser CinePARAENFERMOS

    Sólo ver el recorrido y ya tengo ganas de vomitar.
    Madre mía…

    07 octubre 2017 | 20:13

Los comentarios están cerrados.