‘Bajo la arena’, una muy recomendable película antibélica

Propuestas de cine

( ©Sherlock Films )

Buena película la de Martin Zandvliet. La ilustración de un desgarrador hecho histórico acontecido al término de la Segunda Guerra Mundial. Dos mil jóvenes soldados alemanes, apenas unos críos de entre 15 y 18 años, prisioneros de guerra y que fueron utilizados para tareas de limpieza, las de desenterrar con sus propias manos y desactivar las millares de minas que los nazis habían ocultado bajo la arena de la costa oeste de Dinamarca. La muerte apenas a 10 centímetros bajo tierra. Ellos, sus compatriotas, las habían puesto y ellos, los presos, debían quitarlas.

El planteamiento es evidente. Muchachos, casi niños, que fueron dos veces engañados y condenados. Primero por su mismo país, bajo el yugo del régimen nazi, para alistarse. Ir al frente, a primera línea de combate, en una desesperada maniobra final ante la falta de hombres durante los últimos coletazos de la contienda. Prácticamente obligados algunos, embaucados con falsos sueños de heroísmo patrio los otros. Y luego, que los enemigos y la guerra no están para lindezas ni clemencias. En territorio extranjero es comprensible que los que sufrieron las atrocidades causadas por el ejército alemán encauzaran su odio en esos muchachos, cabezas de turco.

( ©Sherlock Films )

Allí, en suelo danés en este caso, fueron forzados a convivir con la posibilidad de explotar en cualquier momento por los aires y a subsistir sin apenas alimentos que llevarse a la boca. «No nos importáis», les recordará el carcelero y oficial a cargo del reducido grupo protagonista de la película, el sargento de paracaidistas Carl Rasmussen (Roland Møller). Un tipo que en la escena inicial ya se presenta golpeando salvajemente a uno de los prisioneros, y que (aparentemente) no parece sentir aprecio por nadie, excepto por su perro.

Bajo la arena (Land of Mine / Under sanset) es más una recreación dramática con vocación de llegar al gran público (y fue una de las cinco elegidas a optar por el Oscar a la mejor película de habla no inglesa) que una crónica casi documental de aquellos acontecimientos. Su guion recurre a ciertos giros argumentales discutibles y a momentos efectistas como la presencia de una niña o la del perro y que serán decisivas en ciertas escenas, las muertes están estratégicamente colocadas a lo largo del metraje y uno de los personajes es un oficial danés maniqueo en su odio y maldad (Mikkel Boe Følsgaard). Todo para hacerla más cinematográfica, aunque no por ello menos valiosa.

Consigue armar unas envidiables escenas de tensión captadas por la fotografía de Camilla Hjelm Knudsen (la misma esposa del director), y nos descubre al menos un par de magníficas interpretaciones, la del joven Sebastian (Louis Hofmann), el líder del grupo de chicos, y la de Roland Møller, un actor que logró dejar su turbio pasado como peligroso delincuente gracias a la música, primero, y a su labor en el cine después. Y una vez más, se trata de constatar que las principales víctimas de las guerras son los inocentes y las injusticias su baluarte, o que lamentablemente nunca aprenderemos de nuestros errores. Propuestas como esta nunca están de más. Lo cierto es que la Historia es un polvorín y sus relatos se escriben con tinta roja y negra. Bajo la arena es otra demoledora constatación de ello.

Estrenada en cines: el 10 de marzo de 2017

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