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Pasen y vean los primeros ‘drones tripulados’ que pronto despegarán

De acuerdo, hablar de un «dron tripulado» es un oxímoron tan monumental como hablar de un bonsái del tamaño de un árbol, dado que precisamente la palabra «dron» hace referencia a un avión no tripulado. Al parecer el término comenzó a emplearse con este uso en 1946, pero ¿a que no adivinan su origen?

Con este uso, porque la palabra ya existía: aunque pueda parecerlo, no es un acrónimo, sino un vocablo común del inglés que designa a las abejas macho encargadas de fecundar a la reina. Nosotros las llamamos zánganos, y queda claro por qué en lugar de traducir el término original simplemente lo hemos españolizado como «dron». Es un caso similar al de Lobezno, el de los X-Men: wolverine no es una cría de lobo, sino otra especie diferente, un mustélido de nombre científico Gulo gulo que en español se conoce como… glotón.

El vehículo aéreo personal autónomo Ehang 184. Imagen de YouTube.

El vehículo aéreo personal autónomo Ehang 184. Imagen de YouTube.

Pero a lo que iba. Los drones actuales son los que han popularizado la configuración del quadcóptero, el aparato de cuatro hélices horizontales, y este mismo esquema es el que ha adoptado la empresa rusa HoverSurf para su Scorpion-3, un cacharro que sus propios inventores califican como hoverbike, o bici voladora; otro oxímoron, dado que faltan las dos ruedas. HoverSurf ya acepta encargos, aunque de momento no ofrecen detalles sobre fechas y precios. Véanlo en acción, pero debo prevenirles: no esperen nada espectacular. Eso sí; volar, vuela.

La duda sobre cómo llamar a estos artefactos ilustra el hecho de que aún no tenemos palabras estandarizadas para nombrar los vehículos aéreos personales. Naturalmente, porque aún no tenemos vehículos aéreos personales, que llaman PAV por sus siglas en inglés. Y es improbable que lleguemos a tenerlos, pero no será por falta de apuestas. Como he contado aquí en alguna ocasión anterior, son varias las iniciativas que están llevando a la práctica el más clásico de los gadgets retrofuturistas, y varios de ellos ya funcionan.

Incluso la Unión Europea ha financiado algún proyecto destinado a estudiar el concepto. Pero solo el concepto: ¿imaginan cómo sería tratar de regular un tráfico tridimensional que pudiera superar cualquier obstáculo o barrera? ¿Imaginan a algunos adelantando no solo por izquierda y derecha, sino por arriba y abajo? Sería el paraíso de los conductores agresivos.

El más visionario de los millonarios tecnólogos actuales, Elon Musk, que con su marca Tesla promueve los auto-móviles (es decir, los automóviles que lo son realmente), ya se descolgó hace tiempo de la idea del coche volador. En una reciente entrevista en Bloomberg reiteraba que no le parece una buena idea: «Si alguien no mantiene bien su coche volador, podría caerse un tapacubos y guillotinarte». En su lugar, Musk se decanta por llevar el tráfico a la tercera dimenión, pero no por arriba, sino por abajo, excavando túneles.

Y pese a todo, parece que los primeros PAV van a despegar este mismo año. El gobierno de Dubái pretende lanzar en julio un servicio de taxis aéreos empleando quadcópteros chinos Ehang 184 (en realidad con ocho hélices dispuestas dos a dos). Según el director general de la Autoridad de Carreteras y Tansportes del emirato, Mattar Al-Tayer, viajar en estos coches voladores será «como montar en ascensor». Los vehículos no los conducirá su único pasajero, sino que serán autónomos; volarán solos hasta el destino programado con ayuda de un centro de control en tierra.

 

 

«Esperamos ver despegar los primeros vehículos aéreos personales en las próximas décadas»

Frank Nieuwenhuizen, científico del proyecto europeo myCopter. F. N.

Frank Nieuwenhuizen, científico y responsable de comunicación del proyecto myCopter. Copyright Cora Kürner / Max Planck Institute for Biological Cybernetics, Tübingen, Germany. Utilizada con permiso.

Frank Nieuwenhuizen, científico y responsable de comunicación del proyecto europeo myCopter

La Unión Europea financia el proyecto myCopter, integrado por un equipo internacional de investigadores de seis instituciones y destinado a estudiar la viabilidad de los vehículos aéreos personales (PAV) como alternativas al transporte cotidiano en las ciudades, un concepto que traté en mi anterior post sobre el pasado y el futuro de los coches voladores. Frank Nieuwenhuizen es investigador del Instituto Max Planck de Cibernética Biológica (Alemania), que lidera el consorcio. Nieuwenhuizen es además gerente y responsable de comunicación del proyecto.

¿Cuál es el objetivo de myCopter?

El proyecto myCopter aborda principalmente los requerimientos técnicos y sociales que deben alcanzarse para establecer un sistema de transporte aéreo personal en la sociedad de hoy.

¿La construcción de un coche volador está contemplada en el proyecto?

Nosotros no planeamos construir un coche volador o Vehículo Aéreo Personal (PAV). En su lugar, pretendemos abordar tres áreas de investigación: el diseño de una interfaz hombre-máquina intuitiva y fácil de usar, y del entrenamiento necesario para el piloto; el diseño y la implementación de la automatización necesaria; y comprender las necesidades de la sociedad de cara a la aceptación de los PAV.

¿Qué trabajos se han realizado hasta ahora y en qué fase se encuentra el proyecto?

Hemos investigado nuevos conceptos para el control de los PAV, nuevas interfaces hombre-máquina, sistemas automáticos basados en visión por ordenador, estrategias de evitación de colisiones y asistencia al aterrizaje automático, además de nuevas tecnologías PAV en un helicóptero experimental del Centro Aeroespacial Alemán (DLR). También hemos explorado los usos y riesgos potenciales de los PAV en la sociedad mediante un estudio tecnológico. El proyecto lleva funcionando tres años y medio y terminará al final de este año. Estamos organizando un Día del Proyecto en el Centro Aeroespacial Alemán en Braunschweig para el próximo 20 de noviembre. Ese día mostraremos los resultados del proyecto al público y a la prensa.

¿Cómo sería ese hipotético PAV del futuro?

Concepto artístico de vehículo aéreo personal (PAV). myCopter.

Concepto artístico de PAV. Copyright Gareth Padfield / Flight Stability and Control. Utilizada con permiso.

El proyecto myCopter se apoya en un modelo genérico de PAV que se ha desarrollado como referencia interna. En los escenarios que contemplamos, un PAV genérico sería del tamaño de un coche pequeño. Para minimizar los requerimientos de espacio, debería despegar y aterrizar en vertical, como los helicópteros. Los PAV se utilizarían sobre todo para desplazarse de casa al trabajo, por lo que nuestro modelo genérico tiene una autonomía de 100 kilómetros y un solo asiento, con la posibilidad de llevar un pasajero adicional si se reduce el equipaje. La velocidad máxima sería de 150 a 200 km/h, y debería poder utilizarse al menos durante el 90% del año en casi todas las condiciones meteorológicas.

¿Cuándo podemos esperar que los PAV sean una realidad?

Queremos allanar el camino para futuras iniciativas, y esperamos ver despegar los primeros PAV en las próximas décadas. Ya existen varios vehículos, pero el reto es combinar varias tecnologías nuevas para procurar que los pilotos no experimentados también puedan manejar estos aparatos, y que muchos vehículos puedan circular al mismo tiempo con seguridad.

Este concepto cambiaría todo lo que hemos conocido hasta ahora sobre el transporte personal y probablemente tendría un impacto profundo en la fisonomía de las ciudades. Lo que implica enormes retos de cara a la regulación. ¿Estaría dispuesta la UE a abordar esta transición?

Las actuales regulaciones no contemplan los vehículos automatizados ni los vehículos aéreos no tripulados. Esto también se aplica al transporte por carretera, donde los coches de conducción automática deben conseguir permisos especiales para circular. Estos desarrollos están facilitando el camino hacia la integración de los vehículos automáticos en diferentes modos de transporte, pero aún hay muchas preguntas que responder. Esperamos que estos avances lleguen en los próximos años y tenemos confianza en que se implantarán las regulaciones necesarias.