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Los ‘astroforenses’ desmontan la historia de un beso mítico

Tres físicos han demostrado que la historia publicada sobre una de las fotografías más famosas del siglo XX es falsa. Y lo han hecho al más puro estilo Sherlock Holmes, analizando científicamente las pistas que están delante de los ojos de todos pero que solo algunos llegan a discernir e interpretar de la manera correcta, para finalmente llegar a conclusiones que echan por tierra lo que el resto asumía como cierto.

V-J Day en Times Square, la famosa foto de Alfred Eisenstaedt para la revista 'Life' tomada el 14 de agosto de 1945. Al fondo a la derecha, el letrero "BOND" con el reloj en la "O" y la sombra sobre el edificio Loew. Imagen de Wikipedia.

V-J Day en Times Square, la famosa foto de Alfred Eisenstaedt para la revista ‘Life’ tomada el 14 de agosto de 1945. Al fondo a la derecha, el letrero «BOND» con el reloj en la «O» y la sombra sobre el edificio Loew. Imagen de Wikipedia.

La historia comienza el 14 de agosto de 1945, una fecha que en Estados Unidos se conoce como el día de la victoria sobre Japón, o V-J Day. Aquel día, en la gran potencia aliada se vivía un estado de intensa agitación. Aunque aún no había información oficial, circulaba el rumor de que la rendición de Japón era inminente; después de la derrota del nazismo en Europa, la esperada noticia pondría punto final a la Segunda Guerra Mundial.

A medida que transcurrían las horas y los rumores crecían, miles de personas se echaban a las calles para participar del ambiente festivo. Entre ellas estaba el fotógrafo de la revista Life Alfred Eisenstaedt, armado con su Leica de 35 mm para documentar cómo se vivía aquel momento histórico. Por fin, a las 19:00, las emisoras de radio difundieron un comunicado oficial de la Casa Blanca. Tres minutos más tarde, el letrero eléctrico de Times Square desplegaba este mensaje: “OFFICIAL *** TRUMAN ANNOUNCES JAPANESE SURRENDER ***.”

El júbilo estalló entre la multitud congregada en la plaza, y entre la algarabía de las celebraciones, Eisenstaedt disparó su cámara cuatro veces hacia un marinero que besaba a una enfermera. Una de aquellas fotos salió publicada en el número de Life del 27 de agosto; no en la portada, como tal vez muchos creen, sino a página completa como parte de un reportaje dedicado a las celebraciones de la victoria. Y a pesar de que hoy una situación como la retratada en la imagen sería valorada de manera muy distinta –la enfermera no conocía de nada a aquel marinero–, lo cierto es que, juicios aparte, la fotografía de Eisenstaedt ha perdurado como una de las imágenes icónicas del siglo XX.

Durante décadas, las identidades del marinero y la enfermera fueron desconocidas, hasta que en agosto de 1980 Life publicó un reportaje contando que Eisenstaedt había recibido una carta de una mujer llamada Edith Shain que decía ser la protagonista de la imagen. Shain relató que, al conocer el anuncio de la rendición, tomó el metro con una amiga desde su clínica a Times Square y allí fue abordada por el marinero, al que no reprendió por su gesto espontáneo.

Pero el reportaje no hizo sino complicar las cosas, porque de repente comenzaron a surgir varios marineros y enfermeras declarando ser ellos y ellas quienes se besaban en la fotografía. Para añadir más confusión, el 13 de agosto de 2010 un blog del diario The New York Times publicó una historia sobre una segunda enfermera que no aparecía en la imagen de Eisenstaedt, pero sí en otra foto de la misma pareja tomada al mismo tiempo por un fotógrafo de la Armada estadounidense llamado Victor Jorgensen.

El encuadre de Jorgensen era menos atractivo que el de Eisenstaedt, porque carecía de la perspectiva de la plaza y cortaba las piernas de las figuras. Pero al fondo, entre el público que contemplaba a la pareja, aparecía el rostro de una mujer que el artículo identificaba como Gloria Bullard (de soltera Delaney). En agosto de 1945 era estudiante de enfermería en prácticas, y con motivo de los rumores sobre la inminente rendición japonesa había recibido permiso para terminar su turno antes de su hora normal, las 15:30. De camino a la estación en compañía de una amiga para tomar el tren de vuelta a su casa, en Connecticut, pasó por Times Square y presenció la escena del beso, quedando retratada como extra en la imagen de Jorgensen.

Foto de la misma escena del beso tomada por Victor Jorgensen. En el círculo, la enfermera Gloria Delaney. A la izquierda, arriba, su rostro ampliado. Abajo, en otra imagen de la época. Imagen de Victor Jorgensen / U. S. Navy.

Foto de la misma escena del beso tomada por Victor Jorgensen. En el círculo, la enfermera Gloria Delaney. A la izquierda, arriba, su rostro ampliado. Abajo, en otra imagen de la época. Imagen de Victor Jorgensen / U. S. Navy.

El problema, subrayaba el bloguero del NYT Andy Newman, es que las horas no cuadraban. Si Delaney salió de su trabajo antes de las 15:30 y llegó a su pueblo en Connecticut cuando las farolas estaban encendiéndose, como ella misma narró, entonces la foto del beso tenía que haberse tomado mucho antes de las 7 de la tarde, y por tanto antes del anuncio oficial del presidente Truman.

La versión aparentemente final llegó dos años más tarde, en 2012. En el libro The kissing sailor, Lawrence Verria y George Galdorisi desentrañaban «el misterio detrás de la foto que puso fin a la Segunda Guerra Mundial», poniendo nombres definitivos a los protagonistas de la imagen. Según los autores, Shain, fallecida en 2010, era demasiado corta de estatura para ser la mujer de la foto. De entre los varios candidatos y candidatas que habían dado un paso al frente como marinero y enfermera, la investigación de Verria y Galdorisi llegó a la conclusión de que se trataba de George Mendonça y Greta Friedman (Zimmer). El primero, por cierto, ya había demandado en 1987 a la revista por emplear su foto sin permiso.

Mendonça decía que se encontraba viendo una película en la sesión de las 13:05 en el Radio City Music Hall cuando las puertas de la sala se abrieron y la proyección se suspendió a causa de las celebraciones. Ya fuera del cine, caminando por la calle y con unas copas de más, divisó a la enfermera y no se le ocurrió otra cosa que lanzarse a besarla, todo ello nada menos que en presencia de su prometida, Rita, que le acompañaba aquel día. En cuanto a Friedman, ayudante de dentista en una consulta, decía encontrarse en la calle sobre las 2 de la tarde en una pausa tardía para el almuerzo, cuando aquel marinero la besó sin previo aviso. Después, según declaró, regresó a la clínica, donde se le concedió la tarde libre.

El horario, además, era compatible con la versión de Delaney. Así que, por fin, asunto zanjado. ¿O no?

Entre quienes leyeron la historia de Delaney publicada en el blog del NYT en 2010 se encontraba Steve Kawaler, astrofísico y profesor de la Universidad Estatal de Iowa. Kawaler fue entonces uno de los lectores que aportaron comentarios a la noticia haciendo notar un hecho que nadie hasta entonces había mencionado: la controversia sobre la hora de la foto tal vez podía solucionarse analizando las sombras en la imagen. Kawaler escribió a su colega y antiguo compañero Donald Olson, profesor de física de la Universidad Estatal de Texas en San Marcos. Olson se había especializado en un campo peculiar, el estudio de pistas astronómicas en pinturas y fotos para resolver misterios del arte. En 2014, el físico reunió sus casos en el libro Celestial Sleuth: Using Astronomy to Solve Mysteries in Art, History and Literature.

En su nota a Olson, Kawaler escribía en referencia a la controversia sobre la hora del beso: “Supongo que, sabiendo la ubicación exacta de los sujetos y del fotógrafo, y el perfil de los edificios alrededor de Times Square en 1945, uno podría determinarlo bastante bien”. Pero durante tres años la idea quedó aparcada, hasta un día en que Kawaler invitó a Olson a participar vía Skype en un seminario sobre ciencia astroforense. Después de la clase, Kawaler y Olson charlaron y les vino a la memoria la historia del beso; casi por curiosidad, comenzaron a trabajar en ello.

Fotografía de Times Square tomada el 14 de agosto de 1945 a las 19:45 por el sargento de la Fuerza Aérea de EE. UU. Reginald Kenny. A la izquierda, arriba, el letrero del Hotel Astor en forma de "L" invertida. A la derecha, al fondo, el edificio Loew. Imagen de Army Air Force.

Fotografía de Times Square tomada el 14 de agosto de 1945 a las 19:45 por el sargento de la Fuerza Aérea de EE. UU. Reginald Kenny. A la izquierda, arriba, el letrero del Hotel Astor en forma de «L» invertida. A la derecha, al fondo, el edificio Loew. Imagen de Army Air Force.

Al dúo se unió el también físico de la Universidad de Texas Russell Doescher, compañero de Olson, y entre los tres reunieron toda la documentación necesaria: datos del sol, antiguos mapas, cientos de fotos y planos de Times Square en 1945; incluso construyeron una maqueta de la plaza sobre la cual reflejaban la luz del sol con un espejo. Les sirvió de ayuda un reloj que aparece al fondo a la derecha en la imagen de Eisenstaedt, en la “O” del letrero de los almacenes Bond’s. El minutero parece situarse sobre el minuto 50, pero es imposible leer la manecilla de las horas. Sin embargo, más allá del reloj, el edificio Loew mostraba una sombra que se convirtió en la clave de la investigación.

Las indagaciones de los físicos les llevaron a descartar uno a uno los edificios circundantes, hasta llegar a la certeza de que la sombra correspondía a un luminoso en forma de “L” invertida que anunciaba la terraza-jardín del Hotel Astor, en la acera contraria. Con esta conclusión y los datos solares de aquel día, obtuvieron la solución: la foto se tomó exactamente a las 17:51, ni un minuto antes ni después, y sin ningún género de duda. Los tres físicos publican su trabajo en el número de agosto de la revista popular Sky & Telescope.

La consecuencia es inmediata: según sus propios relatos, Mendonça y Friedman no son el marinero y la enfermera de la foto de Eisenstaedt. Si el primero realmente besó a la segunda el V-J Day a las dos de la tarde en Times Square, ese beso nunca apareció en la revista Life. ¿Quiénes eran entonces los protagonistas de la foto? Según Kawaler, “sigue siendo un misterio. La astronomía solo llega hasta donde llega”.

Que, dicho sea de paso, es mucho más lejos de lo que nadie más ha llegado. Y dado que pronto se cumplirán 70 años del V-J Day, y que muchos de quienes vivieron aquel día ya han muerto, tal vez la identidad de los verdaderos protagonistas de aquel beso no llegue a conocerse jamás.