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La gripe se contagia solo con la respiración, sin tos ni estornudos

Nunca es de agradecer que a uno le estornuden o le tosan encima. Y si después de la agresión aérea notamos una cierta humedad en el área afectada por el disparo, la cosa se torna francamente repugnante. Pero al menos a partir de ahora podrán estar más tranquilos, o más preocupados, según se mire: más tranquilos, porque ese estornudo tan grosero del vecino con el que acaban de cruzarse no necesariamente va a contagiarles su gripe; más preocupados porque, de hecho, basta con que les haya respirado cerca para que se la hayan llevado puesta a casa.

Imagen de James Gathany / Wikipedia.

Imagen de James Gathany / Wikipedia.

Uno de los mayores enigmas científicos sobre la gripe es por qué la sufrimos sobre todo en invierno. En el hemisferio sur les ocurre lo mismo que a nosotros, la padecen en sus meses invernales. En los países tropicales tampoco se libran de esta enfermedad, pero a diferencia de nosotros, ellos no tienen un pico anual en una temporada concreta, sino una transmisión más repartida a lo largo del año.

Tradicionalmente se decía que el invierno favorece el contagio de gripe porque los humanos nos apelotonamos en los espacios cerrados, pero este argumento ha perdido sentido en sociedades donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en interiores y en los mismos lugares tanto en verano como en invierno, con calefacción o aire acondicionado, así que hacía falta otra explicación más plausible. Como ya conté aquí hace un par de años, ciertos estudios muestran que el frío y la sequedad ambiental, condiciones típicas del invierno, favorecen la transmisión de la gripe. Es decir, que en contra de lo que normalmente se cree, es más fácil que nos contagiemos en la calle, y no en el lugar de trabajo.

Sin embargo, los porqués aún no están del todo resueltos. Se habla tanto de factores del propio virus como de las vías respiratorias: a bajas temperaturas el virus es más estable, pero también parece que en frío y en experimentos con cobayas, los animales producen virus durante 40 horas más, lo que se atribuye a que en estas condiciones el moco es más espeso y permanece durante más tiempo.

En cuanto a la humedad, también se especula con razones relativas al cenagoso mundo del moco, pero se apunta otra posibilidad que parece tener sentido: dado que el virus se transporta por el aire en diminutas gotas llamadas aerosoles, cuando el aire es seco estas gotitas son más pequeñas y pueden recorrer mayores distancias, mientras que en tiempo húmedo recogen más agua del ambiente, crecen demasiado y tienden a caer.

Este contagio a través del aire es lo que ha estudiado ahora un equipo de investigadores de la Universidad de Maryland, según publica la revista PNAS. Los científicos se preguntaron con cuánta facilidad podía transmitirse el virus de la gripe a través de la simple respiración, en comparación con lo que normalmente entendemos como papeletas de premio seguro, la tos y el estornudo.

Para ello reunieron a 142 voluntarios, griposos confirmados, y les recogieron 218 muestras de moco con bastoncillos, junto a otras 218 muestras de aire exhalado en la respiración, tos y estornudo, durante los tres primeros días de síntomas. A continuación analizaron la presencia de virus activo y de ARN del virus (su genoma) en todas las muestras.

Como era de esperar, el material más peligroso resulta ser el moco: 150 muestras, el 89% del total, llevaban el virus. En cambio, solo 52 muestras (el 39%) de los aerosoles eran infecciosos. Pero lo curioso en este último caso es que los investigadores han detectado el virus en el 48% de las muestras de aerosoles sin tos, es decir, solo de la respiración. «Los estornudos son raros, y ni el estornudo ni la tos son necesarios para la generación de un aerosol infeccioso», concluyen los autores. Pese a todo, admiten la posibilidad de que los estornudos contribuyan a la contaminación de superficies con el virus.

Los resultados están en consonancia con otros estudios anteriores en animales. En el de las cobayas mencionado más arriba, los autores notaban que no había toses ni estornudos, y que los animalitos simplemente se contagiaban la gripe unos a otros a través de los aerosoles que expulsaban al aire y que circulaban entre las jaulas. Por muy tentador que resulte interpretar la tos y el estornudo como mecanismos evolutivos conseguidos por el virus de la gripe para transmitirse más fácilmente, parece que no es así, sino que simplemente tosemos y estornudamos porque tenemos las vías respiratorias irritadas, sin que esto le aporte al virus ninguna ventaja.

Finalmente, el hecho de que el virus se transmita fácilmente solo con respirar es un motivo más para que todo afectado por la gripe se quede unos días en casa cuando aparece la enfermedad. Los autores del nuevo estudio descubren también que la presencia del virus en los aerosoles desciende en los tres primeros días desde que comienzan los síntomas, aunque no así en el moco. Pero cuando llevamos el virus a cuestas, nuestros movimientos no son una decisión personal que nos afecte únicamente a nosotros, sino que podemos contagiar a otros. Así que no pensemos en la epidemia de gripe de cada año solo como algo de lo que podemos ser víctimas, sino también como algo de lo que podemos ser responsables.