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¿Fue la epilepsia o la medicación lo que llevó al suicidio a Ian Curtis (Joy Division)?

Si me atrevo a comparar a Ian Curtis con James Dean, algunos de ustedes quizá se pregunten quién demonios es Ian Curtis. Es cierto que la popularidad de ambos no es equiparable para el público español. Pero si les hablo de Enrique Urquijo o Antonio Vega, probablemente sí les resulten familiares, tanto como lo es Ian Curtis para los británicos.

Todos los mencionados son personajes de la cultura contemporánea fallecidos prematuramente. Sin embargo y a diferencia de los cantantes de Los Secretos y Nacha Pop, que antes de dejar este mundo tuvieron tiempo de consolidar un grueso legado creativo, la carrera musical de Ian y de su banda, Joy Division, se resume en solo tres años y dos álbumes, uno de ellos póstumo; además de algún que otro single y EP. Para ser más precisos, según datos de la web oficial del grupo, 43 canciones grabadas en 29 meses.

Ian Curtis. Imagen de Remko Hoving / Flickr / CC.

Ian Curtis. Imagen de Remko Hoving / Flickr / CC.

Estas cifras sí recuerdan a las de James Dean, con tres largometrajes, uno de ellos póstumo, en menos de dos años de trabajo en Hollywood. Y del mismo modo que el impacto del actor ha sido inmenso para una carrera tan efímera, en el mundo del rock es difícil encontrar otro caso similar al de Joy Division, con una influencia tan profunda derivada de una trayectoria tan corta.

Tal vez les venga a la mente el Club de los 27, esa lista de músicos que comparten el haber muerto a los 27 años y de quienes hablé aquí hace unas semanas. Algunos de ellos, como Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain o Jimi Hendrix, han sido enormemente influyentes a pesar de que no pudieron desarrollar su carrera hasta la madurez. Pero Ian Curtis no llegó a cumplir los 24. Músicos como Buddy Holly o Eddie Cochran han perdurado en la memoria muriendo incluso más jóvenes, pero Joy Division logró inaugurar un nuevo sonido que ha inspirado a infinidad de grupos posteriores, y que marcó buena parte de los estilos musicales más prodigados en la escena española de los años 80.

Ian Curtis se suicidó el 18 de mayo de 1980 en la cocina de su casa, colgándose de una cuerda de tender la ropa. Sus compañeros de banda, que a partir de entonces continuaron su carrera bajo el nombre de New Order, quedaron profundamente afectados por una tragedia que no esperaban, incluso a pesar de que Ian ya había avisado con un par de intentos.

Joy Division en 1979. Imagen de Wikipedia / Remko Hoving.

Joy Division en 1979. Imagen de Wikipedia / Remko Hoving.

De hecho, la salud mental y emocional del cantante de Joy Division había sido una preocupación para todos los que le rodeaban, debido a un peligroso equilibrio entre la atroz epilepsia que sufría y la medicación a la que estaba sometido, a lo que se unían sus complicadas relaciones sentimentales con dos mujeres. El estado depresivo que resultaba de todo ello fue sin duda lo que llevó a Ian a tomar la decisión de quitarse la vida, pero aún hoy se discute si en aquel deterioro definitivo de su voluntad de vivir pesó más la enfermedad o el efecto de los medicamentos, y si su caso podría ser un reflejo de otros pacientes en similares situaciones de riesgo.

No hay una respuesta definitiva, y probablemente nunca la habrá. Pero en 2015, tres especialistas en epilepsia y psiquiatría de Oslo y la Universidad de Oxford (Reino Unido) se propusieron llegar lo más lejos que fuera posible a partir de los datos disponibles. En su estudio, publicado en la revista Epilepsy & Behavior, los autores recuerdan cómo Ian sufría ataques epilépticos incluso en el escenario, lo que para el público era parte de sus peculiares y frenéticos bailes en los que parecía evocar sus propios síntomas.

El cantante había sido diagnosticado con epilepsia solo 18 meses antes de su suicidio, aunque el estudio apunta que probablemente la sufría desde muchos años antes. Su mujer, Deborah, recordaba que en una ocasión, mientras asistían a un concierto, una luz estroboscópica le había provocado un ataque que fue interpretado como el efecto de alguna droga. En los últimos tiempos su mal se había acentuado, llegando a provocarle uno o dos ataques por semana.

Tumba de Ian Curtis en el cementerio de Macclesfield, Cheshire. Imagen de Wikipedia / Daniel Case.

Tumba de Ian Curtis en el cementerio de Macclesfield, Cheshire. Imagen de Wikipedia / Daniel Case.

Según los autores, durante el período posterior al diagnóstico tomó fenobarbital, fenitoína, carbamazepina, valproato… Tantos fármacos que, dice el estudio, «llegó a perder la pista sobre qué medicamento debía tomar y cuál no». Sus compañeros de grupo observaban que la medicación le provocaba efectos adversos, sobre todo en su ánimo, y que sus ataques en el escenario le causaban una gran desazón.

Sin embargo, «los datos limitados disponibles dificultan clasificar con precisión el tipo de epilepsia de Ian Curtis», señala el estudio. Los autores apuntan que la epilepsia a menudo va asociada a trastornos psiquiátricos, sobre todo afectivos, y que estos pacientes cuadruplican la probabilidad de suicidio respecto a la población general. Algunos fármacos como el fenobarbital pueden causar depresión, y los investigadores no descartan que la medicación pudiera tener cierta responsabilidad en el declive anímico de Ian. Pero añaden: «las pruebas actuales vinculan el aumento del riesgo de suicidio más con la epilepsia en sí misma que con los tratamientos».

Como conclusión, el estudio no se decanta claramente por una opción, sino que achaca el suicidio de Ian Curtis a «una combinación de depresión grave recurrente y epilepsia focal farmacorresistente». Ya les advertí de que no hay ni habrá probablemente una respuesta. O sí la hay, pero es solo esta. Puede que a la mayoría de los fans de Joy Division no les preocupe demasiado, teniendo en cuenta que el hecho en sí es irreversible. Incluso hay nihilistas para quienes la ventaja de una carrera corta es una carrera perfecta. Evidentemente, a quienes más preocupa todo esto es a quienes sufren en sus carnes (o en carnes cercanas) el azote de la epilepsia.