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Star Wars, psicopatología en una galaxia muy, muy lejana

Imagino que hay que tener el sesgo mental de quien dedica la mayor parte de su tiempo a las cosas de la ciencia para apreciar esta paradoja: ¿cómo una saga de películas empeñada en desgranar una tan meticulosa coherencia argumental puede caer al mismo tiempo en una tan monstruosa incoherencia con la realidad?

Kylo Ren en Star Wars Episodio VII. Imagen de 20th Century Fox.

Kylo Ren en Star Wars Episodio VII. Imagen de 20th Century Fox.

Ya, ya. Que sí, que todos conocemos el propósito declarado de George Lucas desde el comienzo de la serie en ignorar deliberadamente y por completo las leyes científicas. Pero veámoslo de este modo: no son «las leyes científicas». Es simplemente la realidad; pero como la del espacio es una realidad que no experimentamos a diario, lo etiquetamos como «las leyes científicas» y lo dejamos aparte, como una preocupación de empollones puntillosos.

Dicho de otro modo: imaginemos que, en una película, una persona cae al vacío desde el piso 65 y queda ilesa, sacudiéndose el polvo de la camisa al levantarse del suelo. No lo admitiríamos ni en una de James Bond. Nadie piensa en leyes científicas, sino en un simple absurdo argumental. Pero lo que está en juego es la gravedad, la misma que en Star Wars sí nos parece lícito saltarse a la torera constantemente sin que nadie se mese los cabellos.

Y sabiendo todo esto, no dejamos de mirar y remirar la ciencia o la anticiencia de la saga, con mucho más de lo segundo que de lo primero. En una entrevista publicada hace unos años por la Agencia Sinc y firmada por Marta Palomo, el escritor, editor y profesor de la Universitat Politècnica de Catalunya Miquel Barceló ponía como ejemplo la secuencia del Halcón Milenario en el campo de asteroides en El imperio contraataca, que contiene 14 errores científicos en menos de dos minutos.

Como otros periodistas de ciencia, yo también he escrito al menos un par de reportajes sobre la ciencia y anticiencia de Star Wars, aquí y aquí, además de comentar aquí el año pasado, con el estreno de El despertar de la Fuerza, cómo un intento de enredar el guión en una jerigonza científica a propósito de los cascos de los Stormtroopers había salido como tiro por la culata.

Y es que a pesar de todo, Star Wars nos encanta. En contra de lo que podría parecer, no solo la ciencia ficción sesuda y rigurosa inspira a los científicos, sino que también se dejan seducir por el universo de Lucas: en este artículo, la ingeniera de la NASA Holly Griffith contaba cómo fue la figura de la princesa Leia la que inspiró su elección profesional. Los profesores de ciencias, desde la enseñanza secundaria a la universidad, encuentran en sus episodios una manera amena y divulgativa de ilustrar principios científicos.

Pero cuando se habla de la ciencia de Star Wars, siempre se piensa en física e ingeniería. Y sin embargo, no solo físicos e ingenieros han recurrido a la saga en sus publicaciones profesionales. Con el triste adiós a Carrie Fisher y el estreno de la (magnífica, para mi gusto) Rogue One, he reunido esta pequeña lista de cinco estudios o artículos que tiran del material de Star Wars en un contexto más insospechado, el de la psicología y la psiquiatría.

1. Star Wars como mito: ¿una cuarta esperanza? (Psychoanalytic Review, 1987)

En 1987, con la primera trilogía de Star Wars ya completada y sin la segunda aún en el horizonte, los psicólogos Lucia Villela-Minnerly y Richard Markin publicaban un artículo en el que interpretaban la historia de Star Wars como una versión del mito de Edipo.

2. ¿Sufre Anakin Skywalker un trastorno límite de la personalidad? (Psychiatry Research, 2011)

Psiquiatras del Hospital de la Universidad de Toulouse (Francia) defienden que Anakin Skywalker/Darth Vader cumple seis de los nueve criterios de diagnóstico de trastorno límite de la personalidad. «Presenta impulsividad y dificultades para controlar su ira, alternando entre idealización y devaluación (de sus mentores Jedis). Con un miedo permanente a perder a su mujer, hace esfuerzos frenéticos para evitar su abandono y va tan lejos como para traicionar a sus antiguos compañeros Jedis». Los autores sugieren que este ejemplo puede servir para explicar los síntomas de este trastorno, y que este rasgo de Anakin «puede en parte explicar el éxito comercial de estas películas entre los adolescentes».

3. La ilusión de la introducción de Star Wars (i-Perception, 2015)

El psicólogo Arthur Shapiro, de la Universidad Americana de Washington (EEUU), ha creado una versión alternativa de la famosa Ilusión de la Torre Inclinada. Esta última, descubierta por investigadores de la Universidad McGill de Canadá y distinguida en 2007 con el premio a la mejor ilusión del año, consiste en que el ojo ve distinta inclinación en dos imágenes idénticas de la Torre de Pisa situadas lado a lado. Shapiro demuestra una ilusión óptica similar con los famosos textos volantes que aparecen al comienzo de todas las películas de Star Wars.

Ilusión de la Torre Inclinada. Imagen de Kingdom, Yoonessi & Gheorghiu.

Ilusión de la Torre Inclinada. Imagen de Kingdom, Yoonessi & Gheorghiu.

La ilusión de la introducción de Star Wars. Imagen de Shapiro / i-Perception.

La ilusión de la introducción de Star Wars. Imagen de Shapiro / i-Perception.

4. Psicopatología en una galaxia muy, muy lejana (Academic Psychiatry, 2015, artículos uno y dos)

En diciembre de 2015, los psiquiatras Susan Hatters-Friedman (Universidad de Auckland, Nueva Zelanda) y Ryan Hall (Universidad de Florida Central, EEUU) analizaban en dos artículos consecutivos lo que definían como «un vasto conjunto» de psicopatologías en los personajes de Star Wars, tanto en los buenos como en los malos. En el Lado Oscuro destacaban la presencia de «rasgos de personalidad límite y narcisista, psicopatía, trastorno por estrés postraumático, riesgo de violencia hacia la pareja, fases de desarrollo y, por supuesto, conflictos edípicos». Pero los héroes también tienen lo suyo: «histrionismo, trastorno obsesivo-compulsivo y rasgos de personalidad dependiente, trastornos psiquiátricos perinatales, esquizofrenia prodrómica, seudodemencia, lesiones del lóbulo frontal, juego patológico e incluso fingimiento de enfermedad».

5. ¿Puede Kylo Ren redimirse? Nuevas posibles lecciones de Star Wars Episodio VII (Academic Psychiatry, 2016)

Anthony Guerrero (Universidad de Hawái, EEUU) y Maria Jasmin Jamora (Fundación de la Piel y el Cáncer, Manila, Filipinas) se preguntan si en episodios sucesivos habrá posibilidad de redención para el villano Kylo Ren después de matar a su padre Han Solo, tal como Darth Vader logró redimirse en El retorno del Jedi. Los dos expertos reflexionan sobre el caso como ejemplo para psiquiatras y educadores a la hora de afrontar el tratamiento de personas que hayan caído en el Lado Oscuro, sobre todo aquellas que cometen actos de violencia contra su propia familia. Sin embargo, hay un problema: en el artículo, publicado el pasado agosto, los autores sugerían que un factor crucial para la redención de Kylo Ren podía ser su madre. Pero por desgracia, Leia ya no podrá estar presente en el Episodio IX.

El despertar de la Fuerza, sin ciencia ni política (por fin)

El despertar de la Fuerza me ha devuelto a mi infancia en 1977. No más mociones de censura al canciller, plenos del Senado de la República ni franquicias de la Federación de Comercio; todos aquellos engendros pergeñados por George Lucas que habían hecho de Star Wars un equivalente a lo que ocurriría si a Indiana Jones le diera de repente por dejarse en casa el revólver y el látigo, contratar a un par de postdocs y a un equipo de becarios, hacer cola en el Ayuntamiento para solicitar los permisos, cuadricular el yacimiento, excavar con pincel y finalmente sentarse a escribir un paper para la revista Science.

Imagen de Walt Disney Studios Motion Pictures.

Imagen de Walt Disney Studios Motion Pictures.

Quien busque política soporífera puede incluso meterse una sobredosis de ella sin necesidad de acudir al cine; no hace falta que explique más. Y quienes buscamos ciencia, la buscamos en otro lugar. El despertar de la Fuerza es aventura, espectáculo, y punto, como lo fueron las tres películas originales.

Tampoco en esta nueva visión de J. J. Abrams hay la más mínima concesión a los midiclorianos, esa aberración nacida de un fenómeno clásico; digamos que uno inventa, por ejemplo, algo como los Teletubbies, un grupo de muñecos de felpa destinados a hacer reír a los bebés. De repente acaece que los Teletubbies se convierten en un éxito mundial, y entonces la borrachera de éxito le provoca a uno un complejo de trascendencia que le lleva a declarar que en realidad los Teletubbies son una metáfora de la sociedad contemporánea en la cual los distintos colores de los muñecos son un reflejo de la polifonía del relato social y blablablá.

En el caso de la trilogía-precuela, Lucas decidió ponerse estupendo al convertir el origen de la Fuerza en «una metáfora de una relación simbiótica que permite la existencia de vida», como conté en un reportaje reciente. Alguien debió de hablarle un día de las mitocondrias, los orgánulos celulares encargados de la producción de energía, y de la teoría endosimbiótica enunciada por Lynn Margulis, y con todo esto a Lucas le entró ese complejo de trascendencia metafórica por el cual decidió hacer de la Fuerza una especie de reflejo de la evolución biológica.

Tal vez alguien piense que un (ex)científico, biólogo, debería aplaudir este intento de Lucas de hacer de Star Wars algo más próximo a la ciencia. Pero al menos en mi caso, no es así. A cada uno lo suyo: puede ser divertido buscarle los tres pies al gato mediante el ejercicio de comparar los argumentos de Star Wars con lo que la ciencia sabe o no sabe, pero la fantasía es la fantasía y la aventura es la aventura; o como bien decía Hemingway cuando el éxito de El viejo y el mar llenó su agenda de periodistas preguntándole por metáforas, «el viejo es el viejo, el pez es el pez y el mar es el mar».

Ray Bradbury solía decir que la ciencia ficción es «el arte de lo posible». El maestro sostenía que Fahrenheit 451 era su única obra de este género, ya que planteaba un escenario prospectivo plausible, mientras que Crónicas Marcianas era una novela (o colección de relatos) de fantasía. Es decir, que su narración de las sucesivas expediciones de exploradores y colonos a Marte no pretendía parecer de ninguna manera algo coherente con la realidad presente o futura, sino que era un mero producto de la imaginación. Star Wars no es ciencia ficción, ni pretendió serlo, ni debería serlo. Sus naves viajan a la velocidad de la luz; de hecho, es la propia luz la que no viaja a la velocidad de la luz, ya que podemos ver cómo los haces de rayos láser avanzan a través del espacio.

En realidad, es precisamente cuando el guionista siente de pronto la tentación de hacerse el científico cuando nos hace torcer las cejas. En una secuencia de El despertar de la Fuerza, Rey trata de reparar el Halcón Milenario, advirtiendo a Finn del riesgo de un escape de gas venenoso. Cuando los soldados de asalto están a punto de invadir la nave, ambos deciden repeler el ataque dejando escapar el gas. Y dice Finn: «los cascos de los soldados pueden filtrar el humo, pero no las toxinas».

¿?

Venga ya, Finn. Las toxinas son sustancias venenosas producidas por los organismos vivos. Los gases venenosos como el cloro, el sarín o el gas mostaza, no contienen toxinas. Sí el gas pimienta, ya que su ingrediente activo, la capsaicina, se extrae de las guindillas o chiles. ¿Es que el Halcón Milenario funciona a base de guindillas? ¿Y por qué el casco de los soldados de asalto puede filtrar «el humo» incluyendo, es de suponer, moléculas pequeñas como el monóxido de carbono o los óxidos de nitrógeno y azufre, y en cambio deja pasar moléculas orgánicas muy grandes como suelen ser las toxinas?

En resumen, dejemos a Star Wars en el reino de la fantasía, donde todo lo sobrenatural es posible. Aunque, en realidad, lo verdaderamente sobrenatural en El despertar de la fuerza es algo que requiere una explicación urgente: ¿Cómo es posible que Max von Sydow tenga ahora exactamente el mismo aspecto que hace 42 años en El exorcista? ¿Acaso aprovechó aquella ocasión para firmar un pacto con el diablo?