Entradas etiquetadas como ‘red cósmica’

«Zarcillos» de galaxias surcan los vacíos del universo

La sede de este diario nuestro, que es el ustedes, se encuentra situada en la segunda planta, portal número 1, calle Condesa de Venadito, Madrid, España, Europa, Tierra, Nuestro Sistema Solar –¿para cuándo un concurso para ponerle nombre?–, Nube Interestelar Local, Burbuja Local, Brazo de Orión, Vía Láctea, Grupo Local de Galaxias, Supercúmulo de Virgo. Entre la primera y la última línea de este domicilio completo saltamos desde unas pocas decenas de metros hasta 110 millones de años luz (unos 1.000 trillones de kilómetros, trillón más, trillón menos), que es el diámetro aproximado del Supercúmulo de Virgo al que pertenecemos y del que no consta que ninguna nación terrícola se haya independizado. Y sin embargo, este supercúmulo es apenas un puntito indistinguible si ampliamos la escala a los supercúmulos locales, e incluso la difícilmente concebible inmensidad de esta magnitud no es más que una diminuta mota en el mapa del universo observable, como se puede apreciar en esta imagen.

Dado que los mapas de Google aún no alcanzan tan lejos, debemos recurrir a herramientas como las recreaciones en vídeo para formarnos una idea sobre nuestra situación en el vecindario cósmico. El año pasado escribí (con seudónimo) un artículo sobre un trabajo en el que un equipo de investigadores del proyecto internacional Cosmic Flows elaboró este espectacular vídeo en 3D de una porción del 1% del universo, un cubo de 380 millones de años luz en torno a la Vía Láctea:

Lo primero que llama la atención en este vídeo, cuando uno ha logrado pestañear y recobrar la respiración, es que el universo no es un pudin uniforme con trocitos de fruta distribuidos de forma homogénea, sino que existe algo denominado estructura a gran escala que los cosmólogos aún están aprendiendo a conocer. Desde el descubrimiento en 1989 de la llamada Gran Muralla, una lámina de galaxias de 500 millones de años luz de largo, 300 millones de ancho y 16 millones de grosor, los científicos han comprendido que los supercúmulos galácticos se agrupan en hojas, muros y filamentos, estructuras separadas entre sí por colosales vacíos poblados por galaxias solitarias. Todo ello integra una textura que recuerda a la de una espuma o, como suele llamarse, una «red cósmica».

Ahora, una nueva clase de abalorio viene a sumarse a este muestrario de artesanía galáctica. La colaboración internacional que conforma el proyecto Galaxy and Mass Assembly (GAMA), destinado a estudiar la formación y evolución de una muestra que engloba unas 300.000 galaxias, publica un estudio en el que se identifica lo que los científicos han bautizado como tendrils, un término que se traduce como «zarcillos» cuando se refiere a plantas trepadoras como parras o enredaderas. En su estudio, que se publicará próximamente en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society Letters, los autores definen estos zarcillos como «finas cadenas de galaxias arraigadas en filamentos y que terminan en filamentos vecinos o en vacíos». Cada zarcillo contiene una media de seis galaxias y mide unos 45 millones de años luz.

El primer autor del estudio, Mehmet Alpaslan, de la Universidad de St. Andrews (Reino Unido), explica a Ciencias Mixtas que el descubrimiento de los zarcillos fue puramente casual. «Son más un subproducto de un proyecto más grande que emprendí para mi doctorado, que era mapear la estructura a gran escala en el catálogo GAMA», señala. «El objetivo era tomar los datos de GAMA y utilizarlos para encontrar filamentos y vacíos, y en el proceso detectamos los zarcillos». Para ver estas estructuras que hasta ahora habían pasado inadvertidas, los científicos han contado con la ventaja de disponer de datos de «alta fidelidad»: «GAMA tiene una densidad muy alta; esto significa que para un área concreta del cielo vemos un montón de objetos, y podemos observar galaxias muy tenues».

Alpaslan apunta que aún no disponen de estadísticas para analizar la distribución de los zarcillos. Pero dado que se extienden a través de los vacíos, esto tiene una consecuencia inmediata: ¿los vacíos lo son un poco menos, o bien son más pequeños de lo que se creía si los zarcillos los rompen en trozos? «¡Esta es una pregunta peliaguda!», replica Alpaslan. «Se dice que esto cambia por completo nuestra percepción de los vacíos, pero no estoy del todo de acuerdo. La comunidad de simulaciones había pronosticado subestructuras dentro de los vacíos ya en los años 90, pero esta es la primera observación real de tales subestructuras. Creo que la verdadera implicación de este trabajo y de estas estructuras es que deberemos ser más cuidadosos cuando estudiemos las galaxias situadas en los vacíos, porque podrían no estar tan aisladas como pensábamos».

El científico vaticina que su trabajo dará mucha faena a la comunidad astrofísica en los próximos años. Por su parte, espera aplicar su hallazgo a los algoritmos matemáticos empleados para buscar vacíos en el universo y ver cuáles son los resultados al introducir los zarcillos. Además, Alpaslan confía en que su descubrimiento ayude a entender la evolución de las galaxias. Mientras, como todos los investigadores que trabajan en el mayor laboratorio que existe, no puede dejar de sorprenderse ante lo que estos humildes y pequeños humanos podemos llegar a conocer. «Simplemente orbitamos en torno a una estrella en un planeta en el que por casualidad hemos evolucionado. Pero nos las hemos arreglado para unirnos en una comunidad internacional de científicos capaces de llegar a entender tantas cosas sobre este gigantesco universo en el que vivimos, y eso es muy inspirativo».