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Cosas que nos enseña el terremoto de ayer (descanse en paz, señor Richter)

Al entrar hoy en la web del Instituto Geográfico Nacional en busca de información oficial sobre el terremoto de ayer, confiaba en encontrar en la página principal una nota de prensa a toda pantalla. Nada de eso; en su lugar, se me aparece la típica web ministerial diseñada para los de dentro, no para los de fuera.

Por esos avatares extraños de la vida, que en mi caso darían para llenar más de un folletín, en una época pasada trabajé durante una temporada en usabilidad de páginas web. Mis jefes de entonces, los que verdaderamente entendían del tema, insistían en que el diseño de una página web debe plantearse pensando qué buscará el usuario, y no el director general. Un magnífico ejemplo de usabilidad suelen ofrecerlo las webs de muchas agencias y organismos de EE. UU., orientadas al usuario y primando la difusión sobre la información corporativa, que no interesa a nadie (¿en cuántas webs de ayuntamientos españoles el primer enlace que se encuentra es «el alcalde»?). Esto es España; y tras uno de los terremotos más intensos de los últimos años, la página principal del IGN no incluye mención alguna, limitándose a presentarnos un bonito muestrario de enlaces ilustrados.

No pretendo hacer demasiada sangre con esto, pero un síntoma de lo que acabo de explicar suele descubrirse al pinchar en el enlace a las FAQ (preguntas frecuentes) de una web. Se supone que esta sección está concebida para dar respuesta a aquellas cuestiones que los visitantes de la web formulan más o menudo, o formularían en caso de formular alguna. Cuando uno pincha en las FAQ de la web del IGN, la primera pregunta con la que uno se topa es la siguiente: «¿Es lo mismo IGN que CNIG?». ¡No! ¿En serio?

Por supuesto, y una vez se llega a la sección sobre sismología, ahí están todos los datos técnicos, tal como se espera de los profesionales cualificados que trabajan en el IGN. Pero una vez más, sin un comunicado que acerque la información al público. Hasta donde he podido saber, la única nota de prensa mencionada por los medios fue difundida por un órgano político, la Delegación del Gobierno en Castilla-La Mancha (nota de prensa que, por cierto, tampoco está disponible en internet).

Es justo añadir que el IGN tuitea la información sísmica, pero sus tuits no están pensados para que los lea el terrícola medio. Juzguen ustedes: «SISMO 23/02/2015 16:16:31GMT lat=39.04 lon=-2.65 Depth=14km 5.4mL NE OSSA DE MONTIEL.AB CALCULO PROVISIONAL SIN INTERVENCION HUMANA». Lo único claro es que en la elaboración de este tuit no ha habido intervención humana. El Instituto también publica información en su Facebook con un enlace directo a la página del terremoto, pero una vez más, la información no es útil ni digerible para la población ni para los medios.

En contraste, es de aplaudir que la web del Colegio Oficial de Geólogos (ICOG) sí dedique el espacio central de su página principal a la información, con una nota de prensa sobre el terremoto de Ossa de Montiel en cabeza. Pero ¿es lógico que sea un colegio profesional el único canal técnico oficial? ¿Deberían informar los Colegios de Médicos sobre brotes epidémicos, o acaso alguien, y no solo yo, echa de menos un responsable público humano con ojos, nariz, boca y conocimientos técnicos, que comparezca en situaciones de posible alerta y además se ocupe de divulgar información usable y comprensible?

Sismógrafo en el Observatorio Weston de Massachusetts (EE. UU.). Imagen de Z22 / Wikipedia.

Sismógrafo en el Observatorio Weston de Massachusetts (EE. UU.). Imagen de Z22 / Wikipedia.

Otra cosa que debería enseñarnos el caso de ayer es que tanto las fuentes como los medios deberíamos ser más pulcros a la hora de especificar cómo de fuerte ha sido un seísmo. Entramos aquí en el famoso territorio Richter, al que ya me referí en un post anterior sobre el uso de parámetros y magnitudes científicas en los medios de comunicación. Si uno repasa las informaciones publicadas, el ICOG habla de «magnitud local de 5,4» y de «intensidad entre 3 y 4 en la escala Mercalli». El IGN cita una magnitud mbLg de 5,2. El Servicio Geológico de EE. UU. (United States Geological Survey, USGS), que vigila los temblores en todo el mundo, publica una magnitud de 5,0. Los medios se reparten entre «magnitud de 5,2» y «5,2 grados en la escala de Richter». ¿Qué significa todo este embrollo? ¿Cómo demonios se miden los terremotos?

En una ocasión, hace años, expresé esta preocupación en la reunión de redacción de un diario en el que trabajaba. Los rostros opacos del resto de los allí reunidos me dieron a entender claramente que mi inquietud les parecía una nimiedad indigna de merecer la más mínima de sus molestias. Y sin embargo, si estamos de acuerdo en que el periodismo debe velar por la información rigurosa, es esencial que en cuestiones de ciencia también sepamos transmitir adecuadamente una información que se ajuste a parámetros válidos, rigurosos, estandarizados y, sobre todo, comparables.

Un ejemplo: ¿alguien sabe qué es un grado centígrado? Según la Wikipedia, «es la unidad termométrica cuyo 0 se ubica 0,01 grados por debajo del punto triple del agua y su intensidad calórica equivale a la del kelvin». La cuestión es que lo realmente importante para la mayoría no es saberse la definición, sino el hecho de poder apreciar una magnitud en comparación con otras. Cuando el informador/a del tiempo dice que la temperatura en Tenerife es de 20 grados y en Burgos de -10, todo el mundo sabe interpretar esta información.

El problema con los terremotos es que existen diferentes maneras de medirlos. La magnitud es un parámetro intrínseco del seísmo, mientras que la intensidad a la que se refiere el ICOG se mide en términos de los daños que produce, por lo que es diferente según el lugar. Desde el punto de vista científico, lo que importa es la magnitud, un parámetro logarítmico en base 10; un seísmo de magnitud 5,0 tiene una amplitud diez veces superior a otro de magnitud 4,0, y libera 31 veces más energía.

Pero la complicación no acaba ahí: la magnitud puede medirse con distintas fórmulas. El dato del terremoto de Ossa de Montiel se ha expresado en magnitud mbLg. Sin embargo, y aquí vienen los matices, la culpa de la confusión no la tienen solamente algunos redactores mal informados. Conozco el caso de algún periodista meticuloso que ha preguntado al geólogo: «¿Esto es en la escala de Richter?». Y el geólogo, un poco perezoso en su explicación, se ha limitado a responder: «Bueno… da lo mismo. Sí, sí, en la escala de Richter».

El sismólogo Charles Richter (1900-1985), hacia 1970. Imagen de PD-USGOV / Wikipedia.

El sismólogo Charles Richter (1900-1985), hacia 1970. Imagen de PD-USGOV / Wikipedia.

El geólogo no miente; un terremoto de magnitud mbLg 4,0 es también de magnitud 4,0 en la escala de Richter, también llamada magnitud local o ML. Pero el geólogo no se ha tomado la molestia de explicarle al periodista que no se le ocurra compararlo con otros temblores más potentes, como el de 9,1 que en 2004 causó el tsunami en el Índico, porque en este caso estará metiendo la pata: las escalas de Richter y mbLg dejan de ser equivalentes a magnitudes elevadas (según distintas fuentes, por encima de 6,5 o incluso de 5,0). Y tampoco le ha advertido de que no lo compare con seísmos de otros países, porque en muchos de ellos la escala de Richter pasó a mejor vida hace años; según el USGS, «es un método obsoleto que ya no se utiliza».

Pero incluso descontando la pereza del geólogo, el periodista machaca su propio error cuando añade de su cosecha y escribe «grados en la escala de Richter», dado que la escala de Richter no tiene grados (ni siquiera es una verdadera escala, ya que no tiene máximo). Los grados son propios de la intensidad, no de la magnitud. Por todo esto, sería conveniente que quienes trabajamos en los medios diéramos ya eterno descanso al señor Charles Richter, eminente sismólogo y apasionado nudista, y nos ciñéramos a hablar de «terremoto de magnitud X». Y una petición a los geólogos: por favor, no sean perezosos; tómense un minuto y expliquen.

Una última cosa: epi = arriba; hipo = abajo. El origen del terremoto en el subsuelo es el hipocentro. El epicentro es el punto correspondiente en la superficie. ¡No existe un epicentro a dos kilómetros de profundidad!