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«Las nuevas cepas de gripe podrían ser preocupantes»

Hoy se podrían recordar muchos pensamientos de Umberto Eco relacionados con la ciencia, pero yo tenía ya planeado seguir hablando hoy sobre la gripe. Así que rescato aquel comentario que escribió referente a los logros alcanzados por la especie humana (a pesar de su manifiesta idiotez):

En 1918, a la edad de 40 años, mi abuelo materno se vio afectado por una forma de gripe vírica, conocida comúnmente como gripe española, que diezmaba gran parte de Europa. Murió en una semana, a pesar de todos los esfuerzos de tres médicos. En 1972, a la edad de 40, me vi afectado por una grave enfermedad que parecía muy similar a la española. Gracias a la penicilina, tras una semana ya estaba en pie. Así que es fácil comprender por qué, dejando de lado la energía atómica, los viajes espaciales y el ordenador, sigo pensando que el invento más importante de nuestro siglo es la penicilina (y en general, todos los medicamentos que hacen posible que la gente alcance los 80 años, mientras que en el pasado podrían haber muerto a los 50 ó 60).

Por supuesto, doy por hecho que Eco no estaría sugiriendo que la gripe se cura con penicilina, sino que la suya fue una enfermedad «que parecía muy similar a la española», pero obviamente de origen bacteriano si fue el antibiótico lo que obró su curación. Pero dejando de lado este detalle, lo que quiero resaltar está perfectamente expresado en sus palabras: son los avances en nuestro estado de salud general, lo que incluye no solo la medicina sino otros factores de calidad de vida, los que hoy han convertido la gripe en una preocupación menor para la mayoría de la población de los países desarrollados, una molestia que generalmente supone pasar un par de días descansando en casa. Antes la palabra gripe inspiraba pánico, mientras que hoy nos aterra tanto como rompernos una uña.

Partículas del virus de la gripe A H1N1. Imagen de NIAID/Flickr.

Partículas del virus de la gripe A H1N1. Imagen de NIAID/Flickr.

Pero esto no necesariamente va a ser así siempre, ni lo es en todas partes. Un humano elegido hoy enteramente al azar de entre los más de 7.000 millones sería con toda probabilidad alguien que no tiene acceso a unas condiciones dignas de vida, ni a un nivel sanitario e higiénico básico. Y por otra parte, como ya he señalado aquí, ni siquiera los menos concernidos con la realidad social mayoritaria del planeta Tierra pueden seguir pensando que las enfermedades originadas en una remota selva de Guinea son un problema exclusivo de los habitantes de una remota selva de Guinea, como demuestra el último brote de ébola.

Sin necesidad de recurrir al caso de un virus tan letal como el ébola, la gripe continúa siendo una amenaza global. Aunque es sencillamente imposible saber a ciencia cierta cuántas personas mueren de gripe estacional en el mundo (los datos varían salvajemente según las fuentes, y la mayoría de los fallecimientos sintomáticamente sospechosos no son confirmados), ni siquiera es necesario asustar con el dato máximo manejado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de medio millón al año; nos basta con saber que la gripe y sus complicaciones matan cada año a miles, y que se ceban especialmente en los perfiles de salud más débiles.

Es por esto que, como también he comentado ya aquí, culpar a la OMS de haber sobreactuado con aquel brote de gripe de 2009 es no solo ignorante, sino también insolidario. La OMS puede tener sus muchos defectos y errores, pero entre ellos no se cuenta el de reaccionar con la mayor resonancia pública posible contra una amenaza cuyo alcance futuro es imposible predecir; solo un ciudadano sano de un país rico, sin excesiva preocupación por quienes no sean ciudadanos sanos de países ricos, puede manifestar estas críticas.

El problema con la gripe de 2009 no es que fuera necesariamente más virulenta (y no lo es), sino sobre todo que entonces era nueva. Y toda gripe nueva dejará una estela de muertos entre quienes no son ciudadanos sanos de países ricos antes de dejar de ser nueva para convertirse en la gripe nuestra de cada año, como ha sucedido después con la de 2009.

Un pequeño resumen sobre las gripes: las hay de tres tipos, A, B y C. La mayoritaria en humanos es la A. Cuando nos referimos a la gripe A de 2009, lo de menos es la «A», ya que todas las gripes estacionales, anteriores y posteriores, suelen ser de este género. A efectos prácticos, quédense con la idea de que probablemente la mayoría de las gripes que han cogido y cogerán a lo largo de su vida son gripes A. Dentro de este género existen diversos subtipos según las variaciones de dos proteínas de su envoltura: hemaglutinina (H) y neuraminidasa (N). Se conocen 18 formas distintas de la primera, numeradas de H1 a H18, y 11 de la segunda, de N1 a N11. Así pues, existen muchas combinaciones posibles. Actualmente las más frecuentes en la gripe A estacional humana son H3N2 y H1N1.

Pero incluso dentro de un mismo subtipo, también hay variaciones. La (mal llamada) gripe española de 1918, la que mató al abuelo de Umberto Eco y a decenas de millones más, era H1N1. También era H1N1 la de 2009, pero era diferente a la española y a las gripes estacionales H1N1 que circulaban por entonces, por lo que para hacer referencia a una cepa específica hay que añadir más criterios, como H1N1/09, en referencia al año del brote; o más específicamente y dependiendo de dónde se aísle, por ejemplo A/Mexico/InDRE4487/2009(H1N1), en el caso de una muestra de la gripe A (H1N1) de la pandemia de 2009 recogida en México y perteneciente a la cepa InDRE4487.

El caso es que la gripe A H1N1/09, en su momento nueva, ha reemplazado después a la H1N1 que circulaba entonces, convirtiéndose en *la* gripe A H1N1 estacional que tenemos ahora. Y según los informes recientes, es también la mayoritaria en esta estación (por delante de la cepa actual de H3N2 y de la gripe B), por lo que si usted coge la gripe durante estas semanas lo más probable es que se trate de la H1N1 de la pandemia de 2009. La vacuna de este año protege contra esta cepa, así como una H3N2 y otra B.

El problema con las gripes es, según me cuentan Emanuele Montomoli y Claudia Trombetta, expertos en gripe de la Universidad de Siena (Italia), que «la naturaleza de los virus de la gripe los hace particularmente propensos a la variación genética, lo que resulta en diversas cepas nuevas contra las que los humanos tienen poca o ninguna inmunidad». Montomoli ha colaborado en los estudios epidemiológicos de la OMS y del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC).

Según los investigadores, «las nuevas cepas de gripe H9N2 y H10N8 podrían ser preocupantes por sus características». Montomoli y Trombetta sitúan el mayor riesgo en un criadero tradicional de la gripe A, China y el sureste de Asia, donde «es más común el contacto estrecho entre los humanos y las aves de granja»; pollos y gallinas son a menudo las fuentes de nuevas cepas de gripe, como sucedió con la muy peligrosa gripe aviar H5N1 que surgió en Asia en 2004 y que rebrota esporádicamente.

Sin embargo, los dos expertos aseguran que «es difícil predecir cuál será la próxima cepa pandémica», por lo que «es complicado producir una cantidad adecuada de dosis de vacuna para una campaña global en poco tiempo». Es decir, recalco, que ni siquiera los expertos mundiales en gripe pueden anticipar qué riesgos correremos a causa de estos virus en cualquier momento futuro. Por suerte, añaden, la autoridad de vigilancia global de la OMS mantiene un constante seguimiento de la evolución de las cepas para beneficio de todos. También de aquellos, columnistas y otros virus insidiosos, que solo se acuerdan de la existencia de la OMS para criticar a toro pasado su escasa capacidad sobrenatural de adivinar el porvenir.

La primera «penicilina viral» tiene genes diana en el ébola

Hace unos días conté aquí la publicación del descubrimiento de un mecanismo bioquímico que justifica por qué la madreselva se ha utilizado tradicionalmente en China para tratar la gripe. Mi reacción natural ante lo que se conoce como medicina tradicional es fruncir el ceño (por supuesto, me refiero a las versiones de esta práctica que se basan en interacciones químicas, y no a las que esgrimen presuntas energías literalmente inconmensurables, de las cuales ya ni hablamos). Como ya escribí entonces, no es que dude de las propiedades medicinales de ciertas plantas, pero sí de los intentos de presentar algunos de estos remedios como purgas de Benito y de que muchos de los efectos pretendidos aguanten un asalto en el laboratorio.

En el caso de la madreselva (Lonicera japonica) y la gripe, un equipo de científicos de la Universidad de Nanjing ha descubierto que esta planta produce un micro ARN o miRNA llamado MIR2911 que inhibe específicamente dos genes del virus de la gripe A llamados NS1 y PB2, y tanto los experimentos realizados como su publicación en la revista Cell Research, del grupo Nature, avalan la conclusión de que existe un mecanismo bioquímico en el que apoyar este efecto terapéutico. Dado que esta acción afecta a un amplio espectro de los virus de la gripe, los investigadores proponen que se trata de la primera «penicilina virológica».

Té de flores secas de madreselva. Imagen de Amazon.co.uk.

Té de flores secas de madreselva. Imagen de Amazon.co.uk.

Interesado por el estudio y con algunas preguntas en el cargador, traté de ponerme en contacto con el director del trabajo, Chen-Yu Zhang, médico, profesor de Bioquímica y decano de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad de Nanjing. Tradicionalmente no ha sido fácil contactar con investigadores chinos, tanto por el idioma (muchos de ellos no dominan el inglés) como por la opacidad tan clásica en aquel país, donde los resultados científicos solían publicarse en revistas nacionales, y por supuesto en chino. Pero en los últimos años la ciencia china, tan pujante como el resto de lo que hacen allí, se ha abierto a la comunidad internacional y cada vez es más frecuente encontrar estudios de aquel país en las principales revistas científicas.

Resumiendo, por fin logré que Zhang me atendiera, y aquí traslado sus comentarios. Me explica que el origen de su trabajo se remonta a 2007, cuando él y su equipo descubrieron que las células de los mamíferos producen miRNA que se mantienen estables en el plasma y que actúan como señales de comunicación entre células, pudiendo servir como biomarcadores de enfermedades. Un año más tarde, los científicos comprobaron que la ingesta de ciertas plantas aporta miRNA que se detectan intactos en la sangre y los tejidos. «Aún más importante, una vez dentro del organismo, los miRNA exógenos procedentes de la comida pueden regular la fisiología a través de dianas génicas en el huésped», señala Zhang.

A partir de estos datos, Zhang decidió probar suerte con la madreselva. «Dado que la sopa de madreselva se ha utilizado en China durante miles de años para tratar la gripe, planteé la hipótesis de que podría haber pequeños ARN en esta sopa que fueran absorbidos y actuaran contra el virus». La investigación comenzó en 2008 y los resultados han validado la hipótesis, lo que tal vez aconseja una atención especial a esta enredadera como posible tratamiento contra la gripe. Y dado que en España la encontramos por todas partes, era inevitable pedir la receta. Por desgracia, Zhang no ha podido ayudarme: «Lo siento, pero no sé si se pueden utilizar las plantas del jardín para hacer té que prevenga la gripe. Yo obtuve la madreselva seca de un comercio de medicina china tradicional». Al menos me ha aclarado una cuestión que su estudio no precisaba, y es en qué parte de la planta se encuentra el principio activo: «Hemos encontrado MIR2911 en las hojas y en las flores».

Una pregunta que surge es hasta qué punto el uso de las infusiones de madreselva, asumiendo su eficacia contra la gripe, podría resultar en la selección y expansión de cepas resistentes, como ocurre con los antibióticos y las bacterias. Zhang y su equipo comprobaron que las variantes del virus con mutaciones en los dos genes diana eran resistentes al MIR2911. «Según nuestros resultados, los virus H1N1 mutantes son igual de infectivos y potencialmente tan dañinos como las cepas originales», revela Zhang, admitiendo la posibilidad de la aparición de cepas resistentes: «No puedo descartarlo», reconoce. «Si ocurriera, tendríamos versiones mejoradas para tratar los virus mutantes, ya que MIR2911 es solo el primer compuesto natural activo hallado contra los virus; pero debe de haber más miRNA en las plantas con esta función». El investigador sugiere un paralelismo con los antibióticos, cuyas versiones mejoradas han ido reemplazando a los compuestos originales. «Este es el motivo por el que llamo al MIR2911 la penicilina viral», alega Zhang.

El virus del Ébola, en una imagen coloreada de microscopía electrónica. Imagen de NIAID / Wikipedia.

El virus del Ébola, en una imagen coloreada de microscopía electrónica. Imagen de NIAID / Wikipedia.

La última cuestión se refiere a una insinuación que no aparece en el estudio, pero sí en la nota de prensa que la Universidad difundió para dar a conocer el trabajo. En ella se revela que los investigadores están analizando la posible acción de MIR2911 sobre el ébola, lo que resulta sorprendente teniendo en cuenta que este virus, muy diferente del de la gripe, carece de los genes NS y PB sobre los que actúa el MIR2911 en el virus H1N1. Sin embargo, Zhang detalla que en otros virus de gripe han encontrado dianas para el miRNA en genes diferentes: «Actúa sobre H5N1 y H7N9 uniéndose a los genes NP o HA, respectivamente». En cuanto al ébola, los investigadores han cribado la secuencia genética del virus en busca de estas dianas. «Hemos demostrado que hay tres sitios de unión en dos genes del virus del Ébola», adelanta Zhang, de acuerdo a sus resultados aún sin publicar.

Claro que aún queda camino por delante hasta demostrar que MIR2911 se une a esas dianas del ébola y, lo que es más importante, que esto logra inhibir el crecimiento del virus y por tanto frenar la infección. Pero Zhang ya está recorriendo ese camino: «Ahora estamos examinando el efecto inhibidor de MIR2911 en el virus del Ébola in vivo». Con todo lo que hemos visto últimamente, curar el ébola con una infusión de madreselva suena a cuento de hadas. Pero un cuento de hadas con mecanismo bioquímico resulta mucho más creíble.

¿La primera ‘penicilina’ contra los virus? (Y está en nuestro jardín)

No extrañará si afirmo que soy un defensor de la medicina. Me refiero a eso que algunos denominan «medicina convencional», y otros simplemente llamamos «medicina». Esto no implica descartar que algunos productos de la naturaleza puedan ejercer ciertos beneficios terapéuticos en nuestro organismo. Dado que tanto nosotros como cualquiera de los seres que nos rodean somos sacos de compuestos químicos, no tiene nada de raro que la ingestión de alguno de esos seres nos cause reacciones con efectos variados. Muchas plantas pueden matarnos, como el ricino, la adelfa, el ajenjo, la cicuta o el tejo. Incluso algunos de nuestros alimentos más familiares tienen su lado venenoso, como el tomate, cuyos tallos y hojas son tóxicos, o la manzana, cuyas semillas contienen amigdalina, un precursor del cianuro presente también en los huesos del albaricoque, el melocotón, la ciruela y la cereza, y que nuestro cuerpo elimina sin problemas –siempre que no decidamos atizarnos una sobredosis–.

Y por lo tanto, tampoco es extraño que otras plantas puedan aliviarnos algunos males. No creo necesario citar ejemplos, pero sí me parece conveniente aclarar que la distinción entre «química» y «naturaleza» es falaz y artificiosa; repito, todo es química, y el ácido cítrico es el mismo en las naranjas y los limones que el que, con el nombre de E-330, se añade como conservante a muchos alimentos. De igual modo, el ácido salicílico de los cacahuetes o los champiñones es el mismo que la aspirina produce en nuestro cuerpo. No me cabe duda de que si, en lugar de Alexander Fleming (o su becario, según las malas lenguas), hubiera sido un médico chino de hace mil años el que hubiera observado cómo ese residuo turbio desaparecía alrededor de un hongo, la penicilina se reivindicaría hoy como medicina natural.

Con todo esto pretendo subrayar que ya existen herramientas de sobra para validar los supuestos efectos terapéuticos de los productos naturales. Y no me refiero a los estudios epidemiológicos, esas tramposas asociaciones estadísticas de las que ya he hablado aquí antes y con las cuales uno puede demostrar casi lo que le apetezca. Lo que quiero decir es que, si uno defiende los beneficios para la salud de determinados preparados naturales, hoy se dispone de suficientes instrumentos para justificar esos efectos con mecanismos bioquímicos verificables, y esta es la única manera de distinguir la ciencia de la charlatanería o el simple placebo; o la medicina real de eso que suele llamarse sanación o, en su versión más guay, wellness.

Por este motivo, es de agradecer cuando se encuentran ejemplos de esto último. En los últimos años, con la apertura de la ciencia china al ámbito académico global, van apareciendo estudios científicos de aquel país que escarban en los fundamentos bioquímicos de algunos remedios tradicionales. Por supuesto, no todos pasarán la criba: las famosas bayas de goji, por ejemplo, no han podido demostrar hasta ahora una eficacia contrastable, e incluso para muchos especialistas pasan por simple timo, como ya recogió en su blog mi compañero César-Javier Palacios. En el otro plato de la balanza, en 2013 un estudio publicado en Nature desveló el mecanismo de acción de una hierba llamada chang shan, utilizada para tratar la fiebre provocada por la malaria.

La madreselva 'Lonicera japonica', común en los jardines españoles. Imagen de Aftabbanoori / Wikipedia.

La madreselva ‘Lonicera japonica’, común en los jardines españoles. Imagen de Aftabbanoori / Wikipedia.

Ahora, un nuevo estudio viene a prestar apoyo bioquímico a la tradición china de emplear la madreselva (Lonicera japonica) para tratar la gripe. Un equipo de científicos de la Universidad de Nanjing ha descubierto que esta planta trepadora, de origen asiático pero muy frecuente en los jardines europeos, contiene un micro ARN llamado MIR2911 con capacidad para inhibir un amplio espectro de virus de la gripe A que incluye el H1N1 (la famosa gripe porcina de 2009-2010), H5N1 y H7N9 (gripes aviares).

Los micro ARN, también llamados miRNA, son pequeñas cadenas de ARN que reprimen la expresión de ciertos genes al unirse a los ARN mensajeros, aquellos que se utilizan como intermediarios para convertir la información genética en proteínas. Nuestros propios genes producen infinidad de miRNA que sirven para regular el funcionamiento de nuestras células, pero nuestro cuerpo también puede incorporar miRNA de origen externo que mantienen su capacidad operativa.

Los científicos chinos han descubierto que el MIR2911 aguanta el proceso de cocción de la madreselva y se detecta en el plasma y el tejido pulmonar de los ratones cuando se les da a beber la infusión. Los investigadores, dirigidos por Chen-Yu Zhang, han descubierto que el miRNA de la madreselva tiene dianas en dos genes del virus llamados PB2 y NS1, y que el MIR2911 es capaz de proteger a los ratones de la infección, excepto cuando se trata de una gripe mutante que lleva alteradas las secuencias de los dos genes. Aún más, los científicos demuestran que la protección puede lograrse tanto con la infusión de madreselva como con los MIR2911 sintetizados en el laboratorio.

En conjunto, el trabajo de los investigadores chinos resulta bastante sostenible, y viene avalado por su publicación en la revista Cell Research, del grupo Nature. Con una audacia poco usual en los estudios científicos, Chen-Yu Zhang y sus colaboradores escriben: «Desde que Fleming descubrió la penicilina hace casi un siglo, se han desarrollado antibióticos contra infecciones bacterianas que han salvado la vida a millones de personas. Por desgracia, hasta ahora no se ha identificado ningún producto natural eficaz contra las infecciones virales. Sugerimos que, como primer producto natural dirigido directamente contra los virus de gripe A, el MIR2911 es la penicilina virológica que sirve como nuevo agente terapéutico y preventivo no solo contra la gripe A, sino posiblemente contra otros tipos de virus».

¿A qué otros tipos de virus se refieren? Pues ni más ni menos que al que ustedes tienen en mente. Aunque el estudio no da más pistas, una nota de prensa difundida por la Universidad de Nanjing afirma que los investigadores han comprobado posteriormente que «MIR2911 también actúa directamente sobre el virus del Ébola». Como siempre, afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias, y aún deberemos esperar nuevos estudios antes de lanzarnos a exfoliar la madreselva del seto del jardín para llenar la cacerola. Y eso si es que la costumbre de beber estas infusiones no acaba rápidamente seleccionando cepas resistentes.