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Cien segundos para la medianoche, las manecillas que amenazan destrucción

No está en el ánimo de este blog sumarse a las amenazas de apocalipsis que cada vez parecen rodearnos con más intensidad. En realidad, el título de este artículo es una adaptación de ese famoso estribillo de Iron Maiden (para los fanes, vídeo al final de estos párrafos):

Two minutes to midnight

The hands that threaten doom

Naturalmente, cuando Bruce Dickinson y Adrian Smith escribieron este tema, se inspiraron en el Doomsday Clock, el imaginario reloj que los científicos del Bulletin of the Atomic Scientists mantienen desde 1947 y que nos avisa del nivel de riesgo de autodestrucción de la humanidad; a mayor proximidad de la aguja del reloj a la medianoche, más cerca estamos de nuestra propia aniquilación.

En su origen, el Doomsday Clock estaba específicamente dedicado al riesgo de guerra nuclear, que en tiempos de la Guerra Fría parecía la única gran amenaza capaz de provocar un cataclismo global. En septiembre de 1953, las pruebas nucleares de EEUU y la URSS motivaron a los científicos del Bulletin a situar la manecilla a dos minutos de medianoche. En 1984, con la puesta en marcha del programa de misiles de Ronald Reagan –en su día conocido popularmente como Star Wars–. el año en que se publicó la canción, el reloj se situó a tres minutos de la medianoche, la posición más cercana a la destrucción desde 1953.

En los últimos tiempos, los relojeros del Bulletin han incorporado otras amenazas como el cambio climático, el bioterrorismo y las tecnologías de la información con fines bélicos o aplicadas a la desinformación. Y en los años que vivimos, a juicio de ellos, las cosas no pintan bien. Al comenzar este siglo, el reloj estaba a 9 minutos. Desde entonces, no ha hecho más que correr hacia la medianoche: 7 minutos en 2002, 5 minutos en 2007, 6 en 2010 para volver a los 5 en 2012, 3 minutos en 2015, 2 minutos y medio en 2017, y en 2018 alcanzamos los 2 minutos, igualando la marca de 1953.

Ahora estamos aún peor: el pasado jueves, los científicos del Bulletin decidieron acercar el reloj 20 segundos más hacia la medianoche, situándolo a 1 minuto y 40 segundos (100 segundos) de las 12 de la noche. Según este grupo de expertos, la humanidad corre el mayor peligro de autodestrucción desde 1947.

El Doomsday Clock, a 100 segundos de la medianoche. Imagen de Ryanicus Girraficus / Wikipedia.

El Doomsday Clock, a 100 segundos de la medianoche. Imagen de Ryanicus Girraficus / Wikipedia.

«Enfrentados a este panorama de amenaza alarmante y a la nueva voluntad de los líderes políticos de rechazar las negociaciones y a las instituciones que pueden proteger a la civilización a largo plazo, el Panel de Ciencia y Seguridad del Bulletin of the Atomic Scientists hoy mueve el Doomsday Clock 20 segundos más cerca de la medianoche, más cerca del apocalipsis que nunca», han declarado los guardianes del reloj. «Al hacerlo, los miembros del panel están explícitamente advirtiendo a los líderes y ciudadanos de todo el mundo de que la situación internacional de seguridad es ahora más peligrosa de lo que nunca ha sido, incluso en el clímax de la Guerra Fría».

En torno al Doomsday Clock hay cierta polémica. El físico teórico y cosmólogo Lawrence Krauss, que formó parte del Bulletin, ha publicado un comentario en el Wall Street Journal en el que acusa al reloj de ser acientífico, ya que, dice, se trata de un grupo de científicos juzgando sobre política y estrategia militar, en las que no son especialistas. En otras palabras, hay quienes consideran que el reloj no puede tomarse como un verdadero indicador riguroso, a pesar de ser pretendidamente cuantitativo, sino que más bien es el resultado de las impresiones de un comité que se traduce a un valor numérico por arte de magia.

En cualquier caso, quizá la metáfora del reloj no resulte ya tan poderosa como lo era en sus inicios. Y tal vez el ciudadano medio esté ya algo cansado de escuchar mensajes apocalípticos. Pero también hay algo innegable, y es que cerrar los ojos solo hace desaparecer los fantasmas. Que, de todos modos, no existen.

Three minutes to midnight

Posiblemente fueron Iron Maiden, con su tema Two minutes to midnight (1984), quienes más han contribuido a popularizarlo, aunque tal vez muchos de sus fans no conozcan exactamente a qué se refiere el título de la canción. En 1947 los editores de la revista Bulletin of the Atomic Scientists, un grupo de científicos atómicos con sede en Chicago, inventaron una metáfora visual –hoy lo llamaríamos un meme– para ilustrar su portada con una advertencia sobre lo cerca que se hallaba el ser humano de su propia aniquilación a causa de una guerra nuclear. Era el Doomsday Clock, el reloj del apocalipsis. Según esta idea, la medianoche representa el fin, y el minutero se sitúa a mayor o menor distancia en función del nivel de riesgo percibido por los científicos responsables de este peculiar Pepito Grillo de la civilización humana. Otras bandas como los Clash, Who o Smashing Pumpkins, además de la novela gráfica Watchmen, han contribuido a convertir el reloj del apocalipsis en un icono de la cultura pop.

Portada del Bulletin of the Atomic Scientists de 1947, el primer número que mostraba en su portada el reloj del apocalipsis. Imagen de Bulletin of the Atomic Scientists.

Portada del Bulletin of the Atomic Scientists de 1947, el primer número que mostraba en su portada el reloj del apocalipsis. Imagen de Bulletin of the Atomic Scientists.

El reloj se estrenó con su aguja a siete minutos de la medianoche, pero dos años más tarde avanzó cuatro minutos cuando el entonces presidente estadounidense Harry Truman anunció que la Unión Soviética había ensayado su primer artefacto nuclear. En 1953, con la aparición de la bomba de hidrógeno y sendas pruebas nucleares de EE. UU. y la URSS, los científicos del boletín movieron la manecilla a solo dos minutos antes de medianoche, lo más cerca que hasta hoy ha estado de las campanadas finales. Los editores de la revista advertían, con un tono sombrío y pesimista: «Solo unos cuantos movimientos más del péndulo y, desde Moscú a Chicago, las explosiones atómicas marcarán la medianoche para la civilización occidental».

Desde entonces, y a través de los años de la Guerra Fría, la manecilla ha oscilado siguiendo los vaivenes de la política internacional. En 1984, cuando los Maiden compusieron su tema, el reloj marcaba tres minutos para la medianoche. Eran tiempos de absoluta incomunicación entre el bloque occidental, liderado por los conservadores Ronald Reagan y Margaret Thatcher, y el soviético, bajo el mando del que sería su último líder comunista, Konstantín Chernenko. La posterior llegada al Kremlin de Mikhail Gorbachov, con su talante socialdemócrata y su profundo programa de reformas, relajó la tensión hasta permitir que en 1991, con la firma del primer tratado START de reducción de arsenales nucleares, los científicos de Chicago dejaran caer la aguja del reloj hasta unos holgados 17 minutos.

Desde entonces, por desgracia, el minutero no ha hecho sino acercarse hacia las 12, con la sola excepción de un pequeño paso atrás. En 2007, los científicos del boletín añadieron el cambio climático como factor adicional en sus valoraciones del riesgo global. Aquel año el cosmólogo británico Stephen Hawking, miembro del boletín, presentó en Londres el nuevo estado del reloj, cinco minutos antes de la medianoche. Tres años después, el boletín consideraba que la conferencia del clima de Copenhague y el tratado New START entre EE. UU. y Rusia justificaban conceder al reloj un minuto de respiro.

Pero en el último lustro la situación ha ido a peor, según los científicos. En 2012 la aguja regresó a los cinco minutos, y el pasado jueves avanzó otros dos. En una conferencia de prensa en Washington, los miembros del boletín justificaban por qué estamos nuevamente a tres minutos de la medianoche, un nivel de riesgo comparable al de 1949 y 1984: «El cambio climático sin control, la modernización de las armas nucleares globales y los grandes arsenales de armas nucleares suponen amenazas extraordinarias e innegables a la existencia continuada de la humanidad, y los líderes mundiales no han actuado con la rapidez o a la escala requeridas para proteger a los ciudadanos de la posible catástrofe. Estos fracasos de liderazgo político ponen en peligro a cada persona de la Tierra».

Los científicos reconocen avances modestos en el campo del clima, pero los juzgan insuficientes para prevenir un «calentamiento catastrófico». Por otra parte, acusan a las dos mayores potencias nucleares del planeta de estar más preocupadas por modernizar sus arsenales atómicos que por reducirlos. «El reloj está ahora a solo tres minutos de la medianoche porque los líderes internacionales están fracasando en el desempeño de su deber más importante: asegurar y preservar la salud y la vitalidad de la civilización humana», concluyen.

Los miembros del boletín llaman a la acción urgente en cinco ámbitos: limitar las emisiones de gases de efecto invernadero de modo que el aumento global de temperatura no exceda los 2 grados centígrados respecto de los niveles preindustriales; recortar drásticamente el gasto en modernización de arsenales nucleares; revitalizar el proceso de desarme; abordar el problema de los residuos nucleares; y crear instituciones dedicadas a mitigar el riesgo asociado a nuevas tecnologías como la biología sintética y la inteligencia artificial.

De acuerdo; cualquiera estará en su derecho de recordar la profecía que Shakespeare ponía en boca de Marco Antonio ante el cadáver de Julio César. Porque en este caso, quienes desencadenaron los perros de la guerra fueron precisamente los fundadores del boletín, científicos del Proyecto Manhattan a cuyo trabajo debemos el riesgo nuclear que hemos padecido desde entonces. Y la venganza de César extenderá el crimen por toda la Tierra.