Sí, el cambio climático es obra humana; no, no es el culpable de todo lo que pasa, hasta que la ciencia lo demuestre

Escucho esta mañana, en la tertulia radiofónica matinal de Onda Cero, la típica sucesión de especulaciones en torno al calor extremo que estamos sufriendo durante buena parte de lo que llevamos de verano, y en torno a la plaga de incendios forestales. Lo he llamado sucesión de especulaciones a falta de otro nombre mejor, por no llamarlo debate; por mi ya provecta edad llegué a ver en televisión aquellos antiguos programas de La Clave del recientemente fallecido José Luis Balbín. Aquello eran debates, con expertos hablando de su especialidad (aunque por entonces aquello para mí solo era el programa aburrido de gente mayor y seria que ponían un rato después de La pantera rosa). Lo de ahora, pues no.

Entre los tertulianos hay un periodista que avanza por la banda diciendo algo así como que él no va a entrar en si el cambio climático está provocado por los humanos o no, pero que lo importante es cómo está influyendo en todo lo antedicho, el calor extremo y los incendios.

Pues bien, es justo todo lo contrario.

Vaya por delante algo que quizá ya sepan quienes de cuando en cuando se dejen caer por este blog: cuando se trata de desmentir bulos o ideas erróneas, no suelo mencionar aquí el nombre del portavoz concreto que ha motivado el desmentido, y por al menos dos razones. Primera, no se trata de descalificar a una persona porque su ideología no nos gusta, sino solo de descalificar sus afirmaciones porque son erróneas. Los rifirrafes personales no conducen a nada más que el ruido y la furia, como vemos a diario en Twitter. Son la versión real de los Dos Minutos de Odio orwellianos.

Segunda, lo de menos es a quién le he escuchado decir algo que en realidad tampoco es su idea original; esto de, sí, hay un cambio climático que es evidente porque lo estamos viendo, pero no, no es culpa nuestra, es solo la enésima versión del negacionismo que actualmente triunfa. El negacionismo se ha ido adaptando y reformulando para continuar agarrándose desesperadamente a una apariencia de credibilidad, y ahora esta versión parece muy extendida.

Incendio forestal en Mijas (Málaga). Imagen de Daniel Pérez / EFE / 20Minutos.es.

El resumen de por qué es justo todo lo contrario es el que aparece en el título: sí, el cambio climático es obra humana. No, aún no podemos estar seguros de que estos calores sean parte del cambio climático, hasta que los científicos expertos nos digan que sus estudios lo confirman.

Con respecto a lo primero, muchos negacionistas ahora están sosteniendo esa misma versión defendida por el tertuliano; parece que con los extremos meteorológicos que sufrimos, y dado que la percepción de la gente naturalmente tiende a quedarse en lo más evidente e inmediato, ya que la gente no lee estudios científicos, a los negacionistas les resulta cada vez más difícil convencer a alguien de que esto no está pasando. Y por lo tanto, aceptan que está pasando, pero dicen que el ser humano no tiene nada que ver con ello, cosa que puede colar, ya que la gente no lee estudios científicos.

Ocurre que, como ya conté aquí, el consenso sobre el hecho de que el cambio climático es consecuencia de la acción humana actualmente lo apoya el 99,9% de la comunidad científica experta, según un estudio reciente. O sea, todos los científicos. Jamás ha existido un consenso científico sobre nada tan ampliamente ratificado de forma explícita. Los autores del estudio escribían que actualmente negar el cambio climático antropogénico equivale a negar la evolución biológica o la tectónica de placas. Pensamiento marginal acientífico que también tiene sus adeptos; en EEUU se niega la evolución en algunas escuelas.

En cambio, y aunque parezca paradójico, cuando salen tantas voces, incluyendo la del propio presidente del gobierno, culpando de todo al cambio climático, los científicos dicen: no tan deprisa.

Es natural que si un medio entrevista a un meteorólogo o climatólogo, este hable de todo lo que está ocurriendo en el contexto del cambio climático. Pero esto no significa que esté estableciendo una relación directa: si en algo insisten siempre los expertos, es en que no debemos confundir meteorología con clima. Los científicos son enormemente cautos a la hora de atribuir cualquier fenómeno meteorológico extremo al cambio climático; y cuando lo hacen, no es vía carajillo en la barra de un bar, sino vía estudios científicos que predicen y encajan esos fenómenos meteorológicos concretos dentro de los modelos matemáticos globales del clima.

Un ejemplo: a comienzos de este mes se publicaba en Nature Communications un estudio del Instituto de Investigación del Impacto del Clima de Potsdam (Alemania). A través de datos observacionales desde 1979 y de un modelo matemático basado en redes neuronales, los autores descubren que Europa occidental es especialmente propensa a las olas de calor extremo de un modo que durante los últimos 42 años ha crecido de 3 a 4 veces más que en otras latitudes medias del hemisferio norte.

A través de su modelo, explican este fenómeno por cambios en la dinámica atmosférica que incluyen un aumento en la frecuencia y persistencia de dobles corrientes en chorro sobre Eurasia, y muestran que este aumento es responsable de la totalidad de ese incremento de olas de calor en Europa occidental, y en buena medida también en el resto del continente.

Cambio climático, ¿no? Pues pese a todo, los autores del estudio no pueden afirmarlo, sencillamente porque no lo demuestran; su estudio no emplea modelos climáticos globales. Y los autores saben bien, como lo sabe cualquiera que haya publicado un estudio científico, que hay unas señoras y unos señores llamados referees que revisan el estudio antes de decidir si debe publicarse o no, y que la inmensa mayoría de las veces deciden que no. Y una de las razones por las que pueden decidir que no es esta: en la línea tal ustedes extraen una conclusión que no se apoya directamente en sus propios datos.

Por ello los autores sugieren, en base a otros estudios previos, que los cambios que reportan y analizan podrían ser consecuencia del cambio climático, pero no pueden afirmarlo sin más. Y concluyen: «Futuros estudios deberán investigar cómo los modelos climáticos capturan los vínculos entre los extremos de calor y las dobles corrientes en chorro, y si alguno de esos componentes cambia en diferentes escenarios forzados. Estos análisis permitirían evaluar si el aumento observado de las dobles corrientes es parte de la variabilidad natural interna del sistema climático o si es una respuesta al cambio climático antropogénico».

Y añaden: «Nuestros datos y otros análisis podrían ayudar a mejorar los modelos climáticos que actualmente están subestimando la observada tendencia al calentamiento en Europa occidental».

O sea, que será aún peor de lo que nos habían dicho. Una y otra vez ocurre que, si en algo están fallando las predicciones sobre el cambio climático, es en que se están quedando demasiado cortas.

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