Este bonito vídeo muestra cómo SpaceX llevará astronautas al espacio este año. Pero…

En estos primeros días de 2020 los gallineros de sci-tech han comentado bastante este nuevo vídeo presentado por el tecnoemprendedor compulsivo Elon Musk, fundador de SpaceX, para el caso concreto que nos interesa. SpaceX es una de las compañías seleccionadas por la NASA para poner en marcha el programa comercial de vuelos tripulados, la nueva alternativa que EEUU persigue para evitar depender de las naves Soyuz rusas a la hora de subir a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS), como se lleva haciendo desde la jubilación de los shuttles.

Un fotograma del vídeo que muestra la cápsula Crew Dragon a punto de anclarse a la Estación Espacial Internacional. Imagen de SpaceX.

Un fotograma del vídeo que muestra la cápsula Crew Dragon a punto de anclarse a la Estación Espacial Internacional. Imagen de SpaceX.

El vídeo ha despertado bastante admiración, sobre todo porque ya no es una de esas fantasías animadas con las que Musk nos lleva entreteniendo desde hace tiempo, sino que parece que lo mostrado se hará realidad a lo largo de este año, cuando está previsto que la cápsula Crew Dragon lleve a los astronautas de la NASA Bob Behnken y Doug Hurley a la ISS.

Pero más allá de lo bonita que es la nave, ese morro que se abre para anclarse, los trajes espaciales e incluso la pasarela de entrada, al final del vídeo a uno le queda una pregunta flotando en las neuronas: todo esto, ¿para algo que ya estaba conseguido desde hace décadas?

Es decir: lo que se nos está mostrando como el gran hito de la exploración espacial conquistado por Musk es llegar exactamente a donde ya estábamos desde casi antes incluso de que un servidor viniera a este mundo.

Claro que esto tiene una explicación. Y es que el programa comercial de vuelos tripulados de la NASA y este proyecto de Musk no vienen motivados por el objetivo del progreso científico y tecnológico, sino por el espíritu del nacionalismo. Jim Bridenstine, el administrador de la NASA, lo resumía así hace algún tiempo: «Por primera vez desde 2011, estamos a punto de lanzar astronautas estadounidenses en cohetes estadounidenses desde suelo estadounidense».

No es difícil ver la sombra del trumpismo en todo esto. Aunque, para ser justos, el largo proceso para alcanzar el objetivo del que presume Bridenstine comenzó hace dos presidentes, con el también republicano George W. Bush. Su sucesor, Barack Obama, canceló el carísimo programa aprobado por Bush para sustituirlo por una versión más modesta. Si la memoria no me falla, fue también en tiempos de Obama cuando se lanzó el programa comercial de vuelos tripulados para que las compañías privadas asumieran parte del coste de desarrollar nuevos sistemas de lanzamiento. Así que, en realidad, Trump va a beneficiarse de los frutos de lo que otros antes que él plantaron.

Obviamente, Musk es libre de gastar o invertir sus millones en lo que mejor le parezca, y la NASA, que financia parcialmente su proyecto, es libre de gastar o invertir los millones del erario público de EEUU en lo que mejor le parezca, siempre que sus contribuyentes se lo permitan. Pero es comprensible que quienes no somos estadounidenses no compartamos ese entusiasmo por un logro que no va a aportarnos gran cosa ni siquiera a quienes defendemos la exploración espacial tripulada.

Aunque, en el fondo, realmente lo comprensible es que lo critiquemos quienes somos detractores del nacionalismo en general, y no solo del nacionalismo de los demás. Quienes pensamos que el nacionalismo es una de las grandes lacras de la humanidad. Quienes tenemos una visión globalista de la existencia y el progreso del ser humano. Que, en total, debemos ser más o menos los suficientes para llenar un autobús.

Pero esta historia tiene también un doble fondo. El mismo Bridenstine se quejaba el pasado septiembre del lento progreso del sistema de lanzamiento de Musk, que ya lleva más de dos años de retraso respecto a lo planeado inicialmente. A propósito de un inminente anuncio de SpaceX sobre otro proyecto no relacionado con el contrato de la compañía con la NASA, el administrador de esta agencia decía: «La NASA espera ver el mismo nivel de entusiasmo centrado en las inversiones del contribuyente de EEUU».

Ese otro proyecto no relacionado es aquel con el que Musk pretende llevar humanos a Marte y fundar una colonia allí. En el anuncio al que se refería Bridenstine, el fundador de SpaceX presentaba los detalles y el primer prototipo de su Starship, el sistema de lanzamiento creado para este fin. Y que, obviamente, para los no estadounidenses, no nacionalistas y sí defensores de la exploración humana del espacio, tiene un interés mucho mayor. Este es el vídeo que Musk presentó:

Así, y mientras para el gobierno de EEUU Musk está desviándose de lo verdaderamente importante a costa de su compromiso con los fondos públicos, desde otro punto de vista podría decirse que Musk está desviándose hacia lo verdaderamente importante a pesar de su compromiso con los fondos públicos. Por desgracia, y a diferencia del primer vídeo, en este caso sí estamos ante una de esas fantasías animadas con las que Musk nos viene entreteniendo, ya que el Starship aún está en pañales. Pero todo llegará.

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