Las flores de Bach, homeopatía elevada al surrealismo

¿Alguien puede explicar por qué cuando se trata de algo irrelevante, como los teléfonos móviles, todo el mundo parece querer la última tecnología del momento; y, sin embargo, para algo tan trascendental como la salud muchos prefieren tecnología milenaria, de los tiempos en que no se sabía nada de nada?

Esto sí es un fenómeno paranormal, y no lo de Uri Geller. Porque los remedios milenarios no son una muestra de sabiduría ancestral, sino de superstición ancestral; de lo perdido que andaba el ser humano cuando uno de cada tres niños moría antes de la adolescencia y la esperanza de vida al nacer no llegaba a los 40 años… y no había remedio que lo remediara.

La guinda del pastel es que a menudo el presunto milenarismo que popularmente se les atribuye es un mito: la homeopatía se creó en 1796, la osteopatía en 1874, la reflexología en 1913, el reiki en 1922, la acupuntura auricular en 1957… Incluso ciertos autores (leer, por ejemplo, aquí) cuestionan que la acupuntura actual tenga mucho que ver con lo que se practicaba en la antigua China, alegando que allí cayó casi en el olvido –llegó a ser prohibida como simple superstición– y fue posteriormente rehabilitada, pero en Occidente (el término se acuñó en Holanda en el siglo XVII). En todos estos casos, sus inventores habrían tenido la oportunidad de apoyarse en la ciencia de su época. Pero prefirieron ignorarla.

Lo cual nos lleva a otro ejemplo paradigmático, las flores de Bach. Ocuparme de este asunto me ha venido sugerido por mi colega Melisa Tuya, que en su blog En busca de una segunda oportunidad comentaba cómo esta pseudoterapia parece haber calado entre ciertos veterinarios. Algunos lo verán como una trivialización del cuidado sanitario de los animales de compañía: que ellos no puedan pedir ciencia sólida en sus tratamientos no es motivo para no dársela.

Pero ¿qué son las flores de Bach? Si uno introduce este término en el buscador de imágenes de Google, se encontrará de repente envuelto por la fragancia de hermosos bodegones de frasquitos vintage de vidrio oscuro, rodeados de coloridos ramilletes de flores silvestres; todo tan limpio, fresco, natural y aromático que casi le entran a uno ganas de probarlo. Vamos, que entre esto y la imagen de un blíster de paracetamol…

Flores de Bach. Imagen de pixabay.

Flores de Bach. Imagen de pixabay.

Paracetamol. Imagen de AMbrose Heron / Flickr / CC.

Paracetamol. Imagen de AMbrose Heron / Flickr / CC.

Porque será medicina herbal, ¿no? Con usos avalados por la sabiduría milenaria, ¿no? Hombre, no va a curar una enfermedad terminal, pero servirá para dolencias leves, ¿no? Y siendo todo natural, será cien por cien inocuo, ideal para niños y animales… ¿No?

Pues… no, no, no y… bueno, siempre que se tenga claro que esos frasquitos pueden llegar a contener la misma graduación alcohólica que esa bebida llamada agüita, más conocida por su nombre en ruso, vodka… Pero comencemos por el principio.

Edward Bach fue un médico inglés nacido en 1886. A la hora de elegir su profesión, dudó entre la medicina o el sacerdocio. El dato no es trivial; como vamos a ver, explica toda su trayectoria. Como médico, se especializó en homeopatía. Todo sea dicho: aunque los principios teóricos de la homeopatía no eran entonces menos absurdos que ahora, lo cierto es que aún no existían las suficientes herramientas científicas para evaluar sus efectos clínicos con todo detalle y en profundidad.

Pero la homeopatía tenía algo en especial que atraía a Bach, y era su enfoque personalizado; le interesaba más la dimensión humana de sus pacientes que la ciencia necesaria para curarlos. Sus reseñas biográficas muestran que era un médico preocupado seriamente por el bienestar de sus pacientes, lo que no es poco; pero aunque esto da fe de su calidad humana, no basta para certificar su calidad profesional. Para esto se requiere además algo que Bach no tenía: una mente científica.

Quizá Bach se equivocó de carrera y debió elegir el plan B. Porque cuando creía que la enfermedad era un mal espiritual que nacía del conflicto entre el alma y la mente, y cuando trataba de socorrer emocionalmente a sus pacientes para infundirles alegría y esperanza, tal vez estaba actuando como un buen pastor. Pero como un mal médico.

Edward Bach. Imagen de Bach Foundation / Wikipedia.

Edward Bach. Imagen de Bach Foundation / Wikipedia.

En 1930, Bach dio su salto definitivo: abandonó su carrera, su trabajo y su hogar para marcharse al campo, con la intención de encontrar lo que él creía que se escondía en la naturaleza: un sistema completo de curación de cualquier dolencia, se supone que puesto ahí por el creador. Cuando renunció a su vida anterior, se desprendió también de lo último que quedaba en él de pensamiento científico. Y así engendró una de las mayores aberraciones pseudocientíficas jamás imaginadas.

Dado que para Bach todas las enfermedades eran espirituales, no necesitaba buscar plantas para tratar, digamos, una úlcera; bastaba con atacar la emoción negativa que provocaba esa úlcera. Y como la naturaleza también era espiritual, ni siquiera era necesario emplear las plantas en sí; bastaba con cosechar su espíritu, embotellarlo y administrarlo a los pacientes.

De este modo, Bach diseñó un método alternativo tan original como increíblemente disparatado. Primero se imbuía a sí mismo de las emociones negativas que buscaba corregir. A continuación pasaba la mano sobre diferentes plantas, hasta que notaba un alivio en su malestar que interpretaba como causado por la fuerza vital o las vibraciones o el espíritu de una de ellas (escójase el término que se prefiera; ninguno de ellos designa nada real).

Una vez localizada la planta adecuada para el tratamiento de ese mal emocional, acudía por la mañana a recoger el rocío depositado en las flores, y al cual los rayos del sol naciente le habían transmitido ese algo de la planta. Para conservarlo, lo diluía a partes iguales en brandy, y así obtenía la tintura madre a partir de la cual se preparaban los remedios aplicando, cómo no, diluciones homeopáticas, preferentemente en alcohol.

Merece la pena insistir: si sus biografías le retratan fielmente, Bach no era un caradura que persiguiera lucrarse vendiendo milagros a costa de la ingenuidad de otros. Es más, se dice que trataba gratis a sus pacientes (pero hoy son otros los que se lucran prescribiendo y vendiendo sus pseudoterapias de marca registrada). Simplemente, fue uno de los pseudocientíficos más equivocados que jamás han existido. Su sistema hace que la homeopatía parezca la teoría de la relatividad.

Al menos la homeopatía tenía un principio; infundado y erróneo, pero un principio: “lo similar cura lo similar”. Las flores de Bach no se basan en nada que tenga que ver con nada, ni con el funcionamiento de la naturaleza, ni con la razón, ni con el sentido común, ni siquiera con ningún tipo de sabiduría milenaria.

Lo único que fundamentaba el sistema de Bach era el principio de correspondencias analógicas (que comenté hace unos días), la idea que desde antiguo ha inspirado supersticiones como la astrología, y que consiste en la creencia (implícita o explícita) de que la naturaleza responde a un diseño inteligente cuyo lenguaje podemos entender si desciframos las pistas que el diseñador nos ha dejado.

 

Flores de Bach. Imagen de pixabay.

Flores de Bach. Imagen de pixabay.

Todo lo cual nos lleva a una conclusión. Como conté hace unos días, hay quienes sostienen que la ciencia debería abstenerse de evaluar propuestas pretendidamente terapéuticas que no puedan aportar ni el más mínimo indicio a favor de su validez, ya que supone desperdiciar recursos que podrían encontrar un mejor uso en la investigación contra las enfermedades. Las flores de Bach son claramente un ejemplo perfecto de ello.

Y sin embargo, sí, a pesar de todo, la ciencia las ha evaluado. Si quieren saber cuál es el resultado, vuelvan mañana por aquí.

14 comentarios

  1. Dice ser luis

    Pues leí hace poco que el problema estomacal del jugador Messi se lo curó gracias a este método con las flores de Bach.

    02 marzo 2019 | 14:10

  2. Dice ser Juan

    Buen artículo. Yo también soy biólogo molecular y es increíble todo lo que se está generando con lo de las pseudociencias. Al final me voy a tener que dedicar también al periodismo porque vamos… ¿Como podría empezar? Por lo pronto tengo tiempo (puesto que no estoy trabajando) y se me da muy bien escribir. Saludos

    02 marzo 2019 | 14:38

  3. Dice ser Rompecercas

    – Ahí va una superstición milenaria. Un descubrimiento de los chamanes incas…como muchos más.

    http://espores.org/es/plantas/la-quina-la-pols-%E2%80%9Cmiraculosa%E2%80%9D-dels-jesu%C3%AFtes.html

    Oye…los chamanes indios merecen el premio Nobel de medicina póstumo, ¿o no? jaja

    – La base científica no es la única fuente de verdad, sino precisamente una fuente menor todavía actualmente. A dios gracias que no dependemos aun de que todo lo que hacemos tenga un base científica: estaríamos muertos hace mucho tiempo. La humanidad depende de todo tipo de prácticas que no tienen base científica, pero sí una base empírica de otro tipo. Llámalo prácticas empíricas, ensayo-error; tienen subjetividad, tienen «espiritualidad», tienen error… pero también son empíricas y muchas funcionan, aunque sea por lo que los científicos con la boca pequeña llaman placebo. Cosa que tuvieron que reconocer como un fenómeno secundario, y no saben explicar más que como hecho, pues en el fondo se trata de la misma «espiritualidad» y subjetividad que luego ningunean. ¿Hasta donde llega realmente el llamado placebo?

    02 marzo 2019 | 16:23

  4. Dice ser .

    La acupuntura está aceptada como terapia válida con resultados observados según ensayos clínicos.
    Váyase usted a llorar y hacer el ateo a otro sitio. Fraude.

    02 marzo 2019 | 16:42

  5. Dice ser fer

    x #4: por la universidas de Sinsinati, ¿no?

    repetis mentiras como mantras. y lo peor es que os creeis esas mentiras.

    que triste.

    02 marzo 2019 | 18:00

  6. Dice ser fer

    x numero tres: nunca entenderas que la ciencia no es una religion, si no una forma de desechar lo falso.

    eso os explota yayasusta a todos los chamanistas y curanderos.

    solo la ignorancia, la falta de autoestima y los delirios pueden soportar las falacias de fondo que cuajan todo lo esoterico y ficticio que creeis los crédulos sin motivo.

    es realmente triste ver este nivel de brutalismo.

    02 marzo 2019 | 18:06

  7. Dice ser Congre

    #1 – Es de todos sabido, que el alcohol relaja…

    #3- Solo para que lo sepas, los procedimientos empíricos forman parte de la ciencia. Si, como lo oyes. Los experimentos que realizan los científicos son procedimientos empíricos.

    02 marzo 2019 | 18:47

  8. Dice ser fer

    x #7 no me lies al magufo que le da un telele y solo tiene un par de imanes pa sanarse….

    02 marzo 2019 | 19:39

  9. Dice ser marymar

    De la acupuntura doy fe, pues me extrajeron una muela sin anestesia, solo con acupuntura y nada de dolor

    02 marzo 2019 | 22:12

  10. Dice ser Rompecercas

    Empírico es todo lo observable de algún modo, por parte de cualquiera, desde el principio de los tiempos; otra cosa son las explicaciones científicas… ya estáis apropiándoos los científicos de lo empírico sin pagar derechos.

    Más supersticiones…

    https://elpais.com/elpais/2012/08/24/africa_no_es_un_pais/1345788480_134578.html

    Nadie escribió su nombre pero fue una mujer “hierbera” quien a finales del siglo XVIII reveló a la medicina científica la utilidad de la digital para combatir la hidropesía; hoy, los principios activos de esta planta (Digitalis sp.) constituyen la base de los medicamentos “científicos” más usados para combatir la hidropesía y la insuficiencia cardíaca que la provoca. También la cultura popular africana ha nutrido nuestra farmacopea: algunos de los antihipertensivos más usados surgieron de extractos de khella (Amni visnaga), planta usada tradicionalmente en el norte de África; de la vinca de Madagascar (Catharanthus roseus) obtenemos potentes antitumorales; del ciruelo africano (Pygeum africanum) elaboramos los principales medicamentos para combatir la hiperplasia benigna de próstata basándonos en el uso tradicional por parte de algunas etnias del centro y sur de África para tratar esta dolencia. Son muchos los ejemplos que, como los citados, evidencian que también África y su cultura pueden aportar a “nuestra medicina” conocimientos substanciales.
    ….
    Inspiración o expolio. No siempre este transvase de conocimientos y esta interrelación de culturas ha seguido los caminos del respeto. Actualmente, hay decenas de casos de posible apropiación abusiva, mediante patentes, de conocimientos médicos tradicionales africanos. Ocasionalmente, el expolio intelectual y económico perpetrado ha podido ser desenmascarado y frenado como ha ocurrido recientemente con las patentes de la empresa Schwabe Pharmaceuticals sobre los extractos de raíces de las plantas sudafricanas Pelargonium sidoides y Pelargonium reniforme comercializados con el nombre de Umckaloabo para infecciones del tracto respiratorio y SIDA. Tras un arduo pleito las patentes han sido revocadas y las comunidades zulús afectadas, legítimos propietarios del conocimiento sobre el uso curativo de estas plantas, tienen la posibilidad de compartir los beneficios derivados de su comercialización.
    ……
    Yvette Parès, una extraordinaria científica europea capaz de entender y aceptar humildemente que los tratamientos que algunos terapeutas tradicionales aplicaban para la lepra eran mucho mejores que los que “su” medicina podía aportar. Así, inició su formación con Dadi Diallo, terapeuta tradicional con quien fundó el Hospital Tradicional de Keur Massar en 1980. Las palabras que Yvette Parès dejó escritas acerca del equivocado concepto que tienen muchos europeos de la cultura Africana deberían servirnos de guía para valorar las posibilidades de la medicina tradicional africana: “el verdadero problema es que los europeos no pueden aceptar que una obra africana pueda funcionar normalmente sin la tutela de un occidental o de un occidentalizado”.

    02 marzo 2019 | 23:47

  11. Dice ser Rompecercas

    Como la conocida biopirateria, se trata de piratería científica. Cualquier conocimiento será apropiado descaradamente por las instituciones científicas…y al resto de los mortales les queda ser llamados simplemente caraduras, jetas etc… Fundamentalismo científico y piratería.

    https://elpais.com/diario/2008/05/02/sociedad/1209679204_850215.html

    El Instituto Edmonds de EE UU ha documentado 36 casos de biopiratería que sufren países africanos y Naciones Unidas calcula que reportan unos 12.000 millones de euros al año a las farmacéuticas. Ni las migajas llegan a sus países de origen.

    – La biopiratería consiste en patentar, desarrollar y comercializar remedios o cultivos tradicionales. Naciones Unidas calcula que las farmacéuticas ganan al año unos 12.000 millones de euros sin que nada llegue a los países de origen.

    – En 1954, el laboratorio Ely Lilly obtuvo un principio activo de una rosa usada en Madagascar. Hoy es un fármaco contra la leucemia que le reporta millones al año.

    – Una empresa británica, Phytopharm, patentó un extracto de >Artemisa judaica que ya se usaba en Libia y Egipto para tratar la diabetes.

    03 marzo 2019 | 00:04

  12. Dice ser CercasRotas

    #10 : Cacao mental maravillao. Resumiendo tu pataleta, sientes envidia de las empresas farmacéuticas (que tu llamas «los cientificos») porque se forran robando ideas milenarias pre-ciencia moderna, osea, pre-Galileo, por mencionar a un rompecercas. Deduzco que a los separadores de ciencia y empiricismo como tu que vendeis flores de Bach o similares pero trabajais al por-menor, no os va nada bien el negocio. Y encima teneis que responder a los periodistas rompecercas que escriben articulos como este. Pues si no puedes con el enemigo, únete a él. Estás tardando en montar una farmacéutica. ¿O lo mismo estoy obsoleto y tienes una ya?

    03 marzo 2019 | 03:25

  13. Dice ser Jackie

    Y sin embargo funcionan!!! A pesar del sarcasmo e ignorancia del escritor de este articulo!!!

    04 marzo 2019 | 00:37

  14. Dice ser Wakisneu

    El método empírico es, y siempre ha sido, ciencia. Llevamos haciendo ciencia desde que existimos como especie. Hasta los animales hacen ciencia con el método ensayo-error.

    Las nuevas corrientes van justamente contra el método empírico, contra la ciencia, contra las explicaciones racionales y contra todo lo que llevamos construyendo milenios y nos ha llevado hasta aquí.

    04 marzo 2019 | 04:22

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