No, los estudios científicos no dicen lo que quiere quien los paga

Esta semana, en un programa de radio, una periodista daba el boletín de noticias, en el que comentaba un nuevo estudio según el cual el consumo de café se relaciona con un menor riesgo de muerte prematura. No vengo hoy a comentar este estudio; en realidad eran dos, aquí y aquí, muy amplios y documentados, pero con la eterna objeción de la epidemiología: correlación no significa causalidad.

Mi objetivo hoy es otro. Mientras la periodista contaba la noticia, de pronto entraba improvisadamente y sin invitación la voz de otra persona, también periodista, pero que estaba allí presente para participar en la tertulia posterior. Este periodista decía que había que mirar quién pagaba el estudio, porque los estudios científicos “dicen lo que quiere quien los paga”.

Revistas científicas. Imagen de Wikipedia.

Revistas científicas. Imagen de Wikipedia.

El error es garrafal, monumental, astronómico. Y a pesar de eso, realmente lo de menos es el nombre del periodista. Si lo omito no es por corporativismo; los lectores de este blog sabrán que uno de los argumentos que suelo traer aquí es la mala visibilidad de la ciencia en la prensa de este país, y la escasa implicación de muchos de los medios generalistas en la información científica elaborada (repito, elaborada, no fusilada de agencias) por verdaderos especialistas al mismo nivel que la información cubierta en otras áreas como política, economía, deportes o cultura.

Pero en este caso, y tal vez sin que él mismo fuera consciente de ello, este periodista no estaba actuando como analista de nada, sino como público en general; no quiero aplicarle ese término de parentesco político que tanto se emplea ahora con fines peyorativos. Y aunque un periodista se responsabiliza de sus palabras con su firma, es evidente que se trataba de un comentario casual al margen sobre algo que ignora profundamente, y no de una declaración de opinión.

Lo cual no le quita importancia al error: precisamente el motivo de que sea enormemente preocupante es la medida en que el comentario puede representar a un amplio sector de población que ignora cómo funciona la ciencia, y que puede dejarse seducir por argumentos de este tipo. Y los argumentos de este tipo están en la raíz de las posturas anticiencia, del movimiento anti-Ilustración y del camino hacia lo que ahora recibe tantos nombres: muerte de los expertos, postverdad, relativismo… En fin, llamémoslo pseudociencias.

Así que creo que esta es una buena ocasión para explicar cómo funciona la ciencia a quienes hasta ahora no lo sabían. Y conviene empezar explicando qué es lo que yace en los cimientos de todo el conocimiento científico. Se trata de una palabra mágica:

Publicación.

Pongámoslo así: probablemente un estudio científico sea lo más difícil de publicar que existe hoy en el mundo. Algunos de ustedes pensarán que es muy complicado publicar una novela, y que estoy minimizando este problema porque, como figura en el recuadro de la derecha, hay una editorial que publica las mías. Pero lo cierto es que hoy en día una novela puede autopublicarse en internet y conseguir miles de lectores; hay innumerables ejemplos de ello.

En cambio, uno no puede autopublicarse un estudio científico. Para que un estudio científico se considere publicado no basta con colgarlo en internet o pegarlo con celo a una farola. Tiene que ser admitido para su publicación, y eso requiere atravesar la puerta grande de la academia custodiada por un fiero guardián llamado…

Revisión por pares.

¿Qué es la revisión por pares? No, no es que un par de editores con algo de conocimiento sobre el tema en cuestión lo revise para comprobar que el corrector automático no ha cambiado “el Kremlin” por “el Cremilla”, como en aquel famoso artículo de La Vanguardia. Es un proceso extremadamente concienzudo y riguroso que puede llevar meses, o un año, o más; al menos en mi época, los años 90, cuando los estudios aún se enviaban en papel y por correo. El formato digital ha reducido algo los plazos de espera, pero no los del trabajo, que sigue siendo el mismo.

Así es como funciona: un equipo de investigadores dedica meses o años a un estudio, a lo que una vez completado el trabajo se suman semanas o meses para detallarlo por escrito según los formatos estándar requeridos por las revistas. Para ello hay que elegir la revista en la que se intentará publicar, una elección de los propios investigadores que se basa en factores como la novedad de los resultados, la solidez de los datos y el impacto de las conclusiones.

Una vez enviado el estudio a la revista, el equipo editorial decide si lo canaliza para su revisión, o si directamente lo rechaza. En mi experiencia, lo segundo es lo más común. En ese caso, vuelta a empezar: los autores deben entonces elegir otra revista, tal vez de menor nivel o más sectorial, y volver a comenzar el proceso. No es raro que un estudio resulte rechazado por los editores dos, tres o cuatro veces antes de que alguna revista acepte darle una oportunidad e ingresarlo en el proceso de revisión por pares.

Los pares en cuestión, llamados reviewers o referees, no forman parte del equipo de la revista. Como indica el término, son iguales, investigadores en activo, científicos reputados con experiencia en el área del estudio, pero se supone que no son colaboradores ni competidores directos de los autores. Son, por tanto, completamente independientes. Un trabajo se envía como mínimo a dos referees, pero pueden ser hasta cuatro o cinco, y sus nombres permanecerán ocultos para los autores.

El proceso de revisión es un durísimo y despiadado destrozo del trabajo de los investigadores, de cabo a rabo. Algunos referees puntillosos pueden sugerir algún cambio en el estilo de redacción, pero el proceso de revisión está enfocado a diseccionar, destripar y despiezar el estudio, desde la concepción y el diseño experimental, pasando por los materiales y métodos utilizados, la ejecución de los experimentos y los resultados, hasta su análisis, presentación, conclusiones y discusión, y si todo ello es lo bastante transparente y está lo suficientemente detallado y documentado como para que otros investigadores puedan repetir los mismos experimentos.

Comprenderán que el resultado de todo este proceso suele ser en muchos casos un pulgar hacia abajo. Es frecuente que el veredicto de los referees sea tan negativo que desaconsejen a la revista la publicación del trabajo. Y entonces, vuelta a la casilla de salida.

Por fin, en algún momento de albricias, de repente el juicio de los referees concede la remota posibilidad de que el trabajo llegue algún día a ver la luz, si bien no antes de unos pequeños cambios. Pero estos pequeños cambios no consisten en sustituir un “sin embargo” por un “no obstante”, sino que generalmente requieren hacer nuevos experimentos. Y esto ya no es volver a la casilla de salida, sino sacar la carta de la cárcel. Nuevos experimentos implican guardar el estudio en el cajón durante semanas, tal vez meses, para después sacarlo del cajón y tirarlo a la papelera con el fin de incluir los nuevos resultados.

Si todo va bien y los nuevos experimentos confirman las conclusiones, al menos ya no estamos en la casilla de salida. Pero el trabajo debe volver a pasar una vez más por los referees. Se supone que, satisfechas ya sus exigencias, deberían finalmente aprobar el estudio para su publicación. Pero no hay garantías, y no es algo inédito que a las antiguas objeciones se superpongan ahora otras nuevas que al referee se le han ocurrido a propósito de los últimos resultados.

Eventualmente, por fin el trabajo llega algún día a publicarse. Para entonces, desde que los investigadores tuvieron la idea de emprender aquel estudio, los becarios ya han terminado la tesis y se han marchado a otros laboratorios. Algunos de los investigadores han tenido hijos. Alguno ha muerto. No es frecuente, pero sí esporádico, que en la lista de los autores alguno de ellos lleve junto a su nombre una llamada que a pie de página aclara: “deceased”.

A propósito de la lista de autores, conviene también explicar que todos los nombres van acompañados de llamadas que llevan al pie de la página, donde se enumeran las respectivas filiaciones de los investigadores. Pero además, los estudios detallan qué entidades los han financiado. Y desde hace varios años, es obligatorio también que cada uno de los autores firme una declaración individual en la que exponga sus conflictos de intereses; es decir, si recibe algún tipo de beneficio por parte de alguna entidad que pueda tener intereses en el área del estudio.

Por supuesto, esto no impide que las compañías financien estudios de sus productos, y de hecho todas lo hacen. Pero esto siempre queda especificado en el estudio como un conflicto de interés, y en cualquier caso estos trabajos deben pasar por todo el proceso anterior de evaluación independiente si aspiran a ser verdaderas publicaciones científicas, y no artículos en el boletín mensual de la empresa.

Naturalmente, como todo sistema, el de la ciencia también tiene sus defectos. Y como en todo colectivo humano, siempre hay ovejas negras. Hay ejemplos a gran escala, como los complots de las tabaqueras y de las azucareras para ocultar los perjuicios de sus productos, y a pequeña, como el de Andrew Wakefield, el médico que inventó la relación entre vacunas y autismo para hacer caja con ello, o el de Hwang Woo Suk, el biotecnólogo coreano que falseó un estudio sobre clonación humana. Pero de todo ello el sistema aprende y se perfecciona, del mismo modo que los accidentes de aviación sirven para corregir fallos, sin que los siniestros aéreos logren evitarse por completo.

Afirmar alegremente que los estudios científicos dicen lo que quiere quien los paga no solamente es ignorar todo esto, ni es solamente llamar a los referees idiotas o corruptos. La generalización supone acusar de corrupción a todos los actores del largo y complejo proceso científico; a todo el sistema en su conjunto. No, los estudios científicos no dicen lo que quiere quien los paga. Esos son los artículos periodísticos.

28 comentarios

  1. Dice ser para decir q algo se repite hay q saber si lo q se repite es igual q antes

    Bien.
    Teniendo este riguroso sistema de control para garantizar que las publicaciones científicas son eso mismamente, fruto de la ciencia y n ode la creencia o el parecer partidista que contente a algunos, ¿sabe alguien si existe un sólo trabajo publicado, por ende rigurosamente contrastado científicamente, de que el cambio climático obedece a eso que exponen algunos como normal repetición de fenómenos globales que se han producido en este planeta a lo largo de su dilatada historia? Es decir, ¿existe un sólo trabajo científico que determine a ciencia cierta el origen, la causa, la razón del cambio climático no ajeno a la participación de la actividad del ser humano? Y no vale decir que se produce un cambio cada no sé cuántos miels de años y aunque ahora no ha pasado tanto tiempo, total, como dentro de 5000 años va a suceder otro, para qué…
    ¿Cuáles son las causas del cambio climático? Si no hay actividad volcánica exagerada, si no hay meteoritos gigantescos cayendo, si no hay cambios en el eje del planeta, si no hay actividad solar demoledora diferente a ortas épocas, dónde carajo está la razón del cambio? Y tampoco vale decir que es uan suma de todo, porqeu en la suma hay que poner le porcentaje de todos los sumandos y sabiendo q de siempre se ha sumado.
    Por tanto, si es algo q se repite, proqu eparece ser q saben q se repite, sabrán cuál será el desarrollo. ¿O tampoco eso? Porque unos dicen q se est´aenfriando, otrso q viene la glaciación, otros q el infierno…

    15 julio 2017 | 00:04

  2. Dice ser macgyver

    Pues lo que ha dicho es totalmente cierto. En muchos casos hay estudios a favor de algo y otros que dicen lo contrario, dependiendo que quien los haya «encargado».

    15 julio 2017 | 00:28

  3. Dice ser Perico

    Para hacer estudios científicos se necesita dinero y los que ponen el dinero son casi siempre empresas que necesitan esos estudios para vender su producto. Si el resultado del estudio les perjudica, ya no financiarán más a esos científicos, así que se aseguran de que les salga a su favor.

    15 julio 2017 | 00:34

  4. Dice ser lector

    Yo soy poco conspiranoico, pero el @Perico tiene razón, esos estudios son caros, ¿quien los financia?

    15 julio 2017 | 00:56

  5. Dice ser Toni

    Depende, a Cameron Patterson lo financiaban por ejemplo las petroleras pero le retiraron toda financiación cuando sacó sus estudios sobre el plomo. No solo eso: fue perseguido, desprestigiado e incluso se contrataron científicos de renombre para hundirlo. Lo expulsaron del consejo nacional de contaminación atmosférica, hasta el gobierno cuestionó su trabajo. Sin embargo siguió luchando, investigando y publicando sus hallazgos hasta que le dieron la razón en 1973. Es decir, que no se trata únicamente de una cuestión monetaria. Con convicción se puede incluso enfrentar a las empresas mas poderosas y este pedazo de investigador es la prueba.
    Desafortunadamente este capítulo también demuestra que hay científicos capaces de venderse sin mayor problema, aunque sepan que lo que hacen perjudica a toda la humanidad.

    15 julio 2017 | 01:24

  6. Dice ser Profeta

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    Oh!!! Aleluya. No estas sólo Eduardo.

    Alabado sea el Señor.

    La homosexualidad descarada es anatema para Dios.

    Amén!!!

    15 julio 2017 | 01:28

  7. Dice ser Sebastián

    Efectivamente.. si el estudio da un resultado que no gusta se corta el grifo y no se concluye… Falta de resultados..es decir si el café fuese un elemento desencadenante (entre otros) del cáncer de páncreas… El estudio se para.. .. Podemos analizarlo de forma más sencilla… Porque alguien no tomaría café?.. 1. Porque no le gusta.. 2. Porque prefiere directamente tomarse una copa de cualquier licor…. 3.Porque tiene la tensión alta y no puede tomar café. En el caso primero podría ser igual tomar café que no… Se podrían vivir los mismos años.. En el segundo caso el café sería menos dañino que el alcohol.. y en el tercero la hipertensión es un riesgo muy elevado y evidentemente una causa de muerte.

    15 julio 2017 | 01:33

  8. Dice ser Profeta

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    Bien Eduardo, bien.
    No estas sólo.

    El nuevo orden y toda sus legiones de basura e inmundicia no será.

    Amén!!!

    PD; Ahora lo borráis hijos de mala madre.

    15 julio 2017 | 02:28

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    15 julio 2017 | 03:51

  10. Dice ser dudo luego existo

    Tanto el título del artículo como lo dicho en el programa de radio son generalizaciones y ya sabemos lo que pasa con las generalizaciones…

    15 julio 2017 | 07:19

  11. Dice ser asdfasdfa

    Será en tu disciplina, o en física, porque lo que es en psicología y sociología ya te digo yo que sí. En el último año de carrera trabajé en un laboratorio de investigación haciendo estadística, recogiendo y filtrando datos, etc. Al final si te pones tonto, puedes llevar las cosas más o menos por donde quieres. Puedes quitar casos extremos, puedes utilizar diferentes estadísticas, repetir la recogida de datos hasta que se acerque por azar a lo que quieres, etc.

    Es verdad que no te puedes inventar el estudio de cabo a rabo, y que siempre hay cierta evidencia detrás, pero que las conclusiones son muy maleables, también.

    15 julio 2017 | 08:58

  12. Dice ser Héctor Tilla

    Igual que en periodismo no existe la objetividad, en la Justicia existe la Ley y no la justicia o en política existen los votos pero no los ciudadanos, en la ciencia tampoco existe la rigurosidad.

    ¿Porqué?. Porque cada persona tiene una opinión propia y actúa según esa propiedad, somos SIEMPRE subjetivos.
    Los estudios científicos podrán ser muy sesudos, ensayados y elaborados que se quiera … pero … el resultado final que se presenta lo hace una (o varias) personas que creen en lo que hacen SEGÚN ELLOS.
    Si alguien paga por estos estudios el científico, inconsciente o subconscientemente, ya deja la rigurosidad en segundo plano. Y si el alguien que paga el estudio no cree conveniente su publicación, por los motivos que sean, y el científico calla y otorga … .
    Todos sabemos, y los científicos más, que la ciencia no es una cándida paloma blanca, no vengamos ahora a ponernos en la cabeza el arito de santos.

    15 julio 2017 | 09:06

  13. Dice ser Pedrito

    Para el que escribe la cosa;

    El dinero compra todo el circuito de verificación. Punto.

    15 julio 2017 | 10:17

  14. Dice ser joaquin

    Para mi lo malo de la revision por pares es que solo comprueba que el articulo este bien redactado y el nivel de impacto sobre la ciencia de los descubrimientos hechos en el estudio. Pero no comprueba la validez de los hechos ya que no intenta replicar los resultados del estudio, un punto que es fundamental para el metodo cientifico. Ya se que seria muy costoso volver a realizar el experimento por otra persona.

    Por el proceso que sufre la pblicacion de estudios hay muchos de ellos que se vician, los propios investigadores no digo que falseen los resultados pero si que en muchos casos se exageran las conclusiones con el fin de otorgarle un mayor impacto sobre la ciencia a su estudio y asi pueda ser publicado.

    15 julio 2017 | 11:23

  15. Dice ser Gonzalo Calvo Pérez

    Qué bajo nivel de artículos. Nada nuevo.
    Las publicaciones que se dicen científicas están, como todas las cosas hechas por e ser humano, sometidas a multitud de problemas de corrupción.
    Para empezar, el sistema de publicación en revistas revisadas por pares es corrupto, visto que los científicos están pagados normalmente por los impuestos, y luego el resultado de sus trabajos, que son esas publicaciones, esos artículos, se ven sólo accesibles a quien pague la revista, con lo cual es un repago, y un secuestro del dinero público intolerable.
    Además el proceso de revisión por pares es todo menos transparente, pues se mantiene en secreto quién es el revisor, con lo cual hay puerta abierta a que se censure a quien no interesa al revisor, y se dé carta blanca aquién sí le interesa.
    Hay multitud de experimentos que demuestran lo limitado de este sistema de revisión por pares que el redactor de este penoso artículo no sólo toma por ideal, sino que confunde con la ciencia en sí.
    Y por otro lado está el hecho d eque las instituciones cientificas están controladas bien por gobiernos, bien por eresas, bien por ambos a la vez, con lo cual los científicos cuyos intereses, temas de estudio, enfoques, no casan con los de esas organizaciones, tan a menudo corruptas e inmorales, simplemente se ven fuera de dichas instituciones. Puedo hablar de mi caso como ejemplo. He realizado varios descubrimientos científicos, pero ninguna institución me quiere. Hay una corrupción sistémica y sistemática de las instituciones científicas.
    Una de las calves es el modo de acceso a las mismas: El doctorado. Si no estás doctorado no se te permite acceder a puestos de investigador en ninguna universidad, ni centro público de investigación, y resulta que el acceso a la matrícula del doctorado depende de la decisión de los que ya están dentro de las instituciones, con lo que básicamente entran los amigos de los que ya son doctores, catedráticos, profesores universitarios, y quedan fuera los que no lo son, o traen ideas nuevas.
    Además, por supuesto, está el tema de la financiación. Quien decide qué temas de investigación se financiacian y cuáles no determinan los resultados científicos, e impiden que se desarrollen ciertos temas.
    Un caso clarísimo es el del cambio climático, que algunos ya han denunciado aquí.
    En fin, lamentable artículo, en serio.

    15 julio 2017 | 11:36

  16. Dice ser Carmen

    Hasta cierto punto sí es cierto lo que comentas: no dicen lo que quieren otros. Demuestran mediante varios pasos sus estudios y análisis.
    Pero como en todo, sucede que a pesar de ser científico, también se juegan sus puestos de trabajo y sus…subvenciones. Por lo menos en EEUU donde la presión por publicar cualquier descubrimiento por tonto que parezca les lleva a falsear datos, acelerar experimentos, modificar pruebas con tal de no perder la subvención que reciben (millonarias por cierto). De ahí que a veces se encuentren publicados artículos estrambóticos, científicos sin duda, pero que no aportan gran cosa a ningún campo (el coeficiente de fricción de una cáscara de plátano, por ejemplo. Esto es en los famosos IG Nobel).
    Un buen libro que leí hace par de años y que habla al respecto sobre la influencia del dinero en la ciencia es el de Federico di Trocchio,: Las mentiras de la ciencia: ¿por qué y cómo engañan los científicos?

    Así que bueno, quizás no digan lo que quieren oír los que pagan pero la presión está ahí y el peligro de publicar datos falsos también. No sé si por beneficiar al que paga o por beneficiarse a sí mismo.

    15 julio 2017 | 13:26

  17. Dice ser .

    Claro que no figura, por eso los estudios científicos de las revistas feministas dicen que no hay diferencia entre cerebros según sexo y los estudios científicos de los transexuales encuentran diferencias y han descubierto que cada transexual tiene el cerebro de su sexo escogido.

    15 julio 2017 | 14:40

  18. Dice ser Francisco

    No sé si ésto se sale del tema o no, pero no consigo decidir qué me resulta más repulsivo; si tu enfermiza y gratuita inquina hacia lo que llamas «pseudociencias» -que siempre sacas a colación aunque no venga a cuento-, la insufrible condescendencia que destilan tus infumables panfletos o el «tufillo» de paniaguado que se desprende de tu defensa a ultranza de la omnímoda ciencia y más concretamente de cierta «ciencia basada en la evidencia», que -¡Oh, contradicción!- no se da por aludida ante dicha evidencia.

    Porque, piénsalo: ¿no es evidente que, pese al astronómico aporte de recursos que se han dedicado durante el último siglo a la investigación del cáncer, por poner un ejemplo, los resultados distan mucho de ser todo lo positivos que pretenden hacernos creer?

    No sé si hay algún informe al respecto, pero, en vista de que pareces estar muy interesado en la investigación, yo te propondría que investigaras seriamente el montante económico de las «ayudas» que se han destinado a dichos estudios.

    ¡Seguro que lo flipas!

    Igual llegas a descubrir que la cifra supera con creces a la invertida en cualquier otro tipo de proyecto emprendido hasta ahora por la humanidad -militar, científico, social o espacial- pero con resultados absolutamentes nulos: esos farsantes, mal llamados «oncólogos», siguen irradiando hasta la muerte a sus pacientes desde hace un siglo, intoxicándolos (también hasta matarlos) con las mismas porquerías de antaño y puede que con algunas nuevas incorporaciones aunque muchísimo más peligrosas. Pero, eso sí: combinadas en forma de «cócteles» , cada vez más sofisticados, que proporcionan una muerte mucho más científica y digna, al parecer, que la que sufren los incautos que osan ponerse en manos del pseudocientífico de turno.

    De paso, a ver si puedes aclararme otra cosa: ¿adónde van a para esas cantidades ingentes de dinero habida cuenta de que es evidente que no se está dedicando a la investigación? (Puedo aconsejarte la lectura de algún documento -en francés- dónde queda muy claro a dónde van a parar esos recursos).

    Lo que es evidente es que cada vez se diagnostican más casos de cáncer, cada día muere más gente por su causa y, lo que es peor, cada vez se contrae a una edad más temprana y me parece francamente insultante que, con esos antecedentes, la medicina oncológica proclame a los cuatro vientos que es capaz de curar casi el 70% de los cánceres. ¡Poca vergúenza es lo que hay!

    Un saludo.

    15 julio 2017 | 15:59

  19. Dice ser quebasuradices

    qué risa
    pero y a ti…¿quién te paga?
    Anda ya! que todo lo que se quiere se puede probar, por eso hay estudios científicos probando exactamente lo contrario uno del otro.

    15 julio 2017 | 16:08

  20. Dice ser alfredo

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    15 julio 2017 | 19:43

  21. Dice ser Manipuladores

    Y tampoco la prensa verdad? Todavia me gustaria saber porque no hay tantas noticias del regimen de arabia saudi… Porque sera?? Quien tiene dinero nunca sera malo…

    16 julio 2017 | 01:16

  22. Dice ser Ivanka

    @Carmen

    No se te puede dejar sola, Carmen. En cuanto te quedas sola bates todas las marcas escribiendo tonterías.

    Es que no te lees, y así no puede ser, ¿no te das cuenta?, Carmen.

    16 julio 2017 | 02:07

  23. Dice ser Manololonganizas

    Olvidas un factor clave. Poderoso caballero es Don Dinero

    16 julio 2017 | 03:31

  24. Dice ser Desmitificador

    No se los estudios cientificos, pero las evaluaciones de impacto ambiental se falsean, se hacen favorables a la empresa que contrata al licenciado en ciencias ambientales, para que la admnistracion le dé via libre a construir lo que sea que quierea construir, invernadero, fabrica etc. etc.
    La carrera de ciencias ambientales es la que mas perjudica al propio medio ambiente.

    16 julio 2017 | 10:00

  25. Dice ser ImLive

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    16 julio 2017 | 11:47

  26. Dice ser Rompecercas

    Aquí lo han dicho, la revistas evalúan la forma y los posibles defectos aparentes, pero no evalúan la veracidad de todos los detalles internos de la investigación…que pueden manipularse, depender de unas condiciones de laboratorio, parámetros, elecciones etc… Luego, las condiciones de laboratorio, o las condiciones del estudio, dependiente de decisiones humanas, no son toda la verdad como sucede ahí en el exterior.

    Pensar que hay una ciencia infalible, que explica toda la realidad, es cientifismo…

    18 julio 2017 | 00:17

  27. Dice ser Cristina

    Me gustaría creer que es verdad, pero con los últimos escándalos de los estudios que se realizaron en las últimas décadas sobre el azúcar, y como se ocultó lo perjudicial que es con dinero de compañías de comida rápida y refrescos, me cuesta un poco creerlo.

    18 julio 2017 | 17:17

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