6.200 ñus mueren ahogados cada año para que otros animales vivan

El otro día dejé pendiente contarles un estudio que por primera vez ha puesto cifras a las muertes masivas de ñus en el río Mara y ha analizado qué papel juega esta criba natural de la gran migración en el funcionamiento del ecosistema Serengeti-Mara.

Un equipo de investigadores dirigido por los ecólogos (no confundir con ecologistas; los primeros suelen ser también lo segundo, pero no necesariamente al revés) Emma Rosi, del Instituto Cary de Estudios de los Ecosistemas, y David Post, de la Universidad de Yale (EEUU), en colaboración con los Museos Nacionales de Kenya y Mara Conservancy (la entidad que gestiona el sector occidental de la reserva de Masai Mara), está llevando a cabo el Proyecto Mara (aquí y aquí), destinado a analizar cómo funciona la ecología del río Mara, la arteria fundamental que aporta agua y nutrientes a todo el escenario de la gran migración.

Aves carroñeras alimentándose de ñus ahogados durante la gran migración en el río Mara en la reserva de Masai Mara, junto a la frontera de Kenya con Tanzania. Imagen de Javier Yanes.

Aves carroñeras alimentándose de ñus ahogados durante la gran migración en el río Mara en la reserva de Masai Mara, junto a la frontera de Kenya con Tanzania. Imagen de Javier Yanes.

Rosi, Post y sus colaboradores han recopilado datos históricos de 2001 a 2010 en la reserva de Masai Mara, la parte del ecosistema en territorio keniano. A ello han añadido sus propios estudios de campo de 2011 a 2015, en los que han empleado observaciones sobre el terreno, cámaras de vigilancia y análisis químicos del agua del río, de los peces y de los restos de los ñus.

Estos son los resultados, publicados en la revista PNAS: cada año mueren en el río una media de 6.200 ñus, lo que suma unas 1.100 toneladas de biomasa, el equivalente a diez cadáveres de ballenas azules. Durante el período estudiado por los investigadores, hubo ahogamientos masivos de ñus en 13 de 15 años.

Entrando en los detalles, el primer dato interesante es que solo un 2% de toda esta masacre animal sirve como comida para los cocodrilos. A pesar de lo que suelen mostrar los documentales sobre la gran migración, lo cierto es que los reptiles son una preocupación anecdótica para los ñus.

Como conté anteriormente, la mayoría de los animales mueren ahogados. Las orillas del Mara son muy escarpadas en la mayor parte de su recorrido a través de Masai Mara. Unos pocos ñus se descalabran al descender, empujados por la manada, y quedan abandonados a su suerte en el río. Pero la mayoría de los ahogamientos se producen al pisotearse unos a otros en el agua y, sobre todo, por la avalancha de animales que se acumula en la orilla de destino mientras tratan de trepar por la ribera empinada hacia la seguridad de la llanura. Al contrario de lo que dicen algunas webs, no son arrastrados por los rápidos; el río Mara no suele tener rápidos, al menos con el régimen habitual de lluvias.

Sí hay zonas de rocas, pero sin estrechamientos del cauce, y el caudal normal no suele forzar un régimen de aguas rápidas a través de estos tramos. Uno de ellos es el que, como expliqué ayer, marca el límite sur de Masai Mara y la frontera con Tanzania y el Serengeti. En aquel lugar hay un puente que cruza el río comunicando los sectores oriental y occidental de la reserva. Allí las rocas suelen atrapar los cadáveres que bajan desde el norte arrastrados por las aguas.

Cuando se producen ahogamientos en masa, el resultado es un festín para los carroñeros, sobre todo marabús, buitres dorsiblancos, buitres moteados y buitres encapuchados. Las fotos de esta página muestran uno de esos banquetes junto al New Mara Bridge en 2001. Y aunque aún no se han inventado las fotos con olor, puedo asegurar que era preferible contener el aliento para no vomitar debido al intenso hedor de aquel paisaje de muerte.

Pero en realidad, ¿qué parte de toda esa masa de ñus muertos consumen los carroñeros? Pues no mucho: según los datos de Rosi y Post, solo entre un 6 y un 9% de los tejidos blandos de los cadáveres. Así pues, ¿qué ocurre con la inmensa mayoría de la materia orgánica que ni los cocodrilos ni los buitres consumen? La respuesta está bajo el agua, y el dato es sorprendente: cuando los restos de los ñus invaden el río, los peces obtienen entre un 34 y un 50% de su dieta de esta fuente de alimento. Así que los grandes devoradores de las víctimas de la migración no son los cocodrilos ni las aves carroñeras, sino los peces.

Sin embargo, no todo este alimento procede directamente de los cadáveres; los investigadores sugieren que es así en parte, pero que el resto procede del procesamiento previo de los restos por parte de otras especies. Rosi, Post y sus colaboradores cuentan que los tejidos blandos de los ñus se descomponen en 2 a 10 semanas, pero después quedan los huesos, y estos pueden persistir en el agua durante siete años, acumulando la mitad de la biomasa total que recibe el río, liberando lentamente sus nutrientes y prestando soporte al crecimiento de tapices microbianos formados por bacterias, algas y hongos.

Según los autores del estudio, algunas de las especies de peces del Mara obtienen su alimento comiéndose estos tapices o devorando los insectos que previamente se han alimentado de los cadáveres. Meses después de un ahogamiento masivo, entre un 7 y un 24% de la dieta de los peces aún procede de estos tapices, según revela el análisis de isótopos realizado por los científicos.

«Este dramático aporte libera nitrógeno, fósforo y carbono terrestres a la cadena alimenticia del río», dice Rosi. «Primero, los peces y los carroñeros se ceban en los tejidos blandos, y después los huesos de los ñus liberan lentamente nutrientes al sistema, alimentando a las algas e influyendo sobre la cadena alimenticia en una escala de décadas».

Aves carroñeras alimentándose de ñus ahogados durante la gran migración en el río Mara en la reserva de Masai Mara, junto a la frontera de Kenya con Tanzania. Imagen de Javier Yanes.

Aves carroñeras alimentándose de ñus ahogados durante la gran migración en el río Mara en la reserva de Masai Mara, junto a la frontera de Kenya con Tanzania. Imagen de Javier Yanes.

El trabajo de estos investigadores subraya aún más la necesidad de preservar un fenómeno hoy casi único en la Tierra, pero que solía ser común en los ríos de un planeta aún no tan alterado por el ser humano como el que nos ha tocado vivir. Según la primera autora del estudio, Amanda Subalusky, «lo que ocurre allí es una ventana al pasado, cuando los grandes rebaños migratorios eran libres para recorrer los paisajes, y los ahogamientos probablemente desempeñaban un papel importante en los ríos de todo el mundo».

Tristemente, se da la circunstancia de que actualmente la segunda mayor migración terrestre del mundo tiene lugar en el Parque Nacional de Bandingilo, un enclave situado en un país asolado por la guerra y el hambre como es Sudán del Sur; y lógicamente, uno de los parques nacionales menos visitados del mundo, que sin embargo podría ser una fuente de riqueza para el que se ha convertido en un Estado fallido desde su independencia en 2011. A la tragedia humana, que siempre es la preocupación prioritaria, se superpone la pérdida de la biodiversidad cuyos efectos son mucho más sutiles e indirectos, pero cuyas consecuencias a largo plazo, como los huesos en el río, continuarán liberando un legado de muerte durante décadas.

4 comentarios

  1. Dice ser Ignotis parentibus

    A eso le puedes sumar los pollos, cerdos, cabritos, pavos, cochinillos, vacas, terneros, atunes, calamares, pulpos, merluzas, peces de río, etc. para que nosotros disfrutemos de una buena comida que no es lo mismo que para SOBREVIVIR.

    09 julio 2017 | 16:04

  2. Dice ser Carmen

    Impresionante, la verdad… Ve uno hay el frágil equilibrio de la vida donde todos dependen de todos, incluido el comer o ser comido.
    Sería interesante saber si ese tipo de estudios se llevan a cabo en España en cuanto a depredadores y grandes carroñeros.

    09 julio 2017 | 16:13

  3. Dice ser Eva

    Me ha parecido un artículo bastante interesante sobre aspectos de la vida salvaje que ni imaginamos.

    09 julio 2017 | 18:35

  4. Dice ser Profeta

    Nuevas denuncias por abusos sexuales en Sanfermines: van cinco en tres días Ver más en: http://www.20minutos.es/#xtor=AD-15&xts=467263

    Ver más en: http://www.20minutos.es/#xtor=AD-15&xts=467263

    Joder, qué horror.
    Ciudadanos de esta podrida y corrupta Nación. Nada de san fermines hay que prohibirlos y pasar al otro lado, a unas fiestas nuevas en este desconocido país masón, impresionantes, impactantes, de New age, para seguir celebrando por su gran contenido cultural y tradicional: las fiestas del orgullo gay.

    jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja

    Me pregunto qué será de todos vosotros, hijos de mala madre.

    «Yo soy la voz que clama en el desierto, enderezar los caminos del Señor»

    Amén!

    10 julio 2017 | 01:55

Los comentarios están cerrados.