Este es el mayor espectáculo natural del mundo, y está pasando ahora mismo

Si hubiera que escoger un espectáculo natural que todo ser humano debería contemplar antes de abandonar este mundo, mi recomendación es esta: la gran migración anual en el ecosistema Serengeti-Mara, un movimiento animal en masa a través de un pedazo de tierra africana que una línea en el mapa divide entre los territorios no históricos, sino deliberadamente artificiales, de Kenya y Tanzania. Y aunque el Serengeti es más popular en los documentales, mi elección particular es la reserva de Masai Mara, en Kenya; un país al que llevo viajando ya un cuarto de siglo.

Algunas imágenes de la gran migración en Masai Mara (Kenya). Fotos de Javier Yanes.

Algunas imágenes de la gran migración en Masai Mara (Kenya). Fotos de Javier Yanes.

Ya sé, ya sé: reconozco ostensiblemente que no todo ser humano puede costearse semejante viaje. Pero un poco más abajo voy a explicarles por qué sería un desastre que todo ser humano pudiera costearse semejante viaje. Y de todos modos, admitámoslo: posesiones o experiencias son dos enfoques distintos de la vida, a menudo incompatibles para la sufrida clase media a la cual la mayoría pertenecemos. En las numerosas ocasiones en que tratamos de convencer a amigos para que nos acompañen a Kenya, las objeciones al precio suelen venir cuando la factura se suma a los gastos del apartamento en la playa, el coche de marca, la moto, el equipo de esquí o la bicicleta de carreras. La vida es cuestión de prioridades.

Eso sí; uno de los atractivos de la gran migración es al mismo tiempo un inconveniente para quienes vayan a viajar allí solo una vez: su imprevisibilidad. Durante unos 15 años mantuve mi web sobre Kenya, Kenyalogy.com, un recurso gratuito con toneladas de información para viajeros que hoy está desactivada porque ahora me es imposible mantenerla mínimamente actualizada (pero que algún día regresará). Y entre los cientos o miles de consultas a las que respondí, la migración era uno de los temas recurrentes: ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo?

Pero la gran migración no tiene horarios, ni pases, ni convocatorias, ni recintos acotados. Es un fenómeno natural variable sin garantías ni derecho a devolución. Y parte de la gloria del espectáculo depende de cómo vengan las lluvias ese año, lo que determina el caudal del Mara y de sus tributarios como el Talek o el Sand River.

De julio a septiembre, ahora mismo, es la época ideal para encontrar los grandes rebaños de ñus merodeando plácidamente por los pastos de Masai Mara, atravesando los territorios de los clanes de leones que los acechan al amanecer y al atardecer. Cuando se topan con la escarpada orilla del río Mara o de sus afluentes, se acabó la placidez: los animales comienzan a apelotonarse y a mugir nerviosamente, hasta que la necesidad vence al miedo y se lanzan en tropel a vadear el cauce. No todos lo consiguen; algunos mueren ahogados bajo la avalancha de la manada, y otros son arrastrados bajo el agua por los cocodrilos que vigilan la escena.

Para presenciar estos cruces del río se requieren, sobre todo, paciencia, observación y perseverancia, las dotes del científico; imagino que es esta fusión de viajes, naturaleza y ciencia la que a algunos nos engancha irremediablemente a aquel lugar sobre todos los demás en la Tierra. Claro que quienes viajan con un safari organizado cuentan con la ayuda de los soplos que los conductores profesionales se transmiten unos a otros por radio. Pero créanme, no hay nada como hacerse con un coche de alquiler, un GPS y unos buenos mapas de los de siempre, y ser uno mismo quien descubra aquellas maravillas.

Nos faltarán la experiencia de los profesionales y la ayuda de la radio, pero a cambio podremos contemplar el teatro de la naturaleza durante todo el tiempo que nos apetezca, sin las prisas de un conductor deseoso de tachar cuanto antes todos los animales de la lista para ganarse la propina y terminar su jornada. Recorriendo las sabanas al propio albedrío se disfruta al máximo de la emoción de la búsqueda y el rececho; pero a diferencia de los cazadores, nosotros solo capturamos memorias e imágenes, y solo matamos el tiempo y el hambre de libertad.

La migración del Serengeti-Mara es el mayor movimiento terrestre de animales que los humanos aún no hemos destruido, como ocurrió con las vastas manadas de bisontes que poblaban las praderas de Norteamérica antes de la expansión de los colonos hacia el oeste. África solía albergar varias de estas voluminosas circulaciones cíclicas de herbívoros, la mayoría de ellas hoy desaparecidas excepto por pequeños testimonios residuales en lugares como Amboseli (Kenya), Tarangire (Tanzania) o en otros países del sur del continente.

Tradicionalmente se cifra la muchedumbre bovina en 1,2 millones de ñus, a lo que se añaden grupos numerosos de antílopes, cebras y jirafas; aunque ignoro si alguien ha contrastado recientemente los datos. El ecosistema cuenta con toda la protección teórica que se le puede prestar, pero también está sujeto a múltiples amenazas, desde la construcción de infraestructuras –recientemente se logró impedir la construcción de una carretera de asfalto a través del Serengeti– hasta la expansión de los asentamientos humanos y sus actividades asociadas, como la ganadería. Y cómo no, también la presión turística, promovida por los propios maasáis que habitan la región: en el último par de decenios han proliferado inmensamente los alojamientos de safari, sobre todo en los ranchos colindantes con la reserva, que son propiedad de las comunidades locales.

Tristemente, el ecosistema ha ido transformándose en las últimas décadas en una pequeña ciudad dispersa que cada vez soporta más carga de visitantes; y los conductores de safaris, ávidos de propinas, se saltan los límites de los caminos marcados para acercarse lo más posible a los animales. El tráfico dentro de la reserva crece sin control, abriendo cada vez más cicatrices de roderas en las cada vez menos prístinas praderas, y congregando cada vez más masas de animales de cuatro ruedas en torno a los cada vez menos salvajes y más acosados animales de cuatro patas…

Comprenderán ahora que todo esto debe tener un precio. Si costara como la Costa del Sol, sería como la Costa del Sol. Pero por otra parte, Kenya vive en gran parte de sus visitantes; el país renunció en 1977 a los jugosos beneficios económicos de la caza mayor que otros países africanos sí continúan explotando, pero depende de los ingresos del turismo para salir de una miseria y un subdesarrollo que aún asfixian a la mayoría de sus habitantes. Es un complicado equilibrio, y por ello la armonía entre conservación y explotación turística es el santo grial siempre perseguido por la (siempre corrupta) administración keniana.

Por el momento y pese a todo, el ecosistema se defiende con salud. Mañana les contaré un estudio que pone interesantes datos a lo que cada año, en este ciclo sin fin de la vida, sucede sobre las sabanas de Kenya y Tanzania. Mientras, si aún no han decidido qué hacer este verano y están dispuestos a prescindir del apartamento en la playa y la bicicleta de carreras, anímense a conocer algo que permanecerá en su recuerdo hasta el último día en que la memoria les acompañe.

7 comentarios

  1. Dice ser y emitirlo en streaming

    Podrían crear un tinglado de globos y cámaras para ver la procesión.

    05 julio 2017 | 15:21

  2. Dice ser Ivi

    Cierto, es un espectáculo increíble, tan brutal que deja huella, tanta como para tatuarme y volver dentro de 10 días ^^. Y para pagárselo sólo hay que querer, que chorradas te puedes quitar muchas y hacerte la hucha

    #1 tienes la posibilidad de verlo en globo por el Masai Mara.

    05 julio 2017 | 17:15

  3. Dice ser Khalessi

    Espectacular sin duda, pero también hay otros que no se quedan cortos…

    http://documentalium.blogspot.com/2014/06/las-mayores-concentraciones-de-animales.html

    05 julio 2017 | 18:02

  4. Dice ser sobre el cambio climático y las palabras aventureras

    Se está escuchando la cantinela de que el cambio Climático, este porceso climático que está cambiando las condiciones meteorológicas en el planeta, obedece, no a la influencia humana, sino a un proceso natural, que se repite a lo largo de la Historia.
    Bien. Si la cienci aest´adando datos que se van corroborando, apuntando hacia la influencia del hombre, ¿podrían los negacionistas, esos que hablan de un proceso natural, dar datos, demostrar, que es parte de un proceso natural, auqnue se repita, da igual?
    ¿Podrían aportar datod definitivos los negacionistas de que la actividad humanoa est´aprovocando cambios en el clima, que lo que est´asucediendo es ese proceso famoso que se repite? ¿Podrían aportar la spruebas contundentes que les llevan a decir que el hombre no tiene la culpa, de que la culpa es de la naturaleza en sí misma?
    Es decir, si no es el hombre, ¿podrían indicar los procesos que están provocando ese cambio? Y no vale escudarse en pareceres, no. Que expliquen cuáles son los procesos, sus orígenes, sus medicioens, etc.
    Gracias.

    05 julio 2017 | 18:45

  5. Dice ser mejor dejarlo todo como está, no sea que...

    2, está bien saber lo del globo masai Mara, pero si todo el mundo quiere ir al globo las probabilidades de que caigan humanos junto con el globo a la procesión y se los lleven por delante en frenético frenético traqueteo de pezuña aumentan estrepitosamente. Sería interesante q pusieran una webcam y poder verlo desde cualquier parte del planeta. O no, no sé, que igual lo ven y les gusta ver correr las bestias a la carrera y conociendo al humano tan dado a lo festivo se querrán montar los Maraifermines. Estaba pensando en poner un comedero para la gente, que vieran sentado en tumbonas el espectculo, pero la idea la abandoné cuando estaba preparando una tortilal y se la chascó un cocodrilo salpicando todo de hueverío con sus gigantescas fauces. Imaginé uan mano o una pierna en esa boca y dije, quita, quita! y abanoné la loma con el aliento del cocodrilo frotándome la oreja un buen rato.

    05 julio 2017 | 20:52

  6. Dice ser lamunia

    Me enamoré de África el verano pasado, pude visitar Nairobi, Lamu (pasé tres semanas en un voluntariado) y escaparme un fin de semana a Tsavo, más modesto que Masai Mara, pero alucinante para alguien que nunca había vivido una experiencia ni por asomo parecida. Esperaré con ganas el resurgimiento de Kenyalogy.com, mientras vuelvo a llenar la hucha 🙂

    06 julio 2017 | 10:06

  7. Dice ser Ignotis parentibus

    Esto es África que diría la cantante colombiana Sakira.

    06 julio 2017 | 11:24

Los comentarios están cerrados.