¿Qué tiene más pelos, una polilla o una cabeza humana?

A estas alturas creo que todos sabemos reconocer una pregunta trampa; evidentemente, una polilla tiene más pelos que una cabeza humana. Pero seguro que no imaginan cuántos más: unas 100.000 veces más. Frente a los 100.000 cabellos en la azotea del Homo sapiens medio (cifra que, sobra decirlo, varía salvajemente entre particulares), el cuerpo del insecto lleva cerca de 10.000 millones de pelos. ¿A que tampoco podían sospechar que una abeja tiene aproximadamente el mismo número de pelos que una ardilla, unos tres millones?

Una polilla procesionaria del pino. Imagen de Alvesgaspar / Wikipedia.

Una polilla procesionaria del pino. Imagen de Alvesgaspar / Wikipedia.

Los números son de Guillermo Amador y David Hu, investigadores del Instituto Tecnológico de Georgia (EE. UU.). Pero Amador y Hu no se dedican a contar los pelos de los animales por puro pasatiempo, tortuoso placer o aspiración de récord Guinness. Los curiosos datos no solo sirven para el arranque de un artículo como este, sino que tienen un propósito dentro de una disciplina muy candente llamada biomimética.

La biomimética consiste en hacer ingeniería inversa de la naturaleza para copiar sus mecanismos. Aunque (atención, importante) la evolución NO perfecciona ni mejora la naturaleza, como erróneamente suele creerse, sí es cierto que dota a los organismos de sistemas para interaccionar con su entorno que no solamente tienden a la eficacia, sino también a la eficiencia energética, dado que ahí fuera siempre se está librando una batalla por consumir menos energía de la que se adquiere.

Amador y Hu se hicieron una pregunta: ¿cómo logran los seres vivos mantenerse limpios? Y obviamente, desentrañando los sistemas empleados por las distintas especies para conservar una cierta pulcritud, sería posible tratar de imitar estos mecanismos en nuestra ingeniería. El diseño de materiales que repelan la suciedad, sin necesidad de pinturas o recubrimientos especiales, ahorraría ingentes cantidades de dinero, sudor humano y riesgo laboral en la limpieza de fachadas de rascacielos.

En otros casos la simple imposibilidad de pasar una bayeta puede malograr carísimos proyectos; pensemos, por ejemplo, en los robots que operan sobre la superficie de otros planetas, que en ciertas ocasiones han sufrido graves crisis de funcionamiento simplemente por el depósito de polvo en sus paneles solares.

Para estudiar las estrategias de limpieza de los animales, los investigadores de Georgia Tech debían fijarse especialmente en el pelo, ya que, calculan, este multiplica por 100 la superficie total expuesta de un organismo. Y aquí vienen más datos curiosos: según Amador y Hu, una abeja posee una superficie corporal total similar a la de una tostada, un gato la de una mesa de ping pong, una chinchilla la de un todoterreno y una nutria la de una cancha de hockey.

El pelo protege del frío, pero a cambio es una trampa para el polvo y la mugre. Y sin embargo, según explican los investigadores en su estudio, publicado en la revista Journal of Experimental Biology, el pelo también ayuda a la limpieza, manteniendo la suciedad lejos del cuerpo, impidiendo que se adhiera a la piel y facilitando su eliminación.

Revisando trabajos previos de otros autores, Amador y Hu descubren que los animales emplean básicamente dos clases de técnicas para mantenerse limpios. La primera es activa, a través de estructuras móviles que peinan los pelos para retirar los depósitos, como sucede en los insectos; algunos animales segregan sustancias químicas limpiadoras o emplean la acción mecánica, como los perros cuando se sacuden el agua.

Pero a los investigadores les interesa especialmente otro tipo de estrategias, las pasivas, las que no implican un gasto de energía del propio animal, ya que son estas las que podrían facilitar el diseño de materiales resistentes a la suciedad. Las pestañas, por ejemplo, no solo actúan como barrera, sino que además redirigen la circulación del aire. Las cigarras llevan en sus alas un prodigioso sistema de pinchos microscópicos que destruyen las bacterias.

Los investigadores han publicado este breve vídeo que muestra cómo se asean una abeja y una mosca de la fruta. En el caso de la mosca, se aprecia cómo los pelos le sirven de catapulta para expulsar la suciedad lejos del cuerpo.

2 comentarios

  1. Dice ser Maria Lucas

    Hace tiempo, yo hice una tarea de recolectar insectos
    y tuve una persepcion de esto, que las polillas y otros insectos tienen una infinidad de bellitos en todo su cuerpo.

    saludos

    10 noviembre 2015 | 21:41

  2. Dice ser Sociólogo Astral

    Tiene mas pelos una «pelilla». espero que nadie me quite este chiste tan bueno.

    10 noviembre 2015 | 22:38

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