La Unión Europea quiere que viajemos en coches voladores

Entre las imágenes clásicas de lo que el porvenir iba a deparar a los ciudadanos del siglo XX, la del transporte aéreo personal era una de las más populares. Dicen que la ambición de volar es una de las más viejas del ser humano, y está claro que la experiencia de embutir las posaderas en un asiento de Economy (la clase monkey, en el argot) mirando las nubes a través de una mirilla agrandada no la satisface. A algunos la idea de volar de verdad siempre nos ha puesto los dientes largos, y dado que carecemos de los recursos para pagarnos una licencia de piloto (del avión, ya, ni hablamos), nunca hemos renunciado a hincar el colmillo a esa fantasía con la esperanza de que algún día el futuro nos traiga aerocoches a precio de utilitario.

Aunque la idea del coche volador nos retrotraiga al futurismo de los años 50 del siglo pasado, el concepto de un aparato que domine a la vez el aire y la carretera es en realidad casi tan viejo como la aviación. El primer intento conocido, el Autoplane del aviador estadounidense Glenn Curtiss, se presentó en 1917 en la Exposición Aeronáutica Panamericana de Nueva York, aunque no consta que llegara a volar. Aquellos primeros intentos eran simplemente aviones ligeros con alas desmontables o plegables, como en el caso del biplano francés Tampier (1921), que en carretera circulaba con la cola delante y debía ir seguido muy de cerca por un automóvil para evitar que la hélice masacrara a algún ciclista. En algunos casos, como el ConvAirCar o el AVE Mizar, los inventores directamente adosaban coches a piezas de avión en lo que hoy parecerían montajes de Photoshop. Pero a diferencia de lo que ocurre con el retoque fotográfico, algunos de estos corta-pegas reales mataron a sus artífices.

En 1950 el gobierno de EE. UU. aprobó el primer aparato para uso en el aire y en carretera. Se trataba del Airphibian, desarrollado en 1946 por Robert Edison Fulton (no emparentado con el inventor de la bombilla ni el del barco de vapor, pero claramente predestinado). El artefacto era básicamente una avioneta partida por la mitad, que dejaba la sección trasera con alas y cola en el aeropuerto, mientras que la hélice se desmontaba para viajar por tierra. El Airphibian nunca llegó a producirse para la venta por falta de inversores, pero en cambio sí llegaron a venderse seis unidades del Aerocar de Moulton Taylor, creado en 1949 y también aprobado por la autoridad de aviación civil estadounidense. Tanto por diseño como por mecánica, el Aerocar estaba más próximo al concepto de coche volador que al de avioneta convertible, con un motor de tracción para las ruedas delanteras, un volante circular y cambio de marchas. Al parecer, uno de los seis Aerocars que llegaron a fabricarse llevó como pasajero en una ocasión a Raúl Castro en Cuba.

Modelos históricos de coches voladores. De izquierda a derecha y de arriba abajo, el Curtiss Autoplane (1917), el Tampier (1921), el Convaircar (1947), el AVE Mizar (1973), el Fulton Airphibian (1946) y el Aerocar (1949). Imágenes de Flight Magazine 1917, roadabletimes.com, Convair, Doug Duncan, FlugKerl2, Ciar.

Modelos históricos de coches voladores. De izquierda a derecha y de arriba abajo, el Curtiss Autoplane (1917), el Tampier (1921), el Convaircar (1947), el AVE Mizar (1973), el Fulton Airphibian (1946) y el Aerocar (1949). Imágenes de Flight Magazine 1917, roadabletimes.com, Convair, Doug Duncan, FlugKerl2, Ciar.

Los intentos de fabricar un coche volador nunca han cesado, y varios de ellos continúan vivos hoy. Quizá el más conocido es el de la compañía Terrafugia, fundada por ingenieros aeroespaciales formados en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Su modelo Transition, un biplaza de alas plegables, lleva algunos años circulando por exhibiciones y por internet. Ciertas críticas le achacan que la pretensión de dominar el aire y la carretera a un tiempo hace que no domine bien ninguno de los dos. Pero quizá los mayores inconvenientes del Transition sean otros, a saber: de un coche volador uno espera que cueste lo que un coche, no lo que un avión; que no requiera una licencia de piloto; y que no exija disponer de una pista de aterrizaje privada de 518 metros. Y el aparato de Terrafugia no cumple ninguno de los tres requisitos, por mucho que la compañía se empeñe en sugerir que 279.000 dólares es un precio asequible.

En realidad, el Transition es más avioneta que coche; algo que los ingenieros de Terrafugia quieren cambiar en su próximo modelo, el TF-X, que la empresa anunció el mes pasado para dentro de unos diez años y que podrá despegar y aterrizar en vertical, acomodar a cuatro pasajeros y aparcar en una plaza estándar, todo ello en un vehículo híbrido cuyo manejo podrá aprenderse en cinco horas. De hecho, volará solo y contará con sistemas automáticos para evitar colisiones. La única pega será el precio, aún no detallado, pero que se prevé en el orden de magnitud de los «coches de lujo de muy alta gama».

No todos los modelos de coches voladores vienen del otro lado del Atlántico. De hecho, el triciclo holandés PAL-V One (siglas de Personal Air and Land Vehicle) ofrece una ventaja muy tranquilizadora frente a los prototipos de Terrafugia. Pensemos en los vehículos que a diario encontramos averiados en el arcén de la carretera. Cuando se trata de un automóvil de los de toda la vida, a los ocupantes se les suele ver junto al coche ataviados con sus chalecos amarillos y esperando a que la grúa se presente. Pero en el caso de un vehículo aéreo, sus pasajeros probablemente seguirían dentro, muertos a causa del impacto. A pesar de que los diseños suelen incorporar medidas de seguridad tan obvias como los paracaídas, el sistema del PAL-V One le permite aterrizar aunque el motor falle. El aparato utiliza el principio del autogiro, invención netamente española debida al ingeniero Juan de la Cierva y que la aviación nunca ha llegado a explotar a fondo. A diferencia del helicóptero, el rotor del autogiro no va propulsado, sino que gira libremente (autogira) por el impulso del aire cuando el aparato avanza gracias a su hélice. Así, aunque el motor se pare, el giro autónomo del rotor permite un aterrizaje suave. El PAL-V One, que hizo su vuelo inaugural el pasado abril, solo necesita 165 metros para despegar y aterriza en unos escasos 30 metros. Actualmente la compañía busca inversores para la fase de desarrollo y comercialización.

Pero si todo lo anterior continúa sonando a ciencia ficción, o al menos a caros juguetes exóticos que solo disfrutarán unos cuantos millonarios (esos que, de todos modos, ya tienen su jet), el hecho de que la Unión Europea financie un proyecto en este campo puede cambiar las reglas del juego para que estos vehículos lleguen a convertirse algún día en algo al alcance de los mortales. De hecho, el propósito de los artífices de myCopter es «allanar el camino para el uso de Vehículos Aéreos Personales (PAV) por el público en general», con la finalidad de aliviar «los problemas de congestión en el transporte por tierra y el anticipado crecimiento del tráfico en las próximas décadas», según describen los investigadores en la web del proyecto. El autor de la idea es el director del Instituto Max Planck de Cibernética Biológica (Alemania) Heinrich Bülthoff, y en el consorcio participan además otras cinco instituciones europeas de todo crédito, como la Escuela Federal Politécnica de Lausana y el Instituto Tecnológico Federal de Zúrich (Suiza).

Concepto artístico de un vehículo aéreo personal (PAV). myCopter.

Concepto artístico de un vehículo aéreo personal (PAV). Copyright Gareth Padfield / Flight Stability and Control. Utilizada con permiso.

En realidad, myCopter no entra en la categoría de coches voladores, ya que está concebido únicamente para uso aéreo. Pero si pudiéramos tener en casa un pequeño helicóptero personal, ¿quién iba a echar de menos el uso anfibio (término que sirve también para tierra y aire)? Los integrantes del consorcio internacional aspiran a integrar «avances tecnológicos e investigaciones sociales necesarios para mover el transporte público a la tercera dimensión». El aparato que pretenden desarrollar está «concebido para viajar entre los hogares y los lugares de trabajo, y para volar a baja altitud en entornos urbanos». «Tales PAV deberían ser total o parcialmente autónomos sin requerir control de tráfico aéreo desde tierra. Aún más, deberían operar fuera del espacio aéreo controlado mientras el actual tráfico aéreo permanezca inalterado, y deberían después integrarse en la próxima generación de espacio aéreo controlado».

Sin embargo, queda un largo e incierto camino por delante. El myCopter de momento es solo un dibujo, aunque ya existe un simulador que el periodista del diario The New York Times Danny Hackim ha podido probar recientemente. «No sé volar y ni siquiera soy un conductor muy entusiasta, pero despegué fácilmente desde lo que parecía un campo rodeado por seis casas en la campiña inglesa», escribía Hackim. «Después seguí una carretera aérea virtual que se extendía ante mí, atravesando una serie de cuadrados morados dispersos por el cielo simulado».

Concepto artístico de la cabina de un vehículo aéreo personal (PAV). myCopter.

Concepto artístico de la cabina de un vehículo aéreo personal (PAV). Copyright Gareth Padfield / Flight Stability and Control. Utilizada con permiso.

La simulación ya apunta una idea que sin duda deberá formar parte del diseño: para que myCopter fuera realmente un medio de transporte de uso general y no provocara decenas de siniestros catastróficos cada día, el pilotaje tendría que ser al menos parcialmente automático, guiado estrictamente por GPS a través de rutas prestablecidas y facilitado al usuario mediante una interfaz sencilla. Pero además de los retos técnicos, el proyecto, de seguir adelante, se enfrentaría a enormes desafíos de cara a la regulación y la infraestructura necesarias para un sistema de transporte que revolucionaría todo lo que hemos conocido hasta ahora. Los sistemas actuales de ordenación del tráfico urbano quedarían obsoletos, como vallas, barreras y bordillos. ¿Cómo evitar el abuso y la violación de espacios restringidos? ¿Aterrizarían los ladrones en las azoteas para desvalijar las casas? ¿Se estrellaría contra el quinto piso de un edificio un delincuente en fuga perseguido por la policía? ¿Los conductores agresivos nos adelantarían no solo por izquierda y derecha indistintamente, sino también por arriba y abajo? Tal vez la solución fuera que la policía dispusiera de vehículos aún más capaces. ¿Qué tal los spinners de Blade Runner?

7 comentarios

  1. Complicado lo veo, pero bueno si le meten dinero a la I+D…

    http://goo.gl/8sRNwJ

    27 junio 2014 | 09:45

  2. Dice ser Marcos

    Esto es algo muy viejo, y siempre ha sido y será una tarea imposible.

    Nunca se podría permitir que la gente circulará en coches voladores, no al menos si estos tiene plena autonomía, ya que los conocimientos para volar y la pericia que conlleva, no tiene nada que ver a la de circular por el suelo.

    Además también supondría un gran peligro para la seguridad, y no me refiero a los accidentes (que eso también esta presente en los vehículos terrestres) si no más bien que si tienes un vehículo volador podrías colarte en casi cualquier parte, saltándote la seguridad de muchos edificios, y tampoco parece muy lógico que en ese sentido se le permitirá a todo el mundo tener un coche volador.

    Lo que si veo posible en un futuro, es que los taxis o lo autobuses vuelen, ya que en ese caso estaríamos hablando de conductores preparados para la tarea, que tendrían más de pilotos que de conductores, y ofrecen garantías de que solo va a ir por rutas ya prefijadas, es decir el vehículos no estaría en manos de cualquiera.

    También podría ser que se inventarán coches que volasen, pero estos no se pudieran controlar directamente, si no que todo fuera muy automatizado, y el coche solo pudiera volar por autopistas aéreas (llamémoslas así) ya definidas, y es el ordenador de a bordo el que te lleva a cualquier destino que tu le indiques, por lo que todo estaría en manos de las maquinas y el usuario seria un mero pasajero en su propio coche volador.

    27 junio 2014 | 11:34

  3. Dice ser Warp

    Si en dos dimensiones nos matamos a cientos, imagínate con 3. Entre los leñazos aéreos y las víctimas inocentes a las que les caigan los trozos de aerocoches, no quedamos ni uno.

    Para ser piloto de avionetas -no digamos ya de aviones grandes- se exige una preparación al alcance de muy pocos. No me imagino a montones de conductores reciclándose en autoescuelas… No pasaría ni una docena al año. ¿Tú te imaginas al brusquero del 5º o a la vecina de al lado manejando uno de estos cacharros?

    Por no hablar del inmenso gasto de energía. Acabaríamos con los combustibles fósiles en un año. Mover algo en tierra ya cuesta: conseguir que venza la gravedad es prohibitivo.

    Todo esto es como el coche eléctrico. Queda muy chulo y resultón en la Muy Interesante, pero todos sabemos que no despegará nunca.

    27 junio 2014 | 13:42

  4. Dice ser Juan Jose

    Veo que los anteriores comentarios se jactan de tener unos conocimientos infinitos en la materia, yo con ganas de rectificar os digo que no hace falta unos conocimientos superiores a los que se dan en EGB para poder volar, «Cualquiera podría hacerlo» , ya que no conlleva más destreza que el llevar un coche otra cosa es pilotar un avión.
    Creo que confundís el tocino con la velocidad «Aunque los cerdos corran»

    27 junio 2014 | 14:07

  5. Dice ser Sicoloco Del Castin De Foolyou

    La razon de que el coche voladór aun no exista es que los desarroladores insisten una y otra vez en querér miniaturizár aviones y helicopteros.que el mundo se entere de una vez que los cielos de las ciudades no pueden estár llenos de aviones o helicopteros porque son poco fiables,hacen muchísimo ruido,son caros y se nos pueden caer en la cabeza en cualquier momento.

    Ningun derivado del avión o del helicóptero será nunca un coche voladór aceptable para ir entre edicios y sobre nuestras cabezas.demasiado riesgo constante.

    Solo un derivado del globo o el zeppelin volará sobre nuestras cabezas y entre los edificios.porque se mantienen a flote con gran fiabilidád ajenos al mal contról del conductór,porque no necesitán aporte de energia para mantenér su estatus de flotación,porque no hacen apenas ruido y un largo etcétera que los hace los vehículos ideales para convivír con nosotros en las ciudades.por ejemplo aunque tu no tengas el permiso de piloto de aviones el globo no se irá abajo porque su flotación no depende de tu destreza al volante sino que se sostiene flotando sin ayuda de nadie.

    ¿Cual es el problema? el tamaño que es enorme para levantár personas.en mi opinión la ciencia no está poniendo suficiente esfuerzo en miniaturizár la familia de los globos de gas.mientras no exista un globoide del tamaño de un coche que pueda levantár del suelo a cinco pasajeros el coche voladór solo será un aviónido o helicóptido limitado a volár por el campo solitario con un permiso de piloto de aviones lejos de los nucleos urbanitas llenos de gente.hay que sustituír y emulár el empuje de flotación que tiene lugar dentro del globoide en su hemisferio norte para asi una vez determinado ese efecto de flotación por gas tratár de emularlo potenciándolo y aumentándolo con otra cosa que no sea gas.

    Esto es asi: ¿porque vuela un globoide y no una pelota? porque la pelota tiene una presión igual en cada punto de su interiór que la mantiene en equilibrio.en el globoide hay que sumarle a la presión equilibrada del gas la presión que ejerce la bolsa de gas contra el emisferio norte interiór del globoide al querer ascendér,lo que le crea un desequilibrio interno donde la presión en el hemisferio norte interiór es superiór al hemisferio sur interiór y le empuja hacia arriba con una fuerza igual al empuje que le ejerce la bolsa de gas en su hemisferio norte.si el globoide flota y la pelota no porque tiene las presiones internas desequilibradas y la pelota no aqui se trataria de emulár ese desequilibrio que tiene lugár en el hemisferio norte interiór del globoide y aumentarlo de alguna manera,con lo cual el globoide flotaria mas fuerte que con hidrógeno o helio y seria factible un coche voladór fiable para ciudád.

    27 junio 2014 | 19:54

  6. Dice ser Juan Jose

    Hijo como te complicas la vida, hace muchos años ya lo pronostico Julio Verne lo que podría pasar en nuestros días así como muchos otros después de eso vino Isaac Asimov con sus novelas aunque para muchos llenas de fantasía el futuro pronostica una y otra vez.
    Pero veo que a la gente de hoy en día no le entra en la cabeza que dentro de 40 años el mundo cambiara radicalmente como ha cambiado hoy si miramos atrás.
    Pero en fin algunos se creen que tienen la palabra definitiva y no ven más lejos que detrás de sus orejas.
    Un saludo

    27 junio 2014 | 22:54

  7. Dice ser Gerardo Danfe

    ¿Y como quiere la presidenta no electa de la Comunidad Europea, Angela Merkel, paguemos los coches voladores? ¿Con los sueldos de los minijobs? ¿o con los créditos que no dan los bancos rescatados con su dinero? ¿Y qué piensa hacer con la chatarra de los coches no voladores?

    28 junio 2014 | 01:35

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