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Plantas carnívoras: estas son sus trampas mortales

Por Mar Gulis (CSIC)*

Sarracenia tiene unas características hojas en forma de cucurucho / Wikipedia

Sarracenia tiene unas características hojas en forma de cucurucho / Wikipedia

Fue Charles Darwin quien constató la existencia de un grupo de plantas capaces de atraer, capturar y digerir insectos. De hecho, el ‘padre’ de la teoría de la evolución se refirió a ellas como ‘insectívoras’. Hoy a estas plantas las llamamos carnívoras, pues hace tiempo que sabemos que no solo se alimentan de insectos, sino que algunas son capaces de capturar crustáceos e incluso pequeños mamíferos.

Como sucede con casi todo en la naturaleza, el comportamiento de estos vegetales no es casual. Las plantas carnívoras suelen crecer en ambientes muy pobres en nutrientes y han desarrollado mecanismos para sobrevivir en medio de la escasez. Entre ellos está la capacidad de comer animales, lo cual implica un sofisticado proceso que abarca desde la captura de la presa hasta su digestión. Para atrapar a la víctima, estas plantas utilizan siempre sus hojas, que han desarrollado diferentes morfologías para lograr este propósito. Una vez que el animal cae preso, llega el momento del ‘procesado’, en el que intervendrán enzimas digestivas, hongos simbióticos o bacterias que permitan asimilar los nutrientes liberados durante la digestión.

Pero vamos a detenernos en el momento previo. ¿Cómo atrae la planta a la víctima y qué hace cuando esta cae en sus redes? Generalmente, el olor, el color o el néctar de la flor juegan un papel crucial. Atraído por ellos, el animal se aproxima y en ese momento la carnívora despliega su estrategia. Sin embargo, las tácticas son diversas.

Dionaea muscipula utiliza la trampa de las mandíbulas para agarrar a sus presas / Wikipedia

Dionaea muscipula utiliza sus ‘mandíbulas’ para atrapar a las presas / Wikipedia

La venus atrapamoscas (Dionaea muscipula), por ejemplo, utiliza la trampa de las mandíbulas para agarrar a sus presas, generalmente insectos o arácnidos. Gracias a un complejo mecanismo, su característica estructura de hoja dividida en dos lóbulos actúa como una mandíbula. Unos pelos diminutos ubicados en la superficie interna de la hoja funcionan a modo de resortes: cuando se produce el contacto con el animal, esas pelosidades provocan el cierre automático de ambos lóbulos en un movimiento de fracciones de segundo. Eso sí, para que se active la trampa, la presa tiene que tocar dos veces los pelos.

Otra modalidad es la trampa de succión, utilizada por las plantas carnívoras del género Utricularia, muy habituales en entornos acuáticos. En este caso la captura del alimento se realiza gracias a unas pequeñas vesículas, los utrículos, con un funcionamiento sumamente sofisticado. En su extremo tienen un orificio rodeado de unos pelos ramificados que, igual que en el ejemplo anterior, controlan la puesta en marcha del mecanismo cuando son tocados. El utrículo se abre y se hincha muy rápidamente, aspirando el agua circundante y succionando a la presa. Después, la vesícula vuelve a su forma inicial liberando el líquido aspirado, pero la presa queda atrapada sin posibilidad de escapar. Todo el proceso dura milésimas de segundo, lo que dificulta la huida.

Las hojas del género Drosera segregan mucílago, una sustancia pegajosa a la que se adhieren sus víctimas / Wikipedia

Las hojas del género Drosera segregan mucílago, una sustancia pegajosa a la que se adhieren sus víctimas / P. Dlouhý

La estrategia de Drosera, conocida también como ‘rocío del sol’, es bien diferente. Este género, uno de los más numerosos de plantas carnívoras –incluye unas 200 especies–, captura y digiere insectos gracias a su mucílago, una sustancia pegajosa que segregan las diminutas glándulas localizadas en la superficie de sus hojas. A menudo en el extremo de la hoja queda una gota de mucílago, de modo que cuando la víctima lo toca, queda pegada. Al intentar escapar, el propio movimiento le hace interaccionar con otros pelos adhiriéndose irreversiblemente. Una vez inmovilizada la presa, los pelos se curvan para situarla en el centro de la hoja, que se dobla paulatinamente sobre su nervio medio atrapándola definitivamente.

Por último, otras carnívoras como Sarracenia y Darlingtonia optan por trampas pasivas. Simplemente esperan a que la víctima caiga en sus redes. Estas plantas tienen hojas con forma de cucurucho tubular. Atraídas por el olor de las glándulas de néctar, las presas entran por la apertura, se posan en la hoja y caen hacia el interior de la misma, debido a una sustancia resbaladiza que cubre la entrada. Después, cansadas, se ahogan en el líquido digestivo contenido dentro del cucurucho.

 

* La información de este post procede de un artículo elaborado por la Unidad de Cultura Científica del Real Jardín Botánico (RJB-CSIC).