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¿Cómo funcionan el bitcoin y otras monedas virtuales? La clave es la tecnología blockchain

Por Mar Gulis (CSIC)

Basada en la tecnología blockchain, la moneda virtual bitcoin no cuenta con el respaldo de ningún gobierno  o banco central.

En 2008 alguien que firmaba bajo el seudónimo de Sataoshi Nakamoto creó el bitcoin. La famosa moneda virtual ha sido la punta de lanza de un fenómeno más amplio: la criptoeconomía. Este concepto se refiere a toda la actividad financiera basada en el uso de criptomonedas y tecnología blockchain (cadena de bloques), un sistema descentralizado de recolección de datos en el que la información se agrupa en bloques, es de acceso público y, mediante técnicas criptográficas, solo puede ser editada o alterada modificando toda la cadena de bloques previa.

Los investigadores del CSIC David Arroyo y Luis Hernández, y su colega Jesús Díaz, de IBM,  explican que el éxito de cualquier criptomoneda no reside solo en esta base criptográfica, sino que es necesario que exista un conjunto de usuarios que pongan sus ordenadores al servicio del ecosistema, actuando como nodos activos en la generación de criptomonedas. Así es como funciona la red Bitcoin. Expertos en telecomunicaiones, matemáticas e informática, los tres autores acaban de publicar Blockchain (Editorial CSIC-Los libros de la Catarata), donde explican el significado y alcance de este vocablo. A lo largo del libro cuentan cómo funciona y para qué sirve una tecnología que puede ser clave para transitar a una nueva economía digital y a la denominada web 4.0.

Portada del libro Blockchain, editado por el CSIC y Los Libros de la Catarata.

Como decíamos, blockchain es un sistema descentralizado de recolección de datos que elimina a los intermediarios, los bancos en el caso de Bitcoin, desconcentrando todas las tareas de gestión. Son los usuarios quienes controlan el proceso, como si se tratase de un enorme banco con millones de nodos, de modo que cada uno se convierte en partícipe y gestor de los libros de cuentas de esta peculiar entidad. En ese contexto de aplicación, blockchain sería una especie de libro de contabilidad gigante en el que los registros (bloques) están enlazados y validados criptográficamente para proteger la seguridad de las transacciones. En otras palabras, es una base de datos distribuida (no se almacena en una sola ubicación) y segura que se puede aplicar a todo tipo de transacción, no solo económica.

Precisamente por esta particular estructura, blockchain se está empleando para crear sistemas financieros alternativos, al margen del tradicional control de los bancos centrales. Ejemplos de ello son las plataformas Bitcoin y Etherum, a través de las cuales cualquiera puede registrar transacciones con sus respectivas monedas virtuales, el bitcoin y el ether. Como apuntan los investigadores en su libro, la utilización de este dinero virtual y la tecnología en la que se sustenta –blockchain– ha pasado de cierto rechazo institucional, e incluso mala fama, a representar una oportunidad para nuevos modelos de negocio y actividad financiera, en medio de una ola de entusiasmo hacia la denominada criptoeconomía. El potencial de blockchain es diverso, y pasa por la construcción de sistemas de protección de derechos de autor; la configuración de organizaciones autónomas basadas en ‘contratos inteligentes’ o la gestión del Internet de las cosas, entre otras aplicaciones.

Pero sus múltiples oportunidades conviven con varios puntos débiles: por ejemplo, la no trazabilidad de las criptomonedas, frente al pago tradicional con tarjeta de crédito o mediante transferencia bancaria, dificulta la persecución del lavado de dinero; sus limitaciones en la gestión de la identidad y privacidad de los usuarios; las fluctuaciones en la cotización de las monedas virtuales; la gran cantidad de energía que requieren los modelos de generación de moneda en Bitcoin y Ethereum; el déficit en escalabilidad de la red blockchain de acceso abierto; o ciertos incidentes de seguridad. “En los últimos años podemos hallar errores en la implementación de protocolos criptográficos, robos de credenciales en plataformas digitales, incluso fallas graves de seguridad en dispositivos hardware resistentes a la manipulación”, señalan los autores. Como explica David Arroyo, del Instituto de Tecnologías Físicas y de la Información Leonardo Torres Quevedo (ITEFI-CSIC), “el trabajo teórico que sustenta esta tecnología está aún en fase de desarrollo, y los organismos de estandarización quieren establecer un marco de referencia básico que ofrezca garantías a su utilización”.

Con todo, la obra incide en que blockchain va más allá de posibilitar meros intercambios económico-financieros. Es una herramienta para desarrollar nuevos protocolos que permitan la gestión de todo tipo de datos en esta sociedad de la información.