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Neutrinos, los ‘chivatos’ galácticos de las explosiones de estrellas

Mar Gulis

Nadie lo sabe. Pero los neutrinos, esas misteriosas partículas sin carga que pasan a través de la materia ordinaria sin apenas perturbarla, pueden servir de mensajeros y detectores tempranos de las supernovas, espectaculares explosiones estelares.

Supernova Remnant W49B

W49B. Resto de una supernova que explotó sobre el año 1000 /NASA Goddard Space Flight Center

Vayan por delante algunos números para familiarizarnos con estas partículas de masa muy pequeña [menos de una milmillonésima de la masa de un átomo de hidrógeno] que casi no se hablan con la materia ordinaria, lo que les ha valido el nombre de ‘partículas fantasma’, como nos cuenta el físico Sergio Pastor Carpi en su libro Los neutrinos (CSIC-Los Libros de la Catarata).

Una persona es atravesada cada segundo por unos 600 billones (600 millones de millones) de neutrinos del Sol, del orden de 50.000 millones de neutrinos creados por la radiactividad natural y unos 10.000 millones de neutrinos originados en reactores nucleares, dependiendo de la distancia a la que se encuentre la correspondiente central. Además, en cada instante, el volumen medio de una persona está siendo atravesado por unos 20 millones de neutrinos remanentes de los primeros instantes del universo.

Hace unos 168.000 años estalló una estrella en una de las galaxias satélites de la Vía Láctea: la Gran Nube de Magallanes, visible desde el hemisferio sur. Cuando se descubren, las supernovas se nombran con SN seguido del año y de una letra o serie de letras. Como esta supernova fue la primera que se vio en 1987, recibió el nombre de SN 1987 A. El 23 de febrero de 1987 los neutrinos de SN 1987 llegaron a la Tierra, la atravesaron y produjeron señales en tres experimentos: KamiokanNDE, IMB  y un detector en Baksan, en el Cáucaso ruso.

Detector antártico de neutrinos

Detector antártico de neutrinos Ice Cube /Felipe Pedreros

Estas partículas subatómicas llegaron a nuestro planeta tres horas antes que la luz de la supernova, cuyo brillo puede superar al de una galaxia entera, fuera vista por los telescopios ópticos. El motivo no es que los neutrinos viajen más rápido que los fotones, sino que la luz tarda más en atravesar las capas externas de la supernova. Los neutrinos, por tanto, pueden avisarnos de la explosión de una supernova con tiempo suficiente para que los astrónomos apunten sus telescopios y estudien el fenómeno lo antes posible.

En la actualidad existe una red compuesta por seis detectores de neutrinos llamada SNEWS (Supernova Early Warning System, Sistema de Alerta Temprana de Supernova), creada para proporcionar un aviso coordinado de la detección de un pulso repentino de neutrinos como el esperado de una supernova. A través de su página web, cualquier persona puede inscribirse  para recibir en su móvil una alerta de detección de neutrinos de una supernova. Tiene sentido estar preparados para un acontecimiento así de excepcional: la última supernova visible en nuestra galaxia fue observada por Jonannes Kepler en 1604.