Entradas etiquetadas como ‘reproducción’

El mercado de la reproducción asistida: ¿qué ocurre con las donantes de óvulos?

Por Vincenzo Pavone y Sara Lafuente Funes (CSIC)*

Entre el 1 y el 8% de todos los nacimientos que se producen en la actualidad son fruto de técnicas de reproducción asistida. Lo que en los años ochenta era casi experimental y estaba al alcance de muy pocas personas, se ha convertido en un abanico de técnicas y prácticas sociales presentes en todo el mundo.

La fecundación in vitro con óvulos de otras mujeres es el tratamiento que más ha aumentado. En España, este tratamiento representa una tercera parte de la reproducción asistida. Ese crecimiento se debe a dos cuestiones fundamentales: la primera es que nuestro país es el primer destino europeo de turismo reproductivo. De todos los residentes extranjeros que realizan procesos de reproducción asistida aquí, el principal tratamiento implica la donación de óvulos, seguido de la donación de semen. De hecho, la mitad de los ciclos de donación de óvulos realizados en Europa se llevan a cabo en España.

Future element/Odra Noel

La segunda cuestión es el retraso de la edad reproductiva. Si bien no existen datos de edad en los hombres (a pesar de que también estén afectados por el llamado ‘reloj biológico’), sí sabemos que una parte muy importante de las mujeres que acceden a reproducción asistida, y por ende a óvulos donados, tiene más de 40 años. Este cambio de patrón en la fertilidad es especialmente llamativo en España, donde la edad media del primer embarazo es de 32 años. Muchas parejas intentan reproducirse cuando los gametos de ambos no son de una calidad y eficacia suficiente para conseguir un embarazo. De ahí el uso de gametos ajenos, sobre todo óvulos. Obviamente, si se configurara el mundo de forma que las mujeres y los hombres no tuvieran que posponer constantemente la reproducción, habría menos necesidad tanto de óvulos donados como de vitrificación de los mismos.

Depende de a qué nivel miremos, la solución a este retraso generalizado de la maternidad puede ser estrictamente tecnológica y biomédica, o tener un enfoque múltiple, en combinación con el sociológico o el político. La tecnología sirve para algunas cuestiones, pero no es la única solución y, en el caso de la donación de óvulos, no va sola, sino que precisa de la colaboración de terceras partes, las donantes, de las que se sabe muy poco. En el proyecto Donación de óvulos en Reino Unido, Bélgica y España, EDNA por sus siglas en inglés, tratamos de entender mejor las experiencias de las donantes y el papel que representan en el contexto de un sistema que, por el momento, prefiere desarrollar técnicas reproductivas a establecer medidas económicas y sociales que posibiliten adelantar la edad de maternidad.

El proyecto EDNA se basa en un estudio internacional e interdisciplinar y pretende recopilar información sobre toda la experiencia del proceso de donación en los tres países mencionados. Partimos de la idea de que es fundamental conocer bien el punto de vista de las donantes: sus experiencias, dudas, deseos y preocupaciones.

España, a la cabeza de la bioeconomía reproductiva

En España la reproducción asistida con gametos de terceros/as es asumida fundamentalmente por el sector privado, ya que la Seguridad Social no trata a mujeres de más de 40 años y no cuenta con recursos suficientes ni para compensar económicamente a las donantes ni para montar la infraestructura necesaria para reclutarlas y gestionar los ciclos. Andalucía es una excepción a lo primero, y existen programas de donación sin compensación en otros lugares como el País Vasco, si bien el número de ciclos que realizan es muy bajo.

La donación funciona de forma anónima en todos los casos, y se compensa con aproximadamente 1.000 euros (con pequeñas variaciones según clínica y comunidad autónoma). En este contexto, el punto de vista de las protagonistas principales de esta práctica sigue siendo ignorado. Además, de acuerdo con las clínicas, la mayoría de las mujeres que se movilizan para donar sus óvulos son rechazadas por razones médicas, psicológicas o fenotípicas. Cómo viven el rechazo estas mujeres también es un tema completamente desconocido.

Gracias a la información procedente de las clínicas, los profesionales y de las propias donantes, nuestra investigación está desvelando una paradoja: a las mujeres que aportan sus óvulos se les pide que vean el proceso como una donación, pero con sus óvulos se ha construido un mercado. Todos los actores implicados actúan en un régimen comercial claramente definido: el personal sanitario, las receptoras y las agencias intermediarias que reclutan a las donantes. Sin embargo, a las mujeres donantes se les demanda que actúen desde el altruismo y la generosidad. Esto se afirma en el plano discursivo, pero en la práctica existe una compensación económica que parece explicar que haya tantas donantes en España, un país donde el salario mínimo no llega a la cantidad de la compensación.

Las clínicas de reproducción asistida, además, ofrecen discursos diferentes a sus clientes en función del tratamiento que reciben. Por ejemplo, cuando se habla de tratamientos con óvulos donados, se pone el foco en que la gestación es un proceso vital para el vínculo materno filial. Sin embargo, cuando se trata de gestación subrogada, todavía no permitida en España, la genética es lo central. El mercado crea un relato que permita construir un producto vendible.

Según el país del que se trate, las bioeconomías reproductivas se expanden de acuerdo a distintos modelos. El modelo español regula que la donación sea “no pagada”, pero reconoce una “compensación económica por las molestias”; en Estados Unidos existe un mercado libre; en Francia se ha desarrollado un sistema público (anónimo y sin compensación, que da lugar a muy pocos tratamientos); en múltiples países la donación de óvulos no está permitida… Y cada vez más los países están más interrelacionados: Italia compra óvulos a España, y en Bélgica se mezclan características de varios modelos.

En relación a la movilidad de los óvulos, cabe destacar que por cada donación se extraen unos 16 óvulos de media, lo que permite la realización de múltiples tratamientos. Hay clínicas que utilizan 4-6 óvulos para una receptora, congelan el resto y los comercializan hacia otras clínicas dentro y fuera del Estado. ¿Cuáles son las opiniones de las donantes sobre estas prácticas?, ¿las conocen?, ¿deberían formar parte de las decisiones sobre qué pasa con sus óvulos?

Nuevas preguntas sobre la reproducción asistida

Debatir estas cuestiones es fundamental para avanzar hacia un modelo que sea más justo, más eficaz, donde se repartan mejor los riesgos y los beneficios. En la bioeconomía reproductiva, uno de los problemas es que siempre se realizan las mismas preguntas, y se contestan desde una perspectiva muy tecnológica.

Uno de los objetivos del proyecto EDNA es generar nuevas preguntas. Para ello es esencial separar las tecnologías en sí de las prácticas; una cosa es la reproducción asistida y otra la implicación de terceras partes. En el caso de la donación de óvulos, estaríamos hablando no tanto de una técnica de reproducción asistida, como de una transferencia de capacidad reproductiva. Los óvulos de mujeres jóvenes, además de ayudar a otras mujeres a ser madres, estarían sosteniendo un sistema que retrasa la edad de maternidad, un modelo biomédico privado de reproducción asistida, es decir, están siendo utilizados para sostener la ‘reproducción’ de un sistema social, político y económico concreto.

Todo esto, además, debe ser tenido en cuenta al regular otros tipos de “transferencias de capacidad reproductiva” como la gestación subrogada, otra práctica relacional que tiende a presentarse como una “técnica”. Si se regulara la gestación subrogada en España de forma similar a la regulación de la donación de óvulos, se generarían dinámicas comerciales similares, ya que muchos de los actores implicados serían los mismos.

Entonces, ¿hacia dónde dirigir estas tecnologías y estas regulaciones? Como sociedad tenemos una gran responsabilidad respecto a los avances biomédicos, biotecnológicos y bioeconómicos. El hecho de que exista un tratamiento no quiere decir que debamos garantizar el acceso al mismo, fundamentalmente cuando requiere de la participación de terceras personas. Es importante estudiar detenidamente la relación entre estas tecnologías y prácticas, la estratificación reproductiva y la posible ampliación de estos tratamientos, su normalización y su naturalización. El futuro va a depender de lo en serio que nos tomemos pensar colectivamente qué queremos hacer con este conocimiento.

 

* Vincenzo Pavone y Sara Lafuente Funes son investigadores del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC y responsables en España del proyecto EDNA, coordinado por Nicky Hudson de la Universidad de Monfort.

Ni monógamas ni pasivas: falsos mitos sobre el reino animal

Por Mar Gulis

A pesar de lo que nos muestran algunos documentales y lo que dictan ciertos prejuicios morales, la ‘fidelidad’ no es lo habitual entre las hembras del reino animal. Más bien lo contrario: lejos de observar lánguidamente mientras los ‘chicos’ se pelean por su cariño para luego entregarse al vencedor, ellas son promiscuas de manera activa, buscan y eligen distintos machos para asegurarse una buena descendencia, y toman la iniciativa en el ciclo reproductor.

Dos charranes árticos, Sterna paradisaea./Wikipedia

Dos charranes árticos, Sterna paradisaea. / Wikipedia

Hablar de esta realidad en ciencia nos ha costado veinte siglos, y no precisamente por falta de medios técnicos, sino por los sesgos culturales arraigados que condicionan la forma de observar del propio investigador. Como explica Daniel Oro, científico del CSIC experto en ecología animal, la promiscuidad fue descrita ya en la Grecia clásica, pero los tapujos morales que se construyeron en Occidente, sobre todo desde la Edad Media, crearon una sociedad que prefería dejar de lado las investigaciones sobre la sexualidad de los animales. Además, “la promiscuidad, si existía, era propia de los machos, mientras que se asumía que las hembras tenían un papel pasivo en estos comportamientos, más bien anómalos y aberrantes”. No fue hasta finales de los años 80 cuando un artículo científico, usando las clásicas observaciones de campo en un pequeño pájaro forestal, demostró que las hembras intentan reproducirse con machos que son mejores que sus parejas. “Luego la biología molecular nos permitió entrar en el mundo hasta entonces oculto de la lucha por el control de la fecundidad”.

Machos y hembras, cada sexo por su lado, buscan la mejor pareja para procrear. Si después encuentran un candidato mejor, que a su vez ya está emparejado, intentarán seducirlo para obtener mejores genes para su descendencia. Siempre hay espacio para el ‘engaño’, y las estrategias son de lo más variadas, empezando por la ‘ceba prenupcial’. En gaviotas, por ejemplo, el macho sale al mar a pescar y vuelve a la colonia para darle de comer a la hembra. Lleva la comida en el buche, así que puede regular la cantidad que entrega. La hembra lo quiere todo, pero el macho no se lo dará, porque eso le supondría salir inmediatamente al mar a por más comida, lo que significa no solo dejar a la hembra sola en la colonia, rodeada por otros machos, sino renunciar a dedicar tiempo a otras hembras vecinas que puedan ser cortejadas. No tienen tanta suerte los charranes machos, otra especie de ave marina que lleva el pez entero en el pico. Los charranes están obligados a darle la pieza completa a su prometida y volver a por más comida, porque en este caso, sin alimento no hay sexo.

Una vez resuelto el cortejo y finalizada la cópula, la lucha continúa. Y aquí hay estrategias para todos los gustos: las hembras de muchas especies tienen la posibilidad de elegir y de controlar la prole con la expulsión de esperma de determinados machos, quedándose con el que les interesa. A su vez, la parte masculina también tiene sus tácticas: la vigilancia (llamada mate guarding) es todo un clásico para que la hembra no vuelva a aparearse con otros. Pero las hay más drásticas. Algunas serpientes tienen en su fluido seminal sustancias antiafrodisíacas que retrasan el siguiente celo de las hembras. Existen especies de insectos cuyo esperma esteriliza a la hembra de por vida; la mosca doméstica es un ejemplo. Después de la cópula, la hembra pondrá los huevos del primer macho pero queda esterilizada para reproducirse con cualquier otro para el resto de su vida.

Lo de tener descendencia da para mucho, hasta para los que viven a tope. La literatura científica recoge el comportamiento de algunos marsupiales insectívoros cuyos machos mueren tras la primera reproducción, porque son tan promiscuos, que el despliegue energético necesario es de tal calibre que llega a matarlos. Lo llaman el suicidio reproductor.

Después de tanto esfuerzo empleado, el siguiente capítulo es la crianza. Pero esto lo contaremos en otro post, porque solo de escribir todas las aventuras por las que pasan ellos y ellas antes de que lleguen ‘los bebés’, yo ya estoy agotada.