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¿Por qué oímos hasta con los oídos tapados?

Por Mar Gulis (CSIC)

Imagina que oyes de repente un ruido muy molesto, como una alarma a todo volumen, un pitido intenso que no cesa durante minutos o que estás en medio de una conversación bulliciosa entre varias personas. Seguramente lo primero que vas a hacer es taparte los oídos, pero te darás cuenta de que lo vas a seguir oyendo… aunque sea de una forma más leve. ¿Por qué ocurre esto?

Nuestros oídos son un laberinto para el sonido. Un laberinto dividido en tres partes: oído externo, medio e interno. El recorrido comienza cuando el sonido llega al oído externo y golpea al tímpano, haciéndolo vibrar, y esa vibración se transmite a través de la cadena de huesecillos (martillo, yunque y estribo) que se encuentran en el oído medio. Las vibraciones continúan hasta la cóclea, en el oído interno y en forma de espiral, también conocida como caracol, donde se convierten en impulsos electroquímicos que viajan hasta el cerebro, capaz de interpretar y entender a través de las terminaciones nerviosas del ganglio auditivo. Esto es lo que nos permite oír.

oído, sonido, sordera

Así lo explican la investigadora Isabel Varela Nieto, del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols (CSIC-UAM), y el otorrinolaringólogo Luis Lassaletta Atienza, autores del libro La sordera, de la colección ¿Qué sabemos de? (Editorial CSIC – Los Libros de la Catarata). La energía acústica se transmite desde el exterior hasta la cóclea, y toda esa cadena “proporciona una amplificación a la señal sonora de unos 35 decibelios (dB)”. Oímos, incluso aunque tengamos los oídos tapados, porque el sonido puede llegar hasta la cóclea a través de la vía ósea. De esta forma la vibración sonora se transmite a través del cráneo, que pone en marcha los líquidos del laberinto de nuestro oído.

Exposición constante al ruido: trauma acústico y la sordera del siglo XXI

La explosión de un petardo, un disparo o la música de una discoteca a todo volumen. Estos son algunos de los ruidos que si escuchas de forma intensa o prolongada podrían pasarte factura: desde provocar lesiones en el oído hasta el conocido como trauma acústico, que se produce cuando el deterioro es irreversible, señalan los investigadores. Por ello, advierten sobre una serie de factores a tener en cuenta para prevenir estos trastornos: la intensidad sonora (límite de 80 dB), el tiempo de exposición, la frecuencia de ruido (las más lesivas, comprendidas entre 2.000 y 3.000 Hz) y la susceptibilidad de cada persona.

De hecho, hay personas que por su profesión están más expuestas al ruido, incluso a más de 80 dB, como por ejemplo armeros, militares o personal de una discoteca. Sobrepasar este límite “produce de forma característica una pérdida de audición bilateral con afectación inicial en 4.000 Hz que con el tiempo afecta al resto de frecuencias”. Y peor aún, el impacto sonoro puede desembocar en hipoacusia neurosensorial –que responde a problemas en el receptor auditivo, la cóclea o en las vías nerviosas– o en acúfenos, es decir, la sensación de oír ruidos dentro de la cabeza.

El ruido es, por tanto, la principal causa evitable de sordera en el mundo. Aunque no siempre llega del exterior: el uso de dispositivos de audio a una intensidad alta durante varias horas también puede derivar en esta dolencia. Por ello, los autores destacan que “el mejor tratamiento para el trauma acústico es la prevención”, ya que todavía no existe un tratamiento específico, lo que constituye uno de los retos de la medicina del siglo XXI. De hecho, evitar el ruido puede ser una opción recomendable.

 

* Puedes leer más en el libro La sordera (Editorial CSIC – Los Libros de la Catarata), de la colección ¿Qué sabemos de?

Semana de la Ciencia del CSIC: cómo sobrevivir a un apocalipsis zombi o crear un microscopio con tu móvil

Por Mar Gulis (CSIC)

‘¿Cómo sobrevivir a un apocalipsis zombi con los métodos del Paleolítico?’. Este es el sugerente título del taller de arqueología experimental que forma parte de la programación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Galicia durante la Semana de la Ciencia. La actividad es solo una muestra de las más de 300 que el CSIC ha organizado a nivel nacional para este gran evento de divulgación. A través de los más de 70 centros de investigación que participan, la Semana de la Ciencia del CSIC, organizada con el apoyo de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), ofrecerá propuestas, gratuitas y dirigidas al público general sobre todas las áreas del conocimiento.

Semana de la CIenia 2015

Taller del IOSA del Instituto de Óptica del CSIC. /Juan Aballe. Cultura Científica CSIC.

Hoy, lunes 7 de noviembre, arranca esta cita anual en muchas comunidades autónomas. En la mayoría de ellas el evento se prolongará hasta finales de mes.

La Casa de la Ciencia de Sevilla presenta ‘¡Conoce tu oído!’, una actividad en la que los participantes visitarán la exposición ‘Inaudito, la aventura de oír’ y podrán hacerse un test auditivo gratuito con un especialista; mientras que en Aragón múltiples talleres interactivos permitirán reconocer cereales (Estación Experimental Aula Dei) o conocer el proceso de captura y almacenamiento de CO2 (Instituto de Carboquímica). Con el mismo formato de charlas y talleres podremos conocer las bacterias que comemos en ‘Ciencia en la mesa’, con investigadores del Instituto de Productos Lácteos de Asturias, o descubrir las islas del archipiélago canario ya sumergidas y las que se están formando (Instituto de Productos Naturales y Agrobiología). channa-166896_960_720

La Semana de la Ciencia del CSIC también juega con otros formatos, como las exposiciones. La biblioteca del Observatorio del Ebro acogerá una muestra de mapas antiguos, mientras que ‘Sketching científico’ exhibirá dibujos basados en el trabajo de los científicos y científicas del Centro de Investigación en Agrigenómica, ambas en Cataluña. El hall de la sede central del CSIC acogerá por su parte la exposición, ‘Excreta: una exposición (in)odora, (in)colora e (in)sípida’, realizada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales en colaboración del Área de Cultura Científica del CSIC.

También se podrá disfrutar de degustaciones de aceite, café y chocolate, con el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (Madrid), realizar rutas científicas como la del Risco de las Cuevas de Perales de Tajuña, organizada por el Instituto de Geociencias o disfrutar del teatro científico con espectáculos como ‘Tu nombre me sabe a ciencia’, del grupo TeatrIEM.

Teatro científico

Escena del grupo de teatro científico TeatrIEM.

Una parte de la programación se enmarcará asimismo en el Año Internacional de las Legumbres, conmemoración que se está celebrando durante 2016. Talleres como ‘Del campo a la cocina’, del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (Tenerife), o ‘El rincón de las legumbres’, propuesta de la Misión Biológica de Galicia (Pontevedra), servirán para dar a conocer las propiedades nutritivas de las leguminosas. También habrá concursos, cuentos y exposiciones con las legumbres como protagonistas.

Para más información, la página web de la Semana de la Ciencia y la Tecnología en el CSIC, recopila toda la programación, que se puede consultar por fecha, localidad, centro, palabra clave o tipo de actividad (en algunas actividades es necesario realizar reserva).

¿A qué volumen puedes escuchar música sin dañar tu oído?

Por Mar Gulis (CSIC)

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Más de 43 millones de jóvenes de entre 12 y 35 años padece alguna discapacidad auditiva / Flickr

Conciertos de rock, grandes eventos deportivos, noches discotequeras, viajes en metro amenizados con el móvil o el MP3… En estas y otras muchas situaciones sometemos al oído a un volumen de ruido considerable. A veces, un molesto zumbido posterior es la evidencia de que hemos saturado este preciado sentido. ¿Cómo saber cuáles son los límites aconsejables?

“Nuestro oído no está diseñado para recibir 100 decibelios (dB) dentro del tímpano”. Así de tajante es Isabel Varela-Nieto, experta en audición del Instituto de Investigaciones Biomédicas ‘Alberto Sols’ (CSIC-UAM). Sin embargo, el volumen de los dispositivos de audio personales, como los auriculares, puede oscilar entre los 75 y 136 dB a su capacidad máxima.

Más ejemplos: en discotecas y bares, los niveles medios de ruido rondan o incluso superan los 100 dB. Algo parecido sucede en las instalaciones deportivas, donde la horquilla fluctúa entre los 80 y los 116 dB.

Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), si una persona permanece expuesta más de 15 minutos a estos niveles de ruido, sus oídos empiezan a sufrir. Otro dato: los expertos consideran que 85 dB durante un máximo de 8 horas es el límite de exposición sin riesgos que el ser humano puede asumir. Obviamente, a medida que la intensidad del sonido aumenta, el tiempo considerado como seguro disminuye.

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El tráfico en las ciudades a menudo genera un ruido que supera los decibelios aconsejables para la salud / Wikipedia

Varela explica que ya existen predicciones sobre cómo el ruido excesivo “adelantará la edad de aparición de la presbiacusia”, la pérdida de la audición asociada al envejecimiento. En la actualidad entre un 40-50% de la población mayor de 65 años se ve afectada por esta patología, pero la investigadora sostiene que la edad irá disminuyendo. “Dentro de poco hablaremos de los 40 o 50 años; esa intensidad de volumen causa daños en un órgano que está diseñado no para oír sonidos tan altos y tan cerca, sino para todo lo contrario: oír sonidos más bajos, que están lejos y que conviene identificar por si constituyen una amenaza o no”, argumenta. Precisamente la OMS ha alertado de que ya hay más de 43 millones de jóvenes de entre 12 y 35 años con discapacidades auditivas. Algunos especialistas incluso han acuñado la expresión ‘sordera del mp3’.

Además de la pérdida de calidad de vida que implica, estamos hablando de una patología que es irreversible. A diferencia de las aves y los reptiles, los mamíferos carecen de capacidad de regeneración: “Una vez que las células sensoriales ciliadas del oído, y las neuronas que las conectan al cerebro, se pierden, no pueden ser reemplazadas”, afirma Varela-Nieto en su libro La sordera (CSIC-Catarata). Así que no se trata de dejar de usar el MP3, pero sí de usarlo mejor: no superar los 60 o 70 dB -equivalentes al ruido que produce un aspirador- ni permanecer más de una hora seguida escuchando música puede ser un buen punto de partida.