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Si los muros del Metro hablaran… ¿Qué nos dicen los azulejos de una ‘estación fantasma’?

Por Elena Mercedes Pérez Monserrat y Mar Gulis (CSIC)*

El Metro de Madrid cumple 100 años en 2019. Esta red de Metro, que hoy es una de las mejores del mundo y cuenta con 302 estaciones a lo largo de 294 kilómetros de recorrido, fue inaugurada en 1919 por el rey Alfonso XIII con una sola línea Norte-Sur que iba desde Puerta del Sol a Cuatro Caminos (el germen de la que hoy se denomina Línea 1), con un total de 8 estaciones y que no llegaba a cubrir 3,5 kilómetros.

En los años 60 del siglo XX, cuando la compañía Metropolitano decidió alargar los trenes, se reformaron las estaciones para que los andenes pasaran de tener 60 a 90 metros. Pero hubo una estación en la que, por su situación en curva y por la cercanía a las paradas colindantes, no se pudo acometer esta reforma y acabó siendo clausurada por el Ministerio de Obras Públicas: la estación de Chamberí.

 

La icónica decoración de las estaciones del Metro de Madrid, incluidos vestíbulos, andenes o bocas de acceso, fue diseño del arquitecto Antonio Palacios. / Laura Llera

La icónica decoración de las estaciones del Metro de Madrid, incluidos vestíbulos, andenes o bocas de acceso, fue diseño del arquitecto Antonio Palacios. / Laura Llera

Tras más de 40 años cerrada y siendo objeto de curiosidades varias, la estación de Chamberí, después de una importante actuación de limpieza, restauración y conservación, fue reabierta en 2008 como centro de interpretación visitable del Metro de Madrid. Durante esas décadas en las que la “estación fantasma” permaneció cerrada al público, los accesos exteriores fueron vallados, hecho que permitió que se conservaran muchos de los objetos cotidianos de la época, como carteles publicitarios, tornos, papeleras… así como las cerámicas que recubrían toda la estación. Es decir, lo excepcional del lugar es que se trata de la única estación del Metropolitano que conserva su estado original casi en su práctica totalidad.

Luz y color para el Metropolitano de Madrid

En 1913 los ingenieros Carlos Mendoza (1872-1950), Miguel Otamendi (1878-1958) y Antonio González Echarte (1864-1942) presentaban un proyecto de red de metro para la ciudad de Madrid. El arquitecto Antonio Palacios (1874-1945) fue el encargado de diseñar las estaciones, los accesos y los edificios del proyecto. Se buscaba integrar el uso de materiales tradicionales en un entorno tecnológico completamente nuevo, dando un resultado muy decorativo de marcado estilo español. Con la aplicación de azulejería en el suburbano se pretendía proporcionar luminosidad y color a unos nuevos espacios -bajo tierra- que iban a ser utilizados por personas acostumbradas a la luz natural. La rica variedad de cerámicas de las diversas regiones españolas facilitó poner en práctica este empeño.

Estado actual de la estación de Metro de Chamberí (Madrid), alicatada con azulejos blancos y decorada con piezas coloreadas y/o con reflejo metálico. / Laura Llera

Estado actual de la estación de Metro de Chamberí (Madrid), alicatada con azulejos blancos y decorada con piezas coloreadas y/o con reflejo metálico. / Laura Llera

En Madrid, la cerámica vidriada aplicada a la arquitectura tuvo su máximo apogeo a finales del siglo XIX y principios del XX. Entonces, la azulejería publicitaria -especialmente en las estaciones del Metropolitano- y la urbana cobraron un especial significado. Este material favoreció el auge de las industrias cerámicas de los principales centros productores. Así, en la arquitectura madrileña de principios del siglo XX la cerámica vidriada desempeñaba un papel esencial desde la concepción inicial de los proyectos; y cabe resaltar la apuesta por seleccionar materias primas nacionales para su elaboración. En cuanto a las piezas de reposición que se han elaborado recientemente para las labores de restauración, se han respetado los aspectos formales de las originales, pero utilizando materiales y tecnologías que incrementan su resistencia.

El uso de la cerámica vidriada respondía también al apogeo en la época de la publicidad alicatada, así como a las condiciones de buena conservación y fácil limpieza que presenta la azulejería. Tras la Guerra Civil española (1936-1939) la publicidad en cerámica de la estación fue cubierta por tela y papel, que protegieron las cerámicas.

Qué nos dice el análisis científico de las cerámicas vidriadas de Chamberí

Un estudio multidisciplinar coordinado por personal investigador del Instituto de Geociencias (CSIC/UCM) ha permitido conocer las materias primas y las tecnologías de fabricación de unas cerámicas vidriadas extraordinarias, especialmente elaboradas para este emplazamiento excepcional: la estación de Metro de Chamberí (Madrid). El conocimiento adquirido pretende apostar por la conservación y puesta en valor de estos materiales, tanto de las piezas originales como de las de reposición.

Conforme a la función que desempeñan en la estación, las piezas estudiadas se agrupan en:

  • Azulejos blancos y lisos, que revisten la práctica totalidad de los paramentos y desempeñan una función esencialmente práctica, al otorgar luminosidad y resultar de fácil limpieza.
  • Piezas con reflejo metálico y superficies adornadas, con un carácter marcadamente decorativo, resaltando los encuentros de los planos y el enmarcado de la publicidad alicatada en los andenes.
Piezas originales. Perspectivas: a simple vista, imágenes de microscopia óptica de polarización (vidriados y soporte cerámico) y electrónica de barrido (soportes cerámicos). Superior: azulejos blancos. Inferior: piezas decorativas con reflejo metálico

Piezas originales. Arriba: azulejos blancos, elaborados en Onda (Castellón). Abajo: piezas con reflejo metálico, elaboradas en Triana (Sevilla). Perspectivas: a simple vista, imágenes de microscopia óptica de polarización (vidriados y soporte cerámico) y electrónica de barrido (soportes cerámicos).

Los azulejos blancos originales fueron fabricados en Onda (Castellón) a partir de mezclas arcillosas muy ricas en carbonatos y cocidas a unos 950 ºC. Presentan un vidriado plúmbico alcalino cuya opacidad es en gran parte otorgada por partículas ricas en plomo y arsénico. Las piezas originales de carácter decorativo -con reflejo metálico- fueron elaboradas en Triana (Sevilla) a partir de arcillas illíticas calcáreas y cocidas entre 850-950 ºC. Se cubrieron con vidriados plúmbicos transparentes, con la adición de cobre y estaño.

Piezas de reposición. Perspectivas: a simple vista, imágenes de microscopia óptica de polarización (vidriados y soporte cerámico) y electrónica de barrido (soportes cerámicos). Superior: azulejos blancos. Inferior: piezas decorativas con reflejo metálico

Piezas de reposición, elaboradas en Madrid. Arriba: azulejos blancos. Abajo: piezas con reflejo metálico. Perspectivas: a simple vista, imágenes de microscopia óptica de polarización (vidriados y soporte cerámico) y electrónica de barrido (soportes cerámicos).

Las piezas de reposición se elaboraron según el aspecto de las originales y se apostó por la utilización de materiales y técnicas que otorgaran especial resistencia a las piezas. Se fabricaron en Madrid con materias primas principalmente procedentes de Barcelona, Castellón y Teruel. Las blancas, a partir de arcillas illítico-caoliníticas y calcáreas ricas en cuarzo cocidas a >950 ºC, aplicando un vidriado alcalino muy rico en zircona y alúmina. Las nuevas piezas con reflejo se elaboraron a partir de arcillas illítico-caoliníticas muy alumínicas cocidas a <850 ºC y con la importante adición de una chamota especialmente refractaria, cubriéndose con un vidriado plúmbico-potásico rico en alúmina.

 

* Este proyecto de investigación ha sido realizado por un equipo multidisciplinar del Instituto de Geociencias (CSIC/UCM), la Universidad de Granada, el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Puedes leer el artículo completo aquí.