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“Tengo el hierro bajo”: algunas claves para prevenir la anemia

Por Mª Pilar Vaquero (CSIC)*

Te acaba de decir tu médico que tienes el hierro bajo pero que no tienes anemia y que te cuides, que hagas vida sana y que comas bien. Entonces te preguntas: ¿qué debo comer? Empiezas a buscar en internet alimentos que tengan mucho hierro y te surgirá la recomendación de comer muchas lentejas y muchos berberechos. Veamos, lo de los berberechos y otros moluscos deséchalo; los datos sobre los miligramos de hierro que contienen por cada 100 gramos se han revisado y son menores de lo que se creía. En el caso de las lentejas, como otras legumbres, efectivamente tienen un contenido de hierro apreciable pero es un tipo de hierro (no hémico) que no se absorbe muy bien, y además va asociado a la fibra. Voy a intentar orientarte, para que en tu alimentación incluyas una variedad de alimentos de origen vegetal y animal en el contexto de la dieta mediterránea y para que te protejas frente a la anemia por déficit de hierro, también llamada ferropénica.

Lentejas con chorizo

/Mariela Morales.

¿Por qué es importante prevenir la anemia ferropénica?

El hierro es un nutriente esencial para el transporte de oxígeno, al formar parte de la hemoglobina de los glóbulos rojos, y para una gran cantidad de funciones celulares.

La deficiencia de hierro es la alteración nutricional más común en el mundo, según la OMS. Afecta especialmente a los niños en intenso crecimiento y a las mujeres jóvenes, debido a las necesidades incrementadas de hierro por las pérdidas menstruales o por el embarazo. Entre las consecuencias de la falta de hierro en el organismo, cabe destacar la reducción del rendimiento en el trabajo físico e intelectual. Ya sabes, para batir marcas en el deporte y para sacar buenas notas en los exámenes hay que tener los niveles de hierro en buen estado.

/Elaboración: Belén Zapatera y Pilar Vaquero.

¿Qué hierro hay en los alimentos?

Los alimentos contienen hierro ‘no hemo’ y hierro ‘hemo’. El primero está en casi todos los alimentos, cereales, carnes, pescados, vegetales, etc. El segundo está solo en los alimentos de origen animal, por ejemplo en la carne, y se absorbe muy bien. Pero la mayor parte del hierro que ingerimos es del tipo no hémico, incluso en la carne roja es aproximadamente el 60% del hierro total.

Por tanto, es preciso considerar la cantidad de hierro que se ingiere, asumir que casi todo va a ser no hémico y conocer cómo favorecer su absorción.

Potenciadores e inhibidores de la absorción del hierro de procedencia no animal

El ácido ascórbico o vitamina C es el potenciador más potente que se conoce de la absorción del hierro. Entre los inhibidores destaca el té negro, y otros alimentos que contienen polifenoles, y los fitatos asociados a la fibra dietética.

La clave está en que la interacción positiva o negativa se produce durante la digestión, por lo que es crucial la correcta combinación de alimentos. Así, por ejemplo, la combinación en la misma comida de un guiso de legumbres, que contenga vegetales y algo de carne, y una naranja rica en vitamina C, puede constituir una buena estrategia para prevenir la deficiencia de hierro. Si te gusta el té o el café, lo ideal es tomarlos al menos dos horas separados de las comidas principales que son las que aportan la mayor cantidad de hierro.

¿Qué más puedo hacer? Recomendaciones generales 

  • Evitar dietas hipocalóricas, si no tienes sobrepeso ni obesidad. Y en el caso de estar indicada una dieta, que sea con el control del profesional sanitario correspondiente.
  • No restringir el consumo de alimentos de origen animal: carne, pescado, aves.
  • Combinar en la misma comida los alimentos que tienen hierro no hemo y fibra con estimulantes de la absorción.
  • Tomar entre horas los inhibidores de la absorción del hierro, como el té o el café.
  • Ingerir alimentos fortificados también pueden ser de utilidad En este sentido, nuestro grupo de investigación ha demostrado que la fortificación con hierro y vitamina C de un zumo de frutas es capaz de prevenir la anemia en mujeres jóvenes con deficiencia de hierro. Sin embargo, en el caso de la fortificación con hierro de alimentos de base láctea o ricos en polifenoles no se consigue que el estado del hierro mejore en dicha población.
  • Evitar donar sangre.
  • No tomar medicación, si no es por prescripción médica.
  • Acudir al médico en caso de menstruaciones excesivas, alteraciones digestivas, hemorragias, etc.

Por último, estas recomendaciones son para prevenir la anemia por falta de hierro. Lo contrario, el exceso de hierro, es relativamente frecuente, como en el caso de la hemocromatosis hereditaria, con la que sería beneficioso reducir la absorción de hierro,  y en general evitar el acúmulo de hierro en el organismo. En todo caso, cualquier situación patológica debe ser controlada por el correspondiente especialista médico.

Para más información, consulta nuestro artículo ‘Cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos para valorar lacalidad de la dieta en la prevención de la deficiencia de hierro’.

 

* Mª Pilar Vaquero es investigadora del CSIC en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición.

Comemos menos de la mitad de legumbres que hace 25 años

Por Alfonso Clemente (CSIC)*

Ahora que en 2016 se celebra el Año Internacional de las Legumbres, es un buen momento para recordar que España es uno de los países europeos donde más se consumen. No obstante, en las últimas décadas, ha habido un descenso superior al 60%, en la ingesta de estas leguminosas, según los datos de consumo de los hogares españoles recogidos en el Panel de Consumo Alimentario del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.

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A comienzos de los 90, se comían una media de 7,4 kilos de legumbres por persona al año, y eran utilizadas en la cocina tradicional casi a diario. En 2014, se consumieron 140.888 toneladas, 3,1 kilos por persona al año, es decir, menos de la mitad que en los 90. Estos datos son independientes del status socioeconómico de los individuos y del tamaño de la localidad en la que residen.

Las legumbres como el garbanzo, la lenteja, el guisante y las habas son reconocidas como fuentes de proteínas, almidón, fibra, vitaminas y minerales. Además, algunos de sus componentes bioactivos ejercen propiedades preventivas en enfermedades tales como la diabetes tipo-2, la hipercolesterolemia, la hipertensión, la obesidad, las enfermedades inflamatorias y el cáncer.

En el ranking de las legumbres más consumidas en los hogares españoles están, en la actualidad, los garbanzos (1,25 kg/cápita), las alubias (0,93 kg/cápita) y las lentejas (0,93 kg/cápita). Este descenso significativo en el consumo de legumbres puede deberse a numerosos factores, incluidos los cambios en los modelos socioeconómicos, los modelos de producción y los estilos de vida de la ciudadanía. Esto debe ser corregido con políticas de promoción de una dieta saludable, así como por medidas de adaptación al nuevo mercado con productos orientados a las preferencias actuales del consumidor.

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El consumo de legumbres ha descendido mucho en las últimas décadas. / Fuente: series estadísticas del MAGRAMA.

Y ahora que conocemos los beneficios de estas leguminosas, ¿qué cantidad de legumbres deberíamos comer? Atendiendo a las recomendaciones de la Fundación Española de la Nutrición, se aconseja un consumo semanal de 3-4 raciones de legumbres (considerando ‘ración’ 60-80 gramos de legumbres en crudo o 150-200 gramos, cocidas), mientras que el consumo actual de la población adulta española es de 1,4 raciones por semana. Otras agencias internacionales han publicado recomendaciones relativas al consumo de legumbres como elementos clave de una dieta saludable. Así, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) y el Comité de Nutrición de Legumbres y Cereales de Australia recomiendan consumir al menos 2-3 raciones de legumbres a la semana con objeto de reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares.  Por otro lado, la Asociación Americana del Corazón recomienda consumir al menos 4 raciones a la semana de legumbres, frutos secos y semillas para una dieta standard de 2000 Kcal.

En la actualidad, la comunidad científica y la industria alimentaria trabajan en colaboración para diseñar nuevos productos basados en leguminosas con el objetivo de restaurar unos niveles de consumo apropiados.  Precisamente, su composición química convierte a las legumbres en una fuente adecuada para la mejora de la calidad nutricional de nuevos alimentos, confiriéndoles menor índice glicémico [índice que mide la cantidad y la rapidez con la que un alimento es capaz de aumentar la glucosa (el azúcar) en la sangre], buen perfil antioxidante así como capacidad de retención de agua y de absorción de grasas. Además, están libres de gluten, lo que potencia aún más sus aplicaciones para la elaboración de productos destinados a colectivos especiales. Por ejemplo, las harinas de garbanzo están siendo empleadas en la elaboración de pan libre de gluten, mejorando sus características nutricionales. Además, las harinas de legumbres están siendo utilizadas en el diseño de nuevos snacks saludables, por sí solas o en combinación con harinas de cereales.

 

* Alfonso Clemente es investigador del CSIC en la Estación Experimental del Zaidín, en Granada, y presidente de la Asociación Española de Leguminosas.