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Ocho civilizaciones africanas que todo el mundo debería conocer

Por Sirio Canós Donnay (CSIC)*

Durante muchos años, a África se le ha negado su papel en la historia de la humanidad. A pesar de su gran importancia, el pasado del continente africano es poco conocido más allá de por albergar los orígenes de nuestra especie y el Egipto faraónico. Afortunadamente, poco a poco vamos sabiendo más de los cientos de civilizaciones y culturas que han poblado la historia africana y de su papel fundamental en la historia global. Repasamos aquí algunas de ellas:

1. Kush (siglos X a. C.-IV d. C.)

Pirámides de Kush

Pirámides en el cementerio real de Mëroe. / Nina R (CC-BY-SA-2.0).

Cuando hablamos de pirámides, tendemos a pensar inmediatamente en Egipto. Sin embargo, el país con más pirámides del mundo no es Egipto, sino Sudán, que cuenta con más de 300, aunque de menor tamaño que las de su vecino septentrional. Muchas de estas pirámides se encuentran en el cementerio real de Mëroe (en la imagen), y albergan los restos de sus reinas y reyes.

2. Aksum (siglos I-X d. C.)

Imagen de estelas de Aksum

Estelas de Aksum, Etiopía. / Rod Waddington (CC-BY-SA-2.0).

Al sudeste de Mëroe, en la actual Etiopía, encontramos Aksum, la capital del imperio del mismo nombre, que se convirtió en el estado más poderoso de la región tras el declive de Kush. Sus enormes ruinas incluyen cientos de estelas de hasta 33 metros de altura, que representan edificios de hasta 13 pisos (con sus puertas y ventanas grabadas en la piedra) y fueron erigidas para conmemorar personajes notables y/o que se lo pudieran sufragar.

3. Tichitt Walata (siglos XX-V a. C.)

Ruinas de asentamientos de Tichitt Walata en la actual Mauritania. / Augustin F.C. Holl.

Al sur del Sáhara, en la actual Mauritania, encontramos las ruinas sorprendentemente bien conservadas de la civilización de Tichitt Walata. Sus enormes asentamientos de piedra seca de hasta 80 hectáreas ocupan un territorio de 200.000 kilómetros cuadrados, y datan de una época en la que no existía nada que se acercara ni remotamente a esa escala en Europa.

4. Jenne-Jeno (siglos III a. C.-IX d. C.)

Escultura de terracota ubicada en el Musée National du Mali

Imagen cedida por el Musée National du Mali.

Jenne-Jeno, en el actual Mali, fue una de las primeras ciudades al sur del Sáhara y una prueba de que es posible una ciudad sin necesidad de grandes jerarquías. En vez de organizarse en torno a un solo núcleo urbano dirigido por unas élites, sus habitantes se dividieron en barrios, cada uno sobre un montículo, separado del resto y ocupado por profesiones distintas (herreros, pescadores, alfareros), ninguno más rico o poderoso que los otros. Jenne-Jeno desarrolló además una tradición escultórica muy sofisticada (ver terracota en la imagen), de la que desgraciadamente sabemos poco debido al saqueo de muchas de sus piezas.

5. Costa Swahili (siglos X-XVI d. C.)

Restos de las mezquita de Kilwa Kisiwani

Restos de las mezquita de Kilwa Kisiwani. / Janetmpurdy (CC-BY-SA-2.0).

La costa oriental de África ha sido desde principios de nuestra era un nodo fundamental en las redes de comercio del Océano Índico, que conecta el interior del continente con Arabia, India y China. A partir del siglo X d. C., surgieron desde Somalia hasta Mozambique una serie de ciudades-estado costeras gobernadas por élites mercantiles swahilis, que se hicieron rápidamente con el control del comercio índico. Una de ellas fue Kilwa Kisiwani, en la actual Tanzania, que en el siglo XIV fue descrita por el viajante árabe Ibn Battuta como una de las ciudades más bellas y mejor construidas del mundo. Entre sus muchos edificios monumentales destacaba su mezquita (en la imagen), construida con roca de coral y decorada con bóvedas de porcelana china.

6. Gran Zimbabue (siglos VII-XV d. C.)

Torre cónica ubicada en el gran recinto de las ruinas de Gran Zimbabue. / Andrew Moore (CC-BY-SA-2.0).

Cuando los primeros europeos llegaron a Gran Zimbabue en el siglo XIX se quedaron tan impresionados con el tamaño y la arquitectura de sus ruinas que dijeron haber encontrado la capital de la Reina de Saba. Aunque la conexión bíblica es más que dudosa, Gran Zimbabue fue sin duda alguna un gran centro político y comercial, famoso por sus minas de oro. Es además el único yacimiento arqueológico que ha dado el nombre a un país y aparece en su bandera: el pájaro de su izquierda es una escultura que se encontró durante las excavaciones.

7. El imperio de Mali (siglos XIII-XVI d. C.)

Fragmento del Atlas Catalán (1375) atribuido al iluminador Cresques Abraham y conservado desde el mismo siglo XIV por la Biblioteca Real de Francia, actualmente la Bibliothèque National de France

Fragmento del Atlas Catalán (1375) atribuido al geógrafo, cartógrafo e ilustrador mallorquín Cresques Abraham, donde aparece el emperador de Mali ofreciendo una gran pepita de oro a un comerciante árabe. / Fuente: Bibliothèque National de France.

El imperio de Mali, del que se deriva el nombre del actual país, llegó a controlar gran parte del África occidental, desde la costa a Burkina Faso y de Mauritania a Sierra Leona. Su emperador más famoso, Mansa Musa (que aparece sentado en su trono en el mapamundi mallorquín de la imagen) ha sido reconocido como la persona más rica de la historia de la humanidad, muy por encima de Bill Gates y Jeff Bezos. Y no sin motivo: en su viaje a El Cairo en el año 1.324, llevó consigo tanto oro que devaluó el precio en la ciudad durante más de dos décadas.  En el mismo viaje, conoció al poeta y arquitecto granadino Abu Ishaq al-Sahili, al que se trajo de vuelta a Mali para que diseñara mezquitas y redecorara la sala del trono.

8. Benín (siglos VI d. C.-actualidad)

La ciudad de Benín en 1668 según el holandés Olfert Dapper.

La ciudad de Benín, en la actual Nigeria, desarrolló un sistema de murallas de más de 16.000 kilómetros de largo, el cual conectaba 500 asentamientos distintos sobre una superficie de 6.500 kilómetros cuadrados. Aunque poco conocidas, estas murallas son la segunda mayor estructura humana del mundo, solo por detrás de la Gran Muralla China.

 

* Sirio Canós Donnay es arqueóloga africanista e investigadora Marie Curie en el Instituto de Ciencias del Patrimonio (INCIPIT) del CSIC.

Nueve lugares del mundo en los que refugiarse de la próxima pandemia

Por Alfredo González-Ruibal y Mar Gulis (CSIC)*

¿Y si la siguiente pandemia nos pilla en un lugar poco accesible? En una ubicación así sería más fácil controlar la propagación de la infección. Bastaría con regular la entrada de personas para evitar la llegada del nuevo virus o bacteria y, mientras tuviéramos al agente infeccioso a raya, no sería necesario encerrarse en casa.

Precisamente para evadirnos del confinamiento de estos días, hemos confeccionado una lista de nueve posibles lugares del mundo en los que aislarse durante la próxima epidemia mundial. Sigue siendo esencial respetar la cuarentena, así que de momento nuestra escapada tendrá que ser virtual e imaginaria.

Debre Damo

Fabian Lambeck, CC-BY-SA-4.0 (imagen principial); y Achilli Family, CC-BY-2.0 (imagen inferior)

1. Monasterio de Debre Damo (Etiopía)

Este edificio, la primera iglesia construida en Etiopía, se yergue desde hace más de 1.500 años en lo alto de una montaña de 2.200 metros con forma de meseta. Solo hay una forma de llegar hasta aquí: trepando por una cuerda de unos 30 metros de altura, y luego subiendo un empinado tramo de escaleras.

Mahber Selassie

Vista desde el monasterio de Mahber Selassie. / A.G.R.

2. Monasterio de Mahber Selassie (Etiopía)

Este cenobio del siglo XIV se encuentra en la cumbre de una montaña a 1.500 metros de altura y a 35 kilómetros de la carretera más cercana. Llegar no sería tan complicado si no fuera obligatorio subir sin calzado, sin agua, sin comida y con la cabeza descubierta soportando temperaturas que suelen estar por encima de los 30 grados. Una forma ideal de desanimar a los curiosos.

Al Haraz

Yeowatzup, CC-BY-SA-2.0

3. Al Haraz (Yemen)

Cruzando el Mar Rojo, en las rocosas montañas de Yemen, abundan las ciudades fortificadas. Una de ellas es Al Haraz, edificada en el siglo XII sobre un precipicio. Sus casas en forma de torre parecen una continuación de las paredes del acantilado. Pese a su belleza, no hay que olvidar que el país enfrenta desde 2015 una amenaza más temible que el coronavirus: una guerra que hasta el momento se ha cobrado la vida de más de 230.000 personas, la mayoría civiles.

Amadiya

4. Amadiya (Kurdistán iraquí)

Más al norte, en el Kurdistán iraquí, casi en la frontera con Turquía, se encuentra Amadiya. Esta ciudad, fundada en el siglo XII, solo tiene un acceso. En su interior vive una comunidad multicultural de cerca de 6.000 personas compuesta por musulmanes, judíos y cristianos asirios. Aislamiento, pero con diversidad. ¿Qué más se puede pedir?

Ananuri

5. Fortaleza de Ananuri (Georgia)

Todavía más al norte, en plena carretera militar georgiana y junto al río Aragvi, se levanta este complejo, que alberga un castillo y un monasterio en su interior. Escenario de numerosas batallas en el pasado, hoy parece el lugar ideal para retirarse una temporada.

Pilar de Katskhi

ლევან ნიორაძე, CC-BY-SA-2.0

6. Pilar de Katskhi (Armenia)

El Cáucaso, de hecho, es un refugio estupendo. Hay un montón de sitios para aislarse. Si Ananuri no nos parece suficientemente seguro, siempre podemos subirnos al pilar de Katskhi en Armenia y guarecernos en las ruinas de una ermita del siglo X. Dispondremos de 150 metros cuadrados; más espacio que en la mayoría de nuestras casas.

Monte Popa

7. Monasterio de Taung Kalat (Myanmar)

Vámonos al oriente de Asia. En Myanmar podemos cobijarnos en este templo budista situado en la cima de un promontorio próximo al monte Popa, un volcán ya extinto de 1.500 metros de altura. Eso sí, nos tocará subir 777 escalones.

Taktshang

Douglas J. McLaughlin, CC-BY-SA-3.0

8. Monasterio de Taktshang (Bután)

Hay sitios más extremos, claro. En el autoproclamado país más feliz del mundo, Bután, tenemos este monasterio budista que cuelga a 700 metros sobre el fondo de un valle. Compuesto por siete templos, su nombre significa ‘nido del tigre’.

Fanjin

Mande5255881, CC-BY-SA-3.0

9. Fanjingshan (China)

Y, si no os convence ninguno de los lugares anteriores, siempre podemos subir al monte Fanjing, en el suroeste de China. En este lugar sagrado para el budismo hay una solitaria columna de roca conocida como ‘Pico dorado de la nube roja’. En su cima, separados por una estrecha garganta atravesada por un puente, se levantan el templo del Buda y el templo de Maitreya. Para llegar no hay más que subir 8.888 escalones.

 

* Alfredo González-Ruibal es investigador del CSIC en el Instituto de Ciencias del Patrimonio.