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Insectos y otros artrópodos: más de un millón de especies imprescindibles para los ecosistemas

Por Jairo Robla Suárez (CSIC)*

A pesar de recibir el apodo de ‘bichos’, en ocasiones con cierto desprecio, la importancia y la repercusión que tienen los insectos y otros artrópodos para la vida en nuestro planeta son desconocidas para muchas personas. Estos organismos con exoesqueleto externo y apéndices articulados suponen más del 50% de toda la biomasa animal actual de nuestro planeta. Aunque actualmente su diversidad dista mucho de ser bien conocida, suman más de un millón las especies de artrópodos que podemos encontrar campando a sus anchas en absolutamente todos los ecosistemas que atesora nuestro cuerpo celeste. Son capaces de vivir en regiones desérticas que parecen propias de un relato sobre el infierno, en paisajes blancos helados por las temperaturas más frías, en las cortinas de intenso color verde de bosques, selvas o praderas, en cursos de agua y volcanes; pero también habitan en ambientes ruderales (muy alterados por el ser humano) y en nuestras propias casas, pueblan las zonas más altas del planeta y hasta ocupan el gran fondo azul. En todos estos ecosistemas hay artrópodos y en todos ellos realizan una función tremendamente importante y vital, aunque esta nos pase desapercibida.

Insecto de la subfamilia phaneropterinae / Luis F. Rivera Lezama ©RiveraLezama

Insecto ‘hoja’, de la subfamilia Phaneropterinae. / Luis F. Rivera Lezama ©RiveraLezama

Mucho más que polinizadores

La polinización es, sin duda, la misión estrella que se ha atribuido a una gran variedad de insectos voladores. No en vano, más del 90% de las plantas con flor que encontramos en todo el planeta necesitan de un agente animal, concretamente un insecto, para fructificar. Quizá nos acordemos más de ellos cuando compramos esas opulentas y brillantes frutas en nuestro mercado de confianza. Abejas, moscas, escarabajos, mariposas, avispas y un sinfín de pequeños organismos más trabajan día a día por transferir el polen entre las flores para continuar con el milagro de la vida vegetal. Todos ellos nos dan mucho sin pedir nada a cambio.

‘Mosca abejorro’, familia Bombyliidae. Sus larvas son predadoras de los huevos y larvas de otros insectos, tales como orugas, abejas y escarabajos. / Luis F. Rivera Lezama ©RiveraLezama

Pero, más allá de la polinización, podríamos decir que los artrópodos son sustento de todos los hábitats y que son muchas más las funciones que desempeñan. Por encima de las plantas, en las cadenas tróficas, están ellos. Sirven de recurso nutricional para todos aquellos animales que nos llaman más la atención, que nos parecen más bonitos o a los que, desde luego, nunca osaríamos llamar ‘bichos’ con tanto recelo. Si los insectos decidieran hoy ponerse en huelga y viajar a un planeta ignoto más allá de nuestro sistema solar, todas las especies animales, incluyendo los seres humanos, no tardaríamos en extinguirnos. Por lo tanto, es innegable pensar que el mundo actual está dominado por los artrópodos y que estos cargan sobre sus hombros el peso de la vida en nuestro planeta.

Hormiga transportando un pétalo. Género ‘Acromyrmex’. / Luis F. Rivera Lezama ©RiveraLezama

Existen muchos insectos y otros artrópodos que participan en la dispersión de semillas. El hecho de que este bosque que hoy llega hasta aquí mañana llegue un poco más allá puede ser obra de pequeños artrópodos que ayudan a otros dispersores más clásicamente estudiados, como las aves. Conocidos son, por ejemplo, los casos de las hormigas, que, en su incesante colecta de semillas para alimentarse, acaban moviendo estos gérmenes de vida más allá de su planta madre, contribuyendo a que la vegetación se extienda cada vez más.

Detalle de escarabajo joya gema (México), género ‘Chrysina’. / Luis F. Rivera Lezama ©RiveraLezama

También realizan una función esencial por debajo del suelo que pisamos: junto a otros muchos organismos, son los principales aireadores, fertilizadores y preparadores del sustrato. Su actividad genera un suelo con unas condiciones óptimas para el crecimiento de los organismos vegetales. Mientras paseamos por un prado cualquiera en el que aparentemente no vemos nada más que hierbas, bajo nuestros pies se encuentra toda una comunidad subterránea que trabaja día y noche para que todo esté en equilibrio: milpiés, bichos bola, escarabajos, larvas de diferentes organismos y muchos más. Los artrópodos son artífices de este equilibrio gracias a que son los mayores expertos en reciclaje: ayudan en la transformación de los excrementos, cadáveres y restos de otros organismos, devuelven los nutrientes al sistema y los ponen a disposición del resto de organismos.

‘Chrysina quetzalcoatli’ (México). Como en el caso del escarabajo joya gema, sus larvas viven en troncos en descomposición. / Luis F. Rivera Lezama ©RiveraLezama

Además, controlan las poblaciones de otros artrópodos, plantas y de grandes vertebrados al evitar que se establezcan como plagas. Son incontables los artrópodos que viven como parásitos sobre la piel de otros animales o sobre los tejidos de otros vegetales. De esta manera son capaces de extraer de los ecosistemas a aquellos organismos peor adaptados y de evitar que las poblaciones de otros organismos se desmadren. Son como los jinetes del apocalipsis, buscando que todo aquello que les rodea funcione a la perfección.

Araña trampera, altos de Chiapas (México). / Luis F. Rivera Lezama ©RiveraLezama

Grandes benefactores para el equilibrio, amenazados 

Los artrópodos son unos de los organismos más importantes de nuestro mundo y, sin embargo, gran parte de lo que hacemos consigue afectarles. Hemos esquilmado la vegetación natural, tan necesaria para que obtengan refugio y alimento; les hemos bombardeado con pesticidas y otros químicos para alejarlos de nuestras tierras, aun cuando nos proporcionan más beneficios que perjuicios; hemos hecho lo posible por convertir nuestros campos en terrenos baldíos para los artrópodos, en los que encontrarse una mariposa es como buscar una aguja en un pajar; hemos desecado lagunas, urbanizado todas las zonas posibles, contaminado aguas e incluso llevado basura a cuevas y hasta las cimas más altas del Himalaya; hemos provocado la llegada de especies invasoras a prácticamente todos los puntos del planeta. Con todo ello, hoy muchos artrópodos tratan de sobrevivir a duras penas. Parece que les hemos declarado la guerra a estos organismos tan importantes para nuestro planeta y para nuestra propia supervivencia, a pesar de que guardan muchas de las claves que nos permitirían solucionar gran parte de los desafíos actuales. Y, sin embargo, durante todo el tiempo que llevan en la Tierra, estos animales de pequeño tamaño no han hecho más que dar beneficios sin pedir nada a cambio.

Conservar, proteger, cuidar y educar sobre los artrópodos es educar en el equilibrio de los ecosistemas, en el perfecto funcionamiento de las cosas. Y es que, ¿cómo no van a ser importantes más de un millón de especies para la vida en la Tierra y para nuestros ecosistemas?

Insecto ‘palo’, orden Phasmida o Phasmatodea. Entre los fásmidos se encuentran los insectos más pesados y los más grandes. / Luis F. Rivera Lezama ©RiveraLezama

*Jairo Robla Suárez es investigador en la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), donde estudia la restauración de comunidades vegetales sometidas a degradación en el entorno del Guadiamar, afectado por el desastre de Aznalcóllar en 1998. Es autor de La astucia de los insectos y otros artrópodos (ed. Guadalmazán).

**Ciencia para llevar agradece especialmente al fotógrafo Luis F. Rivera Lezama por su generosa colaboración con las imágenes que acompañan al texto.

¿Sabías que en España viven 80 especies de orquídeas silvestres?

Son las protagonistas de los escaparates en las floristerías y a menudo sus dueños intercambian trucos para conseguir que florezcan varias veces al año. Pero esta familia es mucho más que una planta bonita y un tanto delicada cuando vive en una maceta. Las orquídeas, con alrededor de 20.000 especies en el mundo, constituyen la mayor familia de plantas vasculares (plantas que poseen raíz, tallo y hojas). Las asociamos con lugares exóticos, pero lo cierto es que crecen en casi todos los ecosistemas del planeta, salvo en los desiertos extremos. La mayoría vive sobre árboles en las selvas tropicales; son las más espectaculares. En Europa prefieren crecer en el suelo de los bosques y, sobre todo, en los herbazales de prados y pastos. ¿Y en España? A menudo pasan desapercibidas. Sin embargo, en nuestros campos viven 80 especies, todas terrestres. Y a pesar de su tamaño discreto, las orquídeas españolas muestran gran espectacularidad y belleza.

El Zueco de dama (Cypripedium calceolus) es la orquídea con flores más vistosas de Europa, propia de ambiente de hayedo. En España está considerada en peligro de extinción.

El Zueco de dama (Cypripedium calceolus) es la orquídea con flores más vistosas de Europa, propia de ambiente de hayedo. En España está considerada en peligro de extinción/F. Serrano.

El principal interés económico de las orquídeas deriva de su valor ornamental, aunque algunas también se comen. Sin ir más lejos de nuestra despensa, la vainilla (Vanilla planifolia) es el fruto de una orquídea mexicana que se cultiva sobre todo en Madagascar. En Turquía, el frío se combate con una taza de salep, una bebida caliente que se prepara con leche y una harina aromática que se extrae de los rizomas -tallos subterráneos- de una orquídea silvestre. Estos tallos subterráneos de algunas especies también se han asociado con propiedades afrodisíacas.

Españolas o no, sabrosas o excitantes, la familia Orchidaceae constituye una de las ramas más evolucionadas de las plantas. Los sorprendentes mecanismos que ha desarrollado en sus adaptaciones nutricionales y reproductivas han atraído el interés de la investigación botánica.

La orquídea amarilla, Ophrys lutea, se llama también orquídea abeja porque su labelo, especie de pétalo de la orquídea, imita al abdomen de este insecto/Ramón Morales

La orquídea amarilla, Ophrys lutea, se llama también orquídea abeja porque su pétalo imita al abdomen de este insecto/Ramón Morales

En cuanto a la reproducción, disponen de sistemas muy sofisticados de polinización por insectos (entomofilia). El investigador del CSIC Daniel Gómez nos cuenta que “para atraerlos, las orquídeas del género Ophrys muestran complejas modificaciones en sus flores que incluyen trampas visuales y señales químicas -emiten feromonas- para ‘atraer sexualmente’ a los insectos machos, provocar una pseudocópula y de esta manera conseguir que el insecto transporte el polen de una flor a otra”. Cuando el insecto se posa en la flor recibe dos banderillas de base pegajosa que se adhieren a su cuerpo, unos contenedores de polen llamados polinias. Al abandonar la flor, traslada la carga a otras flores de la misma especie de orquídea, que seguirán engañándolo haciéndole pensar que son hembras con las que perpetuar su especie, y recibirán el polen que transporta.

Corallorhiza trífida, una de las especies más raras que crecen en España /Wikipedia

Corallorhiza trífida, una de las especies más raras que crecen en España /Wikipedia

Si hablamos de su nutrición, la mayor parte de las orquídeas son en sus inicios heterótrofas -se alimentan de otros seres vivos-, como los animales. Para obtener los nutrientes necesarios acogen en el interior de sus raíces un tipo de hongos llamados micorrizas, capaces de producir materia orgánica. Hay especies que continúan con esta alimentación toda la vida creciendo sobre hojarasca y madera en descomposición y pueden prescindir de hojas y tallos. Sin embargo, la mayor parte producen en su madurez hojas con clorofila y pasan a ser parcial o completamente autótrofas.

Si regresamos a nuestro país, hay varias especies extremadamente raras y muy difíciles de observar. Por ejemplo, las orquídeas de coral (Corallorhiza trifida, Epipogium aphyllum) son minúsculas y sus poblaciones pueden estar varios años sin producir órganos aéreos, de modo que completan su ciclo vital, incluso la floración, de forma subterránea, lo que dificulta aún más su localización.

 

Si quieres más ciencia para llevar sobre las orquídeas españolas, consulta la exposición Orquídeas del CSIC o el álbum de imágenes del Real Jardín Botánico.