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¿Qué son los fondos ‘buitre’?

S. MiretE. Outer.J. Mag.Por Juan Margalef Roig, Enrique Outerelo Domínguez y Salvador Miret Artés*

Los hedge funds, popularmente conocidos como fondos ‘buitre’, han acaparado titulares y espacio en los medios de comunicación españoles en los últimos tiempos. Probablemente, los casos más mencionados han sido el de la deuda argentina y el desembarco de estos fondos en el mercado inmobiliario de la Comunidad de Madrid.

Pero, ¿qué son exactamente los hedge funds? Lo primero que cabe decir es que son fondos de inversión que tienen una gestión muy dinámica y agresiva, asumiendo riesgos muy altos. Gestionan grandes cantidades de dinero que proceden de grandes fortunas, fondos de pensiones, de otros fondos de inversión y de pequeños ahorradores. Una de sus líneas de inversión son proyectos desarrollados por pequeñas empresas, con las que adquieren un compromiso de permanencia en el capital durante un cierto tiempo. Sin embargo, son más conocidos por comprar, en el mercado secundario, la deuda de países o corporaciones en crisis con grandes descuentos (hasta el 70%), para después litigar en los tribunales con el objetivo de cobrar la totalidad nominal de los activos que han comprado.

Corralito

La crisis argentina de 2001 no sólo llevó al ‘default’; también fue causante de un ‘coralito’ financiero que provocó el enfado de los pequeños ahorristas. / Barcex, CC-BY-SA, via Wikimedia Commons.

Este es el caso de la deuda argentina. En 2001, el país entró en suspensión de pagos (default) y comenzó a negociar con los tenedores de la deuda –que por aquel entonces era 102.000 millones de dólares– quitas y plazos más relajados para el pago. El 92,4% de estos tenedores aceptaron canjes del 70% (es decir, recibieron voluntariamente la devolución del dinero invertido con un descuento del 70 % del valor nominal de la deuda adquirida) y fechas de vencimiento de cinco años. Sin embargo, algunos bonistas y hedge funds liderados por NML Capital no aceptaron las nuevas condiciones y optaron por litigar. Estos hedge funds habían aprovechado el default para comprar, a un precio mucho más bajo de su valor nominal, deuda soberana argentina a tenedores con necesidad de recuperar rápidamente al menos una pequeña parte de su inversión. Aquí no entraremos a valorar la gestión de un país por los gobernantes de turno.

Catorce años después, en julio de 2015, el juez estadounidense Thomas P. Griesa decidió que todos los bienes del Gobierno argentino en los Estados Unidos podían ser considerados comerciales, con excepción de los militares y diplomáticos, dando vía libre así a que el patrimonio argentino pudiera ser embargado y subastado. De este modo, la sentencia permitió a NML Capital cobrar 832 millones de dólares por deuda argentina que en 2001 le había costado 48,7 millones de dólares. Recientemente, el nuevo gobierno argentino ha llegado a un principio de acuerdo con estos fondos ofreciéndoles un 75% de sus reclamaciones, con una quita mejor que la pactada con otros fondos menos poderosos.

Como ilustra el ejemplo, este tipo de operaciones son de alto riesgo y su resolución puede prolongarse durante varias décadas. Pero también implican ganarse el sobrenombre de ‘buitre’: si este carroñero se come la carne de animales muertos y ataca a presas debilitadas, los hedge funds sacan ventaja de la situación de tenedores de deuda, corporaciones y países en crisis.

Así, en 2013 estos fondos vieron una oportunidad en la crisis española. Ese año, varios de ellos entraron en el mercado inmobiliario de la Comunidad de Madrid a través de diferentes operaciones:

  • Compra de 1860 pisos de la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo de Madrid por 12,5 millones de euros.
  • Compra de 3000 pisos a la Agencia de Vivienda Social de la Comunidad de Madrid (IVIMA), por 200 millones de euros.
  • Compra de viviendas con inquilino. En este caso, al extinguirse el contrato con el antiguo propietario, las renovaciones tenían condiciones más duras que algunos inquilinos no pudieron afrontar.
  • Compra de créditos hipotecarios. Es decir, ante el temor de que los compradores de pisos no pudieran hacerse cargo del pago de sus hipotecas, los bancos decidieron traspasar éstas a los fondos buitre por un valor inferior al de la deuda nominal.

Los fondos apostaron a que el mercado inmobiliario frenaría su tendencia bajista y volvería a crecer; mientras que los vendedores pensaron que existía un alto riesgo de un impago masivo de hipotecas inmobiliarias que llevaría al mercado aún más a la baja. Al menos hasta el momento, podríamos decir que quienes acertaron fueron los primeros, puesto que, de 2013 a 2015, los precios de la vivienda subieron un 20%. De hecho, algunos piensan que los bancos habrían perdido menos dinero suavizando las condiciones de los hipotecados en lugar de vendiendo las hipotecas a los fondos buitre.

 

* Juan Margalef Roig y Salvador Miret Artés son investigadores del CSIC en el Instituto de Física Fundamental. Enrique Outerelo Domínguez es profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Los tres son autores de los cuatro volúmenes de la obra Probabilidad y Economía (Sanz y Torres).

Vender lo que no se tiene o en qué consiste el ‘ataque’ a una moneda

S. Miret E. Outer. J. Mag. Por Juan Margalef Roig, Enrique Outerelo Domínguez y Salvador Miret Artés*

¿Se puede vender lo que no se tiene? En economía financiera; sí. Vender en descubierto (o a corto) significa vender valores que no se tienen en propiedad.

Un inversor puede pedir prestadas, a cambio del pago de un ‘alquiler’ (o prima), acciones a otro inversor… y obtener de esta operación importantes beneficios.

Supongamos que nuestro inversor se pone ‘bajista’ respecto a las acciones de una compañía; es decir, tiene la sensación o intuición de que la acción de una determinada compañía va a bajar en un plazo de tiempo razonable. A través de su agente de bolsa, puede pedir prestadas a otro inversor 20.000 acciones de esa compañía para venderlas inmediatamente después.

Bolsa

Autor: Alberto Carrasco-Casado

Supongamos también que en el momento de esta operación la acción cotiza a 13 euros y que, unas semanas más tarde, de acuerdo con las expectativas de nuestro inversor, el precio baja a 9 euros. En ese momento, puede deshacer la posición; es decir, comprar 20.000 acciones y devolvérselas a quien se las había dejado en préstamo.

Si consideramos que en ese tiempo la compañía ha repartido un dividendo de 1 euro por acción, que el propietario de los títulos debe recibir, ya podemos calcular el beneficio de la operación. Dejando a un lado los gastos de gestión (las comisiones del agente y el ‘alquiler’ de las acciones) la ganancia es de 20.000 x 13 – 20.000 x 9 – 20.000 x 1 = 60.000 euros.

Esta práctica, habitual en el mundo financiero, se encuentra regulada en España por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). El organismo exige a los inversores garantías suficientes para cubrir todos los pasos de la operación (en especial, lo prestado por otros inversores), las cuales les son devueltas con sus intereses al término del proceso.

Si la acción, en lugar de bajar, sube de cotización, el agente de bolsa, siguiendo la normativa de la CNMV, pedirá más garantías al inversor o deshará la posición inmediatamente. Si al deshacerla la acción está a 15 euros, las pérdidas del inversor serán de: 20.000 x 13 – 20.000 x 15 – 20.000 x 1= – 60.000 euros (el signo negativo significa pérdidas).

El escenario ‘bajista’ podría haberse imaginado o intuido, por ejemplo, con las acciones de los bancos españoles por la crisis griega del julio pasado. Y así fue.

Divisas

Fuente: www.tOrange.us

La misma idea subyace en la especulación conocida como ‘ataque a una moneda’ que se supone que es una divisa débil. Sin querer dar nombres de personas o grupos de personas que lo han realizado, vamos a describir brevemente este escenario. El especulador, sin salirse de la normativa del país M ni de la normativa internacional, pide un préstamo de la moneda del país M. Inmediatamente después de recibir el préstamo, lo cambia a dólares o cualquier otra moneda ‘fuerte’ que se elija para operar. Esta última operación se produce dentro del sistema financiero del país M, por tanto la reserva de divisas de M disminuye. Se repite esta operación 4, 5 o 6 veces en poco tiempo, disminuyendo más y más la reserva de divisas del país M y, a veces, en un ambiente generalizado de rumores e indicios de devaluación. Llegada la devaluación esperada por el especulador, éste devuelve los préstamos en moneda M, que al estar devaluada le deja un importante beneficio.

Veamos este proceder con un ejemplo. El especulador recibirá cinco préstamos sucesivos de 200 millones de monedas de M; y cambiará cada uno de ellos con el siguiente tipo de cambio: el primero, 100 monedas de M por 1 dólar; el segundo, 105 por 1; el tercero, 110 por 1; el cuarto, 120 por 1; y el quinto, 125 por 1. Sin contar con los intereses y los gastos de cambio de moneda, el especulador deberá 1.000 millones de monedas de M y tendrá en su poder 8.989.610,39 dólares. Supongamos que después de la devaluación oficial en M, el cambio es de 150 monedas de M por 1 dólar. Entonces nuestro individuo cambiará 6.666.666,67 dólares para obtener los 1.000 millones de moneda M con los que devolver sus préstamos, y retendrá una ganancia de 2.322.943,72 dólares.

 

* Juan Margalef Roig y Salvador Miret Artés son investigadores del CSIC en el Instituto de Física Fundamental. Enrique Outerelo Domínguez es profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Los tres son autores de los cuatro volúmenes de la obra Probabilidad y Economía (Sanz y Torres).