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SOS: estos elementos químicos están en peligro de extinción

Por Pilar Goya (CSIC)*

La tabla periódica constituye un verdadero icono de la ciencia y la cultura. La Sociedad Europea de Química (EuchemS, por sus siglas en inglés) ha contribuido al “Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos”, que se está celebrando en 2019, con la elaboración de su propia tabla, presentada en el Parlamento Europeo el pasado 22 de enero.

Junto con su estética colorista, esta tabla incorpora un mensaje claramente conservacionista: no todos los elementos tienen la misma presencia en la corteza terrestre y los más escasos merecen un cuidado especial; no se pueden malgastar.

 

 

Esta tabla está basada en la diseñada por W. F. Sheehan, pero se ha modificado para reflejar la abundancia de los elementos a escala logarítmica, y se ha coloreado para llamar la atención sobre aquellos que pueden estar en peligro de desaparición a corto plazo. La tabla recoge los 90 elementos naturales constitutivos de todas las cosas, desde las maravillas de la naturaleza hasta los dispositivos electrónicos más sofisticados. A ellos se han sumado el tecnecio y el prometio, que son elementos radiactivos sintéticos, de los que, sin embargo, se han hallado trazas en la naturaleza. No figuran, por el contrario, los elementos transuránidos. La estructura de la tabla no deja espacio entre el berilio y el boro, ni entre el magnesio y el aluminio. Los lantánidos aparecen en su posición correcta.

El código de colores hace referencia a la disponibilidad y vulnerabilidad de los diferentes elementos. En rojo aparecen 12 elementos químicos cuya disponibilidad será considerablemente menor en los próximos 100 años: el helio, el zinc, el galio, el germanio, el arsénico, el estroncio, el itrio, la plata, el indio, el telurio, el hafnio y el tántalo. Por poner algún ejemplo, el helio se utiliza para la resonancia magnética nuclear, las sales de estroncio se añaden a los fuegos artificiales y bengalas para producir el color rojo, mientras que el galio se emplea en dispositivos optoelectrónicos y células solares, y el indio forma parte de la mayoría de las pantallas táctiles.

Los colores naranja y amarillo alertan sobre el riesgo que corren los correspondientes elementos si continuamos con su uso creciente; por ejemplo, el litio, cuya demanda aumenta progresivamente a causa de su presencia en baterías recargables para automóviles, aunque es un metal que puede ser reciclado de manera bastante sencilla. En verde se muestran los elementos químicos más abundantes.

Finalmente, hay cuatro elementos que aparecen en negro: el estaño, el tántalo, el wolframio y el oro, porque frecuentemente se obtienen de minerales extraídos en las denominadas zonas de conflicto.

Además, se ha incluido un icono de un teléfono móvil en las casillas de los 31 elementos que forman parte de los smartphones (algunos autores discrepan de esta cifra). La existencia de muchos de estos elementos estará en riesgo si seguimos usándolos con la frecuencia con la que lo hacemos en este momento. Solo en Europa se sustituyen unos 10 millones de teléfonos móviles al mes. Es cierto que una buena parte de ellos se envían a países en desarrollo para su uso o para su reciclaje, aunque sobre la eficacia de estos envíos hay dudas más que razonables.

En definitiva, el mensaje de esta tabla periódica es que hay que hacer todo lo posible para proteger y reciclar los elementos químicos amenazados. Además, quienes investigamos en química debemos trabajar en la búsqueda de alternativas que permitan utilizar elementos abundantes para sustituir aquellos que están en peligro, ya sea por su uso creciente o por su escasa disponibilidad.

* Pilar Goya es investigadora del CSIC en el Instituto de Química Médica y coautora del libro La tabla periódica de los elementos químicos . Este texto está extraído del artículo “La tabla periódica de EuChemS”, publicado en un número monográfico dedicado al Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos por la revista Anales de Química.

La EuChemS es una organización supranacional que engloba a 42 sociedades químicas de 33 países y que representa a más de 160.000 químicos. En España, pertenecen a la EuChemS, la Real Sociedad Española de Química (RSEQ), la Asociación Nacional de Químicos de España (ANQUE), la Societat Catalana de Química (SCQ) y la Sociedad de Química Analítica (SEQA).

¿Conoces las tierras raras? Son 17 y algunas te acompañan cada día

Por Mar Gulis (CSIC)*

¿Has oído hablar del europio? ¿Y del gadolinio? ¿O quizá te suene el neodimio? Si alguna de tus respuestas es afirmativa, seguramente querrás saber más de estos y otros elementos de las tierras raras. Si no has escuchado nunca esos nombres, te sorprenderá averiguar que el europio está presente en tus billetes de euro para evitar falsificaciones, que el gadolinio se inyecta a los pacientes durante las resonancias magnéticas para detectar un cáncer, o que el neodimio entra en contacto con nuestras orejas cuando usamos auriculares. El investigador del CSIC Ricardo Prego Reboredo cuenta estas y otras muchas curiosidades en su libro Las tierras raras (Editorial CSIC-Los libros de la Catarata), donde se remonta a los primeros hallazgos de estos elementos químicos.

Fue a finales del siglo XVIII cuando, en el pequeño pueblo de Ytterby (Suecia), se abrió una mina para extraer feldespato, un mineral utilizado en la industria cerámica y del vidrio. Prego relata que un joven teniente del ejército sueco, Karl Arrhenius, visitó la mina y se fijó en un extraño trozo de roca negra que parecía carbón. Tras muchas vicisitudes y los trabajos de varios químicos, a partir de ese trozo de mineral se aislaron por primera vez varios elementos de las tierras raras: itrio, terbio y erbio. Pese a los avances, en el siglo XIX aún reinaba el desconcierto entre los mineralogistas y químicos que investigaban los nuevos elementos químicos y trataban de descifrar sus propiedades para ubicarlos en la tabla periódica. Tuvo que comenzar el siglo XX para que pudiera completarse “el mágico número de 17 elementos” de esta curiosa familia química: escandio, itrio, lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio. Según la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada, todos ellos, excepto el escandio y el itrio, pertenecen al grupo de los lantánidos, situados en la parte inferior de la tabla periódica.

 

Este año se conmemora el 150º aniversario de la creación de la tabla periódica por el científico ruso Dimitri Mendeleiev. La Asamblea General de la ONU ha proclamado 2019 como el Año Internacional de la Tabla Periódica / Tximitx

En cualquier caso, no fue hasta después de la II Guerra Mundial cuando se avanzó en las aplicaciones de estos minerales. Desde entonces, la utilización de las tierras raras -denominadas así porqueen un principio los minerales que las contenían eran muy escasos y, además, todos ellos había que buscarlos en Escandinavia- se ha multiplicado exponencialmente, utilizándose en medicina y todo tipo de procesos industriales y desarrollos tecnológicos. Por ejemplo, el cerio aún se usa en cremas para el tratamiento de quemaduras, y también en catalizadores. El escandio forma parte de aleaciones empleadas para fabricar componentes de la industria aeroespacial. Uno de los elementos menos abundantes es el tulio, demandado como fuente de radiación en equipos de rayos X portátiles y láseres de estado sólido. El neodimio, el holmio y el disprosio son necesarios en algunos tipos de cristales de láser. Igualmente han sido exitosos los antiinflamatorios basados en compuestos con samario, y, en general, son varias las tierras raras utilizadas en la fabricación de teléfonos móviles, ordenadores, baterías, imanes y electrodomésticos.

Desde los años 60, las transformaciones económicas y tecnológicas han ido de la mano de la explotación de estos minerales, hoy considerados esenciales para las tecnologías del futuro. He aquí la paradoja: dependemos de ellos, pero pocas personas los conocen. “Las tierras raras están omnipresentes en nuestra sociedad de alta tecnología hasta el punto de que se podría hablar de una Edad de las Tierras Raras con la misma propiedad que lo hacemos de las edades de Bronce o de Hierro”, explica Prego. “Sin embargo, esos elementos químicos no ocupan portadas en los periódicos”, agrega.

Desde el centro superior, en el sentido de las agujas del reloj: praseodimio, cerio lantano, neodimio, samario y gadolinio / Peggy Greb, US department of agriculture

La atención mediática podría aumentar, pues son minerales estratégicos para los Estados. Tanto es así que su explotación genera crisis económicas y tensiones geopolíticas entre países. Ese ‘lado oscuro’ de las tierras raras tiene distintas ramificaciones; por ejemplo, su utilización por la industria militar para la fabricación de los misiles teledirigidos. Pero quizá sea la dimensión ambiental la más preocupante. Aunque los elementos de las tierras raras se emplean en las denominadas tecnologías verdes (en la fabricación de aerogeneradores, paneles fotovoltaicos, coches eléctricos o iluminación LED), su extracción y procesamiento provocan graves impactos ambientales. Precisamente por ello, en Galicia, donde hay una importante concentración, Prego no ve de momento factible su explotación.

Las tierras raras se extraen de minas a cielo abierto –China concentra la mayor producción– a través de procesos en los que se emiten gases contaminantes a la atmósfera, se utilizan agresivos productos químicos y se filtran aguas residuales a ríos y lagos. A partir de ahí, puede darse el círculo vicioso que ya conocemos: deterioro del entorno natural y la producción agroalimentaria, problemas de salud en las zonas afectadas y desplazamientos masivos de población. Pero todo esto daría para varios post.

 

* Este post se basa en varios fragmentos del libro Las tierras raras (CSIC-Los libros de la Catarata), escrito por el investigador Ricardo Prego Reboredo, del Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo.