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¿Para qué sirve la cera? Mucho más que para hacer velas

Por Cristina de Andrés Gil* (CSIC)

Cuando escuchamos la palabra cera, es común pensar en la que usan las abejas para construir sus panales… o en la cera del oído que producimos los seres humanos. Sin embargo, aunque no seamos conscientes de ello, las ceras están presentes en nuestra vida cotidiana más de lo que creemos.

Para empezar, hay un sinfín de ceras en la naturaleza, como las que recubren la piel, las plumas o el pelaje de muchos animales, o las que están en la superficie de las semillas, los tallos, las flores, las hojas o las raíces de las plantas. Normalmente, la función de estas ceras es proteger y aislar al organismo frente a insectos patógenos, cambios de temperatura o la pérdida excesiva de agua.

Cera de un panel de abejas

Pero, además, las ceras se emplean en múltiples procesos industriales, como la fabricación de velas o la industria cosmética, donde son muy cotizadas porque proporcionan una capa protectora y nutritiva para la piel, que ayuda a retener la humedad y dar una sensación sedosa al tacto. Asimismo, tienen propiedades espesantes que mejoran la textura de los productos y ayudan a una mejor adherencia a la piel.

Otra aplicación importante y quizás menos conocida es su uso en la industria alimentaria como recubrimiento de frutas o verduras: las ceras protegen a estos alimentos de la humedad, alargan su vida útil y mejoran su aspecto. Las ceras también son utilizadas en la producción de muchos materiales, como metales, plásticos, resinas, adhesivos, madera, textiles, cuero y papel, debido a su capacidad para lubricar, recubrir y proteger superficies.

Propiedades únicas

¿Qué es lo que hace a las ceras tan ubicuas y versátiles? Fundamentalmente sus propiedades químicas. Las ceras son un tipo de lípidos neutros, formados por una mezcla de compuestos que contienen ácidos grasos, entre los que se incluyen alcoholes grasos, aldehídos, cetonas, alcanos o ésteres de ceras. Su composición varía según el origen, pero son el resultado de una reacción entre un ácido graso y un alcohol graso.

Lo importante es que, al ser moléculas lipídicas largas, poseen propiedades únicas, como una alta insolubilidad en agua o un punto de fusión lo suficientemente alto como para que puedan mantenerse en estado sólido a temperatura ambiente.

Las ceras se emplean en procesos industriales como la fabricación de velas o la industria cosmética

Pero, ¿de dónde se obtienen las ceras para su aplicación en la industria? Hasta mediados de los años 80, los ésteres de ceras se obtenían de los cachalotes; en concreto, de unas cavidades situadas en la cabeza de estos mamíferos marinos denominadas espermaceti y que desempeñan un papel importante en su sistema de ecolocalización. Además, el aceite acumulado por los cachalotes, que contiene un 70% de ceras, se usaba como lubricante para maquinaria de precisión, como relojes, ya que es muy estable en un amplio rango de temperaturas.

Sin embargo, debido a su impacto medioambiental, la caza de ballenas y cachalotes fue prohibida en 1986 en gran parte del mundo; y esto llevó a la búsqueda de alternativas.

Una es la producción de ceras sintéticas mediante procesos químicos a partir de recursos combustibles fósiles. El problema de este método es que también tiene un importante impacto medioambiental porque requiere un gran consumo de energía y el uso de recursos fósiles limitados.

Ceras vegetales: una alternativa sostenible

Una alternativa más sostenible es la obtención de ceras de origen vegetal. La planta desértica jojoba (Simmondsia chinensis), que acumula ésteres de ceras en lugar de triglicéridos como lípidos de reserva en sus semillas, se cultiva con este propósito. Sin embargo, solo crece en a zonas áridas, como Israel, India o Sudáfrica, lo que encarece el precio de sus ésteres y limita su uso fundamentalmente al sector cosmético.

También se puede obtener cera de girasol como un subproducto del proceso de extracción su aceite

Por eso se utilizan también otras fuentes vegetales, como la cera de carnauba, obtenida de las hojas de la palma Copernicia cerífera, y la cera de candelilla (Euphorbia cerífera). También se puede obtener cera de girasol como un subproducto del proceso de extracción de su aceite. Durante este proceso, las ceras de las semillas se extraen junto con el aceite y posteriormente se separan en una etapa del refinado.

En cualquier caso, el uso de las ceras en tantas industrias hace que sea esencial seguir explorando y desarrollando alternativas más ecológicas para su obtención y producción, y reducir así el impacto ambiental.

 

*Cristina de Andrés Gil es investigadora en el Instituto de la Grasa del CSIC.