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¿Ha resuelto la inteligencia artificial el enigma de la estructura de las proteínas?

Por Emilio Tejera* (CSIC)

Cuando oímos hablar del creciente poder de los ordenadores y, en concreto, de la inteligencia artificial, suelen llamarnos la atención los aspectos más perturbadores: que si sirve para colarnos bulos (aunque también para combatirlos), desafiar nuestra privacidad o volvernos más consumistas; que si los robots nos robarán los trabajos; incluso, que una inteligencia artificial, influida por los seres humanos, se ha vuelto racista. Al final, sentimos un temor instintivo que nos lleva a apagar el ordenador, pensando en Hal9000 o en Terminator. Sin embargo, hoy quiero mencionar la historia de una inteligencia artificial que, quizá, haya resuelto un enigma científico que llevaba más de 50 años desafiando a la comunidad científica. En una palabra, hoy quiero hablar del día en que una máquina nos hizo un gran favor.

Empezaremos con los artífices de este logro: Deepmind. La empresa, dirigida por Demis Hassabis y adquirida por Google, empezó desarrollándose sobre todo en el campo de los videojuegos, pero también utilizaba los clásicos juegos de mesa para perfeccionar sus propios sistemas de inteligencia artificial, como refleja el documental AlphaGo, que trata sobre el entretenimiento de origen chino denominado Go. En él se narra cómo su algoritmo fue capaz de derrotar de manera aplastante al campeón mundial de este juego milenario, mucho más complejo que el ajedrez.

Imagen del juego Go / Prachatai / Flickr

Los frikis de los juegos se meten en ciencia

Pero el equipo de Deepmind quería llegar mucho más lejos y aplicar su experiencia a la ciencia. En concreto, se interesaron por una cuestión clave para la biología: cómo conocer la estructura de una proteína –las moléculas que realizan buena parte de las funciones biológicas– a partir de su secuencia de aminoácidos (es decir, de sus componentes fundamentales). Resulta que poseemos esta secuencia básica de la mayoría de las proteínas, pero para obtener su estructura hay que realizar complicados estudios bioquímicos que tardan meses o años en extraer resultados. Por eso, siempre existió el interés en que las máquinas pudieran acortar este proceso y deducir las estructuras, aunque hasta ahora los resultados eran bastante pobres. Hasta que Deepmind, con su programa AlphaFold, ganó de modo rotundo las ediciones de 2018 y 2020 del concurso bienal CASP, que premia los software que trabajan en este ámbito. Se intuía que algo gordo iba a ocurrir y, en efecto, sucedió.

En julio de 2021, Deepmind, en colaboración con el Laboratorio Europeo de Biología Molecular, publicaba dos artículos en la prestigiosa revista Nature. En uno describían el proceso para crear una versión mejorada del software de AlphaFold (cuyo código fuente donaron al mundo, como corresponde a una investigación financiada en parte con fondos públicos). Y en el otro aportaban las estructuras del 98,5% de las proteínas de las células humanas: un resultado espectacular si tenemos en cuenta que hasta entonces solo conocíamos la estructura del 17% de ellas. Además, publicaron las estructuras de 365.000 proteínas de 20 tipos de organismos diferentes, muchos de ellos modelos clave para la investigación en biología. El manantial de nueva información a disposición de la comunidad científica era impresionante (y sigue aumentando).

Imagen de la estructura de la mioglobina, una de las primeras proteínas que se desentrañó/ Wikipedia

Un software que ahorraría años de investigación

Pero, ¿por qué es tan importante averiguar la estructura de las proteínas? Gracias a este conocimiento, podemos analizar cómo actúan estas moléculas y, a partir de ahí, elaborar fármacos que modifiquen su función y nos permitan actuar sobre toda clase de enfermedades. De hecho, softwares similares a AlphaFold podrían predecir cómo un medicamento interaccionará con determinada proteína y, así, ahorrar años de investigación y acelerar el desarrollo de nuevos tratamientos.

¿Ha desentrañado finalmente Deepmind este tan descomunal como intrincado problema? Probablemente tardaremos años en dilucidarlo, conforme las técnicas clásicas confirmen (o no) que las estructuras propuestas por AlphaFold en tan sólo unas pocas horas de análisis coinciden con las que realmente poseen dichas proteínas. Además, se plantean nuevos interrogantes: quizá existan estructuras concretas frente a las que AlphaFold no sea lo suficientemente resolutiva. Hasta ahora, el software no ha entrado en los cambios que se producen en las proteínas cuando interaccionan con otras moléculas; y, entre conocer la conformación de una proteína, y curar enfermedades como el alzhéimer, queda por recorrer un mundo. No obstante, si se confirma (de momento, los últimos artículos refuerzan tanto las perspectivas como las dudas), será un avance fundamental; y no logrado por especialistas en biología que llevan años estudiando la cuestión, sino por un grupo de frikis expertos en informática que empezaron trabajando en videojuegos.

Deepmind está desarrollando otras aplicaciones para sus software: quiere diagnosticar enfermedades mediante el análisis de imágenes de fondos de ojo, así como predecir dolencias futuras a partir de las constantes básicas de un individuo. Las aplicaciones de la inteligencia artificial (capaz de aprender de sí misma, y de detectar patrones que permanecen ocultos al intelecto humano) son todavía innumerables; entre otras cosas porque muchas, probablemente, no somos capaces aún de imaginarlas.

La inteligencia artificial, desde luego, representa un reto para la humanidad, pero, como la mayor parte de las creaciones humanas, presenta tantos inconvenientes como ventajas. Al final, la tecnología es una herramienta: la gran responsabilidad que tenemos es que nos lleve a prosperar como sociedad. De no ser así, poco importará que llegue Terminator para acabar con la humanidad: seremos nosotros mismos quienes habremos desaprovechado esta inmensa oportunidad.

* Emilio Tejera (@EmilioTejera1) es responsable de la Unidad de Biología Molecular del Instituto Cajal (IC-CSIC). En este post de su blog realiza una descripción más detallada del tema de este artículo.

Ultrasonidos: la revolución silenciosa de la medicina moderna

Por Francisco Camarena (CSIC-UPV)*

En 1983 nació la primera persona de mi familia sabiéndose de antemano cuál iba a ser su sexo. A su madre le habían hecho unas pruebas un poco raras echándole un gel pastoso y frío sobre el vientre, y el ginecólogo se había adelantado a la naturaleza diciendo: “creo que es una niña”. Las imágenes eran grises, ruidosas, bastante confusas y con mucho movimiento. ¿Cómo iba a deducirse de ese enredo de sombras que aquello iba a ser una niña?, debió pensar su madre con escepticismo.

Medida de la translucencia nucal con ecografía en la semana 13 de embarazo.

Corrían los años de la movida y las técnicas de imagen para diagnósticos médicos también se revolucionaban: acababan de concederles el Premio Nobel a los creadores de esa maravilla de imagen 3D que es la Tomografía Axial Computerizada (TAC). Los inventores de la resonancia magnética, también premiados con el Nobel, andaban haciendo imágenes espectaculares del cerebro humano utilizando propiedades cuánticas de la materia; y había unos científicos que obtenían imágenes de los procesos metabólicos del organismo con nada más y nada menos que antimateria, que es lo que se usa para obtener una imagen PET (Tomografía por Emisión de Positrones). Así que, ¿quién iba a dar importancia a unas imágenes tan pobres como las que se empezaban a tomar con sonidos?

Ventajas de los ultrasonidos

Lo cierto es que las imágenes tomadas con ultrasonidos no eran 3D, pero eran en tiempo real. Solo daban información anatómica, pero era complementaria a la que proporcionaban los Rayos X. Eran ruidosas, sí, pero incluso del ruido se podía extraer información relevante para el diagnóstico. Es verdad que dependían del operador que manejase la máquina, pero como no era más que sonido, y no podía ionizar átomos y afectar a nuestras moléculas de ADN, siempre se podía repetir la prueba las veces que fuese necesario. Y, sobre todo, se podía tener cien máquinas de ultrasonidos con lo que cuesta un TAC, una resonancia o un PET, y eso sí que es harina de otro costal.

Imagen de Microscopia de Localización con Ultrasonidos y Doppler Color de un corte coronal del cerebro de un ratón

Las décadas de los ochenta y noventa del S.XX permitieron la consolidación a nivel mundial de la técnica, con sus grandes éxitos en el campo de la obstetricia y la cardiología, que prácticamente no existirían sin esta modalidad de imagen, y con el desarrollo de la imagen Doppler, 3D y, en el campo de la terapia, de la litotricia para el tratamiento de cálculos renales y biliares con ondas de choque. El arranque del siglo XXI no fue menos fructífero: la elastografía, una variante de imagen ecográfica, permitió la mejora de los diagnósticos mediante la obtención de mapas de la dureza de los tejidos, y la aparición de sistemas cada vez más pequeños y económicos posibilitó la implantación de la tecnología en pequeñas clínicas de todo el mundo. En 2014, el número de pruebas con ultrasonidos a nivel mundial ascendió a 2.800 millones (éramos 7.200 millones de habitantes sobre la faz de la Tierra en ese momento), lo que aupó esta tecnología, junto con la de Rayos X, a la cima de las modalidades de imagen más utilizadas en medicina. Además, durante la segunda década de este siglo se ha extendido el uso del ultrasonido terapéutico, principalmente para producir quemaduras internas en los tejidos mediante la focalización del sonido, de un modo parecido a como focaliza una lupa la luz solar, lo que está permitiendo tratar de forma no invasiva enfermedades como el temblor esencial, la enfermedad de Parkinson, el cáncer de próstata o la fibrosis uterina.

Nuevas terapias contra el cáncer

El futuro próximo se vislumbra muy prometedor. Las mejoras técnicas están disparando el número de aplicaciones y en pocos años veremos consolidarse nuevas formas de terapia, como la histotripsia: ultrasonidos focalizados de altísima intensidad que trituran literalmente los tejidos tumorales y esparcen en derredor antígenos que favorecen la respuesta inmunológica del cuerpo contra el propio tumor. Otras novedades serán los dispositivos para modular con precisión quirúrgica el funcionamiento del cerebro humano y modalidades de imagen de una espectacularidad propia de la ciencia ficción, como la optoacústica o la microscopía de localización por ultrasonidos.

Mapeo de los vasos sanguíneos del cerebro humano realizado con ultrasonidos. 

Los ultrasonidos, ese sonido que los humanos no podemos oír, son la base de una tecnología que ha sido uno de los pilares sobre los que se ha construido el edificio de la medicina moderna. Han supuesto una revolución trascendental en el modo de observar el interior del cuerpo humano, hasta hace poco tan misterioso y opaco, y nos han permitido verlo como veríamos con los oídos, como ven los murciélagos, como componen su mundo las personas invidentes. Puede parecer menos, pero los murciélagos vuelan a oscuras y eso no lo pueden hacer los pájaros con sus flamantes ojos. Ha sido una revolución tranquila, de avances graduales pero fiables, sin excesivo ruido mediático, sin premios Nobel, sin estridencias, como no podía ser de otra manera al tratarse, como se trata, de sonido inaudible. Una revolución silenciosa, sí, pero una revolución, al fin y al cabo.

 

*Francisco Camarena Fermenía trabaja en el Instituto de Instrumentación para Imagen Molecular (i3M, CSIC-UPV), donde dirige el Laboratorio de Ultrasonidos Médicos e Industriales (UMIL)

365 efemérides para 2022. ¡Descarga gratis el nuevo calendario científico!

Por Mar Gulis (CSIC)

¿Sabías que tal día como hoy, en 1906, nació el químico Albert Hofmann, que descubrió la estructura de la quitina y demostró los efectos psicotrópicos del LSD mientras estudiaba los alcaloides del cornezuelo del centeno? ¿Y que el 17 de mayo de 2014 descubrieron en Argentina el dinosaurio Patagotitan mayorum, el más grande conocido hasta el momento? En el Calendario científico escolar 2022 encontrarás estos y otros 363 aniversarios científicos, con historias tan curiosas como la del 25 de junio: en 1498, un emperador chino presentó el primer cepillo de dientes provisto de cerdas, las cuales se extraían del cuello de cerdos y se cosían a unos mangos de bambú o de hueso. Más adelante, los mercaderes llevaron este invento a Europa.

Con el objetivo de visibilizar los avances de la ciencia y la tecnología a lo largo de la historia, así como a sus protagonistas, el Instituto de Ganadería de Montaña (IGM), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de León, ha desarrollado un año más esta iniciativa, que cuenta su tercera edición, dirigida fundamentalmente al público infantil y joven. El Calendario científico escolar 2022, así como la guía didáctica para diferentes niveles y asignaturas, se puede descargar gratuitamente en la web del IGM en diez idiomas diferentes: castellano, gallego, catalán, euskera, asturiano, aragonés, inglés, francés, esperanto y árabe.

En esta ocasión, el nuevo calendario ha querido poner el foco en la igualdad y la diversidad a través de conmemoraciones como el nacimiento de la médica e inventora Patricia Bath el 4 de noviembre de 1942. Ella fue la primera mujer afroamericana en recibir una patente con finalidades médicas, y su invento, el aparato Laserphaco Probe, se usa en la actualidad para tratar las cataratas. La publicación también recuerda, entre otras cosas, que el 5 de julio de 2018 se celebró el primer Día del orgullo LGTBIQA+ en las disciplinas de ciencia, tecnología, matemáticas e ingeniería, y que el 4 de septiembre de 1939 Alan Turing comenzó a trabajar en el descifrado de los códigos secretos alemanes en la Segunda Guerra Mundial.

Del mismo modo, el calendario 2022 recoge efemérides que recuerdan la importancia de la conservación del medio ambiente y de las especies, entre las cuales está la del fallecimiento, el 7 de septiembre de 1936, del último tigre de Tasmania, motivo por el que Australia conmemora cada 7 de septiembre el Día de las Especies Amenazadas.

Pero entre las novedades de esta edición destacan los hitos sobre arabismo y ciencia hispanomusulmana, que ponen en valor nuestra herencia. ¿Sabías que la Alhambra de Granada está adornada por los poemas de Ibn al-Jatib? Este médico, escritor y político andalusí nació el 15 de noviembre de 1313 y escribió más de 70 obras, que incluyen un tratado sobre la epidemia de la peste. El Calendario científico escolar 2022 nos descubre también historias como la de Al-Razi que, entre muchas cosas, realizó la primera destilación del petróleo para obtener querosenos y es considerado el descubridor del ácido sulfúrico y del etanol.

La vacunación: desde 1796 a nuestros días

El desarrollo del nuevo calendario ha sido posible gracias a la ayuda de numerosas entidades y personas colaboradoras, entre las que destaca la comunidad educativa. Además de estar en permanente contacto con el profesorado a través de las formaciones para integrar el uso del calendario en las aulas, la organización ha realizado campañas para que sea el propio alumnado el que envíe propuestas para el nuevo calendario. Una de ellas fue durante la Semana Mundial de la Inmunización y el resultado fue un éxito.

Muchas de las propuestas recibidas sobre la vacunación como bien público que salva vidas se han incluido en la publicación. Resaltamos algunas de ellas: el 14 de mayo de 1796, el niño James Phipps se convirtió en la primera persona vacunada de la historia, cuando Edward Jenner le administró la vacuna que había desarrollado contra la viruela; el 1 de abril de 1885, el médico Jaime Ferrán empezó a inocular en Valencia su vacuna contra el cólera, la primera contra esta enfermedad, para intentar frenar la epidemia que se extendía por la ciudad; el 8 de agosto de 2013 probaron una nueva vacuna contra la malaria con un índice de eficacia de hasta el 100%; el 27 de marzo de 2014 se dio por erradicada la poliomielitis del sudeste asiático gracias a las campañas de vacunación; y finalmente, el 27 de diciembre de 2020, Araceli Hidalgo, de 96 años, se convirtió en la primera persona vacunada frente a la COVID-19 en España.

Y si crees que haces buenos selfies, espera a ver el que se tomó el astronauta Akihiko Hoshide el 5 de septiembre de 2012 mientras orbitaba alrededor de la Tierra en la Estación Espacial Internacional. La foto, en la que se ve el Sol al fondo, se hizo viral en redes sociales.

Descarga gratis el nuevo Calendario científico escolar 2022 y no te pierdas todas las efemérides destacadas del año.

FOTCIENCIA18: descubre en un minuto las mejores imágenes científicas de 2021

Por Mar Gulis (CSIC)

Una dalia artificial de carbonato cálcico, la intrincada red de nanofibras de una mascarilla FFP2 o el volcán de colores creado por un singular organismo conocido como ‘huevas de salmón’ son algunos de los temas retratados en las imágenes seleccionadas en la 18ª edición de FOTCIENCIA, una iniciativa organizada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) con el apoyo de la Fundación Jesús Serra.

En esta edición, a las modalidades de participación habituales –Micro, General, Alimentación y nutrición, Agricultura sostenible y La ciencia en el aula– se ha sumado una modalidad especial para recoger imágenes que hayan plasmado la importancia de la ciencia y la tecnología frente al COVID. Un comité formado por doce profesionales relacionados con la fotografía, la microscopía, la divulgación científica y la comunicación ha valorado y seleccionado las imágenes más impactantes y que mejor describen algún hecho científico.

De izquierda a derecha y de arriba abajo: ‘Ser o no ser’, ‘Jeroglíficos del microprocesador’, ‘Volcán de mixomicetos’, ‘Pequeña Gran Muralla’, ‘Metamorfosis floral’, ‘El bosque de parasoles’, ‘El arcoíris digital’ y ‘Todo es polvo de estrellas’.

De izquierda a derecha y de arriba abajo: ‘Ser o no ser’, ‘Jeroglíficos del microprocesador’, ‘Volcán de mixomicetos’, ‘Pequeña Gran Muralla’, ‘Metamorfosis floral’, ‘El bosque de parasoles’, ‘El arcoíris digital’ y ‘Todo es polvo de estrellas’.

Los transistores con forma de jeroglífico de un microprocesador, la transformación de las flores de girasol en frutos o el envés de la hoja del olivo son otros de los temas retratados. El objetivo es acercar la ciencia a la sociedad a través de fotografías que abordan cuestiones científicas mediante una perspectiva artística y estética.

Con estas imágenes, que puedes ver en el vídeo que acompaña a este texto, y una selección más amplia de entre las 556 recibidas en esta ocasión, próximamente se realizará un catálogo y una exposición itinerante, que será inaugurada en primavera de 2022 y recorrerá diferentes salas expositivas por toda España a lo largo del año.

En esta 18ª edición, FOTCIENCIA se ha sumado nuevamente a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible declarados por Naciones Unidas. Más información en www.fotciencia.es

Para saber más sobre las imágenes escogidas, pincha aquí.

Imágenes seleccionadas:

Modalidad Micro:

– ‘Ser o no ser’. Autoría: Isabel María Sánchez Almazo. Coautoría: Lola Molina Fernández, Concepción Hernández Castillo

– ‘Jeroglíficos del microprocesador’. Autoría: Evgenii Modin

Modalidad General:

– ‘Volcán de mixomicetos’. Autoría: José Eladio Aguilar de Dios Liñán

– ‘Todo es polvo de estrellas’. Autoría: David Sánchez Hernández Modalidad

La ciencia frente al COVID:

– ‘Pequeña gran muralla’. Autoría: Alberto Martín Pérez. Coautoría: Raquel Álvaro Bruna, Eduardo Gil Santos

Modalidad Alimentación y nutrición:

– ‘Metamorfosis floral’. Autoría: David Talens Perales

Modalidad Agricultura Sostenible:

– ‘El bosque de parasoles’. Autoría: Enrique Rodríguez Cañas

Modalidad La ciencia en el aula:

– ‘El arcoíris digital’. Autoría: Carlota Abad Esteban, Lourdes González Tourné

Olas monstruo eléctricas: el fenómeno que explica el riesgo de un gran apagón

Por Antonio Turiel* y Mar Gulis

A lo largo de los tiempos, los marinos han relatado historias de enormes olas que aparecen de la nada en mar abierto, se elevan 10 o 20 metros, recorren uno o dos kilómetros y desaparecen tras arrasar todo lo que encuentran a su paso. Sin embargo, hasta la década de los 90 del siglo pasado, las olas monstruo no fueron objeto de estudio científico. Pertenecían al terreno de las leyendas urbanas… o, mejor dicho, marinas. La mayoría de la gente creía que solo eran fabulaciones de viejos y ebrios lobos de mar, y las compañías de seguros que eran historias inventadas para encubrir negligencias causantes del hundimiento o la desaparición de barcos. Hasta que las imágenes de cámaras instaladas en navíos, plataformas marinas y satélites acabaron por dar la razón a los marinos: las olas monstruo existen.

Las causas del fenómeno son complejas, pero no hay duda de que en algunos casos ocurre simplemente porque es estadísticamente posible. En el mar hay muchas olas. La mayoría están generadas por el viento, aunque en su formación también intervienen otros factores, como tormentas lejanas o el relieve del suelo marino. Normalmente, esas olas se propagan en diferentes direcciones, cada una con una amplitud, una frecuencia y una longitud de onda diferente, algunas más rápido, otras más lento… Pero a veces, por puro azar, durante un pequeño periodo de tiempo se sincronizan, llegan todas a la vez al máximo, y se genera una auténtica pared de agua que se lleva todo por delante.

Algo parecido puede ocurrir en los sistemas eléctricos. Mucha gente piensa que la electricidad es como el agua, que fluye de forma continua por las tuberías. Pero no es así; la corriente de la red eléctrica es alterna: oscila como una onda. Por eso es muy importante que todos los sistemas que vuelcan electricidad en la red estén sincronizados. Por decirlo así, todos tienen que subir y bajar al mismo tiempo. Cuando esto no ocurre, se empiezan a propagar ondas de forma desordenada, como en el mar, que pueden acabar provocando daños graves en la infraestructura eléctrica.

Si la frecuencia no está perfectamente afinada en la red, puede darse el caso de que en determinados sitios la tensión baje a cero de golpe –lo que produce apagones en cascada– y en otros que la potencia se junte por completo, se sincronice y sea 10 o 20 veces mayor de lo que tendría que ser. Cuando esto ocurre, no hay nada que lo resista: literalmente las líneas de alta tensión y las estaciones transformadoras se desintegran.


Los peligros de una gran red interconectada

Obviamente, la formación de este tipo de turbulencias es un riesgo que Red Eléctrica Española y el regulador europeo siempre están vigilando. El problema es que las posibilidades de que ocurran eventos de este tipo han ido en aumento a medida que se han ido instalando más y más sistemas renovables en una red cada vez más grande e interconectada.

Los mecanismos de protección de la red eléctrica europea (en la que la frecuencia es de 50 hercios) están pensados para un modelo de grandes centrales –hidroeléctricas, térmicas, nucleares, de ciclo combinado, etc.– que suministran mucha potencia. Cuando una anomalía supera el umbral de los 0,2 hercios durante más de dos minutos, el sistema desconecta la parte de la red en la que se está produciendo la perturbación. Lo que pasa es que ahora, además de grandes centrales, tenemos un gran número de unidades de producción que generan menos cantidad de energía –paneles solares y turbinas eólicas, fundamentalmente–en una red que se ha integrado a escala europea y que, por tanto, es mucho más grande. En este esquema, las anomalías se producen con mayor frecuencia y se propagan en tiempos mucho más cortos, por lo que el umbral de tolerancia establecido resulta excesivamente relajado. Esto está generando problemas continuamente. De hecho, el 8 de enero de este año hubo un incidente grave: una subfrecuencia en Croacia se combinó con una superfrecuencia en Alemania y no hubo más remedio que separar la red en dos.

Si los problemas suceden sobre todo en Europa Central no es por casualidad. Alemania en 20 años ha pasado de producir un 6% de su electricidad con energías renovables a un 38%. Además, ha integrado su red de alta tensión con la de sus vecinos de forma mucho más intrincada que en otras partes del continente.

Desde el punto de vista económico, resultaba muy interesante integrar todas las redes del continente lo máximo posible para transportar la energía intermitente de las renovables. Si el viento sopla en Polonia, pero no en Galicia, ¿por qué no llevar la energía de un lugar al otro? Lo que pasa es que en Europa Central este planteamiento se ha llevado a cabo sin instalar sistemas adicionales de estabilización, que hubieran encarecido el coste de la implantación de las energías renovables.

Por fortuna, actualmente España está relativamente a salvo de este riesgo. Como nuestra red eléctrica está poco interconectada con la del resto del continente, en caso de que se produzca una ola monstruo eléctrica en Europa, será relativamente sencillo desconectarnos mientras dure el peligro. En cualquier caso, esto debería hacernos reflexionar y ser más previsores a la hora de implantar nuevos sistemas renovables en nuestro territorio.


*
Antonio Turiel es investigador del CSIC en el Instituto de Ciencias del Mar. Su trabajo se centra en la oceanografía por satélite, pero es también un experto en recursos energéticos. En el blog The Oil Crash y el libro Petrocalípsis analiza el agotamiento de los combustibles fósiles y las dificultades de la transición a un modelo ‘eléctrico’ de renovables.

La ciencia post-imperial en el mundo hispano: 200 años de ciencia compartida

Por Manuel Lucena Giraldo (CSIC)*

Ocurrió en noviembre de 1822 en Santafé de Bogotá, la antigua capital del Virreinato de la Nueva Granada y convertida en centro de la Gran Colombia, cuya independencia de España estaba a punto de consumarse. Allí se produjo un acto institucional de gran importancia simbólica para la continuación de la actividad científica en la región: el Real Observatorio Astronómico fue “entregado” a las nuevas autoridades republicanas.

El Observatorio, abierto en 1803, fue el primero de la América Meridional gracias al apoyo de la corona española. El arquitecto capuchino fray Domingo de Petrés lo diseñó y su creación estuvo vinculada a la Real Expedición Botánica dirigida por José Celestino Mutis. El edificio sufrió saqueos y destrucción durante sus primeros años, pero el sabio criollo Benedicto Domínguez, director de la institución en tres ocasiones, logró mantenerlo a salvo. José María de Lanz, mexicano de Campeche, marino, geógrafo y cofundador de la Escuela de Ingenieros de Caminos en Madrid en 1802, recogió el testigo del Observatorio, que siguió idéntica trayectoria, y con inventario en mano se hizo cargo del edificio, los libros y los instrumentos de medición.

Observatorio Astronómico Nacional de Colombia

Observatorio Astronómico Nacional de Colombia. / Universidad Nacional de Colombia

Este no fue el único caso de continuidad que se puso en marcha entre la ciencia ilustrada, imperial y global de la monarquía hispana, y los imprescindibles aparatos administrativos y tecnológicos de las entidades políticas que acababan de nacer en América -con la única y notable excepción de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, españolas hasta 1898-. En el caso de Venezuela, la academia fundada en 1829 por el ingeniero Juan Manuel de Cagigal pudo seguir planteamientos similares a los definidos por Lanz en Colombia, al centrarse en la enseñanza de las ciencias físico-matemáticas, “especialmente la aplicación de estas a la mecánica y al juego de las máquinas”.

Las repúblicas hispanoamericanas, así como los imperios de Brasil y México, se vieron obligadas a fabricar un mito nacionalista prometeico sobre el origen de su ciencia y tecnología. Era fácil identificar a los derrotados realistas y en general a los defensores del imperio español con atraso, Inquisición y leyenda negra. Sin embargo, era preciso, desde el gobierno de los estados emancipados, construir la nación. Y los jardines botánicos, observatorios, escuelas, archivos y bibliotecas estaban ahí, a su disposición, desde California (aún mexicana) hasta Patagonia, como posibles laboratorios de conocimiento, gobernanza y ciudadanía. Explicar su origen o genealogía era algo muy distinto.

Jardín Botánico del Palacio Nacional en México.

En nuestro tiempo podemos observar este fenómeno con mayor perspectiva, dada la intensidad de los procesos de descolonización acontecidos en Asia, África, Oceanía y la propia América durante el siglo XX. Si la globalización es resultado de la expansión geográfica y la dispersión de los europeos a los cuatro vientos, la desaparición de sus imperios -en primer lugar, el español entre 1810 y 1825- no implicó el abandono de infraestructuras, modos de vida, sistemas de intercambio cultural, idiomas, creencias y religiones, y por supuesto no detuvo los intercambios biológicos y ecológicos. Aunque los fundadores de la ciencia decimonónica hispanoamericana respondieran con frecuencia a apellidos con orígenes en otras latitudes y encontremos entre ellos revolucionarios fascinantes, aristócratas curiosas, profesores sin empleo, aventureros inescrupulosos y hambrientos de emociones fuertes, el punto de partida de la ciencia hispanoamericana decimonónica solo pudo ser, en la práctica, la continuidad con el tiempo ilustrado.

Nada en ciencia se construye desde cero

La experiencia humana es, por así decirlo, su cénit. “Gobernar la ocasión”, un principio barroco, exigía fijar un territorio, escribir una historia, dibujar unos mapas, medir el cielo, contar a los habitantes, cobrar impuestos e imponer un monopolio del orden. La herencia de la monarquía hispana, con su forzoso mestizaje global barroco, era lo que existía. Sobre ella se proyectaron, con el entusiasmo de quienes creían en el progreso acelerado de la humanidad, quienes pretendían avanzar en diez años un siglo entero, gracias a la libertad ganada. Es importante recalcar, contra los que indican los estereotipos que nos estigmatizan en el imaginario global, que la investigación de enfermedades terribles (pensemos como ejemplo en la fiebre amarilla, estudiada por el español Juan Manuel de Aréjula en 1806 y develada en su modo de transmisión por el cubano Carlos Finlay en 1881), el desarrollo de ferrocarriles a alturas vertiginosas, la cartografías de sitios arqueológicos donde nadie había llegado antes o estudios de minerales desconocidos no solo no desaparecieron, sino que tuvieron continuidad en el siglo XIX post-independiente.

La ciencia post-imperial en el mundo hispano no fue una ciencia desconectada. Por el contrario, su característica fundamental fue el federalismo, la conectividad inesperada, la movilidad fundacional. Igual que los compositores de himnos patrios iban de una nación a otra en busca de oportunidades, científicos, tecnólogos, sabios e ingenieros viajaban, como nómadas del talento, de un sitio a otro. Si hacia 1850 existió una coyuntura de reencuentro entre las comunidades de científicos y técnicos de España y América -cercenada poco después, tras la guerra con Estados Unidos en 1898, durante los años veinte, hasta 1939-, tras los años setenta, las dinámicas de la conversación y las redes colaborativas resistieron, se reconvirtieron o recalificaron. Porque no existe la ciencia sin trabajo en equipo. Toda una lección para el tiempo presente.

 

Manuel Lucena Giraldo es investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Historia del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, e intervendrá en las jornadas ‘200 años de ciencia compartida’ que organizan el CSIC y la Casa de América.

Arte y matemáticas en los mosaicos de la Alhambra

Por Mar Gulis (CSIC)

La Alhambra es un excepcional conjunto monumental que se localiza sobre una colina rocosa situada en los márgenes del río Darro, en Granada. Su nombre procede de la palabra árabe al-ḥamrā, que significa ‘la roja’, se cree que por el tono de color rojizo de sus torres y muros. Creado originalmente con propósitos militares, el recinto fortificado fue al mismo tiempo una alcazaba (fortín), un alcázar (palacio) y una pequeña medina (ciudad).

Los inicios constructivos de la fortificación se remontan al siglo IX, aunque la fortaleza alcanzó su esplendor en la segunda mitad del siglo XIV, concretamente bajo los sultanatos de Yusuf I (1333-1353) y Mohamed V (1353-1391). En 1492, la Alhambra se convirtió en corte cristiana cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada. Desde entonces a nuestros días, ha pasado por diversas etapas de mayor o menor abandono. En la actualidad, la Alhambra es el principal referente de la arquitectura hispanomusulmana y, gracias a su enorme valor histórico y artístico, fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1984.

Claude Valette – Flickr

Así, la Alhambra es admirada por amantes de la historia, la arquitectura, el arte, la artesanía… Pero, ¿sabías que, además, este conjunto monumental crea una especial fascinación en las personas aficionadas a las matemáticas? Te contamos por qué.

Mosaicos, geometría y los 17 grupos de simetría

Al hablar de la Alhambra, con frecuencia se nos vienen a la mente imágenes de los maravillosos mosaicos geométricos de azulejos que recubren buena parte de sus paredes y suelos. Estos revestimientos cerámicos constituyen una de sus mayores bellezas artísticas y también una de las curiosidades matemáticas de la Alhambra.

Para comprender qué son los mosaicos, podemos definirlos a grandes rasgos como una composición, en este caso geométrica, de figuras que recubren todo el plano, de tal forma que cumplen dos condiciones: las figuras no se solapan y no quedan huecos entre ellas. Las piezas que se utilizan se denominan teselas (o, según sus usos, baldosas, losetas, etc.).

Podemos encontrar diversos tipos de mosaicos: regulares, semirregulares, simples, complejos… Los más sencillos están formados por polígonos regulares del mismo tipo (por ejemplo, solo cuadrados, solo triángulos equiláteros o solo hexágonos). Pero también se pueden formar mosaicos combinando varios tipos de polígonos.

En cuanto a la manera de combinarlos, existen cuatro estrategias para rellenar un plano con losetas (o ‘teselar un plano’), es decir, cuatro tipos de movimientos, basados en simetrías, desplazamientos y/o rotaciones:

  1. Traslación: añadir nueva loseta sin ningún giro respecto a la anterior.
  2. Rotación: añadir nueva loseta con algún giro sobre un punto fijo.
  3. Reflexión o simetría: añadir nueva loseta de modo especular respecto a la anterior, con un eje de simetría.
  4. Simetría con deslizamiento: añadir nueva loseta usando la traslación de la reflexión en el mismo eje sin un punto fijo.

Katie Beuerlein – Flickr

Estos movimientos poseen una estructura matemática que se denomina grupo. Como explican Manuel de León y Ágata Timón en el libro de la colección ¿Qué sabemos de? Las matemáticas de los cristales (CSIC-Catarata, 2015), las transformaciones del plano que dejan invariante una figura forman lo que se llama su grupo de simetrías. Si combinamos dos de estas transformaciones, volvemos a obtener una simetría; cada una tiene una inversa, y la transformación identidad acontece cuando no cambiamos nada. Una de las formas de recubrir (teselar) un plano es comenzar con un motivo simple y repetirlo utilizando esos elementos de simetría. Y hay solo 17 grupos posibles que hacen esto, los llamados grupos cristalográficos.

En principio, podría parecer que existen infinitos grupos de simetría diferentes, o infinitas formas de combinar polígonos en un plano, pero no es así. En 1891, el matemático y cristalógrafo ruso Evgraf Fedorov demostró que solo existen 17 posibles grupos cristalográficos para las figuras del plano, denominados grupos cristalográficos planos.

La Alhambra: un caso único

Pues bien, aquí viene la curiosidad matemática que alberga la Alhambra: en los adornos ornamentales que están presentes en sus suelos y muros se pueden encontrar ejemplos de cada uno de estos 17 grupos cristalográficos planos. Los artistas musulmanes, por preceptos religiosos, no podían representar seres vivientes en sus creaciones. Sin embargo, esta limitación sirvió de aliciente para estimular su creatividad y explorar caminos geométricos de gran belleza y originalidad. Su conocimiento de las simetrías alcanzó tal magnitud que fueron los únicos en descubrir y utilizar sabiamente en sus decoraciones los 17 tipos de simetría plana. De esto se percató por primera vez la matemática Edith Alice Muller, cuya tesis Aplicación de la teoría de grupos y análisis estructural de la decoración morisca en la Alhambra de Granada, defendida en 1944, fue clave para entender los patrones geométricos islámicos, mucho más complejos de lo que se pensaba hasta el momento.

Los creadores de los mosaicos de la Alhambra no conocían la afirmación del teorema de clasificación de Fedorov, que se produjo varios siglos después. Sin embargo, aunque quizás no supieran que eran los únicos grupos de simetrías, sí conocían todos y cada uno de los 17 existentes para rellenar el plano con baldosas (mediante teselaciones del plano). De hecho, el autor y la autora del libro citado más arriba, del Instituto de Ciencias Matemáticas del CSIC, nos recuerdan que, en la actualidad, es el único monumento construido antes del descubrimiento de la teoría de grupos que cuenta con al menos un ejemplo de cada uno de los grupos cristalográficos planos.

Por este motivo, la Alhambra tiene un especial interés para personas interesadas en las matemáticas, pues el libre y audaz método creativo empleado para elaborar los mosaicos pone de manifiesto el uso de conceptos científicos basados en hacer variaciones sobre una misma figura. Sin entrar en otros detalles relacionados con estos revestimientos cerámicos en los que sus constructores eran verdaderos maestros, podemos afirmar que la Alhambra es un ejemplo esplendoroso del hermanamiento entre arte y matemáticas.

 

¿Es posible predecir la presencia de medusas en nuestras costas?

Por Laura Prieto (CSIC)*

Las medusas suscitan un gran interés en verano y, por ello, tienen mayor protagonismo en los medios de comunicación que, por ejemplo, sus “compañeros” en los mismos niveles de la cadena trófica: los peces. El interés de la sociedad y la gran cantidad de información sobre estos animales ha llevado a pensar que cada vez hay más medusas en nuestras costas. Pero esta idea no es cierta.

‘Pelagia noctiluca’ es una de las especies más comunes en el Mediterráneo. / Filippo Fratini (CC-BY-SA-4.0)

Los datos que, desde 2014, hemos obtenido en el archipiélago de las Islas Baleares contradicen esta afirmación. En la zona, la especie protagonista por excelencia es Pelagia noctiluca, tanto por su abundancia como por su frecuencia. Este organismo siempre está en la columna de agua (de ahí lo de ‘pelagia’) y brilla por la noche (por eso, se la denomina ‘noctiluca’), cuando emerge a la superficie tras pasar el día a más de 100 metros de profundidad. Pues bien, hay periodos en los que esta especie ha estado presente durante todo el año y, otros, como 2020, en los que no ha habido ningún avistamiento en ninguna zona del Mediterráneo occidental, a pesar de que el sistema de observación de medusas construido por el Govern, el Sistema de Observación y Predicción Costero de las Islas Baleares (SOCIB) y el CSIC ha estado operativo. En otros momentos, esta medusa ha sido muy abundante en forma de ejemplares adultos, como durante la pasada primavera. Según los datos obtenidos, el hecho de que Pelagia noctulica, una especie que se mueve con las corrientes de mar abierto de todo el Mediterráneo, llegue en verano a una costa determinada está más relacionado con la oceanografía y la meteorología de cada zona en particular.

De todas formas, la más peligrosa de las medusas que llegan a las costas baleares es la carabela portuguesa (Physalia physalis), una especie de gran tamaño y largos tentáculos que vive en la superficie y que es conocida por la intensidad del dolor que produce su picadura. Ejemplares aislados de este organismo fueron avistados la pasada primavera. Al igual que la medusa velero (Velella velella), de un tamaño más pequeño e indolora, la distribución de la carabela portugesa está marcada únicamente por las corrientes de superficie y por la dirección y la intensidad de los vientos. Los más de 200.000 datos de medusas recogidos por nuestro sistema de observación nos han permitido conocer los mecanismos que atraen a la carabela portuguesa desde el centro del océano Atlántico, su hábitat natural, hasta las costas ibéricas. Además, con estos datos, hemos construido un modelo predictivo de su distribución en toda la cuenca del mar Mediterráneo una vez que entran por el estrecho de Gibraltar.

La carabela portuguesa es conocida por el intenso dolor que produce su picadura. / Volkan Yuksel (CC-BY-SA-3.0)

La primera conclusión que podemos extraer de estos ejemplos es que para poder estudiar la dinámica de las medusas y cómo se ven afectadas por el medio ambiente en el que viven, es necesario que los científicos y las científicas dispongamos de bases de datos de larga duración, construidas de forma sistemática y sólida. De esta manera, podremos relacionar patrones y construir herramientas de predicción capaces de determinar la probabilidad de que lleguen arribazones de medusas a una costa o a una playa determinada.

El segundo corolario es que la respuesta científica correcta a la pregunta de si es posible predecir la llegada de medusas a nuestras costas es que, a día de hoy, eso depende de la especie y de la zona de estudio. Actualmente, hemos construido y validado herramientas de predicción para dos especies y en dos zonas: Cotylorhiza tuberculata en la laguna del Mar Menor y carabela portuguesa en la cuenca del Mediterráneo. Sin embargo, seguimos trabajando para poder dar respuesta a la presencia de Pelagia noctiluca, Rhizostoma pulmo y Rhizostoma luteum. Esta última es la de mayor tamaño de todas, y de apariciones solitarias desde la cornisa cantábrica hasta el mar de Alborán y en toda la costa atlántica del continente africano.

* Laura Prieto es investigadora del CSIC en el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía.

Almacenamiento geológico de carbono: el patito feo de la descarbonización

Por Víctor Vilarrasa (CSIC)*

Ahora que aprieta el calor, no puedo dejar de pensar en el cambio climático. Los registros nos indican que aumenta el número de olas de calor, de noches tropicales y de episodios de gota fría o DANAs –depresiones aisladas en los niveles altos de la atmósfera que provocan fuertes tormentas–. Para mitigar estos y otros efectos del cambio climático, debemos conseguir un balance neto de emisiones de dióxido de carbono (CO2) igual o menor que cero en un futuro cercano. Es decir, la cantidad de CO2 que emitamos a la atmósfera tendrá que ser igual o inferior al CO2 que extraigamos de ella. En España, con unas emisiones de gases de efecto invernadero de 334 millones de toneladas equivalentes de CO2 en 2018, todavía nos queda un largo camino para conseguirlo. Aunque las hemos disminuido un 25% con respecto a 2005, siguen siendo un 15% mayores que las de 1990, año que se toma como referencia para cuantificar las reducciones en las emisiones.

Planta de almacenamiento de carbono. / Pexels

Planta de almacenamiento de carbono. / Pexels

Descarbonizar la economía

El primer paso para la neutralidad de carbono consiste en descarbonizar todos los sectores de la economía. El sector que emite más CO2 es el energético, ya que en la actualidad el 85% de la energía que consumimos se genera a partir de hidrocarburos. Las grandes petroleras y empresas energéticas se están comprometiendo a lograr el balance neto de emisiones de CO2 igual a cero en 2050. Esta transición implica basar la producción de energía en fuentes renovables; mayoritariamente las energías solar, eólica e hidroeléctrica, pero complementadas por la geotérmica, la mareomotriz (que aprovecha las mareas) y la undimotriz (que se obtiene del movimiento de las olas). También se plantea sustituir los hidrocarburos por biomasa en la producción de electricidad, dado que el carbono que se emitiría al quemarla sería el mismo que habrían capturado previamente las plantas. Igualmente, la energía nuclear, que no tiene emisiones de CO2 asociadas, seguirá formando parte del mix energético con gran probabilidad.

Esta transformación es más compleja que instalar una capacidad de producción igual a la demanda, dado que las fluctuaciones que se producen en la mayoría de las fuentes de energías renovables (luz solar, viento, caudal hidrológico, etc.) requieren la capacidad de almacenar cantidades ingentes de energía para compensar los déficits de producción con los excedentes. Cómo almacenar esta energía no es trivial, dado que las baterías no tienen suficiente capacidad y la producción de combustibles sin carbono para su uso posterior, como el hidrógeno, conlleva una eficiencia bastante baja. A pesar de estos retos, se considera que la descarbonización del sector energético es viable.

Al sector energético le siguen en emisiones de CO2 los sectores del transporte e industrial. Para reducir sus emisiones, estos sectores se tendrán que electrificar, lo que aumentará la demanda del sector energético. No obstante, al contrario que el sector de la energía, estos sectores difícilmente se podrán descarbonizar por completo. En el sector del transporte, el transporte marítimo y, sobre todo, el aéreo no cuentan, por el momento, con combustibles alternativos a los actuales. Por otra parte, aunque el sector industrial se abastezca de energías renovables, seguirá emitiendo millones de toneladas de CO2, porque la fabricación de ciertos productos, como el cemento, el acero y el etanol, conlleva la emisión de CO2 por las reacciones químicas que tienen lugar en su proceso de producción. En algunos casos, la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) podrá permitir la descarbonización de alguno de estos procesos mediante procedimientos alternativos, como en el caso del acero, que en la actualidad es responsable del 8% de las emisiones de CO2 a escala global. Sin embargo, otros procesos industriales solo se podrán descarbonizar mediante la captura del CO2 antes de ser emitido a la atmósfera y su posterior almacenamiento geológico. En España, 16 millones de toneladas de CO2 al año (Mt/a) son emitidas por 23 industrias que, a largo plazo, solo se podrán descarbonizar con la captura y almacenamiento de CO2 (CCS, por sus siglas en inglés); y 53 Mt/a, por 38 plantas de producción de energía, en las que se podría aplicar CCS a corto plazo para acelerar la transición hacia la neutralidad de carbono.

Devolver el carbono al subsuelo

El almacenamiento geológico de carbono tiene como objetivo devolverlo a su lugar de origen: bajo tierra. Tecnológicamente, este procedimiento está probado con éxito con caudales de inyección de 1 Mt/a. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) estima que la cantidad de CO2 almacenado en formaciones geológicas profundas debe aumentar de los 40 Mt/a actuales a 8.000 Mt/a en 2050. Esto implicaría tener unos 8.000 pozos inyectando 1 Mt/a de CO2. Puede parecer un número muy grande, pero es pequeño en comparación con los 8 millones de pozos que se han perforado para extraer gas y petróleo. No obstante, multiplicar por 200 el almacenamiento de CO2 en 30 años es sin duda un gran reto que implica un aumento del CO2 almacenado del 6% anual.

Víctor Vilarrasa

Víctor Vilarrasa

El almacenamiento se realiza a profundidades mayores de 800 metros en acuíferos salinos o en yacimientos agotados de gas o petróleo. A medida que aumenta la profundidad, como el subsuelo está saturado, es decir, los poros de las rocas están llenos de agua, la presión del agua que llena estos poros aumenta de forma equivalente al peso de la columna de agua que hay por encima. De manera similar, la temperatura también aumenta con la profundidad una media de 30°C por kilómetro. A profundidades mayores de 800 metros, la presión y la temperatura son suficientemente elevadas para que el CO2 se encuentre en su estado supercrítico. A pesar de lo extraño que pueda parecer el nombre de este estado, lo que nos indica es que el CO2 tiene propiedades tanto de un gas como de un líquido. Por un lado, su viscosidad es como la de un gas, es decir, muy baja, por lo que va a poder fluir con facilidad. Por otro, su densidad es como la de un líquido, es decir, elevada, y, por lo tanto, su almacenamiento va a ser eficiente porque ocupará un volumen relativamente pequeño. A pesar de presentar una densidad elevada, el CO2 es más ligero que el agua, por lo que tiende a flotar. Por este motivo, se necesita la presencia de una roca impermeable ubicada encima de la formación almacén, que se conoce como roca sello y que impide que el CO2 vuelva a la superficie. La formación almacén, al contrario que la roca sello, se caracteriza por una alta permeabilidad y porosidad, para albergar grandes cantidades de CO2 sin generar sobrepresiones elevadas.

Las posibilidades del CO2 almacenado

Socialmente, el almacenamiento geológico de carbono no acaba de estar bien aceptado, al menos en algunos países. Existe el efecto NIMBY (no en mi jardín trasero, por sus siglas en inglés), por el que se puede llegar a rechazar el desarrollo de proyectos de este tipo en ciertas zonas. Una posible solución es el almacenamiento en alta mar, como sucede en Noruega, donde llevan 25 años inyectando CO2 con éxito en acuíferos marinos, lo que convierte al país nórdico en líder mundial en almacenamiento de este gas. La manera en que esta tecnología es vista por la sociedad también puede mejorar cuando se aplica al CO2 que se genera en la combustión de biomasa para producir electricidad, ya que de esta forma conseguimos extraer CO2 de la atmósfera, en lo que se conoce como BECCS (por sus siglas en inglés).

Otra estrategia que puede ayudar a mejorar la imagen del almacenamiento geológico de carbono es utilizar el CO2 inyectado de alguna forma, para darle valor y que el proceso no se limite a deshacerse de un residuo. La opción más viable consiste en utilizar el CO2 inyectado para producir energía geotérmica, dado que, por sus propiedades, es un fluido mucho más eficiente que el agua en la extracción del calor de las profundidades de la Tierra. El CO2 inyectado se calienta cuando entra en contacto con la roca almacén, por lo que, si se extrae, se puede aprovechar la alta temperatura que ha adquirido para producir electricidad. Este ciclo es muy eficiente porque apenas se requiere energía para bombear el CO2: como tiende a flotar, sube hasta la superficie por sí solo. El CO2, una vez enfriado después de aprovechar la energía geotérmica, puede reinyectarse junto con más CO2 para su almacenamiento geológico. De esta forma, se reduciría la cantidad de CO2 en la atmósfera y se generaría energía limpia.

El tratamiento del CO2 debe seguir una evolución similar a la que ha tenido la gestión de nuestros residuos domésticos. Antiguamente se desechaban en cualquier parte, que es lo que hacemos ahora con el CO2. Posteriormente se recogían y se llevaban a vertederos, que es lo que se está empezando a hacer con el almacenamiento geológico de carbono. En la actualidad, reciclamos la mayoría de nuestros residuos y solo una fracción pequeña va a parar a los vertederos. En un futuro próximo deberemos hacer lo mismo con el CO2: almacenarlo y utilizarlo para conseguir que el balance neto de emisiones sea cero y así podamos mitigar los efectos del cambio climático.

 

* Víctor Vilarrasa es investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) y del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA, CSIC-UIB). Actualmente dirige un proyecto del European Research Council (ERC) para conseguir que los recursos de la Tierra contribuyan a la descarbonización.

Retrata la ciencia a través de tu cámara o microscopio. ¡Participa en FOTCIENCIA18!

Por Mar Gulis (CSIC)

Si te gusta la fotografía, ve sacando tu cámara y… ¡dispara! FOTCIENCIA abre desde hoy el plazo para participar en su 18ª edición. Anímate a descubrir y retratar la ciencia y la tecnología que nos rodean (en casa, en la ciudad, en la naturaleza, en los centros de investigación, etc.) y presenta una imagen junto con un texto que la describa. Puedes ganar hasta 1.500 euros.

Tu fotografía debe estar relacionada con la investigación científica o sus aplicaciones, así que puede reflejar aspectos tan variados como el objeto de estudio de una investigación, las personas que la realizan, su instrumentación e instalaciones o los resultados del avance científico. Es decir, tienes un rango de temáticas prácticamente infinito para plasmar: alimentos, química, biología, materiales, medicina, matemáticas, arquitectura, ciencias sociales… Es hora de captar lo científico que está presente en nuestro día a día y enviar tu propuesta. Tienes de plazo hasta el 14 de octubre de 2021 a las 13:00h (hora española peninsular).

Si tu imagen es de las mejores en alguna de las categorías de FOTCIENCIA recibirás una remuneración. Junto con estas, se seleccionarán otras imágenes de entre las presentadas para formar parte de un catálogo y una exposición itinerante que recorrerá distintas salas y centros culturales de toda España en 2022/2023.

Si eres mayor de edad, puedes participar en una de estas dos modalidades:

  • Fotografía General, cuando la dimensión real del objeto fotografiado sea mayor a 1 milímetro. Es decir, aquí cabrían casi todas las fotografías que no son microscópicas.
  • Fotografía Micro, cuando la dimensión real del objeto fotografiado sea menor o igual a 1 mm o la imagen haya sido obtenida mediante un instrumento de micrografía. Aquí puedes presentar esa imagen impactante de microscopio que, por su belleza, sus patrones o por lo llamativa que quedó, podría estar tanto en un artículo de Nature como en un museo de arte contemporáneo.

Los y las estudiantes de Secundaria y Ciclos Formativos podrán participar en la modalidad La ciencia en el aula. Sus fotografías deberán retratar motivos científicos captados en su centro de estudios e ir acompañadas, al igual que en el resto de modalidades, de un texto explicativo.

Estas son las mejores imágenes de la anterior edición , #FOTCIENCIA17. Puedes ver todos los datos y el resto de seleccionadas, aquí: https://www.fotciencia.es/Publico/Info/__Recursos/CATALOGO_FOTCIENCIA17.pdf

Estas son las mejores imágenes de la anterior edición  (#FOTCIENCIA17). Puedes ver todos los datos, información complementaria y el resto de imágenes que resultaron seleccionadas, aquí: https://www.fotciencia.es/Publico/Info/__Recursos/CATALOGO_FOTCIENCIA17.pdf

Además, las fotografías presentadas a las modalidad General y Micro podrán adscribirse a otras categorías específicas. Entre ellas, FOTCIENCIA18 incorpora la modalidad especial La ciencia frente al COVID para encontrar imágenes que reflejen la importancia crucial que la investigación científica y la tecnología han tenido durante la pandemia. Sin duda, hemos vivido una época que no olvidaremos y en la que se ha puesto de manifiesto que la ciencia y el conocimiento son pilares esenciales para nuestro bienestar social y para combatir todo tipo de enfermedades. Mostremos en imágenes ese trabajo científico.

Las otras dos categorías específicas son las ya habituales: Agricultura sostenible y Alimentación y nutrición, que cuentan con el apoyo del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC) y del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC), respectivamente.

Las dos mejores imágenes de la modalidad General y las dos mejores de Micro obtendrán una remuneración de 1.500 €. Y cada imagen que resulte la mejor de las otras cuatro modalidades (La ciencia en el aula, La ciencia frente al COVID, Agricultura sostenible, Alimentación y nutrición) recibirá 600 €. Este breve vídeo condensa la información principal:

Suena bien, ¿no? Pues recuerda que la participación se hace de modo digital y que tanto la imagen como el texto que presentes han de ser de tu autoría. Un comité evaluador valorará tanto la imagen –su calidad técnica, originalidad y valor estético– como la claridad de la explicación aportada por el autor o autora.

Si quieres inspiración, o simplemente disfrutar de las selecciones anteriores, entra aquí y descubre las imágenes de ediciones pasadas. O, aún mejor, consulta el calendario de exposiciones por si puedes visitar in situ la muestra de la pasada edición (FOTCIENCIA17). También puedes escuchar los textos que acompañaban a las imágenes de la muestra aquí.

Un año más, FOTCIENCIA se suma a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) declarados por Naciones Unidas, por lo que, en el formulario de participación, cada autor o autora deberá adscribir su imagen a uno de los 17 ODS. Puedes consultar las normas completas de participación en la web: www.fotciencia.es

FOTCIENCIA es una iniciativa organizada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), con la colaboración de la Fundación Jesús Serra.