Archivo de abril, 2020

‘Top models’ de la ciencia: descubre a los seres vivos más utilizados en el laboratorio

Por Mar Gulis (CSIC)

Entre probetas, microscopios o tubos de ensayo, camuflados o a la vista, podrías encontrarlos en cualquier parte de un laboratorio. Hablamos de una bacteria del intestino humano, de la mosca de la fruta y del ratón; tres especies en principio poco llamativas, o incluso molestas. Sin embargo, la ciencia utiliza estos ‘bichitos’ como modelos de los seres vivos desde hace años. Gracias a ellos, se han hecho importantes descubrimientos sobre los mecanismos de la vida o diseñado tratamientos contra el cáncer. Te invitamos a conocer desde tu casa a estos ‘top model’ de la investigación, que forman parte de la exposición virtual del CSIC Seres modélicos. Entre la naturaleza y el laboratorio.

1. La bacteria que se volvió famosa por cambiar la biología

Aunque a simple vista sea inapreciable, la bacteria Escherichia coli es la más conocida en los laboratorios. Inicialmente se llamó Bacterium coli por ser la bacteria común del colón. Comenzó a estudiarse por las infecciones que causaba, pero a mediados del siglo XX se convirtió en modelo biológico gracias a su estructura sencilla, rápido crecimiento y los medios empleados para su cultivo, que aumentaron las posibilidades experimentales. Su utilización permitió hallar algunos de los principios básicos de la vida, pero E. coli alcanzó el estrellato con el descubrimiento de la técnica de ‘corta y pega’ del ADN, en la cual se usan enzimas para quitar e insertar segmentos de código genético y que supuso el inicio de la ingeniería genética. Hoy en día se emplea en la selección de genes concretos, estudiados posteriormente en otros organismos más complejos.

Micrografía electrónica de Escherichia coli a 10.000 aumentos.

Esta bacteria sabe mucho de los seres humanos. El genoma de E. coli, compuesto por cerca de 4.300 genes, contiene una séptima parte de nuestros genes. Además, habita en el intestino humano, donde forma parte junto a cientos de especies de la mibrobiota intestinal –también conocida como flora intestinal–, que cumple un papel fundamental en la digestión y en la defensa frente a patógenos.

E. coli es un instrumento más del laboratorio. El interés de su investigación reside todavía en las infecciones, ya que cada vez existe una mayor resistencia a los antibióticos, pero también en los mecanismos que se ponen en marcha al dividirse la célula, y cuyo mejor conocimiento permitiría diseñar, con ayuda de técnicas genómicas, fármacos con menor resistencia.

2. ¿Cómo conseguir la apariencia de una mosca?

Imagina lo molesto que resulta el zumbido de una mosca al merodear por nuestras cabezas. A partir de ahora puede que cambies de opinión cuando descubras que las moscas del vinagre o de la fruta (Drosophila melanogaster) son usadas como modelo en biología animal. Es habitual verlas en cualquier lugar, pero son más abundantes en terrenos agrícolas, cuando hace buen tiempo y, desde hace más de un siglo (esta especie se estudió por primera vez en 1901), también en los laboratorios. Saber de la mosca significa saber del ser humano porque ha sido clave en investigaciones sobre enfermedades neurodegenerativas, tumores y metástasis.

Visión dorsal y lateral de un macho y una hembra de Drosophila melanogaster. / Benjamin Prud’homme. Institut de Biologie du Développement de Marseille-Luminy. Parc Scientifique de Luminy.

Uno de los objetivos de su estudio es conocer cómo este pequeño insecto consigue su apariencia. La secuenciación de los genomas ha permitido determinar que la mayoría de genes de la mosca de la fruta son homólogos a los humanos. Por tanto, investigando los genes de esta mosca, que es un modelo de experimentación mucho más simple, se puede tener una idea de la acción de los genes en los humanos.

Sin duda su filón para la genética es más que evidente, y no solo porque el genoma de la mosca del vinagre alberga alrededor de 13.600 genes, un tercio de los que contiene el genoma humano. Además, a partir de cruces entre más de 100 tipos de moscas, el investigador Thomas H. Morgan (1866-1945) estableció que los caracteres se encuentran en los cromosomas y se heredan de generación en generación. Con ello dio lugar a la teoría cromosómica de la herencia, que le hizo merecedor del Nobel de Medicina en 1933.

3. ¡Roedores en el laboratorio!

Llaman la atención por su par de dientes incisivos y por su minúsculo tamaño. Los encontrarás en bosques, en tu ciudad y, cómo no, en un laboratorio. Así son los ratones, o Mus musculus si atendemos a su nombre científico. Utilizados como objeto de experimentación, desde hace más de un siglo son piezas clave en el estudio de la diabetes, el cáncer o los trastornos neurológicos; incluso los misterios del cerebro se exploran antes en los ratones que en el ser humano. Entre la comunidad científica hay quien los llama ‘seres humanos de bolsillo’.

En el año 2002 se dio a conocer la secuencia de su genoma, la primera de un mamífero: con cerca de 30.000 genes, aproximadamente los mismos que nuestra especie, el 99% de estos tiene su homólogo humano. Además, en ellos se reproducen enfermedades humanas como la obesidad o el párkinson, se realizan pruebas de toxicidad y se ensayan terapias futuras con células madre o nuevos materiales. Estos experimentos se han podido llevar a cabo a partir de ratones transgénicos y knock outs, es decir, aquellos producidos con un gen inactivado en todas sus células. En todos los casos, se han utilizado solo ratones machos para evitar que las hormonas sexuales afecten a los resultados.

Foto publicitaria del Jackson Laboratory. De izquierda a derecha, George Woolley, Liane Brauch, C.C. Little, desconocido y W.L. Russell. Década de 1940. / Cortesía del Jackson Laboratory.

Cuando las voces en contra de la experimentación animal comenzaron a alzarse, la defensa de los ratones no formó parte de las primeras reivindicaciones. La regulación llegó al mundo de los roedores con normativas y protocolos a nivel europeo. En ellas se establece que se debe reemplazar al ratón por otro sistema cuando sea posible y reducir el número de individuos en la investigación, para evitar así el sufrimiento animal.

E. coli, la mosca del vinagre y el ratón son solo algunos de las especies más comunes utilizadas como modelo. La muestra Seres modélicos. Entre la naturaleza y el laboratorio, cuyos contenidos puedes consultar online y descargar en alta calidad desde casa, se ocupa también de organismos como la levadura de la cerveza, un gusano minúsculo del suelo, una hierba normal y corriente y un pez de acuario. Elaborada originalmente por la Delegación del CSIC en Cataluña y ampliada en el marco del proyecto de divulgación Ciudad Ciencia, la exposición se complementa con entrevistas a especialistas en cada uno de estos seres modelo.

Más de 10 propuestas para aprender en casa con el Real Jardín Botánico

Por Mar Gulis (CSIC)

¿Quieres descubrir los insectos y otros ‘bichos’ que te rodean? ¿Te gustaría poder identificar árboles con una app? ¿Te animas a resolver un misterioso asesinato con tus conocimientos sobre plantas? Estas son algunas de las propuestas que encontrarás en la web del Real Jardín Botánico (RJB) del CSIC para seguir aprendiendo sobre el medio natural durante el confinamiento. Guías, aplicaciones, juegos… todo el mundo puede disfrutar de estos contenidos, pero, ahora que se imponen las clases on line, es probable que resulten de gran utilidad para docentes y estudiantes de Primaria y Secundaria. Por eso el RJB los ha agrupado bajo la etiqueta ‘Recursos para el aula en cuarentena’. Sigue leyendo y comprobarás que hay mucho donde elegir.

Arbolapp

Con Arbolapp podrás identificar más de 100 árboles silvestres de la Península Ibérica y Baleares.

La primera propuesta es la guía Bichos de tu entorno, que te permitirá identificar hasta 24 especies de insectos y otros artrópodos, como saltamontes, ciempiés, escolopendras o libélulas, y conocer mejor estos animales con la ayuda de varias fichas didácticas. Para saber más sobre insectos, en este caso polinizadores, hay otros recursos. Con información divulgativa y acompañada de ilustraciones, la Guía de los polinizadores más comunes de las zonas verdes de Madrid te descubrirá los escarabajos, abejas, moscas o mariposas que puedes encontrar en esta ciudad. Es más, en sus páginas averiguarás dónde localizarlos sin necesidad de salir al campo, y aprenderás a diferenciar las especies más habituales, las amenazas a las que están sometidas y las acciones para ayudar a su conservación. Con los mismos protagonistas, SOS Polinizadores. Guía para docentes y educadores ambientales pretende fomentar el conocimiento y estudio de estos insectos dentro de los ecosistemas, su efecto y repercusión en nuestras vidas. Esta guía, disponible en castellano e inglés, presenta dos bloques de actividades, uno enfocado a Primaria y otro a Secundaria. Y para rematar, puedes descargarte PolinizAPP, un juego educativo de simulación con el que entenderás el proceso de polinización de las flores a través de tu móvil o tablet.

Esta no es la única app que encontrarás en la web del Botánico. El centro del CSIC pone también a disposición del público general Arbolapp, una aplicación móvil muy útil para la identificación de árboles; Natusfera, una plataforma de ciencia ciudadana para registrar, organizar y compartir observaciones naturalistas; y RJB Museo Vivo, concebida para realizar un itinerario autoguiado en el propio Jardín, pero que también permite conocer sin moverse de casa las especies vegetales que se encuentran en él.

Tres actividades interactivas enfocadas para todos los cursos se suman a esta oferta de materiales educativos. Dirigida a alumnado entre los 9 y los 16 años, Linneo y la clasificación nos introduce en la clasificación de las plantas de la mano del padre de la botánica. El olmo ‘Pantalones’ enseña a estudiantes entre los 7 y los 11 años las partes y el funcionamiento de las plantas. Y Misterio en el Botánico –disponible en castellano e inglés– propone a los escolares que se conviertan en detectives y descubran al culpable de un asesinato en el Jardín gracias a las pistas que ofrece la ciencia botánica.

La lista continúa…

El RJB también proporciona dos fichas didácticas descargables para que cualquiera pueda estudiar, por un lado, Las plantas carnívoras y, por otro, Las plantas y las alergias.

Asimismo, este centro de investigación ha participado en varios proyectos educativos que han contado con el apoyo de la Unión Europea o la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), y que han generado materiales que ahora completan los recursos didácticos para estos días de aprendizaje virtual. Las personas interesadas solo tienen que ‘bucear’ en la web y elegir el que mejor encaje con sus propósitos.

Otros recursos disponibles son los Itinerarios autoguiados, Las plantas del mes o el Jardín en imágenes.

Antes de despedirnos, un aviso para docentes: el RJB les anima a darse de alta en una Lista de profesores para recibir periódicamente todas las novedades sobre actividades escolares y/o de formación que ofrece.

Todos los materiales mencionados han sido preparados por personal técnico de la Unidad de Programas Educativos del RJB-CSIC.

Si quieres conocer más recursos del CSIC para aprender ciencia desde casa, pincha aquí.

Únete a la ciencia ciudadana: pon a tu ordenador a cribar fármacos contra el coronavirus

Por Mar Gulis (CSIC)

Colaborar desde casa en la búsqueda de medicamentos que frenen el coronavirus ya es posible gracias a un nuevo proyecto de ciencia ciudadana impulsado por el CSIC y la Fundación Ibercivis. Basta con tener un ordenador, conexión a internet y unirse, instalando un programa, a la red de computación distribuida de Ibercivis. A partir de ese momento, cada vez que se active el salvapantallas, tu ordenador se pondrá a hacer cálculos que servirán para conocer si fármacos que se están utilizando para tratar otras enfermedades víricas, como el ébola, la infección por VIH (causante del sida), la hepatitis B o la gripe, logran inhibir una proteína clave en la reproducción del virus SARS-CoV-2. Si quieres saber más, aquí te damos algunas claves del proyecto, que responde a las siglas ‘COVID-PHYM’.

Ciencia ciudadana

¿Por qué probar compuestos que ya existen?

Pues para ganar tiempo en el control de la pandemia. Como los medicamentos aprobados ya han demostrado ser suficientemente seguros para nuestra salud, podrían estar disponibles para tratar a pacientes con COVID-19 mucho antes que un fármaco de nueva creación.

En cualquier caso, aunque un medicamento esté aprobado, hay que demostrar que es eficaz contra este coronavirus. Los ensayos clínicos con personas son muy costosos en términos económicos, de tiempo y de esfuerzo para los pacientes y el sistema sanitario. Así que, antes de hacer pruebas de este tipo, conviene utilizar técnicas informáticas para seleccionar buenos candidatos, es decir, fármacos que tengan realmente oportunidades de funcionar.

¿Cuál es la diana terapéutica?

La proteína que se quiere inhibir se conoce como ARN polimerasa dependiente de ARN’ y ha sido escogida porque juega un papel central en la replicación y transcripción del material genético del virus. Si se neutraliza, se puede frenar la propagación del virus en el organismo y ayudar en la curación.

¿Qué pintan los ordenadores personales en todo esto?

Como explica Javier Martínez de Salazar, investigador del CSIC en el Instituto de Estructura de la Materia y líder del grupo que está detrás de esta iniciativa (Biophym), buscar con técnicas informáticas un compuesto capaz de neutralizar una proteína concreta es como probar un enorme número de llaves para abrir una cerradura. “Como en el caso de una llave y una cerradura, hay que encontrar el fármaco que mejor se adapte a la estructura de la zona de la proteína en la que esta realiza su función; el problema es que los modelos basados en la química-física que nos permiten hacerlo implican realizar cientos de miles de cálculos para medir la fuerza de la interacción de cada una de las posibles asociaciones entre el fármaco y la proteína”, advierte Javier Ramos Díaz, uno de los investigadores del grupo.

Un ordenador convencional tardaría varios años en ejecutar los cálculos necesarios para llevar a cabo la investigación. Por eso, el proyecto necesita la colaboración ciudadana: es decir, muchos ordenadores de personas voluntarias que reciban y procesen pequeños paquetes de trabajo. De este modo será posible conseguir una potencia de cálculo similar a la de un supercomputador y realizar todas las tareas previstas.

Coronavirus y proteina diana

Principal: imagen al microscopio electrónico del virus SARS-CoV-2 . Arriba a la derecha: estructura de la ARN-Polimerasa del SARS-CoV-2. / Center for Disease Control/epa/dpa y PDB Id: 6M71.

Realmente, ¿es eficaz distribuir el trabajo en muchos ordenadores?

Sí. Esta forma de trabajar se conoce como computación distribuida, y lleva cerca de 20 años ayudando con éxito a llevar a cabo proyectos científicos que demandan una gran capacidad de procesamiento. Uno de los ejemplos más vistosos es el proyecto SETI, que ha conseguido que millones de voluntarios y voluntarias contribuyan con sus ordenadores a analizar señales de radio procedentes del espacio en busca de indicios de vida extraterrestre. Para facilitar su puesta en marcha, la Universidad de Berkeley desarrolló la plataforma de computación distribuida BOINC, un programa de código abierto que actualmente utilizan numerosos centros de investigación de todo el mundo en áreas tan diversas como la física, las matemáticas, la climatología o la astrofísica.

En España, uno de los principales impulsores de este paradigma de computación ha sido Ibercivis. Aunque actualmente esta fundación se dedica a promover todo tipo de iniciativas de ciencia ciudadana, cuenta con una infraestructura de computación distribuida basada en BOINC con más de 20.000 voluntarios y voluntarias que ceden la potencia de cálculo de sus ordenadores y que ha dado soporte a más de 15 proyectos de investigación.

¿Qué hay que hacer para colaborar?

Solo necesitas descargar el programa BOINC y unirte a ‘Ibercivis BOINC’ en el momento de la instalación. Al hacerlo podrás elegir fácilmente cuándo y cómo participar. Si no quieres que el rendimiento del ordenador se vea afectado mientras lo usas, deja activada la configuración por defecto para que el programa solo se ejecute en los tiempos de pausa, cuando salta el salvapantallas.

Érase una vez… 10 cuentos infantiles para escuchar en casa y ‘flipar’ con la ciencia

Por Mar Gulis (CSIC)

Envuelta en música de suspense y ruidos de tormenta, la voz de una narradora inicia el relato así: “Esta historia comienza una lluviosa tarde de otoño en un oscuro despacho lleno de polvo. Nuestra heroína, Angelina McBustillo, estaba enfrascada revisando las pruebas de uno de sus últimos casos…” ¿Quién es la protagonista de la historia? Angelina es una reputada detective que un día recibe un misterioso encargo: averiguar la identidad de un fósil de renacuajo y esclarecer qué le sucedió hace millones de años.

Asunción de los Ríos

El cuento ‘Buscando lo invisible’ está centrado en la investigadora del MNCN-CSIC Asunción de los Ríos, cuyo trabajo se centra en el funcionamiento de ecosistemas microbianos. / Alfonso Nombela.

Esta es la trama de ‘El misterio de la familia Pelobates’, uno de los 10 cuentos que forman la colección Cuéntame cómo dedicarme a la ciencia, coordinada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC). Científicas famosas como Valentina Tereshkova, Ada Lovelace o Lynn Margulis, junto a investigadoras actuales del CSIC, protagonizan relatos para escuchar en casa durante estos días de confinamiento. Dirigidas a niños y niñas de entre cinco y doce años, las narraciones pretenden despertar el interés por la ciencia entre el público infantil y romper estereotipos de género.

A través de la ficción y de la vida real de mujeres inspiradoras, tratan cuestiones como el cambio climático, la carrera espacial o el nacimiento de la programación. La fauna acuática y las amenazas a las que se enfrenta; qué son los genes y por qué nos parecemos entre nosotros; en qué consiste la endosimbiosis seriada o cómo la paleontología permite descifrar el pasado a través de los fósiles son algunos de los temas abordados en ‘Estrellas, erizos y peninos’, ‘La boga en verso’ o ‘Una historia de parecidos’, entre otros cuentos.

Ángeles Bustillo

Ángeles Bustillo, investigadora del MNCN-CSIC especializada en petrología, progatoniza el cuento ‘El misterio de la familia’. / Alfonso Nombela.

Apoyados en la narración oral, los relatos, que duran entre 6 y 15 minutos, se centran también en aspectos como la importancia del trabajo en equipo, la superación de los miedos personales o la satisfacción de descubrir y aprender a través de la investigación.

La colección está formada por cuentos creados por las cooperativas Biodiversia y Pandora Mirabilia e ilustraciones originales de Alfonso Nombela e Irene Cuesta. Cinco de las historias pertenecen a la serie Un cuento propio y las otras son cinco cuentos originales que están protagonizados por investigadoras del MNCN-CSIC.

Además de estos cuentacuentos que se pueden disfrutar en familia, la colección propone actividades educativas de contenido científico. Con instrumental sencillo y fácil de conseguir, niños y niñas podrán crear un bosque interminable, confeccionar un árbol de la vida, fabricar un fósil o extraer los genes de una fresa. Para quienes se atrevan con los audiovisuales, también hay un desafío: crear un vídeo clip de la canción original Quiero investigar.

Lynn Margulis

La bióloga evolutiva estadounidense Lynn Margulis es la figura principal de ‘El baile de las bacterias’. / Irene Cuesta.

Si quieres saber más sobre Cuéntame cómo dedicarme a la ciencia, lo mejor es que visites su página web. De momento puedes echar un vistazo a la lista de cuentos orales que incluye la colección:

  1. La boga en verso, protagonizada por la investigadora del MNCN especializada en el estudio de los peces de agua dulce Ana Isabel Perdices.
  2. El misterio de la familia Pelobates, protagonizada por la investigadora del MNCN especializada en petrología Ángeles Bustillo.
  3. Estrellas, erizos y pepinos, protagonizada por la bióloga marina mexicana María Elena Caso.
  4. Valiente Valentina, protagonizada por la cosmonauta rusa Valentina Tereshkova.
  5. Yo quiero ser como Trótula de Salerno, protagonizada por la médica del medievo Trótula de Salerno.
  6. Una historia de parecidos, protagonizada por la investigadora del MNCN especializada en genética sistemática Annie Machordom.
  7. El baile de las bacterias, protagonizada por la bióloga evolutiva estadounidense Lynn Margulis.
  8. Buscando lo invisible, protagonizada por la investigadora del MNCN Asunción de los Ríos, cuyo trabajo se centra en el funcionamiento de ecosistemas microbianos.
  9. El bosque interminable, protagonizada por la investigadora del MNCN especializada en ecofisiología vegetal Ana Rey.
  10. La encantadora de los números, protagonizada por la matemática británica Ada Lovelace.
  11. Quiero investigar, canción del proyecto.

La colección Cuéntame cómo dedicarme a la ciencia ha sido financiada por la Fundación española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).

¿Por qué los gatos odian el agua? Pregúntale a sus genes

Por Karel H.M. van Wely (CSIC)*

Si hay algo que la mayoría de los gatos temen, es el agua. Pero, ¿por qué los mininos son tan tímidos cuando se trata de sumergirse en este medio líquido? Probablemente habéis visto algún vídeo de gatos que se caen a la bañera y entran en pánico. Los esfuerzos para salir, muchas veces infructuosos por el diseño de la tina, dan lugar a situaciones divertidísimas para algunos. Si además añadimos una musiquita marchosa a esta imagen de terror gatuno y subimos este contenido a las redes, ya solo hay que esperar a obtener los deseados likes. Graciosos o de mal gusto, lo que estos vídeos no nos explican es por qué los gatos tienen tanto miedo al agua.

Gato pescador

Gato pescador ‘Prionailurus viverrinus’.

Según los biólogos conductuales, hay varias razones que explican este comportamiento. Una de ellas es que el gato europeo proviene originalmente de áreas donde siempre había poca agua. Nuestros gatos simplemente no están acostumbrados a permanecer en un ambiente líquido. Olvidamos a menudo que sus antecesores probablemente eran los gatos salvajes africanos. Si pensamos en la estrecha relación de los antiguos egipcios con estos felinos, nos vienen a la mente los gatos salvajes del oriente medio Felis silvestris lybica. De manera natural, estos gatos viven en áreas con muy poca agua, como por ejemplo estepas o desiertos. Si a esto añadimos el riesgo de que ocurran riadas en las ramblas, ya tenemos todos los ingredientes para que el miedo al agua se haya establecido genéticamente.

Pelo fino y sin grasa, mala combinación

En el rechazo al agua, también tiene un papel importante el pelaje, muy diferente al de los perros, por ejemplo. Estos últimos poseen una doble capa de pelaje: por debajo, pelos para mantener el calor corporal; y por encima, pelos gruesos para alejar el agua de la piel. Además, los eternos enemigos de los gatos a menudo tienen el pelo graso, lo que ayuda a impermeabilizar el pelaje contra el agua. Los biólogos nos indican que, a diferencia del perro, el pelaje de gato no repele al agua, sino que la absorbe por completo. Total, que el protagonista de nuestro vídeo en la bañera se humedece hasta la piel y experimenta una caída significativa de la temperatura, algo nada agradable en un ambiente ya de por sí frío. Tenemos que tener en cuenta que la temperatura normal del hogar humano, comparada con la de la estepa o el desierto, resulta muy baja. Por eso no es raro que a los gatos les guste estar encima de los radiadores de la calefacción.

Aun así, no todas las razas de gatos aborrecen pegarse un bañito. Por ejemplo, el gato bengalí, un descendiente domesticado del gato leopardo asiático Prionailurus bengalensis, adora el agua. También los grandes felinos como panteras y tigres, que viven en áreas cálidas con abundancia de agua, se bañan regularmente. En este ambiente de selva, las zonas húmedas les sirven para aliviar el bochorno y encontrar alimento, ya que algunas presas suelen refugiarse en los ríos y riachuelos.

Por otra parte, a pesar del posible repelús, los gatos domésticos sí comen productos que salen del agua, como el pescado, y hay parientes suyos muy cercanos que con tal de alimentarse parecen dispuestos a mojarse. Es el caso de Prionailurus viverrinus, desafortunadamente en peligro de extinción y conocido en algunos países como el gato pescador. Así pues, comer y enfriarse son factores importantes que han ayudado a perder el miedo al agua en determinadas especies de felinos.

¿Un miedo superable?

Con estos antecedentes, ¿puede superar su miedo al agua un gato doméstico? Según los biólogos conductuales, sí, pero hay que empezar temprano con un condicionamiento progresivo. Si dejas que un gatito se acostumbre al agua y nade desde el comienzo de su vida, tendrás un gato adulto con menos problemas para mojarse. Los gatos mayores también pueden acostumbrarse al agua, siempre que sean recompensados. Hace falta un entrenamiento con una golosina o juguetes, y situaciones siempre agradables. Si la recompensa es lo bastante grande, el gato entrará al agua para ganarla.

Pero, ¿este entrenamiento vale la pena realmente? Un gato sano no tiene que bañarse porque sí. Sabemos que los gatos son animales muy higiénicos que se lamen regularmente. Su lengua funciona como un peine y sirve para limpiar profundamente el pelaje. Además, bañarles demasiado puede provocarles problemas en la piel, dado que normalmente no tienen contacto con el agua. Los gatos siguen siendo animales tímidos, que tienen razones de sobra para no mojarse.

 

* Karel H. M. van Wely es investigador en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC y autor de varios libros de divulgación, como El ADN (CSIC-Catarata).

¿Te gusta escribir? Aprovecha el tiempo en casa y participa en Inspiraciencia

Por Mar Gulis (CSIC)

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acaba de poner en marcha la décima edición de su certamen de relatos de inspiración científica. Si tienes más de 12 o más años, Inspiraciencia te invita a enviar un texto de ficción corto escrito en castellano, catalán, euskera o gallego en el que, de forma libre y personal, trates algún aspecto relacionado con la ciencia.

Inspiraciencia X

Para participar no necesitas ser un especialista en la materia ni ceñirte a un tema o a un estilo determinado. Imaginar el futuro en clave de ciencia ficción, explicar fenómenos científicos por medio de metáforas y personajes o fabular descubrimientos y anécdotas históricas son solo algunas de las posibilidades que tienes a mano para inventar una historia.

En la página web de Inspiraciencia puedes leer los textos presentados en las ediciones anteriores y así hacerte una idea de la gran variedad de propuestas que tienen cabida en el certamen. Un ejemplo son los últimos relatos en castellano premiados en la categoría ‘Adulto’. El de 2019 utilizaba la estrepitosa caída de un eminente científico durante la entrega de un importante premio para hablar, con mucho humor negro, de estadística y probabilidades. El del año precedente nos presentaba un diálogo entre un profesor y varios alumnos en el que se iban desvelando los sorprendentes cambios educativos y sociales provocados por el desarrollo de la inteligencia artificial. Por su parte, el de 2017 fantaseaba sobre el impacto ambivalente de la realidad virtual en el marketing y la selección de recursos humanos del futuro.

Existen muchos alicientes para aceptar el reto que propone Inspiraciencia. El más importante es que te guste escribir ficción, pero también están los premios. Como en años anteriores, quienes resulten galardonados serán premiados con cursos de escritura en escuelas de prestigio, libros electrónicos o suscripciones a revistas.

Además, esta edición coincide con un momento excepcional al que quizás puedes sacarle partido literario. ¿Quién sabe? Tal vez estos días de confinamiento tienes más tiempo para ponerte a escribir. O a lo mejor la crisis del coronavirus ha hecho que se dispare tu creatividad. Desde luego, la situación invita a proyectar distopías causadas por fenómenos como las pandemias o el cambio climático; aunque también a soñar utopías en las que la ciencia nos ayude a solucionar los múltiples desafíos del presente. O, ¿por qué no?, a crear ficciones que sirvan para evadirnos y pensar en otra cosa. La imaginación es libre.

¿Te animas a participar? Entonces, tienes hasta el 7 de junio para enviar un texto original de 800 palabras como máximo. Tendrás que presentarlo en la categoría ‘Joven’ si tienes entre 12 y 17 años y ‘Adulto’ si ya has cumplido los 18. ¡Te esperamos!

 

Inspiraciencia es un certamen impulsado por la Delegación del CSIC en Cataluña con la colaboración de numerosas personas y entidades; entre ellas, la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) del Ministerio de Ciencia e Innovación.

Nueve lugares del mundo en los que refugiarse de la próxima pandemia

Por Alfredo González-Ruibal y Mar Gulis (CSIC)*

¿Y si la siguiente pandemia nos pilla en un lugar poco accesible? En una ubicación así sería más fácil controlar la propagación de la infección. Bastaría con regular la entrada de personas para evitar la llegada del nuevo virus o bacteria y, mientras tuviéramos al agente infeccioso a raya, no sería necesario encerrarse en casa.

Precisamente para evadirnos del confinamiento de estos días, hemos confeccionado una lista de nueve posibles lugares del mundo en los que aislarse durante la próxima epidemia mundial. Sigue siendo esencial respetar la cuarentena, así que de momento nuestra escapada tendrá que ser virtual e imaginaria.

Debre Damo

Fabian Lambeck, CC-BY-SA-4.0 (imagen principial); y Achilli Family, CC-BY-2.0 (imagen inferior)

1. Monasterio de Debre Damo (Etiopía)

Este edificio, la primera iglesia construida en Etiopía, se yergue desde hace más de 1.500 años en lo alto de una montaña de 2.200 metros con forma de meseta. Solo hay una forma de llegar hasta aquí: trepando por una cuerda de unos 30 metros de altura, y luego subiendo un empinado tramo de escaleras.

Mahber Selassie

Vista desde el monasterio de Mahber Selassie. / A.G.R.

2. Monasterio de Mahber Selassie (Etiopía)

Este cenobio del siglo XIV se encuentra en la cumbre de una montaña a 1.500 metros de altura y a 35 kilómetros de la carretera más cercana. Llegar no sería tan complicado si no fuera obligatorio subir sin calzado, sin agua, sin comida y con la cabeza descubierta soportando temperaturas que suelen estar por encima de los 30 grados. Una forma ideal de desanimar a los curiosos.

Al Haraz

Yeowatzup, CC-BY-SA-2.0

3. Al Haraz (Yemen)

Cruzando el Mar Rojo, en las rocosas montañas de Yemen, abundan las ciudades fortificadas. Una de ellas es Al Haraz, edificada en el siglo XII sobre un precipicio. Sus casas en forma de torre parecen una continuación de las paredes del acantilado. Pese a su belleza, no hay que olvidar que el país enfrenta desde 2015 una amenaza más temible que el coronavirus: una guerra que hasta el momento se ha cobrado la vida de más de 230.000 personas, la mayoría civiles.

Amadiya

4. Amadiya (Kurdistán iraquí)

Más al norte, en el Kurdistán iraquí, casi en la frontera con Turquía, se encuentra Amadiya. Esta ciudad, fundada en el siglo XII, solo tiene un acceso. En su interior vive una comunidad multicultural de cerca de 6.000 personas compuesta por musulmanes, judíos y cristianos asirios. Aislamiento, pero con diversidad. ¿Qué más se puede pedir?

Ananuri

5. Fortaleza de Ananuri (Georgia)

Todavía más al norte, en plena carretera militar georgiana y junto al río Aragvi, se levanta este complejo, que alberga un castillo y un monasterio en su interior. Escenario de numerosas batallas en el pasado, hoy parece el lugar ideal para retirarse una temporada.

Pilar de Katskhi

ლევან ნიორაძე, CC-BY-SA-2.0

6. Pilar de Katskhi (Armenia)

El Cáucaso, de hecho, es un refugio estupendo. Hay un montón de sitios para aislarse. Si Ananuri no nos parece suficientemente seguro, siempre podemos subirnos al pilar de Katskhi en Armenia y guarecernos en las ruinas de una ermita del siglo X. Dispondremos de 150 metros cuadrados; más espacio que en la mayoría de nuestras casas.

Monte Popa

7. Monasterio de Taung Kalat (Myanmar)

Vámonos al oriente de Asia. En Myanmar podemos cobijarnos en este templo budista situado en la cima de un promontorio próximo al monte Popa, un volcán ya extinto de 1.500 metros de altura. Eso sí, nos tocará subir 777 escalones.

Taktshang

Douglas J. McLaughlin, CC-BY-SA-3.0

8. Monasterio de Taktshang (Bután)

Hay sitios más extremos, claro. En el autoproclamado país más feliz del mundo, Bután, tenemos este monasterio budista que cuelga a 700 metros sobre el fondo de un valle. Compuesto por siete templos, su nombre significa ‘nido del tigre’.

Fanjin

Mande5255881, CC-BY-SA-3.0

9. Fanjingshan (China)

Y, si no os convence ninguno de los lugares anteriores, siempre podemos subir al monte Fanjing, en el suroeste de China. En este lugar sagrado para el budismo hay una solitaria columna de roca conocida como ‘Pico dorado de la nube roja’. En su cima, separados por una estrecha garganta atravesada por un puente, se levantan el templo del Buda y el templo de Maitreya. Para llegar no hay más que subir 8.888 escalones.

 

* Alfredo González-Ruibal es investigador del CSIC en el Instituto de Ciencias del Patrimonio.

Ciencia online: más de 100 conferencias de divulgación del CSIC para ver en casa

Por Mar Gulis (CSIC)

¿Por qué el cambio climático es un problema urgente? ¿De qué está hecho el universo? ¿Cómo se extinguieron los Neandertales? ¿Tiene la vida un origen extraterrestre? Estos días de confinamiento suponen una excelente oportunidad para saciar tu curiosidad científica. Las más de 100 charlas para todos los públicos que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ofrece en sus canales online te ayudarán a buscar respuestas a estas y otras muchas preguntas. Además, te permitirán conocer los últimos avances de la ciencia por boca de investigadores e investigadoras que trabajan en una gran variedad de campos, como la demografía, la biología, la geología o la física teórica.

Fernando Valladares

Fernando Valladares, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), en una de sus charlas sobre cambio climático.

Del universo a las partículas elementales

Si lo que te interesa son los meteoritos, las estrellas o la vida extraterrestre, puedes asomarte al impresionante catálogo de conferencias del Ciclo Lucas Lara, organizado por el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). En ellas no solo oirás hablar de astronomía, sino también de asuntos como la inteligencia artificial, el dolor o los mosaicos de La Alhambra.

En caso de que te vaya más la física ‘pura y dura’, las conferencias del Instituto de Física Teórica (IFT-CSIC/UAM) no te defraudarán. El bosón de Higgs y el misterio de la masa, el fin del espacio-tiempo o las misteriosas propiedades de los neutrinos son solo algunas de las muchísimas cuestiones tratadas en ellas. De todas formas, la física del CSIC no se agota aquí. En esta misma área del conocimiento, tampoco puedes perderte las charlas del Instituto de Física Fundamental (IFF-CSIC), que se ocupan de temas como la antimateria, los mitos de la física cuántica o la computación cuántica.

La investigadora Laura López-Mascaraque, del Instituto Cajal (IC-CSIC), habla de la ruta de los aromas de la nariz al cerebro en el ciclo ‘¿Qué sabemos de?’.

Para saber de todo

Para quienes no tengan tan definida una temática de interés, el ciclo Jam Science ofrece la oportunidad de ver a investigadores e investigadores de perfil muy diverso hablando de su trabajo en un ambiente muy distendido: nada más y nada menos que un bar. Organizada por la científica del CSIC Carmen Fernández, esta iniciativa ha abordado cuestiones como el enigma de los Neandertales, el posible origen extraterrestre de la vida en nuestro planeta, la exploración antártica o la importancia de las vacunas. Los vídeos de estas charlas están disponibles en los canales de Youtube DC SciCommAgora Mundi Ciencia.

Otro ciclo de contenido científico amplio que te permitirá aumentar tus conocimientos son las Friday Talks. ‘Música y neurociencia’, ‘Un nuevo océano en la era del plástico’ o ‘Gatos y tigres… ¿bajo el mar?’ son títulos de algunas de las intervenciones recogidas por esta propuesta del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC).

Y aún hay más. ¿Qué somos capaces de hacer editando genes? ¿Cómo sabe el cerebro lo que la nariz huele? ¿Se va a convertir la Comunidad Valenciana en un desierto? Estos interrogantes sirven de partida a tres de las conferencias del ciclo ‘¿Qué sabemos de?’ con el que la Delegación del CSIC en Valencia te propone indagar en las claves científicas del bienestar.

Los Neandertales son el eje de esta charla de Antonio Rosas, del MNCN-CSIC, en el ciclo Jam Science.

Cambio climático y geología

Volviendo a temáticas más específicas, el investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) Fernando Valladares te invita a reflexionar sobre el cambio climático y los desafíos que plantea en su serie de vídeos La salud de la humanidad, en la que intercala conferencias con varias piezas informativas de elaboración propia. Y en una línea similar, Daniel García-Castellanos, del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (ICTJA-CSIC), comparte su pasión por la geología en sus charlas sobre megainundaciones, tectónica de placas y erosión del suelo.

Y para terminar, puedes darte una vuelta por los ciclos Demografía hoy y ¿Qué sabemos del arte rupestre?, así como los seminarios de la Estación Biológica de Doñana. Estos vídeos, de contenido algo más especializado que los anteriores, te permitirán profundizar en las cuestiones que tratan.

Como ves, tienes muchas conferencias para elegir. ¿Por cuál quieres empezar?

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