Archivo de noviembre, 2019

‘Regnum vegetabile’: una curiosa fusión de botánica y arte te espera en el Real Jardín Botánico

Por Mar Gulis (CSIC)

El 13 de agosto de 1785 llegó a la costa bilbaína, procedente de Holanda, el navío San Gabriel. El barco transportaba un peculiar tesoro: 160 carpetas con dibujos que había adquirido el Reino de España en una subasta pública. Cuidadosamente empaquetadas y distribuidas en 16 cajones, las obras llegaron a Bilbao intactas y fueron trasladadas al Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, que había abierto sus puertas al público en 1776.

¿Qué contenían exactamente aquellas carpetas? Más de 8.000 ilustraciones y grabados de todas las especies botánicas conocidas en aquella época. Las piezas procedían de la colección del médico y naturalista Jan le Francq van Berkhey (Leiden, 1729-1812). Hijo del tratante de lana Evert Le Francq y de Maria Berkhey, este holandés, a quien le apasionaba el dibujo científico y los gabinetes zoológicos y de curiosidades, fue coleccionando a lo largo de 40 años un conjunto de obras realizadas entre los siglos XVI – XVIII. Las piezas, ejecutadas en su mayor parte con acuarela y sobre papel de alta calidad, procedían de distintos países y algunas de ellas estaban firmadas por famosos ilustradores botánicos, como Georg Dyonisius Ehret, Pieter Holsteyn, Johann Michael Seligmann y Johann Mätthaus Meriam, entre otros. Ahora, una selección de aquel tesoro artístico-botánico puede contemplarse en el Real Jardín Botánico (RJB-CSIC) hasta el próximo 8 de diciembre. Pero sigamos con la historia de esta singular colección.

 

Una de las ilustraciones que integran la exposición ‘Regnum vegetabile’ del Real Jardín Botánico

Van Berkhey pretendía reunir, de forma ordenada y sistemática, ilustraciones de las especies del mundo conocido y crear un gran Atlas donde estuvieran representadas todas ellas. Ese afán le llevó a coleccionar no solo pinturas, también minerales, fósiles, piedras preciosas, libros, manuscritos, cuadros, monedas o medallas. ¿Cómo fueron a parar a España? Ese año de 1785, el Cónsul General de España en Ámsterdam, Ignacio Jordán de Asso y del Río (1742-1814), escribió al conde de Floridablanca, ministro del rey Carlos III, informándole de que la colección de un conocido médico y naturalista holandés iba a ser subastada. Debido a su interés artístico y científico, el Cónsul recomendaba que el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid comprase la colección. La diplomacia se puso en marcha. Floridablanca comentó el plan a Pedro Franco Dávila, un sabio naturalista español que, entusiasmado con la idea de incorporar ese patrimonio, animó a la compra. Así, el Cónsul General Asso terminó adquiriendo las 160 carpetas que arribaron a la costa bilbaína a bordo del San Gabriel.

Con el tiempo, la colección Van Berkhey terminó repartida entre el Real Jardín Botánico y el Museo Nacional de Ciencias Naturales -curiosamente, dos centros de investigación del CSIC-, donde permanece. Ahora, el original tesoro se exhibe por primera vez en Madrid, en el Pabellón Villanueva del Jardín Botánico, en forma de exposición. Bajo el título Regnum vegetabile [reino vegetal], la muestra reúne una selección de 94 piezas que incluyen dibujos, estampas, libros, cajas originales y plantas secas. Más allá de su valor estético, las obras reflejan el saber científico del siglo XVIII en el campo de la botánica. Además de representar la fisiología de las plantas de África, América, Europa y Asia, los dibujos muestran la convivencia entre antiguos y nuevos sistemas de clasificación de especies, que cristalizarían en la adopción generalizada, ya avanzado el siglo XVIII, del modelo ideado por el sueco Carlos Linneo.

Actualmente se conservan 1.646 dibujos y grabados atesorados por Van Berkhey en el archivo del Real Jardín Botánico. Recuerda: hasta el 8 de diciembre puedes disfrutar de las 94 piezas seleccionadas que componen esta exposición.

¿Qué es la nanomedicina?

Por Fernando Herranz (CSIC)*

La nanomedicina consiste nada más (y nada menos) que en la aplicación de la nanotecnología para el diagnóstico y tratamiento de distintas enfermedades. Se trata de una rama de la medicina cuyo uso se está extendiendo a prácticamente todos los ámbitos de la salud, como la lucha contra el cáncer, las patologías cardiovasculares y las enfermedades raras; el desarrollo de nuevos antibióticos; o, como veremos, la mayoría de los test de embarazo que se realizan en la actualidad.

Spaghetti celulares

Células de tejido conectivo sobre material biomédico. / Álvaro A. González y Salvador D. Aznar (FOTCIENCIA12)

Pero, empecemos por el principio: ¿qué es la nanotecnología? Esta se puede definir como la producción, manipulación y estudio de la materia con, al menos, un tamaño en el rango de los 100 nanómetros (nm). Para hacernos una idea, el diámetro medio de un cabello humano es de unos 70.000 nanómetros. Estamos hablando por tanto de lo muy muy pequeño: la escala más pequeña antes de entrar en el mundo de las moléculas y los átomos.

¿Qué tiene de especial esa escala? ¿Por qué no hablamos simplemente de “micromedicina”? La clave está en que cuando confinamos la materia en la escala nanométrica los objetos se comportan de forma muy diferente a cómo lo hacen a escalas de tamaño mayores, debido a que en el nanomundo las propiedades fisicoquímicas de los materiales varían según su tamaño. Lo que podemos hacer con una partícula de dos nanómetros de un material es totalmente distinto a lo que podemos hacer con una partícula de 10 nanómetros del mismo material.

Estamos habituados a pensar que los compuestos químicos, como los principios activos de los medicamentos, muestran propiedades distintas cuando cambian su composición. Para explicarlo con un ejemplo muy simple: en el mundo macroscópico, si los compuestos químicos fueran fruta y quisiéramos obtener distintos sabores, lo haríamos utilizando distintas frutas: naranja para el sabor naranja, manzana para el sabor manzana, etc. De igual manera, el paracetamol sirve para el dolor, pero el antibiótico para la infección bacteriana. Sin embargo, en la escala nanométrica, el sabor no solo depende de la composición de un compuesto, sino también de su tamaño: una naranja de tres nanómetros de radio sabría completamente diferente a una naranja de ocho nanómetros de radio.

 

Nanopartículas de oro en los test de embarazo

Fijémonos por ejemplo en las nanopartículas de oro, uno de los materiales más empleados en nanomedicina. Cuando hablamos de nanomedicina, una de las herramientas más empleadas son precisamente las nanopartículas; esferas con un tamaño nanométrico.

A diferencia del oro que estamos acostumbrados a ver en el día a día, las nanopartículas de oro presentan una gama amplia de colores muy vivos que varían del rojo al morado según su tamaño. En esta variedad de colores radica la clave de una de sus aplicaciones: su uso como sensores. Un sensor se puede definir, de forma muy resumida, como un compuesto que da una señal y que, en presencia de aquello que queremos detectar, cambia dicha señal.

En el caso de las nanopartículas de oro, lo importante es que cuando se unen al compuesto que se trata de detectar, su superficie se modifica, cambian de tamaño y, por tanto, de color. Ese cambio puede ser observado a simple vista, lo que permite la identificación del compuesto en cuestión.

Nanopartículas de oro de tamaños diferentes dispersas en agua.

Nanopartículas de oro de tamaños diferentes dispersas en agua.

Hay multitud de usos médicos de las nanotpartículas de oro basados en su capacidad de cambiar de color, pero quizás el test de embarazo es el más conocido. En ese caso, la típica banda que aparece si el resultado es positivo, se debe al cambio de tamaño de las nanopartículas de oro que se produce solo si se unen a la hormona gonadotropina coriónica humana, cuya presencia determina si hay un embarazo.

Como en toda nueva tecnología, el tiempo dirá cuáles de los nuevos desarrollos se convierten en nuevas terapias al alcance de todos y cuáles se quedarán por el camino. Al menos, por el momento, podemos olvidarnos de las típicas imágenes de ciencia ficción donde pequeños robots circulan por la sangre haciendo distintas labores. Lo que está claro es que la nanomedicina ha venido para quedarse y que su uso abre un campo inmenso de posibles y revolucionarias aplicaciones destinadas a mejorar el diagnóstico y tratamiento de algunas de las enfermedades más difíciles de diagnosticar y tratar en la actualidad.

 

* Fernando Herranz dirige el Grupo de Nanomedicina del Instituto de Química Médica del CSIC y colaborador habitual del blog DCIENCIA.

¿Eres capaz de fotografiar la ciencia? Envía tus imágenes a FOTCIENCIA17

Por Mar Gulis (CSIC)

Si te gusta la fotografía, es el momento de enseñarnos cómo se ve la ciencia y la tecnología a través del objetivo de tu cámara… ¡o de tu microscopio! Ya está abierto el plazo para participar en la 17ª edición de FOTCIENCIA, una iniciativa que cada año elige las mejores fotografías científicas. Las imágenes seleccionadas formarán parte de un catálogo y de una exposición itinerante que recorrerá España durante 2020-21. Además, las mejores de cada modalidad recibirán una remuneración de hasta 1.500€.

El plazo de presentación es del 7 de noviembre al 16 de diciembre de 2019 (a las 12 del mediodía, hora española peninsular).

La luz, los fenómenos físicos, los organismos vivos o los objetos de la vida cotidiana pueden mirarse desde una perspectiva científica. Las opciones son prácticamente infinitas. Por eso no es necesario que te dediques a la ciencia para poder participar… Solo que seas capaz de ver, extraer o captar lo científico que hay en el mundo que nos rodea. Aquí puedes ver las imágenes seleccionadas en ediciones anteriores.

Las fotografías deberán presentarse en formato digital a través de un formulario disponible en la página web www.fotciencia.es, junto con un breve texto que permita interpretarlas. El jurado valorará tanto la imagen –su calidad técnica, originalidad y valor estético– como la claridad de la explicación aportada por el autor o autora.

Cualquier persona mayor de edad puede enviar fotografías propias que no hayan sido seleccionadas en procesos similares. Pero también hay una modalidad, ‘La ciencia en el aula’, dirigida al alumnado de Secundaria y Ciclos formativos, que puede participar a través de sus profesores y profesoras.

Las propuestas se podrán presentar en una de las siguientes modalidades:

  • Micro, cuando la dimensión real del objeto fotografiado sea menor o igual a 1 milímetro o la imagen haya sido obtenida mediante un instrumento de micrografía (óptica o electrónica) o técnicas de difracción.
  • General, cuando la dimensión real del objeto fotografiado sea mayor de 1 milímetro.

Además, los autores y autoras también pueden adscribir su imagen a otras modalidades específicas, como ‘Agricultura sostenible’ ‘Alimentación y nutrición’.

FOTCIENCIA es una iniciativa organizada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), con la colaboración de la Fundación Jesús Serra. En esta 17ª edición, FOTCIENCIA se suma a los 17 Objetivos de  Desarrollo Sostenible declarados por Naciones Unidas.

Toda la información y normas de participación están disponibles en www.fotciencia.es

¿Para qué sirve un láser?

Por José Vicente García Ramos (CSIC)*

Cuando se inventó, en 1960, el láser no servía para nada. De hecho, en aquellos tiempos algunos científicos se referían a él como “una solución en busca de problema”. Entonces, ¿para qué lo inventaron? Parece que querían probar, experimentalmente, que el mecanismo de amplificación de la luz por emisión estimulada, predicho por Einstein en 1917 y demostrado con microondas en 1954, podía extenderse a la luz visible.

Hoy, sin embargo, la situación es muy diferente y el láser ha encontrado tantas aplicaciones que nos resulta casi imposible enumerarlas. Las tres características que diferencian la luz de un láser de la luz del Sol o de la generada por una bombilla son que, en el caso del láser, se trata de un haz de luz monodireccional, monocromático y coherente.

Hoy día los láseres tienen numerosas y variadas aplicaciones. / Wikimedia Commons

Hoy día los láseres tienen numerosas y variadas aplicaciones. / Wikimedia Commons

Cualquier láser contiene al menos tres elementos fundamentales: un medio activo, un sistema de bombeo y una cavidad resonante. El medio activo es el material (sólido, líquido o gaseoso) que emite la luz. Para que este medio activo emita luz hay que excitarlo de alguna manera, del mismo modo que el filamento de una bombilla necesita una corriente eléctrica que pase por él. En el caso de un láser se trata del sistema de bombeo, que puede consistir en otro láser, una lámpara convencional o una corriente o descarga eléctrica. El medio activo se coloca entre dos espejos que forman una cavidad resonante donde la luz rebota entre ellos y ayuda a la amplificación, como lo que ocurre en la caja de resonancia de una guitarra que amplifica las ondas acústicas. Uno de los espejos es semirreflectante, por lo que parte de la luz amplificada sale de la cavidad resonante en forma de haz.

El volumen de información que transmite una onda electromagnética depende de su frecuencia; en este sentido, la luz de un rayo láser resulta idónea para la transmisión de señales. Por eso, entre sus aplicaciones más usadas está la lectura de discos compactos, la fabricación de circuitos integrados y la lectura de códigos de barras. En el ámbito de la medicina, la tecnología láser se aplica a los bisturís cauterizantes, ya que permite realizar cortes muy finos de gran precisión, evitar cualquier riesgo de contagio y cauterizar de manera inmediata, alejando el peligro de hemorragias.

Fibra óptica, impresoras o espionaje

Sin embargo, muchas de las aplicaciones del láser no dependen tanto de su capacidad para generar un rayo de luz como del hecho de que representa una concentración extremadamente intensa de energía. Basándonos en esta propiedad, podemos enumerar tres aplicaciones sumamente importantes en el terreno de la óptica. Una de ellas son las telecomunicaciones mediante fibra óptica. En este caso, las señales eléctricas que hasta hace poco tiempo se desplazaban a través de conductores metálicos han sido reemplazadas por pulsos ópticos que se transmiten a través de fibra de vidrio del grosor de un cabello. Como potente fuente de luz, el láser confiere a estas fibras una elevada capacidad de transmisión.

Espectáculo de luces con láseres. / kpr2 - Pixabay

Espectáculo de luces con láseres. / kpr2 – Pixabay

La segunda aplicación óptica importante está en la holografía, que es una técnica para crear imágenes tridimensionales, inventada en 1947 por el ingeniero eléctrico húngaro Dennis Gabor (1900-1979), que obtuvo por ello el Premio Nobel en 1971. Esta técnica se basa en la interferencia entre dos rayos de luz. Uno de los aspectos básicos del sistema es la necesidad de utilizar luz coherente, y cuando se inventó solo se disponía de fuentes relativamente débiles de este tipo de luz. La llegada del láser transformó la situación, porque la generación de una poderosa fuente de luz coherente es su esencia. Con el tiempo, la holografía llegó a hacerse muy familiar en una variedad de formas, como en la marca de seguridad de las tarjetas de crédito y en publicidad.

La tercera aplicación importante está en las impresoras de los ordenadores, donde, controlando un haz láser, se dibujan las palabras que se quieren imprimir.

También podemos destacar las aplicaciones que dependen de su capacidad para concentrar una gran cantidad de energía sobre una superficie muy pequeña (alrededor de un millón de vatios por centímetro cuadrado) durante un periodo de tiempo extremadamente breve. Algunas de las más importantes aplicaciones industriales de los láseres son fruto de esta capacidad: la perforación, la soldadura y el corte de distintos materiales.

Además, puesto que un rayo láser es muy fino y prácticamente no sufre divergencias, se puede usar para medir largas distancias con gran precisión. La técnica (semejante a la del radar) consiste en captar el rayo reflejado por el objeto distante y medir el tiempo transcurrido desde el envío de la señal hasta la recepción de su reflejo. Conociendo la velocidad de la luz, resulta fácil calcular la distancia. En los años setenta, este método se empleó para determinar con precisión la distancia de la Luna, utilizando los reflectores que habían instalado allí los astronautas norteamericanos.

Pero eso no es todo, también se han empleado láseres hasta para temas relacionados con el espionaje. En 1968 se descubrió que un láser puede detectar perfectamente desde el exterior las vibraciones del cristal de las ventanas producidas por las conversaciones en el interior de una casa. Vemos cómo el láser, que en un principio era como “un invento en busca de un empleo”, tiene en la actualidad un sinfín de variadas aplicaciones.

 

* José Vicente García Ramos es Vocal del Comité de Ética del CSIC y autor del libro Las moléculas: cuando la luz te ayuda a vibrar (Editorial CSIC-Los Libros de la Catarata). Hasta su jubilación en 2016 fue investigador en el Instituto de Estructura de la Materia del CSIC.