Cuarto y mitad de tóxicos naturales

Por Mar Gulis

¿Sabías que si la cafeína se presentara hoy día como una sustancia nueva probablemente no superaría las exigencias toxicológicas para autorizar su consumo en la alimentación humana? Pero ojo, ¡que no tiemblen las personas cafeteras! Afortunadamente, el consumo de café viene avalado por siglos de uso y, a no ser que se sufran determinadas dolencias como ansiedad, úlceras o enfermedades coronarias, nada indica que su ingestión en cantidades razonables revista peligro. Es más, el café cuenta también con propiedades beneficiosas.

Café

Rafel Miró (CC BY-ND 2.0)

Este ejemplo pone de manifiesto la existencia de tóxicos que, lejos de derivar de aditivos o contaminantes externos, provienen de la naturaleza misma. Así, y dejando aparte los distintos tipos de alergias, intolerancias o susceptibilidades individuales, hay más casos que muestran la toxicidad natural de ciertos alimentos.

Las mariscadas, ese homenaje marítimo, afrodisiaco, objeto de deseo… provocan con bastante frecuencia idas repentinas al baño. En efecto, los moluscos pueden contener toxinas con propiedades paralizantes, diarreicas, amnésicas y neurotóxicas, que provienen principalmente de los dinoflagelados, un tipo de fitoplancton (‘algas’ microscópicas) filtrado por los moluscos. Por causas parecidas, ciertos peces comestibles pueden ser tóxicos si se consumen en determinadas épocas del año, produciendo ictiotoxismo (intoxicación provocada por alguna de las toxinas que proceden del pescado). Por esta razón, como norma general, se recomienda evitar la ingestión de las vísceras del pescado. Asimismo, las micotoxinas producidas por hongos como el moho pueden encontrarse en frutos secos o cereales y afectar a los animales y al ser humano. De ellas, las aflatoxinas son poderosos tóxicos hepáticos y cancerígenos, por lo que conviene tener cuidado con la ingestión de productos mohosos.

Se podría seguir enumerando una infinidad de alimentos que consumimos habitualmente y que contienen toxinas naturales. Pero lo importante es ¡que no cunda el pánico!, porque, como ya dijo Paracelso en el siglo XVI, es la dosis, y no la sustancia, lo que hace el veneno”. Es decir, la toxicidad de ciertas sustancias presentes en algunos productos no los convierte en venenosos per se, sino que solo resultan tóxicos dependiendo de la dosis en que se ingieran. Esta es la razón, por ejemplo, por la que se suele aconsejar no sobrepasar los 300 miligramos de cafeína diarios, unas 2-4 tazas de café, y así evitar que nuestro sistema nervioso central se vea sobreestimulado.

Así que, como casi siempre, lo más saludable es mantener hábitos variados y equilibrados. Dicho esto, voy a buscar mi dosis diaria de tóxico natural, en forma de café de máquina…

 

Si quieres más ciencia para llevar sobre tóxicos naturales, consulta La alimentación en el siglo XXI (CSIC-Catarata), coordinado por Rosina López Fandiño e Isabel Medina Méndez.

4 comentarios

  1. a mi me encanta el café y dicen que es veneno, pero no puedo remediarlo….jejejeje

    19 marzo 2014 | 12:36

  2. Dice ser erre

    Todo en su justa medida es bueno y malo en altas dosis. Respecto al café… yo confieso que era adicta. Cuando empecé a estudiar en salamanca me tomaba cafés a todas horas. por la mañana, el café de máquina de antes de primera hora, el café de despues de dos clases, el café estudiando, el café cuando estaba de éxamenes o trabajos y tenía que trasnochar…y no, mis cafés nunca han sido «un vasito de café con leche» no. Mi café es solo, sin azucar, en taza de leche y repitiendo. Vamos, una bomba para el estómago. La cafetera entera. Ahora lo he tenido que dejar por una medicación que tomo y he notado el cambio. Al principio estaba de mal humor, pero después fui notando la mejora. Ahora puedo tomarme un café solo y disfrutar del café como debe ser: en pocas cantidades.

    http://veintisieteletras.wordpress.com/2014/03/15/la-caza/

    19 marzo 2014 | 14:00

  3. Dice ser Fernando

    Hola a todos,

    Sobre la toxicidad de la cafeína es interesante y curioso visitar esta página:

    http://www.caffeineinformer.com/death-by-caffeine

    que nos dice cuántas «dosis» de bebidas con cafeína (refrescos de Cola, café, té, bebidas energéticas…) pueden llegar a ser letales.

    Y bueno, para completar con un poco de humor la nota, os dejo con este divertido vídeo 😉

    https://www.youtube.com/watch?v=HujFw4J2tOU

    Un abrazo, nos leemos,

    Fer

    19 marzo 2014 | 22:56

  4. Dice ser María José

    Hoy día lo de “es la dosis, y no la sustancia, lo que hace el veneno”, sólo sirve para Toxicología. Y en concreto, para Toxicología clásica y trasnochada.

    Hace ya mucho que se sabe que esta “idea” es para las intoxicaciones. El iceberg y su punta son otros, que el artículo no nombra de forma explícita pero a lo que este intenta que el lector llegue “sin pensar”: la trasposición de la idea que es hilo conductor del texto, de lo “natural” a lo sintético.

    Pero :

    1) Para dichas sustancias (bajo las que está la población a día de hoy, de forma crónica, y a bajas dosis pero continuas), sus efectos ya no es que sean desconocidos, sino que para la parte estudiada, a pesar de la presión de los lobbies, se sabe ya de su daño para la salud (disruptores endocrinos, aumento de probabilidades de ciertos tipos de cáncer, diabetes tipo 2, etc.)

    Hay innumerables sustancias químicas que aún a mínimas dosis son bioacumulativas. Además, está el efecto durante años de exposición crónica, continua, a bajas dosis… y de interacción entre ellas. Las directrices que se dan como legales sólo tienen en cuenta dosis teóricas únicas, cuando en realidad vivimos en una «sopa tóxica» continua, de las que la mayoría de sustancias no sabemos nada, y aún menos sobre sus relaciones entre ellas dentro de un cuerpo humano.

    El «resultado» más evidente en cuanto a relación causa-efecto más directo es la sensibilidad química múltiple (SQM).

    Hoy día, está más que claro, a pesar de la presión de los lobbies para difuminar todo esto (y así, hay incluso investigación ya hecha y otra en marcha –como el Exposome-; y resoluciones del Parlamento Europeo para advertir, tanto de lo que comento, como del peligro de los lobbies atenazando a los gobiernos y organizaciones en estos temas), que la «dosis» no siempre hace a lo «tóxico», excepto, como comento, para Toxicología clásica.

    Lo demás, se puede ver (que no digo que haya sido la la intención. Dejémoslo como posibilidad, para no pensar «mal») como un intento de tergiversar las cosas para intentar llevar a la población a terrenos donde pueda sacar conclusiones erróneas, a partir de argumentaciones con frases “socialmente» conocidas por el público y aparentemente de cajón.

    2) Por otro lado, se habla de lo «natural». Pero hay que ponerlo entre comillas. Porque en los ejemplos que el texto expone (como se podrían poner otros), se obvia algo importante. Que un café industrial, puede llevar de todo en su procesado. Y lo mismo sobre el “marisco”, donde la argumentación se centra en una única cosa, mientras se obvia “la otra”: la contaminación que traen “de serie” del mar, al igual que el pescado (aparte, estaría el de piscifatoría-no-ecológica, con lo que “le echan” -incluso para cambiarlos de sexo, en caso de que sean más apreciados como pescado hembra que como machos-, como si no recordáramos que como parte de la cadena alimentaria «somos lo que comemos» -y esta sí que es una frase sin recovecos y realmente prosalud, que no se comenta en el texto-). En este terreno, hay que recordar el alto grado de contaminación ambiental que tienen los océanos..

    En fin, habría mucho que hablar sobre ello. Sólo comento algunas «muestras».

    Como opinión decir, por lo que llevo observando en los últimos años, es una pena que en el CSIC haya ganado en su mayoría la no-neutralidad y lo no-ecológico (en definitiva, lo no-prociudadano y lo no prosocial) en estos temas. Como digo, desde hace ya tiempo. Pero claro, es lo que promueve el gobierno, que es el que paga: ya hace tiempo que cerró el único Departamento Agroecológico que existía, mientras promovía sin reparos lo transgénico y «lo tóxico» (entiéndase: todo aquello que no se piensa desde parámetros independientes de inocuidad real y 100% para la salud de la gente y del medio ambiente… sin subterfugios legales ni de marketing).

    En todo caso, recordemos que las personas que componen las entidades son, eso: personas; y por tanto, aparte de ser científicos, médicos, biólogos, etc. (independientes o no, más o menos buenos en su trabajo o no, y más o menos en sus puestos por méritos propios o por tener un “dedo” benefactor que lo alce), pueden mezclar en ciertos casos (hablando en general) y lamentablemente mezclan (sigo hablando en general):

    1. Bien las subjetividades y «opiniones» personales de quien habla

    2. Bien las del Departamento que los ampara/da de comer, y que a su vez puede recibir subvenciones o tener conflictos de intereses para lo que “trabajan”.
    .
    3. Bien sus filias y fobias.

    4. Bien sus «intereses» tras la trastienda, no declarados (porque los lobbies, su función es buscar científicos, etc. para que barran hacia sus «casas/causas» a «cambio de», mientras a la vez maniobran en el Parlamento Europeo, pagan estudios sesgados… y se meten en los medios de comunicación, por medio de «artículos», espacios con apariencia de «prestigio» y «neutralidad», e incluso bajo el amparo de siglas de entidades que una parte de la población más «naif» creerá neutrales e incuestionables).

    Afortunadamente, la gente cuestiona. Ya no es como antes,. Porque el que se tenga enfrente sea médico (por poner un ejemplo) no quiere decir que lo que diga (incluso en temas de «Medicina») no vaya a estar equivocado, o incluso no pueda estar comprado, y quien hable no sea él sino la industria farmacéutica, por poner -insisto- un ejemplo. Hoy día, el «paciente» (el ciudadano) ya no se queda con la boca abierta escuchando los “palabros” a quien le habla tras su mesa del despacho, sin osar cuestionarlo, sólo porque es «médico». La gente se informa, analiza, tiene criterio propio (al menos, hasta cierto punto), cuestiona, y no se deja confundir por cortinas de humo, elementos de trastienda, o recursos lingüísticos. Vengan de donde vengan.

    Por favor, si no es mucha «molestia», en caso de que se intente (dejémoslo, como apuntaba antes, en que sea una «posibilidad»), pediríamos que no se nos intente llevar a terrenos que no son, con silogismos erróneos y demás “recursos” lingüísticos. Los captamos.

    María José Moya
    Enferma de sensibilidad química múltiple -SQM- y electrosensibilidad -EHS- graves
    Mi Estrella de Mar (espacio pionero en SQM)
    http://mi-estrella-de-mar.blogspot.com/

    20 marzo 2014 | 17:05

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