Hasta pronto Sables

El final de Sables llegó, y con él una sensación agridulce. Cuando termina una aventura como esta sientes cierta nostalgia a la vez que te sientes tremendamente feliz y satisfecho por haber estado ahí.

Una aventura más que ha pasado, no será la última. Una gran experiencia por las arenas del sahara, a través de las increíbles dunas de Merzouga, en un lugar inhóspito con condiciones extremas y temperaturas muy muy elevadas. Esta competición es una de las más grandes, si no la más grande de las competiciones de ultras de desierto.

Ha terminado y…me siento bien, he intentado llegar en  las mejores condiciones y pelear con los mejores. No soy una persona que se rinda facilmente y no me he conformado con un puesto secundario. Desde el primer día hasta el último he intentado estar lo más alto posible.

Han sido nueve intensos días, pasando mucho calor, sufriendo y disfrutando mucho, comiendo poco y durmiendo poco también en una jaima sobre el suelo.

Teníamos una limitación del peso, sólo llevaba las catorce mil kilocalorías obligatorias, muy muy limitado. He tenido que estar jugando con este peso (y la posibilidad de no tener la recuperación necesaria), para que la mochila pesase lo menos posible y así poder ir más rápido. La limitación mínima eran 6 kilos y medio y he conseguido 7 kilos más el agua en la línea de salida ¡No está nada mal!.

En resumen, mi valoración es muy positiva. Creo que he conseguido estar a la altura, al menos yo lo he dado todo, no me queda nada, no puedo decir:  “y… ¿¿¿Si hubiera hecho…???”.

Esta competición, el desierto, me ha hecho darme cuenta de que sigo aprendiendo. Hace apenas un año era un corredor de asfalto y en poco tiempo he sido capaz de moverme en diferentes terrenos. Nunca sabes de lo que eres capaz hasta que lo intentas y te das cuenta de que además ¡puedes conseguirlo! He tenido la oportunidad de observar a quienes han sido los grandes dominadores de este ultra, los marroquíes. Ver como fijan rumbo, como se mueven, su adaptación al medio, sin duda es su mundo y yo aún soy un novato al que le quedan muchas cosas que aprender, pero también, muchas ganas y mucha energía para plantarles cara la próxima vez. Si algo tienen estas carreras por etapas, estas carreras por el desierto es que enganchan. Tienen algo que me hace ser feliz, me genera adicción, QUIERO MÁS.

Vuelvo satisfecho y con ganas de volver a Sables, porque en el tú a tú me he visto competitivo aunque también he notado mis puntos débiles, las zonas técnicas. Cada uno sabe cuáles son sus puntos débiles y conocerlos es fundamental para poder trabajar y mejorar.

Me faltan las palabras para describir esta carrera maravillosa cuya dureza la hace especial. El ritmo de carrera lo hace diferente a todo lo que he corrido anteriormente, te exige el ciento uno por ciento de ti mismo: concentración, fortaleza mental…tienes que haber hecho muy bien los deberes para estar ahí, peleando día tras día.

En total fuimos 1400 personas los que salimos, el índice de bajas no ha sido elevado.

Fue para mí un placer el poder compartirla por los otros 47 españoles que la corrieron con todas sus ilusiones, su fuerza, su enegía y sus ganas.

Hay momentos imposibles de olvidar, momentos como en la más larga de las etapas, en la que salgo tres horas después y poco a poco los voy pasando, todos esos ánimos recibidos que  hacen que esas imágenes perduren para siempre en mi memoria. También recuerdo especialmente el último día, en la etapa solidaria. Al finalizar, todos estábamos muy cansados, muy muy deteriorados pero con el buen sabor de boca de haber terminado, de haber cumplido el sueño y terminar esta trigésima edición de la maratón de Sables, carrera que pasará a la historia, al menos, en nuestros corazones.

Os dejo unos vídeos de la tercera y cuarta etapa.

#APutoTopeSables #NoPiensesCorre.

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