Mil historias de sexo y unas poquitas de amor Mil historias de sexo y unas poquitas de amor

Mil historias de sexo y unas poquitas de amor

Archivo de mayo, 2010

¿A partir de los 40 da más pereza?

Es un mito que a partir de los 40 el sexo dé más pereza. Lo decían todas las respuestas a esta pregunta que planteaban y que leí ayer en el dominical de El País.

A partir de los 40 se sabe perfectamente lo que nos gusta y lo que no, hasta dónde queremos llegar y con quien y tenemos más serenidad, sabiduría y la libertad, decía una de las respuestas.

Yo también creo que curre lo contrario, no da pereza, sino que las cosas se hacen más despacio, con más conocimiento de causa y con el ritmo que da la mayor serenidad con que uno se toma la vida. Y además pones en práctica todo lo que llevas aprendido con más seguridad.

El sexólogo Pedro Villegas señalaba que a partir de esa edad es cuando ya no da pereza nada, porque, supuestamente, ya tienes mejor aprendido cómo, cúando y con quién. Y añadía que de los cuarenta para abajo sí hay a quien le da pereza dejar la play station para tener que hacer eso tan aburrido.

Yo no diría tanto. Los que no quieren dejar la play están en una edad muy por debajo de los 40 o de los 30. O eso me parece a mí.

Tensión sexual con fecha de caducidad

Dicen los que saben de estas cosas que después de los dos o tres primeros años de relación, la vida sexual cambia para la gran mayoría de las parejas, para algunas más que para otras.

Que lo más frecuente -salvo honrosas excepciones, que las hay, y funcionan por todo lo que no lo hacen los demás- es que el deseo sexual baje considerablemente, que la rutina conduzca a una merma de la pasión, que los cuerpos se habitúen y que las mentes se acomoden en el sillón de la apatía sexual. ¡Que desolación!

Con lo que cuesta encontrar al otro, como para que aquello se apague en dos telediarios, que dice una amiga mía. Que cuando ya has conseguido acoplarte, te encuentras con el finiquito sin previo aviso.

Las encuestas de la antropóloga Helen Fisher señalan que la pasión dura de uno a tres años; y un estudio de la Universidad de Cornell le da una vida entre 18 a 30 meses. Así que concluyen que después de ese tiempo las parejas que siguen juntas deben sustentarse en otros pilares más fuertes que la efímera pasión.

Tan corto nos lo fían, que no da tiempo a tener una vida sexual tan apasionante como dicen que tienen la mitad de los españoles. Apasionante, sí; y corta, según esto, más. En cuanto a la pasión se refiere; porque para tirar como sea, la mayoría se da mucho tiempo, sentaditos en ese sillón de la apatía.

La fantasía del ascensor

Cumplió ayer la penúltima fantasía sexual que tenía en su cabeza: hacerlo en un ascensor.

En honor a la verdad hay que decir que fue sólo media fantasía la que llevó a cabo, porque lo que él soñaba es hacerlo en un ascensor y con una desconocida.

Estuvo varios días merodeando por un edificio cercano a donde trabaja, con varias oficinas y centros de trabajo, donde entraba y salía gente, aunque no demasiada. Se aseguró de que podía ser allí, pero no terminó de decidirse.

Hace dos días, cuando pasaba por delante del mismo edificio, tiró del brazo de su chica, cruzaron el portal y subieron al ascensor.

Y así fue, dice. No hubo que convencerla mucho. Estaba muy dispuesta porque también quería experimentar la excitación del momento sexual y el nervio que te entra pensando que te van a pillar.

Le gustó la experiencia, pero dice que le supo a poco, que lo que él quiere es montarse en un ascensor con la desconocida en cuestión y consumar, mientras escucha a la gente de varios pisos golpear las puertas y preguntar si otra vez se ha estropeado el elevador. Montar un follón en el tiempo que tardan en rematar la faena.

Pues eso, una fantasía. Tengo otro amigo que tiene la ilusión de hacérselo con dos gemelas a la vez.

Para gustos están los colores… y las fantasías.

Le gustaba mirarse en el espejo mientras lo hacíamos


Le gustaba mirarse en el espejo mientras follábamos. Era un espejo que tenía el armario ropero colocado frente a la cama de su dormitorio.

La primera vez que fui a su casa me sorprendió cuando vi que abría sus puertas de par en par, de modo que nuestras figuras se reflejaban en él cuando ocupábamos el espacio indicado para retozar.

Yo, ingenuo, o con los pensamientos ocupados en otros asuntos, le pregunté distraídamente: ¿No irás a encerrarme en el armario si no terminas satisfecha de este encuentro?

Y ella, con un tono repleto de insinuaciones que yo no acababa de identificar me susurró al oído: “ni por asomo se me pasa por la cabeza semejante posibilidad”.

– ¿La del encierro?, insistí yo.

-No. La de quedarme insatisfecha.

Y en ese momento procedió a provocar un giro en mi cuerpo con el fin de obligarme a hundir mi cabeza entre sus piernas. En el espejo mi figura quedaba expuesta en dios sabe qué postura. Pero a ella le gustaba mirarse en él.

No hay mujer más deseable que la que no se puede tener

No hay nada más deseable que lo que no se puede tener.

Sobre todo, para un tipo de hombres a los que les gusta ser conquistadores y huyen de las mujeres fáciles de conquistar o que hayan osado llevar ellas la iniciativa.

Su pensamiento me resulta arcaico pero está muy extendido. No creo que tenga que ver con la edad. He visto a cincuentañeros con esta filosofía de conquista-caza y he visto también a veinteañeros. Creo que es más un pensamiento que tienen incrustado de muchos años este tipo de cazadores.

Son los que se vuelven locos por lograr que se enamoren de ellos, pero no a la primera, porque les gustan los retos, las mujeres difíciles, las que les dan caña y no les pasan ni una; y con las que hay que invertir mucho esfuerzo en la conquista, para conseguir que pasen de la indiferencia absoluta a quedarse colgadas y a sus pies. Eso sí, con ellas tienen un trato exquisito.

Como dice una amiga mía, tienen un punto guerrero o cazador con las mujeres que les gustan, van directos a salirse con la suya y a dedicarle tiempo a la «presa» para conseguir que caiga rendida, transtornarla y que después no piense en otra cosa que no sea él. Es como si fuera un virus -dice ella- que se te mete en el cuerpo y se te va comiendo por dentro y por fuera.

Esto vale para los dos sexos, claro.

Una de las poquitas historias de amor

Apareció por aquí por primera vez hace un año, no más, para contar una historia, la suya, que era de esas poquitas historias de amor a las que se refiere la entradilla de este blog.

Me sorprendió porque desprendía amargura, y yo pensaba -equivocadamente- que los hombres saben controlar mejor la pena del desamor y que no la arrastran como nosotras.

Esto es lo que decía:

Hoy tengo 46 años. Conocí a la mujer de mi vida cuando tenía 32. Hasta entonces fui lo que se dice «un golfo», nunca me había enamorado, iba de flor en flor. Cuando la vi, el mundo se paró. Nada ha vuelto a ser igual en mi vida. No puedo quitármela de la cabeza, da igual lo que intente. Ella era y es la mujer de otro, está casada.

Sé que quizá intuya lo que siento pero jamás ha sucedido nada entre nosotros y se que no sucederá. La veo 2 ó 3 veces al año, cuando viene por mi tierra a visitar a su familia y aunque parezca de locos, esos días son para mí los más felices del año. Soy incapaz de emprender una relación con una mujer más allá de unos meses. Mis amigos no me reconocen, dicen que donde está el «Don Juan». Quizá sea mi castigo, que me devuelvan con creces lo que tal véz yo hice sufrir en su día a otras mujeres, no sé. Es duro pensar que sólo tengo esta vida y que indudablemente la voy a pasar sin la única mujer que he amado.

Ella es lo más bonito, dulce, especial, inteligente…que he visto en mi vida y nunca va a ser mía.

Tres meses después, por fortuna, ella vino a buscarlo, y desde entonces no se han separado, viven el uno para el otro y él es ahora el hombre más feliz del mundo. Y yo que me alegro.

Al final, el tiempo pone cada cosa y a cada cual en su sitio. En el amor, en el trabajo, en la amistad… todo vuelve a su lugar. Sólo es cuestión de esperar y ayudar un poco, claro.

Las mamás de ellos matan la pasión

Odio la palabra ‘suegra’ para designar a una persona que para más inri es la madre de tu hombre. Pero hay algunas que se merecen que las llamen así, entre ellas, la mía.

Esto lo cuenta siempre una amiga mía, que lleva una relación de tira y afloja con la madre de su pareja. Dice que intenta mantener la compostura, pero que a veces hace esfuerzos por no salir detrás de ella llamándola: suegra, suegraaa, suegraaaa, como si fuera el peor insulto del mundo.

Me lo recordó ayer otra amiga, lectora del blog, que me sugirió tratar este tema tan espinoso para muchas mujeres.

Cuenta que es automático, cuando la suegra llega a su casa para pasar una temporada, la libido se va por la ventana y con ella todas las ganas de follar.

«Mi novio es un gran tipo, pero las mayores movidas que tenemos al cabo del año, son cuando su mamá viene a casa, a pasar un mes y se pasa el día hablando de su niño como si fuera un desvalido».

Está hasta las tetas de esta situación y si no fuera porque lo adora, hay veces que le pondría el ultimantum de película: o tu madre o YO.

Además de no follar, lo que más le fastidia es la complicidad entre madre e hijo y que se pongan a recordar viejos tiempos, como si ella no estuviera allí. No sopoprta tampoco que su mamá lo trate como a un niño y a ella como el bicho que le ha pervertido, porque ahora lleva un tatuaje y tiene una profesión más liberal, que la que tenía.

En el otro lado -el de los chicos-, tengo un amigo al que su suegra le llama de usted, para que se note bien que mantiene la distancia con el malvado que ha seducido a su hija y le ha sorbido el seso y el sexo.

Esas son suegras.

Andrómeda íntima

Una de las lectoras que también participa en los comentarios diarios del blog ha mandado su foto y unas líneas, que aquí dejo:

La verdad es que nunca he mandado una foto así a nadie pero como bien he dicho muchas veces, me parece muy curiosa e interesante la iniciativa.

Personalmente, soy de las que piensa que se pueden decir muchas cosas con una mirada, gesto o imagen, por eso me puedo pasar horas observando fotos de años pasados analizándolas.

Llevo leyendo el blog desde hace bastante tiempo hasta que me decidí a escribir y al final he terminado ¡mandando una foto!

He de decir que estoy encantada con la gente del blog, espero no ofender a nadie con la imagen pero bueno si que es verdad que me expongo a lo mismo que Ros y Disfrutador.

En fin, besazos, Andrómeda.

El orgasmo es uno de los secretos de la felicidad

Hace un año, salió al mercado el Play O, el gel estimulador del orgasmo femenino de Durex, que han probado 400.000 mujeres con buenos resultados, según dice la empresa.

El interés por el orgasmo femenino ha llevado a la compañia a crear en Facebook el “Colectivo O”, un espacio para opinar, preguntar o informarse sobre bienestar sexual.

Al mismo tiempo se ha editado un manifiesto del orgasmo femenino, con los siguientes principios:

1.- El orgasmo es una forma de felicidad.

2.- Todas tenemos el derecho y la obligación de procurar por nuestra propia felicidad.

3.- Para alcanzar un orgasmo hay muchos caminos y todo el mundo puede encontrar el suyo.

4.- Quien no lo haya experimentado todavía no es que no pueda, es que todavía no ha encontrado el camino adecuado.

5.- Si ya conoces el camino, recuerda que siempre puedes encontrar otro mejor.

6.- Las mujeres tal vez podamos ser complejas, imprevisibles… pero sabemos compartir nuestros secretos, explicar nuestros sueños, aprender y enseñar. Cada una de nosotras es un mundo por descubrir, que no den nada por hecho.

7.- No nos gustan las prisas, no nos gusta la improvisación y no nos gustan los hombres desinformados.

8.- Que disfruten y nos hagan disfrutar. Que sueñen y nos hagan soñar, que jueguen y nos hagan jugar y que recuerden que siempre se puede mejorar.

9.- Ejerce tu derecho a la felicidad con naturalidad, el sexo es salud, el sexo es belleza, el sexo es diversión.

10.- El orgasmo es uno de los secretos de tu felicidad.

Y expuesto el manifiesto, que cada cual haga lo que pueda para tener mucha felicidad. Y ellos, también, no vayamos a ser ahora avariciosas.

Desnudos en la playa

Aunque de repente ha vuelto el frío, será cuestión de unos días y enseguida tendremos aquí el calorcito de la proximidad al verano.

Mis amigas de Cádiz ya estarán preparándose para que el Ayuntamiento no les prive de sitio en la playa donde estar desnudas. Una larga batalla con argumentos trasnochados de una parte, a su entender y al mío.

Mira que es difícil conseguir que le dejen a una tranquila y cómo quiera estar en la playa y no la obliguen a ir a una de esas reservas cerradas que llaman playas nudistas.

A Trinity916 también le gusta tomar el sol y bañarse en la playa desnuda como se ve en la foto que ha enviado. Aunque es lectora del blog, no ha entrado a comentar mucho y esto es lo que escribe:

Hola a todos los que leen este fantástico blog.

Lo primero felicitar a Escarlata por los relatos que nos entretienen un ratito en el día a día.

Tengo que decirlo, me llevé una sorpresa cuando vi a Disfrutador en esa estupenda foto. He leído todos los comentarios y la verdad, sólo me sorprendo de la gente a la que no le parece bien.

Recuerdo hace muchos años cuando la televisión empezó a emitir los viernes por la noche películas eróticas, por supuesto se avisó del contenido y se emitían fuera del horario habitual, ya que empezaban cerca de la 1 de la mañana. Pues siempre había alguien que protestaba y criticaba la película en cuestión…. Vamos a ver, ¿no se ha avisado de cómo iba a ser la película? ¡Señora mía, pues no se quede a verla!

Esa sensación es la que he tenido con las críticas de algunas personas hacia Disfrutador, si estás viendo la foto y sabes de antemano que no te gusta lo que estás viendo y no te parece bien, pues no entres a leer y a hacer comentarios molestos.

Que conste que no me parece mal que la gente dé su opinión o haga una crítica, pero he leído comentarios que estaban fuera de lugar.

Como la iniciativa de Disfrutador me ha parecido bien, ahí os dejo mi foto. Por supuesto no es tan explícita como la suya.

Saludos.