Mil historias de sexo y unas poquitas de amor Mil historias de sexo y unas poquitas de amor

Mil historias de sexo y unas poquitas de amor

Archivo de abril, 2010

No sabe cómo es tener un orgasmo

«No sé si he tenido alguna vez un orgasmo. Creo que sí (a mi novio le digo que siempre llego al clímax), pero no estoy segura. ¿Cómo puedo saberlo?»

Esta es una pregunta que hacía una chica en el consultorio sexual de un periódico y al leerla me quedé de plástico, que decía un amigo mío.

¿Cómo puede una no saber si ha tenido un orgasmo? Yo sé y entiendo que hay gente que nunca lo ha tenido, pero nos saber que se tiene o no, no lo entiendo.

Sólo con hacer un repasito por un montón de películas, se aclara una de lo que le pasa a la gente cuando llega al orgasmo.

Lo mejor es la respuesta:

«Un orgasmo suele ser algo tan intenso que, cuando se ha experimentado, es difícil no reconocerlo. Pero las prácticas eróticas no han de tenerlo como meta. El erotismo es un largo y misterioso camino que puede conducirnos a diversas formas de placer. El orgasmo es maravilloso, más no es el objetivo único de la experiencia sexual.»

¿Ah no? ¿Entonces qué es que yo no me he enterado?

Adictos al sexo

Últimamente vengo leyendo en distintas publicaciones reportajes o noticias referidas a la adicción al sexo.

Supongo que es porque el tema llama la atención más que porque haya muchos afectados, que no los hay.

Hoy he leído decir a un psicólogo que se llama Eduardo Cabrera y es especialista en Psicología clínica y docente del Instituto de Psicología y Psicoterapia Post-Racionalista de Roma.

Dice que la incapacidad de algunas personas para asumir su soledad les puede lleva a mantener relaciones sexuales de manera adictiva o a una masturbación compulsiva en un intento de huir de emociones conflictivas.

Explica que el sexo se convierte en una adicción cuando interfiere en la vida cotidiana, se le dedica un tiempo excesivo, perjudica a las relaciones personales y se vive con sentimientos negativos como culpa o vergüenza.

En ocasiones la excesiva importancia que se concede a la imagen exterior y a la opinión de los demás, así como la necesidad de reconocimiento de público o las expectativas ajenas puede disparar este tipo de comportamientos.

También aclara, para consuelo de alguno, que el número de relaciones sexuales o de masturbaciones que una persona tiene en un mismo día no siempre es representativo de una adicción sexual, ya que para considerarse como tal ésta debe ser compulsiva y afectar negativamente a la vida cotidiana.

Añade que por ejemplo, muchos adolescentes se masturban unas dos veces al día, algunos incluso hasta en cinco ocasiones diarias, y no por ello debe considerarse una adicción, ya que es un momento especial en el desarrollo psicoafectivo de la persona. O cuando una pareja se enamora, habitualmente tiene una actividad sexual muy intensa que no puede considerarse adicción.

Las adicciones sexuales están muy poco estudiadas y apenas se dispone de estudios al respecto pero, según algunos autores, como Patrick Carnes, afectan al 6% de los varones y al 3% de las mujeres.

Seguir adelante sin el otro

Hace no mucho que ha perdido al amor de su vida, pero ya va derecha, caminando hacia adelante, con la mirada a veces llorosa, pero decidida.

Me asombra cómo algunas personas encajan y superan el dolor por la pérdida del compañero de vida. Y esta mujer me deja perpleja, porque sé que ha sido un golpe muy grande para ella, pero lucha cada día por seguir viviendo con determinación.

«No quiero que me pueda el dolor, dice, porque me queda mucho por hacer y si fuera por ganas ahora mismo me encerraría, pero a mí me sentaría fatal y a él no le gustaría».

La veo sola y me llama la atención, porque antes siempre iban juntos a todas partes. Todavía tiene que guardar la etapa del luto -en el ánimo y en el sentimiento, digo-, y poco a poco se acostumbrará a hacer más llevadera su pérdida irremplazable, que no irreparable porque la vida sigue para ella también. De momento no quiere acordarse de nada para no echarlo de menos.

Esta soledad es dolorosa, y es positiva si se toma como una oportunidad para aprender a vivir el dolor sin bloquearse, dicen los psicólogos.

Y en eso está ella, controlando el dolor. Dicen que quien sabe salir del dolor está preparado para disfrutar la plenitud de la vida en momentos venideros.

Ella no ve mucha plenitud en lo que venga, aunque dice que piensa disfrutar, pero sin poner tanta carne en el asador, sólo pisando por encima.

Se necesita mucha fuerza de voluntad, creo yo, para no abandonarse a la pena.

Cuando el que no tiene ganas es él

«La falta de deseo sexual ya no es coto exclusivo de las mujeres… Les ocurre a muchos más hombres de los que están dispuestos a reconocerlo». Decía un reportaje que leí este fin de semana en el Magazine de El Mundo.

Y en esta historia sobre la falta de deseo en los hombres, cuya causa más socorrida -señalan-, es el estrés y el agotamiento, se decía que las mujeres están más preocupadas por la fata de apetito sexual de ellos que a la inversa.

Los expertos que consultaba el periódico hablaban de la posición de las mujeres frente a este problema. «Habrá mujeres que vivan como una liberación el hecho de que su compañero muestre un menor interés por el sexo, pero habrá otras que lo vivan con desconcierto».

Entre estas últimas, hablaban de dos perfiles: el de las que son inseguras en el terreno sexual, que a menudo se sienten poco atractivas y creen que son ellas las que fallan; y otro perfil de mujeres muy exigentes que piensan que su hombre no está a la altura de las circunstancias y lo viven con una actitud que dificulta la solución.

«Es como si pidieran a sus parejas -dicen- que fichasen cuando ellas quieren, y eso es lo que más puede matar el deseo en el varón».

Señalan que es deterrminante cómo lo vive la mujer para definir cómo lo hace el hombre: «Él se siente culpable por no desear, le insiste en que no es un problema de ella sino de desinterés por el sexo, pero a ella le resulta difícil no culparse».

Hace no mucho tiempo, cuando una veía que su hombre aflojaba y tenía falta de interés, lo normal era pensar en que tenía un lío fuera de casa, a alguna se lo he escuchado. A muchas todavía les resulta difícil pensar que un hombre pueda tener falta de apetito sexual.

Un amor para siempre

Llevan casi cuarenta años juntos y el amor les sale en la expresión de ternura que se les pone cuando se miran, cuando se hablan, cuando están juntos tomándose unas cervecitas en una terraza.

Los he conocido hace poco, aunque los había visto muchas veces antes por el barrio, porque siempre me han llamado la atención. Todavía son guapos, de sesentaytantos, educados y parece como si la vida, buena o mala, no hubiera hecho mella en su relación, porque tienen siempre una buena palabra entre ellos y con los demás, miradas de complicidad y un gesto de entender el lado bueno de las cosas, como decía aquella canción de La vida de Brian, de los Monty Python.

Luego he sabido que la vida no ha sido buena para ellos, que se tuvieron que ir de aquí cuando esto era una caverna, y que mal que bien han tirado para adelante con su existencia, porque se han tenido el uno al otro y nunca han renunciado a eso.

Son de ese tipo de personas que contagian su bonhomía, que tienen siempre una sonrisa para dedicarte y con las que aprendes a ser mejor persona. Se llaman Mario y Rafael y me ha encantado conocerlos.

Imagen de Hippolyte Flandrin: Hombre junto al mar

P.D. Estoy hasta las mismas, y siento decirlo al pie de una historia de amor tan bonita, de algunas gallinas que se tiran toda una tarde y parte de la mañana peleándose por un gallo en este blog. Vaya imagen lamentable a cuenta de si las han «petroleado o no los bajos» -expresión grosera donde las haya- con lujurias de por medio y una multinick que se contesta ella misma para darse la razón. Ridículo.

Lo fascinante de una mirada

No descubro yo aquí nada si digo que en la atracción erótica del primer instante es evidente que los hombres fijan sus ojos en los atributos sexuales del cuerpo femenino, y que las mujeres miran los atributos propios de la virilidad. Y que la atracción sexual es algo primario, salvaje.

Pero lo fascinante es que cuando uno se tropiece con la mirada de una mujer (o viceversa), fugaz, inesperada, que dura décimas de segundo, esa acción mínima en el tiempo provoque una descarga eléctrica de tal magnitud que en un segundo despierta en uno esperanzas de que a ella pueda estar ocurriéndole lo mismo.

Es una reflexión que se hacía anoche un amigo mío, al hablar sobre el poder de seducción de algunas miradas.

Decía que cuando pasa, uno se imagina que esa mirada conduce directamente a un encuentro sexual, que provoca una fantasía desbocada con tal fuerza que le parece asombroso.

Y es verdad, yo también lo creo, a veces puede provocar en un segundo una explosión de deseo tal que hace volar la imaginación, aunque los atributos sexuales, en los que se supone que deberíamos fijar nuestra atención, no sean extraordinarios.

Probablemente, dice, el momento más sublime en las historias de amor es cuando se produce esa primera mirada que da lugar a todo lo demás.

¿De dónde nace ese poder de sugestión de una mirada?

Sexo y comida al mismo tiempo

La revista de gastronomía Vie del gusto (Caminos del sabor) ha preguntado a 100 sexólogos y nutricionistas cuál es la relación entre la comida y el deseo sexual.

El 65% de los expertos no tiene ninguna duda: la buena mesa y el sexo están estrechamente relacionados. Dicen que los que siguen una alimentación correcta, regular y equilibrada tienen una vida de pareja más satisfactoria y, sobre todo, mejorable.

Pero no se refieren a los alimentos afrodisiacos ni a los que podemos «comer» al mismo tiempo que tenemos sexo, sino a mantener una dieta equilibrada que proporcione energía para poder querer mucho y bien.

Donde sí que he escuchado hablar de esa otra relación entre el sexo y la comida ha sido en un programa de la SER, en el que los oyentes contaban lo que habían hecho en favor de esa buena relación. En qué parte del cuerpo de su pareja, por ejemplo, se habían tomado las uvas con chapagne o el gusto que le daba a otro lamer la nata esparcida.

Un montón de historias de sexo y comida contra la monotonía, para levantar el ánimo sexual y divertirse haciendo cosas que no son las habituales, pero que ya hacían los griegos y los romanos.

Recomendaron un libro: Abre la boca. Las mejores recetas sexuales para gourmets, de Carme Freixa Zurita, sobre recetas imaginativas para una noche de lujuria, cuyo punto de partida es la cocina y el punto de llegada lo elige el lector.

El noviazgo perpetuo

«Soy de los que piensan que el matrimonio o la convivencia terminan con el amor, la pasión y la atracción inicial de una pareja; y que para mantener casi intactas las sensaciones del principio lo mejor es ser novios permanentes».

Es la opinión de un amigo mío, contrario al matrimonio y a la convivencia desde que el primero le salió mal. No quiere oír ni en broma la posibilidad de repetir la experiencia, por mucho que se le diga que una vez aprendida la lección, es difícil caer en lo mismo.

Él, que es de natural descreído, se defiende diciendo que el hombre es el único animal que tropieza dos, tres y cuatro veces en la misma piedra y que como nunca aprendemos, es mejor no intentarlo otra vez.

Hace años que tiene una novia que piensa igual que él. Intentan mantener la emoción del principio, pero cada uno viviendo en su casa. Y lo deben conseguir, porque yo siempre los veo bien y encantados de haberse conocido.

Son los novios eternos con todo lo bueno del noviazgo. De lo que hoy es noviazgo, porque hasta hace nada era únicamente el tiempo anterior a casarse o el tiempo en que se mantienen relaciones amorosas para casarse. No había otra.

Sí que es verdad que es la opción que eligen los que han salido escaldados de un primer casorio o convivencia y no quieren que se vuelva a repetir: se quieren mucho, pero uno a su casa y el otro a la suya, así no discuten, no desgastan la relación y pueden mantener a salvo un mínimo de pasión, la que no se carga la convivencia.

¿El sentido de humor es lo que más nos atrae?

¿Qué es lo que más te atrae de fulanito?

Su interior y su sentido del humor.

Esta es la respuesta más común que escucho a la pregunta que les hacen a algunas famosas o aspirantes a la fama (ellos tampoco se escapan del humor y del interior) a cuenta de sus hombres. Y es una respuesta que provoca en mí una sonora carcajada, porque no me lo creo, suena falso, y porque es tan tonto decir eso como las que lo responden. Lo siento.

Los de la faceta interior, sobre todo cuando las ves a ellas -o a ellos-, tiene tela, y lo del sentido del humor es ya más que un clásico, un topicazo.

Nos gustarán antes otras cosas más visibles y después el sentido del humor, si lo tienen sin forzar la máquina. Lo del interior a primera vista sigo sin verlo.

Mis amigos de Aprende seducción no están de acuerdo conmigo, porque han editado un libro, titulado Humor chulo, de Marc Vidal Fons, que dice precisamente eso, cómo ser gracioso para ligar con mujeres, porque parten de la base de que el sentido del humor es lo que más nos gusta de los hombres.

Dicen que es la guía definitiva para seducir a cualquier mujer: «Sobre el papel todos los lectores saben qué es el humor chulo, es decir, vacilar con gracia a las chicas para demostrar valor social y no mostrarnos necesitados y propicios como pagafantas. Crear atracción haciendo sentir emociones contrapuestas a las chicas. -Animar o empezar cualquier conversación».

Sexo a oscuras o con luz

Para gustos están los colores y supongo que para esto también.

A unos les gusta tener sexo a oscuras y a otros con la luz del día o con la de ambiente para estos casos, tenue e indirecta.

Dicen los sexólogos que los que prefieren follar con la luz apagada son tímidos y no quieren exponerse tan claramente a los ojos de su pareja por esa timidez o porque quieren ocultar sus defectos. Porque la oscuridad esconde todo lo que uno no quiere que se vea, aunque llegados a ese punto poco importa estar preocupado por si tienes una estría de más. Pero también tiene su morbo, creo yo, porque no se ve pero se intuye y el tacto sustituye a la vista, se aviva la imaginación….

Tengo un amigo al que no le gusta nada la oscuridad y alguna vez ha tenido problemas con alguna chica por esto. Él dice que prefiere ver, porque es voyeur ante todo, porque si no ve es como si no está y porque así controla mejor a la otra parte, sus movimientos y sus intenciones.

Le gusta sobre todo observar la cara de su amante disfrutando, porque eso le excita mucho y cree que follar a oscuras es como si estuviéramos en los tiempos de nuestros abuelos, donde ni se veía ni se sentía ni se disfrutaba, porque todo era muy negro.