Mil historias de sexo y unas poquitas de amor Mil historias de sexo y unas poquitas de amor

Mil historias de sexo y unas poquitas de amor

Archivo de marzo, 2010

¿Nos gustan los hombres por cómo se visten?

Aunque cada vez lo hacen mejor, aún no las tienen todas consigo. Hay poquitos hombres que sepan qué ponerse a la primera, combinar su ropa y vestirse con ojo.

Yo prefiero a los que no llevan traje. Aunque sé que es el uniforme de trabajo de la mayoría, y que resuelve, por otra parte, muchas papeletas. Aunque para llevar un traje también hay que valer. Y saber. Y algunos están muy buenos así vestidos, pero a lo mejor es porque ellos ya tienen materia prima.

Si tienen que llevar traje, casi prefiero que no lleven corbata y que lleven uno o dos botones de la camisa desabrochados.

Yo tengo una amiga que se pirra por los que llevan traje. Claro que ella ha apuntado siempre muy alto y por las alturas lo llevan todos, porque detrás de un buen traje, hay mucho nivel, que es lo que busca ella en realidad.

Tampoco me gustan los clásicos ni los que llevan jersey de pico con camisa debajo. Esto reconozco que es una manía.

Mi amiga me dice que a mí me gustan los rockeros, los que se ponen vaqueros, cazadoras de cuero, camisas informales o jerseys sin camisa debajo, porque tienen un punto canalla, que dice que es lo que me va a mí. También me gustan los que van de sport, aunque según y cómo.

Ella cree que a la mayoría de las mujeres nos entra por los ojos un hombre según esté vestido y como no nos guste lo que lleva, no hay tu tía. Eso sin saber cómo van por dentro, que si lo supiéramos siempre, dice, nos llevaríamos un buen susto. Es una exagerada.

Prefiero los boxer, sólo esos. Hace un tiempo yo tenía una manía que me divertía mucho. Cuando asistía a una reunión, siempre me imaginaba de qué tipo llevarían los calzoncillos todos los hombres que estaban conmigo. Pero se quedaba en la imaginación, nunca le pregunté a ninguno cómo los llevaba.

Uno de los dos siempre quiere más que el otro

Él adora a su mujer, más joven que él. Siempre se han llevado bien y no ha tenido queja en los años que llevaban casados.

Todo lo contrario, él sabe que no iba a su paso, que ella es más briosa por la edad, pero le dejaba cuerda para que no se asfixiara, y si él la veía contenta, él también lo estaba.

Ella ha echado sus canas al aire fuera de casa, pero eran sólo eso, alegrías de un día. Él lo sabe y lo aceptaba, porque para él lo más importante es que volviera a casa. Y volvía siempre y le demostraba que estaba agusto y que le tiene cariño. Porque lo que la chica sentía por él es cariño.

Y una relación en la que uno pone siempre más que el otro, la balanza está desequilibrada y se mantiene sólo a base del esfuerzo de uno de los dos, es difícil que se mantenga intacta. Y a esta le ha pasado eso, que se ha deshecho como el azúcar.

En cuanto ella ha conocido a otro hombre que se le ha agarrado en lo hondo, como dice una amiga, se ha ido todo al traste.

Han sido meses de llamadas a escondidas, de encuentros furtivos y de tener la sensación de engaño, que vuelve lo que haces en algo desleal. Todo esto lo ha sabido él antes de que ella se decidiera a contarle que ya no le tiene cariño y que se iba.

Y él, que la quiere con locura, le ha abierto la puerta, le ha dicho que la comprende y que si cree que se equivoca que vuelva, que él la estará esperando.

La chica se marchó hace ya unas semanas y no ha dado señales de vida ni para darle las gracias.

El macho ibérico 2.0 usa juguetes sexuales

Una tienda de libros y cacharritos sexuales, de larga trayectoria en el mercado, hace ahora una campaña para promocionar productos para hombres.

Su campaña me ha llamado la atención. Dice:

«Después de cinco años contemplando desde la barrera cómo la mujer tomaba las riendas de su placer sexual, llenando la casa de juguetes, lubricantes, pócimas afrodisiacas y una fervorosa curiosidad erótica, los hombres sofisticados se han sumado a la búsqueda de la felicidad sexual. Para ellos existen ahora innovadores juguetes japoneses de masturbación, cremas estimulantes de la virilidad, potenciadores de libido naturales, pornografía elegante para ver en pareja, estimuladores de próstata ergonómicos para usar al estilo manos libres y fascinantes libros de fotografía y cultura erótica para encender la imaginación. El macho ibérico 2.0 ha venido para quedarse…».

Le doy la razón en que las mujeres se ha lanzado a conquistar su placer sexual y utiliza estos artilugios, pero me cuesta creer que el hombre lo quiera conquistar también con cacharritos y pócimas que no sean su propio pene. Y así me lo han contado también varios hombres -entre ellos, el mío-, a los que he preguntado para saber si son o no amigos de juguetes para pasarlo bien.

Que conste que me parece estupendo que utilicen lo que les venga en gana para buscar placer, allá cada cual con su ortondoncia, pero de los quince a los que les he preguntado, ninguno está por la labor.

A lo mejor es que no son suficientemente sofisticados o no lo son nada, pero todos han arrugado el gesto cuando les he preguntado si se comprarían un cacharro sexual para divertirse con la pareja o solos.

¿Perdonarías una infidelidad, dos…?

El asunto de la infidelidad siempre trae cola, porque la gente que la sufre no lo entiende de la misma manera y hay desde quienes no perdonan ni el más mínimo desliz a los que lo que no consienten es el engaño, que lo consideran mucho peor que un desliz.

Todo depende de lo que cada cual entienda por infidelidad. Porque una cosa es que un día concreto te eches un polvito fuera de casa sin más consecuencias y otra distinta es que tengas una mujer o un hombre en casa y durante tiempo y tiempo mantengas una doble vida con otra persona fuera sin que la propia se entere.

El primer caso sería una canita al aire y el segundo un engaño para la mayoría de la gente, según he leído en encuestas, aunque para la mayor parte de las mujeres los dos serían una infidelidad manifiesta que quiebra la confianza en el otro.

Una encuesta del CIS dice que la mitad de los españoles ha sido infiel alguna vez -no dice qué tipo de infidelidad- y que el 15% repetiría la experiencia. Pero la infidelidad es la principal causa por la que se termina de forma fulminante con la pareja.

«Yo pensaba que con confianza y amor verdadero los vuelos al exterior no hacían falta, pero me he convencido de que eso no es así siempre -me dice una amiga-, porque hay hombres -y supongo que también mujeres, aunque menos- que por mucho que quieran a sus parejas siempre necesitan oxigenarse. Menos mal que sólo es eso, y yo me quedo con lo mejor, que si no, no sé si sería tan comprensiva».

Mitos sexuales sin pies ni cabeza

Los mitos sexuales, esas creencias muy extendidas sobre cuestiones referidas a la sexualidad que no tienen ni pies ni cabeza siguen ocupando conversaciones en medio mundo como si fueran dogmas de fe. Yo creo que si las desterramos nos hacemos un favor.

En una lista publicada en 20minutos.es, por Davix y Joanss, se citan algunos de los mitos más extendidos:

1. Sobre la masturbación:

A pesar de lo dicho durante años, no causa infertilidad, acné, disfunción eréctil, sordera, ceguera ni ninguna otra enfermedad o trastorno. Y tampoco es sólo cosa de hombres, ni un síntoma de que la relación no funciona.

2. El tamaño importa

Es uno de los más comunes, pero no es cierto.

3. Orgasmo vaginal y orgasmo clitoriano.

Para la mujer no existen dos tipos de orgasmo, vaginal y clitoriano, sino sólo el orgasmo como tal. La única clasificación que se puede hacer reside en la forma de alcanzarlo, dependiendo de si la estimulación es vaginal o clitoriana.

4. Eyaculación femenina.

No es un mito, las mujeres eyaculan, y expelen un fluido por la uretra que no tiene nada que ver con la secreción vaginal o la orina. Este líquido se origina en las glándulas uretrales, parauretrales y de Skene, que están en el punto G.

5. El coito.

El mito dice que si no hay coito, la relación no es completa. Falso.

puede ser plenamente satisfactoria sin que se dé el coito, y existen muchas otras prácticas y juegos sexuales igual de placenteros.

6. El punto G femenino

existe, y es posible aprender a estimularlo. Se llama así en honor a su descubridor, el ginecólogo alemán Ernst Gräfenberg, y está localizado en la pared frontal de la vagina (de 2 a 7 centímetros sobre la apertura vaginal), detrás del pubis y alrededor de la uretra.

7. Virginidad

La presencia del himen es la prueba absoluta de que una mujer es virgen, falso. Muchas veces la membrana se rompe a causa de golpes o accidentes.

8. La primera vez

Hay quien piensa que es imposible quedarse embarazada en la primera relación sexual. Es completamente falso, y si no se utiliza un método anticonceptivo siempre hay riesgo de embarazo.

9. Punto G masculino

Es también falso que no exista. Es la próstata. Es del tamaño de una nuez, se encuentra debajo de la vejiga, en el interior del recto (en la pared frontal, a unos 5 centímetros del ano).

10. En el embarazo

Durante el embarazo el coito no es peligroso ni dañino para el feto. El sexo durante la gestación es completamente seguro siempre que el médico no haya indicado lo contrario.

Son diez, pero seguro que vosotros sabéis muchos más que apuntar a la lista.

Se puede ser feliz sin sexo

Es difícil ponerse en la piel de una persona a la que no le interesa el sexo, en una sociedad en la que casi todo va encaminado a la atracción sexual. Pero existen y viven como cualquiera, sin sentir esa necesidad.

Los asexuales son personas que no experimentan ninguna atracción sexual hacia otros, y que lejos de sentirse traumatizados, se declaran muy satisfechos con sus vidas, según la definición del investigador Anthony Bogaert.

Tres de cada cien personas del planeta se declaran así, no practican sexo, pero no por cuestiones éticas o morales, que sería celibato, sino porque, simplemente, no les interesa.

Los especialistas lo consideran una orientación sexual, no una disfunción.

Algunos sienten atracción romántica o platónica y se enamoran de otra persona sin interés por el sexo, como ellos, o no.

En el primer caso tendrán más posibilidades de éxito. En el caso de que se enamoren de una persona con interés por el sexo, tiene dos opciones: o acceder de vez en cuando aunque no sienta nada ni le guste hacerlo o dejar que su pareja lo haga con otro sin ningún problema.

Una novela de Ian McEwan, Chesil Beach, que leí hace dos años y me gustó mucho, planteaba este asunto, pero en uno de los dos miembros de una pareja, que le había ocultado al otro hasta la misma noche de la boda su aversión al sexo. Ya lo conté.

Las personas asexuales también se han organizado, sobre todo en Estados Unidos, donde son muy activos. Tienen varias asociaciones como Asexual Visibility and Education Network (Aven), que incluye en su web consejos y secciones de apoyo;o Asexual Pals, que trabaja para que se reconozca la asexualidad como una forma de vida como otra cualquiera.

El poderoso atractivo del olor del otro

¿Por qué su olor nos vuelve locos?

A esta pregunta, que hacían ayer en El País Semanal, contestaban los consultados de muy buena gana y admitiendo que sí, que el olor de su pareja es único para ellos.

Ya se sabe que en esto influyen todo las feromonas, esas sustancias que generamos y que sirven para seducir y atraer al sexo opuesto.

Ana Milán, la actriz y presentadora, afirmaba que «podría identificarlo entre 1.000 hombres con los ojos cerrados» y que «A mí su olor me vuelve loca porque sólo le pertenece a él…».

Otro de los consultados, esta vez un hombre, contestaba más poético, pero igual de carnal: «Porque no se parece a ningún otro. ¡Magnífico olor a hembra! Antojo de olor a canela y mezcla con nuez moscada. Esa fragancia que el calor del verano intensifica y el frío del invierno no disipa…» .

Y una tercera, que me encantó, decía: «Personalmente, me provoca y me atrae el olor de su cuerpo recién duchado, y el del cuerpo sudado. Huelo su pelo, su cuello, me encanta acurrucarme en su pecho y olerlo una y otra vez, paso por su cintura y me pierdo olfateando por cada rincón de su cuerpo. Poque si algo me vuelve loca, es el olor de su piel».

Todos hacían un canto al olor de su pareja, porque les atrae, les seduce y les provoca deseo en cuanto lo perciben.

Pero no permanece siempre, me decían ayer. Con el tiempo, aunque sigas queriendo a tu pareja, si ya no hay deseo, el enganche del olor desaparece. Ya no te atrae cuando lo identificas, si es que sigues identificándolo.

¡Qué aguafiestas, XDSS!

Hombre maduro busca mujer joven

Ver a una pareja que se lleva una gran diferencia de edad no es objeto de comentarios malévolos si el mayor es el hombre y la mujer, una ninfa 20 o 30 años más jóven.

Al revés, ya es otra cosa, la percepción cambia bastante, porque no es tan habitual como lo otro ni se considera tan sincera la relación, por puro prejuicio. Con frecuencia se acude a motivos espurios para entender estas relaciones, aunque también las otras.

Según un estudio publicado en la revista European Journal of Operational Research, si la esposa es menor y más inteligente, la relación tiene buenas perspectivas de funcionar, sobre todo si ninguno de los dos carga con un divorcio anterior; mientras que si la diferencia de edad se da a la inversa, es decir, ellos son menores que ellas, el riesgo de separación es mayor.

Lo que busca un hombre maduro en una mujer mucho más joven es lozania, frescura y belleza; una mente menos preocupada y la ilusión de que todo eso, en cierta medida, se contagia, según la psicóloga Pilar Varela. Sobre todo, señala, la sensación de sentir que se puede seguir disfrutando de la vida con plena intensidad.

Y la mujer joven busca seguridad, experiencia, más vida. «En cierta manera, él cumple el rol de la figura paterna de protección, sabiduría e incluso un estatus social que se suele adquirir con el paso de los años».

Las mujeres enamoradas de hombres mucho más jóvenes se prendan de la tersura del joven y se sienten más seguras y más valiosas, por efecto de la conquista, asegura la psicóloga.

«No se siente atraída tanto por el sexo, sino por otro tipo de satisfacciones más emocionales. El sentirse amada, valorada, deseada. Experimentar, romper las reglas del juego, divertirse, esto es lo que busca, independientemente del final. Con cierta edad, ya se ha vivido lo suficiente para saber que el príncipe azul no existe y vive con intensidad lo que en ese momento tiene entre manos», afirma.

Y al hombre joven le gusta la mujer mayor, segura, vivida, hecha y se siente atraído por su belleza madura, dice Varela. Cosas que no encuentran en las mujeres de su edad, incapaces de llenar sus expectativas ni en sexo ni en relación.

No sé, creo que estas cosas, y menos los sentimientos, no son tan evidentes siempre.

P.D. Os recuerdo que Chapi Escarlata tiene también página en Facebook y que me gustaría que os hiciérais fans

De amor al odio no hay ni medio paso

¿Cómo se puede tener a una persona en un pedestal, haber estado loco por sus huesos, creer que era el amor de tu vida, con la que querías compartirlo todo y de pronto -o a lo mejor no tan de pronto- dejarlo caer haciéndolo añicos?

Pues se puede. Es verdad que del amor al odio sólo hay una línea muy fina, que se puede traspasar en un plis.

Así lo piensa y lo dice esta mujer, que se acaba de dar de bruces con la vida y ahora cree que su gran amor no lo era tanto, ni era tan alto, ni tan listo ni tan estupendo ni tan amor.

Es lo que pasa cuando en la fase del enamoramiento una -o uno- se pasa siete pueblos y tiende a exagerar las cualidades de su paternaire y a enamorarse de la imagen que uno mismo recrea. Así que, claro, lo tenía tan alto, que la caída ha sido brutal. Y aquí el hombre ha tenido culpa en lo que la ha tenido, igual que ella, en que con el tiempo se ha gastado la pasión y también el amor, porque dejaron de cuidarlo. Pero no se ha vuelto el más tonto de repente ni ella, la más lista.

Lo que era amor ahora es odio o aversión por la propia frutración que genera comprobar con el tiempo que el tal no es el que una se había creado en su cabeza, sino terrenal y humano.

La verdad es que cuesta creer que allí donde ha habido tanto amor ahora haya odio, pero así es. Y el caso de esta amiga es el último que he visto.

Un amigo bastante racional dice que un amor grande aunque desaparezca, no tiene necesariamente que transformarse en aversión ni en un sentimiento hostil. Que sólo hay que cambiar el tipo de amor, que ya no es de pareja, pero que puede ser de amistad y qué mejor que hacerlo con la persona a la que has querido y a la que conoces tanto.

La otra no haría nunca esto que dice mi amigo.

Lo que nos baja la libido al suelo

Hay situaciones que prometen ser de alto voltaje, pero cuando se presenta el momento cumbre de poder echar un polvito, hay cosas que pueden dar al traste con el ambiente logrado, con la ilusión y con el conocimiento, porque bajan la libido de sopetón y te la dejan por los suelos. La impresión visual es lo que tiene, que puede ser determinante.

Aye escuché en la cadena Ser que la gente contaba lo que les quita la emoción de repente.

La mayoría de las mujeres -esto lo he escuchado toda mi vida, no es nada nuevo- decían que ver a un tío desnudo -o con gayumbos- con los calcetines puestos es lo más antierótico del mundo.

Alguna ha cogido su ropa, se ha vestido y se ha ido directamente a su casa porque no podía seguir con el cortejo ante una visión tan sensual.

Ellos se desinflan cuando ven a una chica con ropa interior de color carne. Es lo más antisexo que hay, decían algunos, que prefieren a las mujeres con ropa interior blanca.

A partir de ahí, un montón de cosas que nos disgustan del otro y que nos quitan el apetito.

Por ejemplo, a ellos tampoco les gusta que las mujeres se metan en la cama con un pijama de felpa, que tengan pelos en las axilas o que estén poco depiladas en sus partes; y a ellas que no cuiden su higiene o que tengan pelotillas en el ombligo -textual-.

Hubo quien contó que después del flirteo y los primeros besos y magreos el chico la llevó a su casa y para ambientar el momento tan intenso, le puso la música de Mojinos escocíos. Se quedó muerta.