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Una campaña pide a Sanidad que evite el despilfarro en los comedores escolares

La  FAO afirma que un tercio de los alimentos que se producen en el mundo se pierde o se desperdicia. Si tenemos en cuenta la situación de crisis en la que vivimos, es una cifra escandalosa.

En los comedores escolares, cada día se tiran a la basura toneladas de alimentos, mientras que hay familias que no pueden llevarse nada a la boca. El Ministerio de Sanidad así lo exige.

Por razones higiénicas y sanitarias, la comida sobrante no puede ser manipulada, según la Ley 17/2011 de Seguridad Alimentaria y Nutrición y los reales decretos que establecen  las normas de higiene para la elaboración.

Esta situación es la que ha llevado a Cristina Romero a hacer una petición en Change dirigida al Ministerio de Sanidad, que ya han firmado más de 70.000 personas, para que revise y cambie esta normativa.

Despilfarro

En algunos municipios de Madrid y Cataluña ya se han implantado medidas para aprovechar la comida. Son los ayuntamientos quienes se encargan del servicio de recogida que pasa por los colegios a diario recogiendo la comida que sobra para trasladarla a algún comedor social o albergue cercano.

Cristina Romero explica que estas acciones son fáciles: «Primero, en los propios comedores escolares, se embala la comida en tuppers de una sola ración, se etiqueta y se congelan; la empresa de recogida se encarga de llevárselos, asegurándose de no romper la cadena de frío y garantizando la correcta conservación de los alimentos; por último los alimentos se transportan al Banco de Alimentos, donde se distribuyen entre las personas con dificultades económicas o en situación de dependencia que participen en el programa de alimentos».

Los alimentos envasados o no elaborados, como yogures, fruta, verdura sin cocinar o envases que no hayan sido abiertos, se pueden dejar en los colegios para su posterior distribución. Y en cuanto a la comida elaborada –purés, potajes, sopas, tortillas, carne, etcétera–, está sujeta a unos controles que sólo pueden ser cambiados por el Ministerio de Sanidad.

«Se da por entendido que la pobreza es un problema social. Ante los más de 7,7 millones de toneladas de alimentos que se desperdician en España anualmente, muchos de ellos en comedores escolares, las autoridades competentes deberían actuar económicamente. Deberían destinar una partida del presupuesto anual y asumir ese gasto de material de embalaje y posterior transporte a comedores sociales o entidades benéficas y la contratación de personal en caso necesario», señala Cristina.

El turismo en la economía colaborativa

Internet y la globalización han cambiado los hábitos de consumo de millones de usuarios en el mundo. Este hecho ha afectado a muchos sectores de la economía, y cómo no, al turismo.  Pilar Leal, directora del Bachelor Programme in International Tourism en The Ostelea School y profesora de EAE Business School, conoce la situación y ha sido elegida junto con Xavier Medina para redactar un capítulo del libro Tourism and the collaborative economy, que coordina la Aalborg University de Dinamarca.

El libro, que se publicará a finales de este año o a principios de 2016, pretende dar un marco teórico a cómo se adapta este concepto al sector del turismo. Como señala  Pilar Leal, «el objetivo es entender el fenómeno de la economía colaborativa y su relación con el turismo a través del análisis de ejemplos que reflejan la sociedad actual y con ella, la manera de viajar y hacer turismo».

Amsterdam

«Queremos entender a las empresas turísticas y su relación con la economía colaborativa, para poder de esta manera conocer sus oportunidades y retos de futuro. El aumento del consumo colaborativo, la economía y el intercambio peer-to-peer han sido impulsados por una serie de factores sociales, económicos y tecnológicos que favorecen el alejamiento de la propiedad hacia el acceso temporal de las mercancías; al uso de la tecnología en las transacciones, lo que reduce los costes de mediación; a las relaciones directas anfitrión-huésped que contribuyen a una experiencia turística más auténtica» afirma Leal en Estrella Digital«.

Para  Leal, proyectos como estos suponen una alternativa a la concepción tradicional del sector. Para ayudar en este fin, en el libro expondrá las diferencias entre lo que es el turismo colaborativo y lo que no lo es. «Hay muchas empresas del sector turístico que podrían catalogarse como un ejemplo de la economía colaborativa y que no siempre lo son».

La profesora asume que su capítulo es provocador, pero lo ve útil: «Queremos entender a las empresas turísticas y su relación con la economía colaborativa, para poder de esta manera conocer sus oportunidades y retos de futuro».

La principal motivación de los viajeros es el ahorro, y en estos años de crisis, la incertidumbre económica existente hace que los usuarios busquen medios más económicos para disfrutar de un buen fin de semana o unas vacaciones fuera de casa. Por eso, las expectativas que ofrece la economía colaborativa son excelentes: se espera un crecimiento en todo el mundo del 15%, y que pase de generar 39.000 millones de dólares en 2013 a 46.000 millones en 2016.

España es el quinto país de la Unión Europea con mayor potencial de crecimiento en consumo colaborativo. Se espera que aumente un 25% este año y se estima que las iniciativas de consumo de este  sistema atraiga a más de la mitad de los españoles, según la consultora Nielsen

Ya hay algunas ciudades que han reaccionado a esta tendencia. En febrero pasado, Amsterdam lanzó la campaña Amsterdam Sharing City, convirtiéndose oficialmente en la primera ‘ciudad colaborativa’ de Europa. «El turismo, como cualquier otro fenómeno masivo ha sufrido un profundo cambio fuertemente vinculado a la transformación social, donde Internet y las redes sociales están jugando un papel muy importante», dice Leal.