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De cómo vivir sin dinero o con muy poco

Hecho para tirar

«Todos hemos sufrido la experiencia, unos con la lavadora, otros con el televisor o el ordenador, de tener aparatos y equipos que se averían tras el fallo de un elemento. Por lo tanto, todos, en un momento u otro, nos hemos enfrentado, aunque a veces sin saberlo, al fenómeno de la obsolescencia programada. Y si bien esta práctica ya es desagradable y costosa para el consumidor, resulta un desastre para el ecosistema».

Sin embargo, para el gran público, aunque esta experiencia resulta familiar, la palabra obsolescencia, y su verdadero sentido, sigue siendo desconocida. ¿De qué se trata exactamente? ¿Cuál es su origen, su historia y su importancia? ¿Cuáles son sus límites y sus consecuencias? ¿Qué soluciones podemos proponer para ponerle remedio?

El libro Hecho para tirar. La irracionalidad de la obsolescencia programada, de Serge Latouche, que publicó hace dos años la editorial Octaedro, pretende dar respuesta a todas estas cuestiones y explicar qué es la obsolescencia programada.

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El autor combate y denuncia, por tanto critica y analiza –según la reseña de la revista Etcétera-,  la sociedad de consumo y de crecimiento ilimitado de mercancías y beneficios que nos arrastra irremisiblemente al colapso.

Latouche, desarrolla la historia de la obsolescencia programada, como opción creada específicamente por el capital por y para sus intereses económicos. Indaga en sus orígenes, a partir de finales del siglo XIX y durante el XX hasta la actualidad. Y lo ilustra con ejemplos, como los esfuerzos empresariales para acortar el funcionamiento de las bombillas y que no duren más de 1.500 horas; o que las irrompibles medias de nylon se hagan continuas carreras; pasando por la industria del automóvil y como una caja de cambios no debe durar mucho más de 250.000 Km.

Pero también en la industria alimentaria, donde los productos adulterados tienen fecha de caducidad y, más veces de las que suponemos, toneladas de productos alimenticios son destruidos masivamente para subir los precios y continuar con la también ilimitada carestía de la vida.

La obsolescencia programada responde a unos determinados intereses del capital, es el resultado de investigaciones y trabajos específicos que determinan y garantizan con máxima eficacia que la mercancía producida mediante el trabajo humano sea hecha para tirar en un tiempo relativamente  corto, dice el autor.

«Preguntarse por los límites de la obsolescencia programada es lo mismo que preguntarse por los límites del sistema capitalista. Quien crea que un crecimiento infinito es compatible con un planeta finito está loco o es un economista», señala  Serge Latouche.

1 comentario

  1. Dice ser marian

    Como todo en esta vida, también gracias a esa obsolescencia y a que los «capitalistas» ganan más dinero, también lo gana el obrero que lo fabrica; a más aparatos caducos, más se venden, luego más se fabrican= puestos de trabajo.

    22 marzo 2016 | 12:43

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